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Capítulo 5

Entro, como cualquier día, a la oficina de transmisiones por si hay novedades. Se ven todos exhaustos. Se nota que han tenido bastante trabajo hoy, lo que no me sorprende. A pesar de eso, no nos han informado nada nuevo desde que ocurrieron los impactos, motivo que nos ha hecho permanecer alertas. Dudo que los habitantes de la Tierra no vayan a intentar llegar aquí.
Hace ya más de un mes que no hay novedades. He contado los días, esperando que ocurra lo que muchos sospechamos: que emigren hacia Marte. Por ahora, no hay señal de esos intentos, pero uno nunca sabe. Si quieren hacerlo, se demorarán mucho más de un mes, y solo los encargados de las transmisiones estarían enterados.
Los observo con recelo mientras ellos no parecen prestarme atención.
—Hola... Almendra —recuerdo en unos segundos su nombre—, ¿Qué tal el trabajo? ¿Alguna novedad?
Almendra es una de las encargadas de las transmisiones. No lleva mucho tiempo aquí, pero demuestra gran avidez para hacer su trabajo.
Ella me da una mirada seria y vuelve a lo suyo. Se nota que ninguno de ellos quiere intercambiar alguna palabra conmigo. Pero mi curiosidad es demasiada.
—¿Conocen la situación en que se encuentra la Tierra? Digo, como ocurrió el tema del meteorito y todo eso... dudo que se encuentren muy bien y me...
—Shhhh —Almendra me hace un gesto apenas audible de que guarde silencio. No entiendo por qué lo pide ahora si se sabe que esta oficina nunca ha sido muy silenciosa que digamos.
Me rindo por unos segundos y comienzo a dar la vuelta, pero en ese momento uno de los encargados corre frenético hacia Almendra. Parece que quiere hablarle de algo importante pero, cuando me ve ahí al lado suyo, me da la misma mirada que ella, la que dice claramente que me vaya. Acepto ante la dureza de su mirada.
Salgo sintiéndome un poco derrotada por no obtener información, pero feliz porque mis sospechas parecen ser reales. Sé que los encargados no están de acuerdo con una migración masiva desde la Tierra, así que, si se encuentran de tan mal humor, debe ser por eso.
Camino a mi trabajo. No tengo un horario de trabajo muy riguroso. Solo debo asegurarme de realizar los cultivos necesarios y que estos me resulten, o será nuestro fin.
Reviso los míos, los que se encuentran en perfectas condiciones. Sin embargo, al desviar la mirada al último científico que llegó al planeta, quedo absolutamente estupefacta. Han crecido con una rapidez que me sería imposible de imitar, y el tamaño que ha alcanzado es imponente. El científico nota mi mirada de inmediato.
—Vaya, ¿te he sorprendido? —dice con una cálida sonrisa. También sonrío mientras siento la cara enrojecerse por la vergüenza de ser descubierta.
—Sí... es que... nunca había visto unos cultivos como estos —respondo sin dejar de mirar la maravilla que acaba de cultivar.
—Sí, es algo que estuve practicando en la Tierra. Sabía cómo era el suelo aquí así que preparé todo allá y aquí lo puse en práctica. La verdad también me sorprendí al ver el resultado, creí que el planeta sería muy diferente. Pero fue casi como viajar al país vecino. Sabía mucho de él antes de llegar —asiento al escuchar sus palabras. Tal parece que tendremos muy buenas frutas el mes que viene.
Los demás también hablan entre ellos, aunque no es algo nuevo aquí. Siempre estamos intercambiando consejos para mejorar, o incluso hablando cualquier cosa de nuestra vida. La conversación de pronto termina, guardando un silencio de admiración que ya conozco. Entra mi madre con su sonrisa más amplia, como siempre que entra aquí.
Todos la observan con admiración, lo que no me sorprende al ser la científica más importante del planeta. Esto es pan de cada día.
—¡Claudia! ¿Qué tal todo? —pregunta mientras se acerca a mí. Es una de sus visitas, las que realmente amo. Aprecio que, a pesar de todo el trabajo que tiene, se dé un tiempo para verme y preguntarme cómo estoy.
—¡Muy bien! Los cultivos están excelentes —digo tratando de sonar lo más animada posible. Aguanto lo más que puedo las ganas de contarle lo extraños que están en la oficina de transmisiones. Pero prefiero no hacerlo aquí, por si acaso.
Desvía su mirada al nuevo, y abre los ojos de asombro al ver sus cultivos.
—¡¿Cómo conseguiste estos resultados?! Jamás había visto algo parecido —irradia alegría al hablar. Fueron las mismas palabras que me dijo cuando era pequeña y logré cultivar algo. Me entristezco un poco al escuchar las mismas palabras dichas hacia el nuevo, las que me llevaron a descubrir mi vocación.
—Utilicé unos fertilizantes que fabriqué en la Tierra —dice el nuevo sonriendo de oreja a oreja. Mi mamá lo felicita, y le pide llevar un poco del fertilizante para estudiarlo. Si considera que es realmente bueno, todos comenzaremos a usarlo.
Antes también me encargaba de ese tipo de investigaciones, pero ahora soy más una agricultora que una científica, hecho que me entristece todavía más.
Continuamos en lo nuestro hasta que se hace de noche. Nos despedimos como siempre y vuelvo a dormir, como siempre. No dejo de esperar que haya una migración o algo, que por fin las personas de la Tierra demuestren que merecen estar aquí y no se queden de brazos cruzados como lo han hecho hace muchos años.  Solo espero eso y, si llega a haber una migración masiva, no dejaré de apoyarlo.
Claro, eso digo ahora pero después puedo sentir miedo o presión. Puedo pensar muchas cosas ahora, pero nada me asegura lo que haré después. Trataré de mantenerme lo más firme posible con lo que pienso. Recordaré que aquí hay varias personas que piensan lo mismo, así sentiré que tengo apoyo y no me arrepentiré a último momento.
Es impredecible lo que haré, y también lo que pasará. Estoy suponiendo muchas cosas, planeando incluso lo que haré y diré, siendo que quizá ni siquiera pase. Tal vez esas personas son conformistas, o por alguna razón ni siquiera lo intentarán. Espero que no sea así.

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