10: La Influencer Desaparecida
El amanecer llegó, pero el terror de la noche anterior seguía aferrado a mi mente como una niebla densa que no podía disiparse. Después de lo que pasó con Clara, me sentía más determinada que nunca a descubrir qué estaba detrás de ese filtro. Sin embargo, no podía ignorar la creciente sensación de peligro que me rodeaba. Parecía que con cada paso que dábamos, nos adentrábamos más en un laberinto de oscuridad del que no habría salida.
Aquella mañana, mientras revisaba las redes sociales en busca de pistas, el internet estalló con una noticia impactante: Luna Blake, una de las influencers más famosas y ferviente promotora del filtro, había desaparecido sin dejar rastro. Su última transmisión en vivo, que había sido vista por miles antes de que se cortara abruptamente, se convirtió en el tema del momento.
Decidí investigar más a fondo. Me acomodé en mi escritorio, encendí la computadora y busqué el video final de Luna. Los comentarios estaban llenos de teorías, memes y especulaciones. Algunos decían que todo era una campaña publicitaria, otros hablaban de una broma de mal gusto. Pero un comentario en particular me llamó la atención:
"Revisen el minuto 3:33. Su rostro... cambia."
Tomé aire y pulsé "play". El video comenzó como cualquier otra transmisión de Luna: ella, perfectamente arreglada, sonriendo a la cámara y agradeciendo a sus seguidores por el apoyo. Pero al llegar al minuto señalado, el ambiente cambió. Luna empezó a hablar más lento, como si le costara encontrar las palabras. Y entonces sucedió.
Su rostro se distorsionó. No fue un simple glitch o un problema de conexión, era como si una segunda cara intentara emerger desde dentro de ella. Sus ojos se volvieron oscuros, y su sonrisa, una vez brillante, se transformó en una mueca espeluznante. La imagen parpadeó y se cortó abruptamente, dejando solo una pantalla negra y un eco inquietante en el audio.
Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral. Había algo profundamente perturbador en ese clip, algo que no podía ser explicado por simples fallos técnicos. Pero, ¿qué significaba todo esto? Y más importante aún, ¿qué tenía que ver con las desapariciones?
Sabía que necesitaba más información, así que me dirigí a casa de Leo. Si alguien podía desentrañar los secretos detrás de ese video, era él. Cuando llegué, me recibió con su típica expresión de preocupación, sus ojeras delatando noches enteras sin dormir.
—Kihara, ¿qué pasa ahora? —preguntó, al ver la urgencia en mi rostro.
Le mostré el video y, mientras lo analizaba en su computadora, su rostro se tensó.
—Esto no es un simple efecto de cámara, —dijo finalmente, tecleando furiosamente. —Hay algo incrustado en el código del video, algo que no debería estar ahí.
Lo observé mientras ampliaba el archivo de datos. La pantalla se llenó de líneas de código en rojo, como si estuvieran marcadas con advertencias. Leo frunció el ceño y, tras unos minutos, se volvió hacia mí con una expresión que nunca había visto en su rostro: miedo.
—Kihara, esto es... increíblemente avanzado. Este video tiene un código oculto que no solo rastrea a los usuarios que lo ven, sino que recopila datos biométricos en tiempo real. Está monitoreando las reacciones emocionales, las expresiones faciales... Esto es mucho más siniestro de lo que pensaba.
No sabía qué decir. ¿Cómo podía un simple filtro tener un control tan profundo sobre los dispositivos? ¿Qué estaban buscando estos datos? Antes de que pudiera formular una respuesta, una nueva notificación llegó al teléfono de Leo.
"Error crítico: detección de intrusión. Reiniciando sistema..."
—¡Maldición! —exclamó Leo, mientras su pantalla se apagaba abruptamente. —Nos detectaron, Kihara. Ellos saben que estamos investigando.
El pánico se apoderó de mí. Sentí como si nos estuvieran observando, como si una entidad invisible estuviera cada vez más cerca, dispuesta a silenciarnos antes de que descubriéramos la verdad.
—No podemos seguir aquí, —dije, tomando a Leo del brazo. —Necesitamos escondernos y borrar nuestro rastro.
Pasaron las siguientes horas en un frenesí de paranoia. Cambiamos de ubicación, desactivamos nuestros teléfonos y nos conectamos a redes Wi-Fi públicas para intentar despistar a quien fuera que nos estuviera rastreando. Nos refugiamos en un pequeño café en las afueras de la ciudad, lejos de los ojos curiosos.
Mientras tomábamos café y planeábamos nuestro siguiente movimiento, mi teléfono vibró inesperadamente. Era un mensaje anónimo:
"Quieren algo más que tus datos. Quieren tu reflejo."
La sangre se me heló al leer aquellas palabras. ¿Cómo era posible que supieran dónde estábamos, incluso después de haber tomado tantas precauciones?
Leo y yo nos miramos, sabiendo que estábamos en un peligro que apenas empezábamos a comprender. Aún no sabíamos qué o quién estaba detrás de este filtro maldito, pero una cosa era segura: no se detendrían hasta conseguir lo que querían.
Fue entonces cuando Leo sugirió algo que me puso los pelos de punta.
—Kihara, creo que necesitamos hablar con alguien que entienda más sobre esto... alguien que conozca las leyendas digitales y los límites entre lo real y lo virtual.
—¿A quién tienes en mente? —pregunté, aunque temía la respuesta.
—Hay un hombre, —respondió en voz baja. —Un especialista en lo oculto. He oído que ha trabajado en casos similares, pero su ayuda no es barata... y siempre hay un precio.
Sabía que si tomábamos ese camino, no habría vuelta atrás. Pero, ¿qué opción teníamos? Clara seguía desapareciendo en una espiral oscura, Luna había desaparecido, y ahora parecía que nosotros éramos los siguientes en la lista.
Con el corazón acelerado y una sensación de desesperación creciendo en mi interior, supe que el verdadero horror apenas estaba comenzando. Y la única forma de detenerlo era enfrentar a la entidad que se escondía detrás de ese filtro, cueste lo que cueste.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro