Pasaron varios minutos, algunos incluso contaban horas en las cuales todo el mundo miraba perplejo aquella  luz cegadora en lo alto, quizá la mayoría de humanos esperaban la ruptura de la alianza que se había forjado entre ángeles y demonios, mientras observaban el cuerpo de Miguel siendo atravesado por la espada de Gabriel.

- Él...él acaba de matarlo...- balbucearon todos al mismo tiempo, asombrados con la escena de un hermano asesinando a su mayor.

Aquel día fue el detonante de todo, el principio del fin, de una guerra interminable entre ángeles que buscaban reclamar el alma de Gabriel en el infierno por aquel pecado imperdonable.
No había otro remedio que seguir y seguir, aún después de sentir que no podrían dar un paso más sin que los pecados de Los Ángeles se les fuese cobrado a ellos como seres inferiores, como humanos.
Los sacrificios no se detuvieron en ningún momento, y fue ahí, toda la humanidad raramente, sintió protección en Luzbel, aquel demonio tan macabro y cruel como lo describían los relatos.

- Aquí y ahora se terminará su mezquina existencia. - Luzbel con su presencia imponente caminó hacía  las cascadas del cielo en donde cientos de seres inferiores estaban siendo sacrificados -. El fin de Los Ángeles ha comenzado.