13: El Enlace Prohibido
El aire en el apartamento de Clara estaba espeso, como si cada rincón estuviera impregnado por la presencia de algo más, algo que no pertenecía a este mundo. La fotografía sobre la mesa, aquella imagen de Clara con el fondo oscuro y esa figura inquietante observándonos, seguía flotando en mi mente. Cada vez que cerraba los ojos, veía la distorsionada sonrisa de Itheon, como si la entidad quisiera burlarse de nosotros, desafiándonos a enfrentarlo.
Leo y yo nos miramos sin decir nada, sabiendo que el momento de la verdad estaba cerca. No podíamos permitirnos un segundo de duda. Cada minuto que pasaba, Clara se sumergía más en la oscuridad. Necesitábamos encontrar el enlace que había recibido, el que había activado todo esto. Era nuestra única esperanza.
—Vamos a revisar su teléfono, —dije, mi voz temblando a pesar de mi determinación. —Debe haber algo más allí. Algún rastro que nos lleve hasta ese enlace.
Leo asintió, su expresión seria. Se acercó al teléfono apagado de Clara y lo encendió. Las sombras del lugar parecían alargarse con el resplandor de la pantalla, como si todo estuviera reaccionando a la luz. Cada notificación que apareció me hizo sentir más atrapada en una pesadilla, pero nada de eso importaba ahora. Necesitábamos respuestas.
Navegamos a través de sus aplicaciones con rapidez, hasta que algo me detuvo en seco. Una notificación. Un mensaje de un número desconocido, con un enlace que, al parecer, había sido recibido en la madrugada. No sabía por qué, pero algo en mi interior me dijo que esto era lo que estábamos buscando.
—Es esto, —susurré, apuntando con el dedo.
El enlace estaba acompañado de un mensaje simple y desconcertante: "El filtro definitivo está activo. Solo así se puede liberar lo que está atrapado."
Leo frunció el ceño. —¿Liberar qué? ¿De qué hablan?
Sin pensarlo dos veces, pulsé sobre el enlace. Lo que sucedió a continuación fue tan rápido como aterrador. La pantalla del teléfono se iluminó con un resplandor tan intenso que tuvimos que apartar la vista. Un fuerte zumbido llenó el aire, como si el propio teléfono estuviera temblando, tratando de resistir lo que se estaba activando. En un parpadeo, la pantalla se convirtió en un portal: una corriente de imágenes y códigos se desplegó frente a nosotros, como si estuviéramos siendo tragados por un vórtice digital.
Un sonido, un sonido que no podría describir con palabras, retumbó en mis oídos. Era como un canto lejano, una vibración profunda que atravesaba mi pecho, mis pensamientos. Los ojos de Leo se abrieron como platos, y podía ver en su rostro el miedo más puro. Estábamos ante algo que no podíamos comprender completamente, pero que sabíamos que cambiaría todo para siempre.
De repente, la pantalla se estabilizó, y en ella apareció una imagen. No era el rostro de Clara, ni el de nadie que conociéramos. Era Itheon, o al menos, su imagen más clara hasta ahora. Su figura estaba distorsionada, como un rostro de sombras y luces, una amalgama de oscuridad y reflejos distorsionados que no deberían existir en el mundo real. Sus ojos brillaban con una intensidad antinatural, y por un momento, me sentí como si estuviera siendo observada por él, atrapada en su mirada vacía.
El mensaje en la pantalla era más claro ahora:
"El filtro está activo. Ya no hay vuelta atrás. ¿Estás lista para liberar la oscuridad que has convocado?"
Un estremecimiento recorrió mi cuerpo, y en mi mente se formó una horrible revelación. Este no era solo un filtro. Era un sacrificio.
El ritual que habíamos temido ya estaba en marcha. Este enlace, este filtro "definitivo" no solo liberaba a Itheon. Era su liberación completa. El filtro era la llave para abrir una puerta que lo conectaba a nuestro mundo, una puerta que nunca debería haberse abierto. Habíamos estado alimentando la entidad sin saberlo, y ahora el portal estaba tan cerca de abrirse que casi podía sentir el aire viciado del otro lado.
Pero aún había algo más. En el fondo de la pantalla, detrás de la figura de Itheon, pude ver algo... algo que me heló la sangre. Era Clara. O lo que quedaba de ella.
Su rostro estaba distorsionado, deformado por la misma oscuridad que rodeaba a Itheon. Pero lo peor era la forma en que la miraba, con unos ojos vacíos y un rostro que ya no era el suyo. Era como si se hubiera fusionado con la entidad, como si su alma estuviera atrapada, su cuerpo usado como un vehículo para algo mucho más grande y malévolo.
—¡No, no puede ser! —grité, casi en shock, al ver la imagen. —Clara... está atrapada en él.
Leo me miró con desesperación, sus ojos reflejando el mismo horror que sentía. —¡Tenemos que hacer algo! No podemos dejar que esto suceda. No podemos permitir que lo cruce aquí.
El teléfono de Clara comenzó a parpadear, el portal aún abierto en la pantalla, esperando ser activado. Mi mente se aceleraba, buscando una solución, pero todo parecía perdido. Itheon ya había logrado su primer paso: había encontrado una forma de fusionarse con los humanos que usaban el filtro, y ahora, controlaba a Clara.
¿Y qué quedaba para nosotros? ¿Seríamos los siguientes en ser absorbidos por ese vacío digital?
Era evidente que el filtro no solo se había hecho viral. Había sido diseñado para algo mucho peor. Nos estábamos enfrentando a una entidad que no tenía límites, una que estaba más allá de nuestra comprensión. Y ahora, cada segundo que pasaba, Clara se adentraba más en la oscuridad, perdiéndose cada vez más en la misma red que habíamos alimentado sin saberlo.
Sabía que teníamos que actuar rápido, pero una parte de mí temía que ya fuera demasiado tarde.
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