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Capítulo 40

Viajero
Desde que me atraparon con el brazo roto bajo tierra, me han dejado encerrado en una habitación. Supongo que es parecido a lo que le hicieron a las enviadas. Lo sea o no, cada día es una tortura.
—Espera a tus compañeros. Ellos llegarán pronto —me dice una de las personas que me encerró. Me sorprende que a veces entra a la habitación a hablar con nosotros, aunque creo que es para torturarnos más con lo que dice.
—Ellos murieron —digo quitándome lo más rápido que puedo el recuerdo de esa imagen de todos muertos.
—No me refiero a ellos sino a tus compañeros de Marte, todos los habitantes de allá —dice riendo.
Su respuesta me altera de inmediato. ¿A qué se refiere con todos los habitantes de allá? ¿Los llevarán a la fuerza?
Ríe cuando ve lo alterado que estoy.
—Es divertido verte así de asustado. Pero ya lo verás pronto por tus propios ojos —dice sin dejar de reír.

Mamá
Me levanto de pronto de mi cama al escuchar un gran alboroto desde afuera. Se escucha a muchas personas caminando de un lado a otro, lo que me da mucha desconfianza. Significa que algo malo está pasando.
Mi papá y mi hermana se acercan como yo a la ventana a ver lo que está ocurriendo. Ahí veo a personas desconocidas llevarse a algunos de mis conocidos. Eso me alerta de inmediato. Me agacho escondiéndome de esas personas, obligando a mi papá y a mi hermana a hacer lo mismo. Tenemos que protegernos si está pasando lo que sospecho.
Esas personas desconocidas pueden ser de la Tierra, y ellos nos llevarán quién sabe a dónde. Tal vez se llevarán a algunos como a los encargados de las transmisiones, quienes influyen mucho en el planeta. Pero nada es seguro así que es mejor protegernos.
De pronto, escucho que tocan la puerta con fuerza. Me asusta asomarme por la ventana para ver quién lo hizo porque puede ser uno de la Tierra.
Me levanto con lentitud y me asomo un poco, encontrándome con uno de los encargados. Abro la puerta con rapidez, y él también entra rápido.
—Gracias por dejarme entrar. No sé qué me habría pasado si siguiera afuera —nos dice mientras se agacha como nosotros. Asentimos para no hacer ruido, aunque mi curiosidad por lo que está pasando es mayor.
—¿Sabe por qué están esas personas? —pregunto en voz baja.
—Son viajeros de la Tierra. Nuestros viajeros no pudieron detenerlos así que lograron llegar hasta acá y llevarse a algunas personas. No sé si planean llevarnos a todos pero es mejor escondernos por si acaso —responde también en voz baja.
Asiento al comprender la información. Eso significa que podrían llevarnos en cualquier momento. Trato de relajarme como sea pero no lo consigo al imaginarme posibles situaciones en que nos llevan. Solo espero que no sea para nada malo.
Mientras estoy sumida en mis pensamientos, escucho que vuelven a tocar la puerta. Se me hiela la sangre al escucharlo, pero debo ser valiente por si podemos salvar a otra persona. Al asomarme, me encuentro con personas desconocidas que al verme se alegran. ¡Son de la Tierra! ¡Es nuestro fin!
Abren la puerta a la fuerza, dejándonos completamente vulnerables.
—¡Llevenselos a todos! —escucho que grita uno. Me toman a la fuerza y me llevan por el pasillo por el que pase tantas veces a investigar, pero ahora me dirigen a una nave enorme que está instalada cerca de nosotros.
Nos suben mientras no dejamos de bajar la mirada, sintiendo que esta vez sí llegó nuestro fin.
Varios minutos después, luego de subir a varias personas más, la nave se eleva y comienza a viajar a gran velocidad. Por la dirección que tomó, sé que va a la Tierra. Espero sin intercambiar palabra alguna con alguien para ver lo que nos harán. Solo espero que estemos bien.
Llegamos a la Tierra luego de un viaje de dos horas, y bajamos hacia un lugar muy conocido y que está lleno de radiación. Nos llevan a la sociedad subterránea y quién sabe para qué.
Nos bajan a todos de a uno. En ese tiempo no dejo de sujetar con fuerza la mano de mi papá y mi hermana, para que estemos juntos en todo. Bajamos mientras seguimos tomados de las manos, pero nos separamos al bajar la escalera.
Llegamos hasta esa sociedad que me trae recuerdos horribles de la muerte de mi hija y de nuestro encierro, lo que de inmediato me altera. Necesito irme de aquí, no puedo quedarme más tiempo. Pero sé que por más que demuestre que para mí esto es una tortura, eso no significará nada para ellos.
—¡Habitantes de Marte! ¡Han sido llevados aquí por perder la guerra contra la Tierra! —dice un hombre. En cuanto menciona lo último un gran alboroto se escucha de nosotros. Sé que ninguno esperaba que perdieramos, y menos que nos enterarámos de esta forma—. ¡Ahora tendrán que trabajar como nosotros y ser parte de esta sociedad, aunque ustedes nunca llegarán al nivel de un habitante de acá! ¡Son los perdedores, y serán tratados como tal!
Me enfurece lo último que dice. ¿Por qué cree que tenemos que ser tratados así si aquí hay personas muy importantes y respetadas como científicos e investigadores? Perderán el potencial que ellos tienen solo porque son del planeta perdedor.
Varios se enfurecen y tratan de golpear al hombre, pero él se va de inmediato. Mientras, se acerca una mujer con varios papeles y un lápiz.
—Les asignaremos un trabajo aquí. Hagan fila para la asignación —nos dice. Ninguno acepta hacer la fila, de hecho tratan de golpearla. Deberían saber que no será tan fácil dominarnos porque, a pesar de que somos un planeta pacífico que no busca la guerra, no aceptaremos que nos traten de esa forma.
Un hombre con un arma se nos acerca. Se parece a las armas que llevaban las personas que me rescataron.
—¡Hagan fila o los mató! —grita el hombre. Veo que no planean aguantar nuestros alborotos que por cierto son justos.
—¿Tú y cuántos más? —dice uno de nosotros.
Un disparo impacta a esa persona, haciéndonos guardar un silencio general. Corremos rápido a hacer fila, ahora con el miedo de que nos maten.
Me pongo junto a mi papá y mi hermana, para sentirme acompañada en esto. Sé que no estoy sola, esta vez estoy con toda mi familia.
Me anoto en la lista y me asignan la labor de sacar el agua subterránea y regar las plantas. Al menos se parece un poco a lo que hacía, pero será obligado. Sé que lo que están haciendo es injusto pero parece que tendré que acostumbrarme a esta nueva vida.

FIN

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