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El Fénix

Estoy recogiendo mis cosas para marcharme. Hoy me he tenido que quedar más tarde de lo normal.

—¿Estás lista? —me pregunta Stella mientras sale de su oficina.

—Lista. —le respondo con una sonrisa mientras me cuelgo el bolso del hombro.

Apago las luces y salimos rumbo al ascensor. Presiono el botón de llamada y esperamos.

—¿Cenamos algo en tu restaurante favorito?

—Me encantaría. —respondo con una sonrisa muy animada mientras siento las puertas del ascensor abrirse.

Miro hacia allí y me quedo congelada. La sonrisa se acaba de borrar de mi rostro. Dentro hay una mujer con los ojos cerrados. Está recostada a la pared del ascensor con el rostro descompuesto de placer mientras deja escapar gemidos de sus labios. Se sostiene con sus manos de las paredes mientras su falda cubre a quien está entre sus piernas abiertas. Quisiera que todo fuera producto de mi imaginación y me gustaría no tener una mente tan prodigiosa como para recordar cada mínimo detalle. Porque el traje que lleva el hombre que le da placer con la boca mientras la sostiene con sus manos me resulta extrañamente demasiado familiar. Parpadeo varias veces mientras deseo que nada de esto sea verdad.

—¡Que significa esto! —exclama Stella indignada.

La mujer abre los ojos y el rostro descompuesto de placer cambia de forma repentina a uno aterrado. Se mueve apartando el hombre de sus piernas y acomoda su falda. Cuando el hombre se levanta y se gira hacia nosotros su rostro es de puro espanto. Creo que acaba de ver un fantasma y yo acabo de confirmar mi temor. Ya me había advertido Jessy, pero la ignoré. A ella y al resto que me decían que mi novio era un mujeriego. Acabo de confirmarlo con mis propios ojos y la cruda realidad me acaba de golpear con la misma intensidad que un tren bala.

Ambos salen del ascensor y acomodan su ropa.

—¡Kate! —exclama Joey horrorizado—. Esto no es lo que parece.

Desde luego que es justo lo que parece. Pero no pienso gastar mis palabras con él. Saco mi teléfono y marco a seguridad mientras las puertas del ascensor se cierran.

—Envíen a seguridad hacia la recepción del piso 25 por favor. —cuelgo sin apartar mi mirada de él.

—Déjame explicarte.

—Creo que hemos tenido suficiente explicación. —responde Stella.

Un guardia de seguridad llega donde nosotros en ese instante. Mira a todos alternadamente.

—¿Qué sucedió?

—Por favor acompañe a estas personas ha recoger sus pertenencias y después hacia afuera de la empresa, ya no trabajan con nosotros.

—Por favor, yo asumiré toda responsabilidad, pero no lo tome con ella. —responde Joey defensivamente.

Las puertas del ascensor se abren y salen tres guardias de seguridad.

—Ambos debieron pensar en las consecuencias de lo que estaban haciendo antes de hacerlo. Ahora con su permiso, apártense de mi vista.

Stella entra al ascensor y yo la sigo ignorando la mirada de súplica de mi exnovio. Las puertas se cierran y me abrazo a mi madre y comienzo a llorar.

He perdido el apetito por completo. Mi madre no me deja conducir, dice que no estoy en condiciones de hacerlo. Así que le pide a Joel que me lleve hacia mi apartamento y se lo agradezco. Quiero estar sola y sé que Jessy no estará ahí hoy.

Cuando entro en el amplio espacio voy dejando mis cosas por el camino rumbo a mi habitación. mi ropa queda desperdigada por el suelo camino al baño. Abro la ducha y me meto debajo de la cascada de agua helada mientras las lágrimas caen sin control de mis ojos. No debo estar llorando, no por un idiota como Joey. Pero no puedo evitarlo. Ignoré todas las banderas rojas y advertencias porque estaba enamorada de él. Incluso había planeado ir al baile de máscaras juntos. Todo iba a ser perfecto. Había tomado la decisión que ese sería el momento. Me entregaría por primera vez a un hombre y sería con él. A pesar de que me había negado a su petición hace unos días.

Y con lo ocurrido, creo que ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Salgo de la ducha envuelta en una toalla y me dejo caer en la cama. Mi corazón ha quedado destrozado por su engaño y por la humillación que me hizo pasar. No pienso volverme a enamorar de nadie que trabaje conmigo. Me limpio las lágrimas nuevamente y cierro los ojos.

—Kate, debes sobreponerte—. Jessy a mi lado intenta consolarme, pero no creo que lo consiga.

Me tiende una caja de pañuelos mientras yo me limpio las lágrimas. No recuerdo cuanto tiempo llevo llorando. Hoy no he ido a trabajar y Jessy acaba de regresar al enterarse de lo ocurrido en el trabajo. Al parecer todos comentaban lo sucedido. Y yo acabo de contarle la versión oficial.

—Lo sé Jessy, pero es que me duele. Cierro los ojos y puedo verlos.

No creo que esa imagen se borre de mi mente nunca.

—Pues es bien imbécil—se levanta enfadada de la cama—. ¿Sabes que es lo que necesitas? —niego con la cabeza, me gustaría poder ser capaz de borrar todo lo referente a Joey de mi mente—. Un revolcón de una noche—se me queda mirando frunciendo el ceño—. Aunque quizás en tu caso, necesitas una buena borrachera para olvidar todo. Sí, eso tiene mucho más sentido. No creo que perder la virginidad con un completo desconocido sea lo más sensato.

Valoro mis opciones. Ya tengo el disfraz alquilado y he invertido bastante dinero en él. ¿Qué puede salir mal?

—Tienes razón—me limpio las lágrimas—. No lo voy a olvidar aquí llorando.

—¡Así se habla! Te prometo que mañana va a ser una noche inolvidable para ambas. Solo tu y yo y todas las margaritas que podamos soportar.

Termino de darle los últimos retoques a mi maquillaje de vampiresa y salgo hacia la habitación.

—¡Lista Kate! —Jessy me grita desde la sala de estar.

—¡Ya voy!

Me cuelgo el bolso del hombro y salgo a su encuentro. Me mira abriendo los ojos impresionada.

—Espero que no le chupes la sangre a nadie hoy, luces terroríficas, en el buen sentido.

—A lo único que pienso hincarle el diente es a unas margaritas, su majestad.

Jessy va disfrazada de Cleopatra y con sus curvas luce en verdad radiante. La tomo del brazo y mientras le sonrío salimos rumbo al hotel.

Cuando llegamos nos registramos y después nos dirigimos hacia uno de los salones de fiestas. En este la música electrónica es extremadamente alta y solo está iluminado con luces de neón. Caminamos hacia la barra y nos sentamos en dos banquetas vacías.

—¡Dos margaritas! —le grito al bartender por encima de la música.

Este asiente y se gira hacia un extremo.

—¡Esta fiesta es increíble! —grita Jessy a mi lado—. Deberíamos ir a bailar.

—¡No hasta que me beba unos cuantos tragos, los necesito!

Las margaritas llegan rápido, e igual de rápido se terminan. Pido otra ronda, y otra más y después Jessy está pidiendo un trago que no recuerdo el nombre. Y después de repetir el mismo trago ambas nos estamos riendo a carcajadas. Es oficial, creo que estamos borrachas. Por suerte ninguna de las dos tiene que conducir esta noche.

—¡Vamos a bailar! —me grita tirando de mi hacia la pista de baile donde la multitud alocada salta y mueve su cuerpo al ritmo intoxicante de la música electrónica.

Comienzo a mover mi cuerpo al ritmo intoxicante de Burn de Ellie Goulding. Me encantan todas sus canciones. Cierro los ojos y me dejo envolver por la música mientras bailo junto a Jessy. Ambas movemos nuestro cuerpo mientras reímos a carcajadas. En un momento ella se separa de mi y comienza a bailar con un hombre. Pongo mis ojos en blanco. Esto me lo esperaba. No dejo de mover mi cuerpo. Deslizo mis manos sensualmente por mi cuerpo mientras me muevo seductora sin importar nada. Siento unas manos en mi cintura y alguien bailando detrás de mí. Y continúo dejándome llevar por el ritmo mientras su cuerpo se pega al mío y muevo mis caderas. El me sigue el ritmo hasta que la canción termina y la música cambia a una algo más lenta. Solo entonces sus manos me giran de frente a él.

Doy un paso atrás mientras el tiempo se detiene. Levanto la mirada hacia la suya y durante los primeros veinte segundos de la canción, no hago otra cosa que perderme en ella. A pesar de que todo está solo iluminado por las luces de neón, su mirada es de un azul muy intenso y su sonrisa en extremo seductora. Me sonríe de medio lado. Una sonrisa que esconde las perversiones que deben pasar por su mente.

Lo observo comenzar a moverse lento y sensual al ritmo de la música sin apartar su mirada de la mía. Da un paso junto a mí y acerca más su cuerpo al mío, pero sin pegarse y sus manos acarician el contorno de mi cuerpo. Y para mi sorpresa comienza a cantarme I feel it Coming junto a The Weekend. Acerca su rostro al mío y sus palabras penetran muy dentro de mí. Me sostiene por la cintura mientras se mueve y no deja de cantar. Y me veo moviendo mis caderas a su ritmo seductor. Acerca su rostro a mi cuello y me canta al oído el pre-coro mientras se pega del todo a mí. Esto definitivamente es una proposición de sexo y eso unido a sus movimientos, sé que es un peligro para mí.

Sus manos se deslizan por mis brazos como una ligera caricia y todo mi cuerpo reacciona de forma involuntaria. Acerco mis manos a su pecho y lo detengo con la respiración acelerada. No puedo dejarlo continuar porque sé hacia donde iremos a parar. He dejado de bailar y el también. A nuestro alrededor todos bailan y mueven sus cuerpos. Todo parece en cámara lenta y borroso. 

Me quedo mirando mis manos en su pecho y puedo sentir el latir frenético de su corazón. Y no solo eso. Debajo de mis manos puedo sentir calor. Un calor abrazador que sé que puede quemarme si no tuviese ropa. Frunzo el ceño al ver que no lleva disfraz. Está vestido de forma informal; con una camiseta de manga larga de color azul y unos jeans negros.

Intento apartar mis manos de su pecho, pero el me lo impide. Coloca sus manos sobre las mías y acerca su rostro al mío. No tengo tiempo a detenerlo. Aún estoy procesando el calor de sus manos envolviendo las mías. Su boca toma la mía con posesión y yo gimo contra ella. Nunca me han besado de esta forma. Es algo nuevo y excitante. Su lengua se desliza por mis labios y le doy acceso mientras dejo escapar otro gemido.

Después de saborearme separa su boca de la mía y tira de mí lejos de la pista con los últimos acordes de la canción.

—¿Dónde vamos? —pregunto con una sonrisa. 

No sé porque me causa gracia la situación. No es para nada graciosa. Por lo contrario. Bien puede ser un asesino en serie y terminaré destripada en un callejón.

—Necesito distraer mi mente. —murmura mientras me conduce rumbo a los ascensores.

—¿Por qué no llevas disfraz? —inquiero curiosa mientras el presiona el botón de llamada del ascensor.

—Este es mi disfraz. Soy yo mismo esta noche.

—No sé qué significa eso. —respondo con una sonrisa.

Las puertas se abren y entramos muy rápido.

—¿En que piso está tu habitación? —me pregunta mirándome con atención.

—¿Por qué no vamos a la tuya? —inquiero ahora intrigada.

—No estoy hospedado aquí, me he colado en la fiesta.

—¡Oh! En el último piso—intento buscar la tarjeta en el bolso que llevo colgando, pero todas mis cosas caen al suelo—. ¡Ups!

El se agacha y las recoge rápidamente y se queda con la tarjeta de la habitación en la mano. Marca el número del piso y las puertas se cierran. Y entonces me acorrala contra la pared del ascensor. Comienza a besar mi cuello y una de sus manos se cuela dentro de mis jeans. No soy consciente de mucho de lo que sucede. Solo del calor que su cuerpo transmite al mío. Su mano me acaricia con lentitud por encima de la ropa interior haciendo que esta comience a humedecerse. Las puertas se abren y saca su mano curiosa de mis jeans. Me abraza contra su cuerpo y tira de mi rumbo al pasillo. Abre muy rápido la puerta de mi habitación y me empuja dentro.

Solo soy consciente del clic de la puerta al cerrarse y me giro hacia él. Lo observo avanzar sobre mi como una pantera acechando su presa. Y muy rápido tengo su boca sobre la mía. Le devuelvo el beso ferviente y enredo mis manos en su cuello. Mañana no me voy a acordar de nada de esto, lo sé. Sus manos desesperadas comienzan a deshacerse de mi ropa. Tira de mi blusa a medio zafar haciendo que esta se rompa y después la lanza al suelo. Entonces baja besando mi cuello hasta mis senos. Se deshace del sujetador, con algo de trabajo, y se mete un pezón en la boca.

Dejo escapar un jadeo de sorpresa. Tira el otro pezón y continua su recorrido. Zafa mis jeans y los desliza por mis piernas junto a mi ropa interior. Me deshago de mis zapatos y él se deshace de mis jeans. Su boca regresa a la mía con ferocidad haciéndome jadear de placer como nunca nadie lo ha hecho. Una vocecita en mi interior me dice que debo detener esta locura, pero cuanto más me besa, la voz va desapareciendo hasta dejar de escucharse.

Sus manos me cargan por las nalgas con destreza y me aferro a su cuerpo. Camina conmigo y se sube hacia la cama junto a mí. No deja de besarme y no quiero que lo haga. Respiro con dificultad cuando su boca se separa de la mía y se dirige rápidamente con otro objetivo en mente. Abre mis piernas con sus manos y siento su aliento en mi sexo.

¡Dios!

¡Esto no puede estar sucediendo!

¡Ni siquiera sé su nombre!

¿Como es posible que lo deje hacerme esto?

Pero todas mis inquietudes e interrogantes quedan en el olvido cuando su lengua se desliza sobre mi clítoris. Dejo escapar una maldición e intento cerrar mis piernas. Pero el no me deja. Su lengua me saborea como un delicioso manjar y me veo jadeando y gimiendo mientras me aferro a la sábana.

—¡Deliciosa! —murmura mientras siento ahora un dedo deslizarse por mi entrada. Contengo el aliento y lo dejo escapar de una sola vez cuando lo siento entrar un poco en mi—. ¡Estás muy apretada!

El dedo se retira y es remplazado por su lengua caliente. Creo que no voy a poder contenerme mucho. Es la primera vez que hago algo como esto y es malditamente bueno.

¿Por qué he esperado tanto tiempo para tener sexo?

El calor comienza a acumularse entre mis piernas y siento como todo mi vientre se tensa. No sé qué es lo que me está sucediendo, pero creo tener una idea. Comienza a trazar círculos con su lengua y mis gemidos comienzan a escapar más seguidos hasta que todo mi mundo desaparece y mi cuerpo se relaja. Siento el palpitar en mi sexo. El calor se ha extendido por todo mi cuerpo y me siento flotar en una nube. Cierro los ojos y dejo que toda la euforia del primer orgasmo me consuma. El sonido de la hebilla del cinto golpeando el suelo me hace abrir los ojos y bajar de mi nube de felicidad.

Me incorporo levemente para observarlo. Está de pie en el suelo deshaciéndose de su ropa. Se saca la camiseta por la cabeza y la deja caer al suelo. No estoy preparada para esto. Su cuerpo es muy fornido. Sus músculos se marcan a la perfección en todos los lugares correctos. Trago el nudo de deseo que se acaba de formar en mi garganta y respiro con la boca abierta. Sobre sus hombros y hacia su pecho se extienden unas alas doradas. Bajo mi vista hacia su abdomen definido a la perfección y este se tensa. Sus manos bajan hacia sus jeans y muy rápido se deshace de él junto a su ropa interior. Me quedo mirando su miembro poderoso y viril mientras el se lo acaricia con una mano.

Me levanto de la cama con solo una idea en mi mente. Me detengo frente a él y toco las alas de su tatuaje con ambas manos y después bajo hacia su abdomen. Sus músculos son tan duros como aparentan. Y después acaricio su miembro. Es duro y caliente y lo aprieto con algo de fuerza.

—Está tan duro como el resto de tu cuerpo. —murmuro mientras deslizo mi mano curiosa por toda su extensión.

—Nena, tómatelo con calma.

Y eso es justo lo que pienso hacer. Me agacho frente a él y lo meto solo un poco en mi boca. Chupo y lo acaricio al mismo tiempo. Siento sus manos en mis hombros acariciándome muy leve. Y esa caricia hace que un hormigueo comience a recorrer mi cuerpo. Deslizo mi lengua sobre la punta de su miembro y lo saboreo con lentitud.

—¡Eres delicioso!

Lo chupo varias veces más y no puedo evitar dejar escapar un gemido ante lo que estoy sintiendo. No tengo idea de lo que estoy haciendo, solo lo hago sin pensar. Imitando lo que he visto en algún video educativo.

—¡Suficiente de jueguitos! —me levanta del suelo, toma mi boca y se pega a mi cuerpo—. Quiero estar enterrado en ti, quiero que tu cuerpo me haga olvidar.

Me empuja y caigo sentada en el borde de la cama riendo a carcajadas. Lo observo darme la espalda y buscar algo en sus jeans. Su tatuaje es mucho más impresionante por detrás. El enorme Fénix me devuelve la mirada alzando el vuelo. Pero entonces me quedo distraída por sus nalgas. Deslizo la lengua por mis labios mientras él se gira con una sonrisa perversa hacia mí. Me muestra un preservativo que rápidamente abre y se coloca.

Llega donde estoy y me empuja hasta hacerme quedar acostada y el entre mis piernas. Sé que debo advertirle, que debo decir algo, pero no encuentro las palabras.

¿Cómo le dices a un completo desconocido con el que vas a tener sexo que eres virgen?

—Ni siquiera sé tu nombre. — murmuro con voz temblorosa mientras siento la punta de su miembro en mi entrada.

—Yo tampoco conozco el tuyo—hace una pausa y me sonríe de esa forma que hace que se le formen unos hermosos hoyuelos en las mejillas—. Esta noche, puedes llamarme Fénix.

—¿Puedes renacer de las cenizas? —inquiero curiosa por su sobrenombre.

—Nena—murmura sonriente—. Para renacer de las cenizas primero debes quemarte. —y sin decir nada más entró de una sola vez en mí. 

—¡Dios! —dejo escapar un grito de dolor y entierro mis uñas en sus hombros. Intento contener las lágrimas, pero es imposible. Lo miro a los ojos y me encuentro con un ceño fruncido.

—¿Eres virgen? —pregunta muy serio.

—Creo que olvidé mencionártelo, ya no tiene mucha importancia, ¿cierto?

—Si la tiene. ¿Acaso no es importante para ti?

—Quería perder mi virginidad con alguien que fuera importante para mí, pero eso ha quedado en el olvido. —sobretodo ahora que ya el esta por completo en mi interior.

—¿Sabes que nos volveremos a ver más? No voy a ser importante para ti. Esta noche no va a significar nada para ninguno de los dos.

—Lo sé. De todas formas, sé que no recordaré nada de esto mañana—murmuro riendo.

—Muy bien, entonces al menos, déjame hacer algo para que no sea tan doloroso para ti. —murmura mientras acerca sus labios a los míos.

Su boca toma la mía mientras se queda muy quieto en mi interior. Aún puedo sentir el ligero dolor mezclado con el palpitar de mi sexo. Su lengua invade mi boca y roza la mía. Me entrego a su beso y gimo en su boca. La intensidad de su beso lento, comienza a aumentar. Y entonces siento como se mueve. Se retira muy lento y vuelve a entrar. El dolor comienza a menguar a medida que repite el mismo movimiento. Muy lento y sensual se mueve dentro de mi mientras su boca no abandona la mía.

Deja escapar un gemido contra mis labios y enredo mis piernas en su cintura. No sé porque, pero necesito más de él. Mucho más.

—¡Más! —suplico contra sus labios.

Separa su boca de la mía y me mira a los ojos. Me pierdo en su mirada azul intensa. el valora mi rostro en busca de alguna señal de dolor. Empujo sus nalgas con mi talón dándole a entender que no me duele ya.

—Muy bien nena, es hora de quemarse. —se arrodilla en la cama, toma mis piernas y las coloca sobre sus hombros. Me sostiene por las nalgas y coloca una almohada debajo antes de bajarme. Se aferra a mis piernas y me da una estocada. Grito y él se detiene—. ¿Todo bien?

—Sí. —murmuro con la respiración acelerada.

Vuelve a repetir el movimiento. La estocada es mucho más profunda que antes y esto solo hace que vuelva a gritar. Ya no vuelve a detenerse. Continúa y comienza a aumentar su velocidad y fuerza de embestidas. Intento aferrarme a la sábana mientras gimo de placer y cierro los ojos.

—Eso es. Déjame escucharte gritar por mí. Quiero que sientas el calor en tu interior y que este recorra todo tu cuerpo—ya lo estoy sintiendo. Me quema y me envuelve toda la piel desde adentro—. Quiero que me recuerdes cuando estés con alguien más—no creo que pueda olvidarlo—. Quiero que grites mi nombre cuando alcances el orgasmo.

Siento mis paredes apretarse a su alrededor. Siento el calor escapar por los poros de mi piel. El fuego quema por completo mí cuerpo. Entreabro los labios para respirar mejor. Me baja las piernas hacia un costado de su cuerpo y se mueve mucho más rápido mientras me aferra con fuerza.

—¡Fénix! —grito mientras siento que no puedo contenerlo más— ¡Fénix!

—Eso es nena. Grita mi nombre.

—¡Ahhh! —dejo escapar un lago gemido.

Todo mi cuerpo comienza a temblar. Esto no es comparable a lo que me hizo sentir con su boca. Siento que me voy a morir. Mi corazón late demasiado rápido, mis piernas tiemblan. Mi cuerpo arde. Sus manos se aferran muy fuerte a mis piernas y con unas embestidas más colapsa sobre mi cuerpo. Sale de mi interior y se deja caer a mi lado.

Me siento extraña al no tenerlo dentro de mí. Es como si el perteneciera ahí. Pero también siento una ligera ardentía entre mis piernas. Una leve molestia casi imperceptible. Nunca imaginé que mi primera vez iba a ser así. Borracha y con un extraño sexy y atractivo.

Comienzo a reírme a carcajadas de lo que me sucede. El se levanta de mi lado. Me incorporo y lo observo dirigirse al baño dándome una perfecta vista de su cuerpo escultural desnudo. Siento el grifo abrirse y me dejo caer en la cama. No creo que pueda levantarme de aquí hasta dentro de unas horas.

—Ven conmigo. —susurra mientras tira de mi mano.

No soy consciente de mucho todo a mi alrededor a perdido nitidez. Me dejo conducir hacia el baño y dentro de la tina. Se sienta detrás de mi y me recuesto contra su cuerpo con una sonrisa. No me esperaba nada de esto y agradezco que se esté ocupando de mi en este momento.

Con la esponja frota todo mi cuerpo y me lava entre las piernas. Y después con sus manos me masajea los hombros con una leve caricia. Se levanta y sale tendiéndome la mano. Seca todo mi cuerpo y después el suyo. Me lleva hacia la habitación y acomoda la cama antes de hacerme subir a ella. Y después se acomoda a mi lado. Me acurruco contra su cuerpo cálido y el desliza su mano por mi cabello.

—Fénix. —murmuro mientras siento como mis ojos se vuelven pesados.

—Descansa nena, gracias por hacer de este cumpleaños algo memorable.

Me da un beso en la frente y sonrío mientras me acurruco más contra él.

Intento abrir los ojos a la mañana siguiente, pero ni siquiera soy capaz de abrirlos.

¡Dios!

Mi cabeza me está matando. No debí mezclar margaritas con ese trago que pidió Jessy. Me giro de lado y me abrazo a la almohada que huele exquisito. Hago un intento por sentarme y vuelvo a caer acostada. Todo me da vueltas. Me siento una vez y me sostengo de la cama hasta que logro estabilizarme. Me levanto con trabajo y busco mi bolso antes de dirigirme al baño.

Esparzo su contenido sobre la encimera y busco el recipiente de mis lentillas. No debí dejármelas anoche puestas. Me las saco y después me lavo la cara antes de colocarme mis gafas. Me miro en el espejo; mi cabello es un desastre, pero ahora luzco más como yo misma. Me siento en el retrete mientras sostengo la cabeza entre mis manos. Este martilleo me va a matar. Todo mi cuerpo me duele como si hubiese estado haciendo ejercicios. 

No recuerdo nada después de tomarme ese ultimo trago e ir a bailar. Ni siquiera recuerdo como llegué a la habitación. Seguro que Jessy tiene una idea mucho más clara. Camino de regreso a la habitación y busco mi ropa, que encuentro desperdigada por el suelo. Mientras recojo la blusa del suelo una imagen de alguien besándome en el ascensor asalta mi mente. Eso ha estado extraño. Cuando recojo los jeans me sucede lo mismo. Me quedo mirando las bragas y si no me equivoco suceder algo similar en cuanto las toque. Y no me equivoqué.

Imágenes de sexo desenfrenado asaltan mi mente. Imágenes rudas y posesivas de un hombre tomándome y haciéndome suya.

Fuerzo mi mente tratando de recordar quien es él. Pero mi mente está en blanco. Solo percibo un flash de su mirada azul intensa, su físico poderoso y creo que tiene un tatuaje en su espalda, pero no detallo su diseño. Me dejo caer en la cama sentada mientras intento recordar algo más. Miro a la sábana donde está la prueba irrefutable de lo sucedido anoche. Una ligera mancha color carmesí adorna la sábana blanca. Necesito recordar quien es el hombre con el que perdí la virginidad.

Una hora más tarde alguien llama a la puerta. Mi cabeza aún me está matando, pero he logrado vestirme. Los recuerdos de la noche anterior solo son difusos flashes de sexo salvaje. Abro la puerta y me encuentro con Jessy que entra muy rápido en mi habitación empujando un carrito con comida. Al parecer ella no tiene una resaca de mil demonios como yo.

—Bienvenida. —murmuro frotando mi sien.

—¿Tienes resaca? —pregunta en alta voz.

—Por favor, no tan alto. Al parecer a ti no te ha afectado tanto. —me siento en la cama nuevamente mientras ella deja el carrito cerca de mí.

—Tengo mayor tolerancia al alcohol que tú.

—Juro que no vuelvo a emborracharme—murmuro. Por suerte no he vomitado, al menos que yo recuerde—. ¿Dónde te metiste anoche?

—Deja que conozca a Sean, es todo un amor.

—¿Sean? —y ahora ese quien es. Entonces recuerdo que ella estaba bailando con alguien. Seguro es el.

—¿Y que tal tu noche? —me pregunta intrigada.

—No quiero recordar lo sucedido.

—¿Qué sucedió? —pregunta ahora preocupada.

—He perdido la virginidad con un completo extraño.

—¡No puedo creerlo! —grita entusiasmada mientras yo me sostengo la cabeza—. ¡Dónde está él!

—No está, se ha marchado y eso no es lo peor.

—Ah no.

—No. Lo peor es que ni siquiera se quien es, como luce, su nombre o lo que sucedió anoche. No recuerdo nada de lo que hicimos.

—Algo debes recordar.

—Nada concreto, pero si estoy segura de que tuvimos sexo. Sexo rudo y salvaje—murmuro en voz baja.

—Pues no le des vueltas al asunto entonces. Mejor que haya sido con un extraño a el idiota de Joey.

—No dejarás de llamarlo así, ¿cierto?

—Nop. Ese será su nuevo sobrenombre cuando hablemos de él—me rio a carcajadas y al instante me arrepiento. Mi cabeza aún duele—. Ven a desayunar, seguro te ayudara con la resaca algo que Sean ha preparado.

Me siento a desayunar y me bebo lo que Jessy me ha traído. Sabe mejor de lo que imaginé y después ella me acompaña a desayunar mientras me relata su noche maravillosa con Sean. Al parecer se volverán a ver. Y mientras ella me cuenta, me gustaría poder contarle también como ha sido mi noche y poder decir también que lo volveré a ver.

Esa noche despierto sobresaltada. El corazón me late deprisa. Me siento en la cama mientras respiro agitada. Su mirada azul intensa y sus besos ardientes han sido un recordatorio para mi cerebro. Siento mi piel arder, como si estuviese en llamas. Debe ser que aún está muy fresco en mi mente lo sucedido, sé que con el pasar del tiempo, lo olvidaré y mi noche salvaje donde perdí mi virginidad será solo eso, un recuerdo del pasado. Uno que atesoraré por siempre, porque no creo que olvide nunca la mirada intensa de aquel que me hizo suya por primera vez.

FIN

Continúa en El Secreto, la puedes encontrar en mi perfil.

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Esta historia está dedica a bettymr1992
Se que lo amas tanto o más que yo y se que te gustará conocer como fue esa noche que lo cambió todo.

¿Que les ha parecido?

Si es la primera de mis historias que lees, puedes continuar leyendo El Secreto, que sería la continuación de esta historia.

Espero les haya gustado la historia, no olviden dejarme sus votos y comentarios.⭐

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