El Final.
Los miedos me consumen de a poco, camino por este estrecho pasillo en donde se hacen cada vez más fuerte los gritos, mi corazón late fuerte, característico de mi imponente tamaño.
La puerta se abre, la luz entra por esa pequeña rendija que se va formando mientras esta me da acceso a la gran arena. Los gritos son ensordecedores, y me confunden, intento verlos a la cara, pero no puedo, porque su mirada es de asesinos que disfrutan de esto.
De frente está mi verdugo, con su brillante traje mirándome desafiante. Estoy consciente de que puedo dañar y no quiero, no puedo ser como ellos. Los gritos me aturden, pero no puedo quitarle la mirada a ese hombre, que espera impaciente mi embestida para justificar su acto y dañarme.
De golpe, el panorama cambia, siento un ardor y dolor fuerte en la parte alta de mi cuerpo, al voltearme bruscamente, el daño se intensifica y veo que hay un hombre a caballo con una lanza riendo por el daño que ha logrado ocasionar. Mientras que mi amigo me observa triste consciente del acto que aquí está por llevarse.
Entro en razón de que esto no es más que un show en donde yo soy el centro de atención, pero será solo por hoy, mi sangre hierve y mi orgullo está siendo justificado, mi panorama cambia, no puedo ser como ellos me repito, pero en ese instante otra estocada aún más dolorosa que la anterior se queda enterrada en mi carne, las personas gritan y gritan como animales, irónico me digo, animales...
Mis miedos me atrapan, y mi instinto de supervivencia me acorrala, apuntó en dirección a ese hombre e intentó embestir, él se mueve con gracia utilizando un gran pañuelo y logra evadirme, en ese instante veo a otro hombre que se acerca moviendo algo en sus manos, su color es llamativo y me ínsita a atacar, protejo mi cuerpo a sabiendas de que no son honorables y por la espalda podrían atacarme.
Al acercarme a este, logra esquivarme con gracia y otra estocada siento en la parte alta de mi cuerpo, mis lágrimas comienzan a brotar y mis miedos a intensificarse, mi corazón no deja de latir por miedo a que en cualquier momento pueda pararse. ¿Qué podría hacer? Solo soy un pedazo de carne.
Intento controlar mi respiración, miró fijamente a ese hombre, ese que da órdenes y les indica a los demás el cómo dañarme, ¿Será él el único maleante en este lugar? de ser así, a lo mejor debería atacar y salvar a los demás.
El tiempo pasa y mi cuerpo comienza a agotarse, por más que intento escaparme no hacen más que dañarme, esto está llegando a su final me digo, sabiendo que mi cuerpo terminará rindiéndose.
Respiro fuerte, como si le estuviera arrancando al aire un trozo de su propia vida que me permita mantenerme ante el acto que estoy a punto de cometer. Las personas vuelven a gritar de la emoción, me concentro en el hombre, ignoró el pañuelo, fijo mi mente en mis patas para mantenerme de pie, la gente sigue vitoreando, siento una estaca más en mi cuerpo, pero no me inmuto porque el momento ha llegado, no dejo de mirarlo, ¡un poco más! La sangre corre ahora en todas direcciones por mi cuerpo, hace ya varios minutos siento como el calor emana dejando en mi el dolor que estoy sintiendo, manchando la arena con mi sangre, transformándose en una marca imborrable, mis ojos le siguen el juego, mientras que a él se le ve la alegría de estar enfrentando a alguien que se le resista.
Me acerco hacia a toda velocidad, haciendo sentir el sonido de mi respiración en todo el lugar, él mueve con gracia el pañuelo indicando donde es el lugar, pero mi embestida sabe a dónde tiene que llegar, un grito sordo se escucha en todo el lugar y luego un silencio que me genera paz se concentra en donde antes las personas no dejaban de gritar, siento como el calor pasa por mis ojos, manchando de rojo mis cuernos, los que ahora llevan toda su esencia impregnada.
El hombre asustado coloca sus manos en mi cabeza intentando zafarse de mi cuerno que ha perforado con fuerza su abdomen, los hombres se acercan, y comienzan a dañarme, mis amigos que los transportan no dejan de mirarme con orgullo transmitiendo su confianza para cerrar esta tortura como es debido, el hombre antes galante sigue luchando por zafarse, levanto mi cabeza con fuerza y sus gritos son aún más agonizantes, comienzo a sentir las estacas en todo mi cuerpo, ahora quieren salvarle pero no podrán hacerlo. Con mi último aliento lo lanzó hacia arriba y cuando mis rodillas se quiebran ante el dolor que los demás me ocasionan, él va cayendo en dirección a mi cuerpo, aquí te espero para que nos apaguemos juntos, a ver si el público grita de nuevo ¡Ole! Después de ver lo que he hecho.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro