EL REY DE LOS DEMONIOS
Aquel infierno oscuro y frío estaba infestado de demonios que caminaban por encima de todas las almas burlándose de su dolor, no eran más que cuerpos esculpidos irónicamente por los dioses y bañados de maldad, ellos eran los verdaderos demonios. No planeaban proteger a los humanos, mucho menos a los Ángeles, no eran más que almas adorando a un Dios feroz y demoniaco, uno que había sido arrojado del cielo y acogido en el infierno. Se arrodillaron ante él jurándole lealtad y justo en ese momento acompañando a Luzbel al cielo.
-Incontables almas han llegado al infierno - Luzbel caminó frente a ellos -. Almas inocentes que fueron manipuladas para pecar, ser sacrificadas y después enviadas al infierno.
Leviathan había confirmado la traición de Rafael, y la mayoría de sus objetivos junto a aquella alma humana que había escapado del infierno, más bien quien había engañado a su señor.
- Iremos al cielo y detendremos él silencioso plan de Rafael.
- Entendido!
Él asombro de la humanidad no era pequeño, todo el cielo brilló y la oscuridad desapareció, Luzbel y varios demonios ascendían, la esperanza en los ojos de la humanidad resplandecía buscando irónicamente un milagro para cesar los sacrificios que realizaban los Ángeles por recuperar el alma de Gabriel; ahí estaba Luzbel, en lo alto, buscando esa calma tan anhelada.
Antes de entrar al cielo Luzbel pensó en su última petición para Leviathan.
- Leviathan, quédate y protege a los humanos cuando yo muera.
El rostro de su más leal demonio fue de asombro y a la vez de resignación. Solo asintió y desapareció a lo lejos.
- Escuchen, vayan hacia las cascadas y detengan todos los sacrificios, arranquen las alas de los Ángeles y tírenlos a la tierra.
-Si!
Se quedó solo, observando la divinidad del lugar que era tal y como lo recordaba, quizá sintió algo de nostalgia por el entorno en donde se había criado.
- Un placer tenerte aquí querido hermano
Rafael, el ángel más soberbio que ansiaba gobernar entre Los Ángeles.
-Deberías detenerte, solo vive como se te encomendó.
- cállate!
Luzbel observó como una pequeña silueta salió detrás de Rafael, aquellos ojos oscuros y su melena dorada lo llenaron de emociones tanto de tristeza como de felicidad.
-Vaya, hermanito, siempre anhelando lo que nunca podrás tener - se acercó a Emma y la besó, después se volvió nuevamente a Luzbel -. Te encariñaste con un alma que te mostró compasión y que al final de cuentas, como todos, te engañó y escapó, aun así la seguías buscando.
- Ella en verdad me amó, estoy seguro de eso.
- Acoso crees que ¿si alguna vez tú hubiese amado, te hubiera dejado?
-Rafael, detente - habló Emma.
A lo lejos una de las escenas más impactantes relucía frente a Rafael, miles de Ángeles siendo despojados de sus alas y lanzados hacia la tierra, la mayaría estaban muertos y entre ellos, su sobrino, Azael.
- ¡Maldito demonio!
- Tú avaricia me trajo nuevamente aquí- comenzó Luzbel -. Ningún ángel puede asesinar a otro, pero aun así fuiste quien creo el plan para hacerlo.
Antes de que pudiese terminar de hablar Rafael apareció detrás de Luzbel y lo inmovilizó.
- Solo querías traerme aquí y sacarme del infierno para matarme - Luzbel ladeó la cabeza observando a Emma quien parecía estar muy nerviosa.
- Vamos, tienes que hacerlo ahora - gritó totalmente desesperado tratando de contener a su hermano.
- Yo... yo ya no puedo hacerlo de nuevo Rafael, por favor perdóname
- ¡Emma! Hazlo ahora maldita sea
Antes de que Rafael se dirigiera a Emma, Luzbel tomó la daga que contenía en su cinturón y la insertó en su pecho, al instante el cuerpo de Rafael se dispersó en el aire.
- Eras parte de su plan, mi deber es llevarte al infierno y torturarte infinitamente por asesinar a mis dos hermanos - caminó hacia ella -. Pero aun así, lo último que busco es tu sufrimiento, quiero detenerme y solo tú podrás ayudarme.
- Tú no eres bueno, no, no lo eres, estoy segura.
- No, no lo soy, por eso tienes que matarme ahora que puedes.
- Entonces porque me querías...
- Solo era un deseo vacío, el deseo de un demonio que no quería verte sufrir otra vez.
- Porque no trataste de convencerme, quizá yo...
-No, solo huye y así vivirás mucho más.
Las manos de Luzbel sostuvieron a las de Emma quien sostenía otra daga igual a la que Luzbel había utilizado en Rafael, tomó algo de impulso y se la incrustó en el pecho.
- No podías quedarte a mi lado. Después de todo... - su cuerpo comenzaba a desvanecerse -. Sigo siendo el rey de los demonios que no puede perdonarte, así que huye que ellos vendrán por ti, y tu alma no podrá de nuevo escapar. - su cuerpo se dispersó
Todos los pecados que había cometido, todos los rencores que había guardado y por último todos esos sentimientos que había reprimido finalmente se habían dispersado como una ráfaga de viento. Los sacrificios terminaron, Los Ángeles murieron y el mundo volvió a respirar una vez más, mientras el alma de Emma había sido llevada al infierno siendo torturada una, y otra, y otra vez por toda la eternidad.
FIN.
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