El final de Alfonso
El reloj de la oficina marcó las seis en punto. Antes de que mi jefe me preguntara si podía quedarme un rato más, me levanté, tomé mis cosas y salí. No me molesté en apagar la notebook, de todos modos, me la llevaba para seguir el trabajo en casa. La adicción al trabajo es algo de lo que me debería ocupar, pero el trabajo mantiene mi mente ocupada y me impide pensar en ciertas cosas que prefiero evitar.
El viaje en subte hizo que me sienta como una vaca yendo al matadero, como de costumbre. Podría quedarme en la oficina un rato más y viajar más cómodo, pero prefería llegar temprano a casa. Buenos Aires no es una ciudad para caminar de noche con una notebook en la mochila.
Cuando llegué al edificio donde vivo, en la avenida Montes de Oca, me encontré con la vecina del cuarto piso. Es muy atractiva y, aunque es más joven que yo, hace un tiempo la invité a salir. Me respondió que no estaba interesada en los hombres. Sin embargo, quedamos en buenos términos. Nos llevamos bien.
Intercambiamos saludos y cada uno siguió en su dirección.
Entré a mi departamento que se siente como la casa de un extraño. Intenté poner plantas, colgar fotos en las paredes y hasta compré un aromatizador automático. Pero no hay caso, mi casa no se siente como un hogar. Es en estos momentos cuando me arrepiento de no haberme casado. Si hubiese tenido hijos o una esposa ahora tendría alguien que me reciba al llegar del trabajo. Siempre tuve miedo de morir solo. Miedo de resbalarme mientras me esté duchando, romperme el cuello y que nadie se entere. Eventualmente algún vecino se alertaría del olor a podrido proveniente de mi departamento y llamaría a la policía. Ese pensamiento me hace sentir triste, solo y aterrado.
Quizás debería adoptar un gato, o mejor un perro. No creo que un gato me reciba cuando vuelva del trabajo.
Hace unas semanas visité a mi padre en su casa de Lanús. Después de ponernos al día acerca de varios temas como la salud de las perras, la vida de los vecinos del barrio y escuchar sus quejas sobre el gobierno, me ofreció varios libros para que me lleve. Ambos disfrutamos de la lectura y a menudo nos intercambiamos obras. Él es fanático del terror mientras que yo disfruto más los policiales. Aunque no le escapo al terror.
Revisando los libros que mi padre me prestó encontré varios que estoy seguro no voy a leer. Mi padre es el tipo de persona que cree que ciertos libros deben ser leídos sí o sí solo por el hecho de ser importantes en la historia de la literatura a nivel mundial. Por ejemplo, El principito. Yo prefiero leer lo que me llama la atención. Por tal motivo, ya sé cuáles van a ser los libros que voy a devolver sin haberlos leído. Perdón Tolkien, pero la fantasía no es lo mío.
Encuentro uno que se ve muy viejo, incluso tiene las páginas muy amarillas y las tapas un poco rotas —El vizconde demediado—. No recuerdo haberlo leído. No tiene sinopsis, pero me llama la atención por lo antiguo. Me decido por ese entre el montón.
Sentado en el sillón con mi pijama azul con rayas grises observo el libro en mis manos y acaricio la portada deslucida para sentir la textura. Me gustan mucho los libros. Nunca se sabe a dónde te pueden llevar las historias que contienen. Me gusta pensar que disfruto de los libros con más de un sentido. Mucha gente se jacta de que le gusta el olor de los libros, pero yo voy más allá. Me gusta sentir la textura de un libro nuevo y notar la diferencia con uno usado, escuchar el sonido que hacen las hojas al pasar, apreciar los distintos tonos de las páginas según las ediciones y por supuesto sentir el olor. Los libros siempre huelen bien, pero no todos tienen el mismo olor. Los nuevos huelen diferente a los viejos. Los que tienen ilustraciones o páginas a color son los más hediondos.
Los libros antiguos siempre serán mis favoritos. El ejemplar que tengo en mis manos tiene mucho uso. Me gustaría saber la historia de El vizconde demediado. No la historia que cuenta, sino su historia como objeto.
Doy una ojeada rápida antes de empezar a leer. Las hojas se ven muy frágiles. Pareciera que están a punto de romperse. Lo abrí por la mitad, metí mi cara entre las hojas y aspiré el olor. Huele a viejo, pero al mismo tiempo es cálido.
De repente empiezo a toser, paro un momento, pero la tos vuelve. Siento que tengo algo atorado en la garganta, no puedo dejar de toser. Quizás aspiré un poco de polvo. Siento la presión en el rostro, por la fuerza con la que estoy tosiendo. En medio del ataque pienso que lo mejor es tomar un poco de agua. El libro antiguo había quedado en mi regazo, por lo que cuando me levanto, se cae y se rompe. Las hojas se desparraman frente al sillón donde estaba sentado hace un momento. Mientras sigo tosiendo muy fuerte no me decido entre recoger las hojas o ir a la cocina por un vaso de agua.
Me duele la garganta por la fuerza con la que estoy tosiendo, pero sigo sintiendo algo que me impide respirar. Comienzo a tener miedo. Nadie muere por una tos, ¿verdad?
Como puedo voy hasta la cocina e intento tomar un vaso de la alacena. Aunque intente parar de toser, no puedo. Pude servirme agua, pero por los movimientos de mi cuerpo se derrama un poco. Trato de no pisarla para no resbalarme y me dirijo al comedor.
Después de tomar un poco de agua la tos se calma. Tengo la garganta muy irritada. Lo que sea que está atorado ahí se siente más grande que antes. ¿Qué mierda tenía ese libro? Si era un insecto debería haber quedado atrapado en las fosas nasales. De cualquier modo, ¿por qué está creciendo en mi interior?
Advierto que me cuesta respirar y me asusto. Esto no es bueno. Asustarse nunca es bueno. Pero no puedo tranquilizarme, ¡no puedo respirar! Intento inhalar con más fuerza, pero la presión en mi garganta es cada vez más dolorosa. Necesito encontrar el celular y llamar una ambulancia. Siento que mi rostro está a punto de estallar. Tengo lágrimas en los ojos. Mientras camino a mi habitación —donde había dejado el celular— caigo al piso.
Siempre tuve miedo de morir solo. ¿Quién hubiera dicho que mi mayor miedo se iría a cumplir a causa de sentarme a leer un libro?
Me duele mucho el pecho y el cuello. Mi vida se escapa como agua entre mis dedos y me duele. Me duele ya no ver a mi padre, me duele haber sido cobarde cuando debí haber sido valiente, me duele el amor que no pudo ser y no logré superar. Me duele.
Ya no hay dolor, solo un abismo inmenso y negro.
Al día siguiente, cuando Alfonso no se presenta en su trabajo, sus compañeros y su jefe se preguntan qué le habrá pasado y le envían mensajes por WhatsApp. Pero Alfonso no responde, ni siquiera los lee. Muchas comentan que es algo extraño, pero le restan importancia creyendo que está enfermo. Al observar que la ausencia se repite varios días seguidos, todos concluyen que Alfonso está enfermo. Su jefe creé que es extraño que no haya avisado, pero enseguida le resta importancia.
El padre de Alfonso intentó comunicarse con él varias veces, pero no tuvo éxito. Al principio pensó que su hijo estaba ocupado con el trabajo, pero después se convenció de que Alfonso estaba enojado con él. ¿Por qué motivo? Quién sabe. De todos modos, el fin de semana iría a visitarlo sin avisarle. Una vez que estuviera en la puerta del edificio no podría negarle la entrada.
Tres días después del incidente de Alfonso, su vecino de piso comenzó a sentir un olor hediondo, muy fuerte, como a podrido. Se le vinieron a la mente esas noticias de ancianos que mueren en sus casas y todo el mundo se entera cuando se empieza a sentir el olor fétido de la muerte. Se dijo que eso no podía ser, su vecino aún era joven.
Con un poco de miedo se acercó a la puerta. El olor era más fuerte, le costaba respirar. Se cubrió la nariz y golpeó la madera. No hubo respuesta. Volvió a golpear, obteniendo el mismo resultado. Se asustó ante la duda que se estaba convirtiendo en certeza. Sin perder tiempo llamó al ascensor, subió y presionó el botón del último piso donde vivía el encargado del edificio.
Se sintió triste por su vecino. Aunque lo conocía poco, le caía bien, no parecía mal tipo. Sin embargo, probablemente había muerto solo en su casa, sin nadie que lo ayude. Sin duda una muerte horrible.
Fin.
Hola, gracias por leer este pequeño relato. Fue mi primera vez intentando con el terror. Hace poco leí un libro acá en Wattpad que daba consejos para escritores (o personas que quieren serlo), uno de los consejos era tomar un hecho habitual en la vida y narrarlo de manera terrorífica. Mi primera idea había sido morir ahogada mientras esté comiendo. Tengo terror de morir ahogada. Terror.
¿A vos que es lo que más miedo te da?
Pero la cosa fue que nunca lo escribí, y hace poco estaba leyendo un libro de Joe Hill que me prestó mi hermano y se me dio por olerlo, viste que los libros tienen rico olor. No sé qué tenía el libro, polvo y humedad seguro, porque el olor no era tan rico. Además, después de olerlo empecé a toser sin parar, pero de esa tos que te dice que tenés algo atorado en la faringe y hace que termines con la cara roja y respirando de manera agitada. Horrible. En menos de un segundo mi mente se hizo la película de que había inhalado algún hongo que había en el polvo que no vi y que el muy maldito iba a crecer en mi garganta, sin que yo me dé cuenta, hasta matarme. Sí, bien extremista. Así es mi mente. Y ahí dije esta es la escena cotidiana que tengo que convertir en algo terrorífico.
Seguía siendo algo parecido a morir con algo atorado en la garganta, además es mucho más improbable morir por inhalar el olor de un libro que morir por atorarse con una hamburguesa. Por lo tanto, me gustaba más esta idea.
También quería probar escribir en presente, haciendo menciones a hechos ocurridos con anterioridad, como la visita de Alfonso a su padre, para mezclar tiempos verbales y ver cómo salía. Fue un quilombo. Un quilombo. Y probablemente quedó un mamarracho, me disculpo por eso. Se aceptan críticas constructivas 😊
Así que acá estamos. Amo el terror y me gustaría escribir más cosas que este género. Creo que este relato no asusta ni por lástima, pero bueno, este fue mi primer intento. Gracias por leer.
Por cierto, el libro que consejos para escritores se llama Tips para escritores de @iaritajimenez
Muchas gracias a mi lover que me ayudó a beteando la historia y también con las correcciones ❤❤
Nos vemos, que tengas buen día.
Marzo 2021.
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