Capítulo ocho.
—¿Qué está haciendo un niño tan guapo por aquí?
Una risita infantil llena mis oídos antes de que Oliver corra alrededor de la barra para engancharse en mi pierna, levanta el rostro para verme desde su lugar y yo sonrío.
—Hola, bella.
—Hola, Oliver ¿cómo estás?
—Bieeeen —Le sonrío todavía más amplio mientras limpio mis manos en mi delantal antes de inclinarme y levantarlo.
—Pero qué grande y pesado estás —murmuro asombrada y él se ríe maravillado—. A ver, dame un beso —Giro mi rostro ofreciéndole mi mejilla y él presiona un sonoro beso allí—. Gracias, qué amable —Lo acomodo sobre mi cadera mientras sus ojos se van a los múltiples tazones que tengo sobre la barra.
Moras, cartones y latas de leche, fresas, limones, jugo de naranja, harina seca y mezclada con otros ingredientes, los moldes y todo lo que he usado hoy para intentar el soufflé de chocolate y el flan de diferentes sabores que me asignaron.
Ninguno ha funcionado. Así que estoy tratando de dejarlo para unos días después porque estoy casi segura de que mi fiasco se trata del nerviosismo por la boda —la cual es mañana — y el hecho de que la próxima semana comenzaré a vivir con Lindsay y Abraham.
—¿Fresa? —Oliver atrae mi atención nuevamente enredando mi cabello rubio en sus pequeños dedos.
—¿Quieres una? —indago inclinándome para que pueda tomarla él mismo, le doy otra para su mano libre—. Eres un fanático de ellas ¿eh? —Él se encoge de hombros como si me entendiera completamente.
—¡Oliver! —El niño lleva la vista a la puerta desde donde viene la voz de su hermana y chilla en respuesta, me rio.
—En la cocina —respondo y Elodie aparece unos segundos después llevando sus manos a sus caderas.
—No desaprovechas ninguna oportunidad para venir a robar algo, pequeño oportunista —Entrecierra los ojos hacia él y una sonrisa curva los labios del niño antes de arrojarle un beso a su hermana—. Encima manipulador.
—Un peligro para la sociedad femenina —Presiono mis dedos sobre la nariz de Oliver y él frunce el ceño crispando sus labios con evidente disgusto.
—Escuché a Erick quejándose de que te vas —comenta Elodie rodeando la barra para apoyar sus antebrazos en el espacio libre.
—Parece que la gente se entera de todo porque mi hermano se queja de todo —murmuro y ella se encoge de hombros—. Solo voy a vivir con Abraham y su hermana temporalmente, regresaré en unos meses.
—¿Por qué vivirías con él? —Muerdo el interior de mi mejilla.
—Porque vamos a casarnos —Elodie tose incluso cuando no ha estado comiendo o bebiendo algo para atragantarse y yo casi río mientras ella respira diligentemente para calmarse—. ¡Por Dios! ¿Estás bien?
—Sí, solo me... tomó por sorpresa.
—¿Eso es bueno o malo? —indago limpiando la barbilla de Oliver con un servilleta.
—Es... ¿desconcertante? ¿Desde cuando tenían una relación? —Su ceño se frunce y yo sacudo la cabeza.
—No la teníamos. Es complicado de explicar, pero lo estoy haciendo por voluntad propia, no hay que preocuparse por eso —Desvío torciendo los labios, sentando a Oliver sobre la barra mientras me detengo frente a él para evitar que pueda caerse—. De igual forma, seguiré pasando tiempo aquí y no vas a perder el trabajo solo porque Erick se irá.
—No me preocupaba por eso —Empuja su cabello castaño detrás de sus orejas.
—Pero yo sí, no quiero que Oliver y tú tengan problemas —Humedece sus labios bajando la vista.
—No tienes que responsabilizarte por nosotros, Isabella.
—Lo sé, pero ustedes ya casi son parte de nosotros, no puedo estar tranquila si sé que pueden tener problemas si no tienes trabajo —murmuro dándole otra fresa a Oliver frente a mí—. Además, no sé nada sobre la casa de Abraham, si no tiene a nadie que pueda ayudarme a limpiar, ten por seguro que te arrastraré allí conmigo —resuelvo encogiéndome de hombros.
—Ya veremos —murmura distraídamente—. ¿Cómo es que Erick aceptó tan fácilmente que te cases?
—Porque sabe que al final no es tan serio como podría ser en realidad —Me limito a responder pasando mis dedos sobre el cabello de Oliver peinando un mechón desordenado —. Y tú puedes ir a jugar con Lindsay.
—¿Lindsay?
—La hermana pequeña de Abraham, vivirá con nosotros.
—¿Por casualidad no estarás casándote con él por algún tema con esa niña? —Entrecierro mis ojos hacia ella—. No me mires así, todos sabemos lo débil que eres con los niños. ¿Entonces?
—Necesita una esposa para que le den la custodia, su padre lo puso como cláusula en el testamento antes de morir —murmuro por lo bajo, sé que Elodie no diría nada, tampoco es como que haya alguien importante a quien pudiera contárselo, pero se siente extraño contar lo que voy a hacer.
—Eso es un poco...retorcido de su parte.
—Lo sé, pero es la condición y Abraham quiere tener a su hermana cerca, así que decidí ayudarlo. Y deberías conocer a Lind, es muy linda y ha sufrido mucho —susurro esto último torciendo los labios—. No podía quedarme de brazos cruzados.
—No tienes que justificarlo, peor es lo que hizo su padre al complicarle el proceso a sus hijos.
—¿Cierto? Lo odio por eso, espero que esté ardiendo en el infierno.
—¡Infierno! —Miro al pequeño castaño abriendo mucho los ojos mientras Elodie aprieta sus labios para ocultar su diversión.
—No, Oliver, no repitas eso —Lo señalo con mi dedo índice antes de que su hermana pueda desaparecer de mi campo de visión, dejo a Oliver en el suelo cuando hace amago de querer lanzarse para ir tras su ella y me quedo mirando los ingredientes sobre la barra junto al soufflé hundido y el flan demasiado suave que se ha deshecho en un lado, suelto un suspiro ligeramente exasperado.
Solo tengo que superar estos días y comenzar a buscar mi inspiración nuevamente cuando me haya mudado.
Debería funcionar, de lo contrario, tendré problemas en la academia.
Estoy segura de que Dios no aprueba las mentiras y esta es la razón por la que me alegro de que no necesitemos hacer una boda por la iglesia, de lo contrario me sentiría culpable en este momento.
Paso mis manos por la falda lisa de mi vestido blanco hueso, mi cabello está adherido en una trenza de espigas a mi cráneo y cae hacia atrás con florecillas blancas.
—Si esto es para una boda falsa no quiero pensar en la real —Ruedo mis ojos mientras Heather acomoda las flores en mi ramo.
—Tampoco exageres, no puedo ir luciendo mal, la finalidad es que parezca real.
—La finalidad es que Abraham no te dé el divorcio dentro de un año —Mi ceño se frunce y sacudo la cabeza, dos mechones rizados de mi cabello rubio golpean mis mejillas.
—No bromees con eso, necesito mi libertad luego de esto.
—No me entendiste, pero está bien, luego puedo decir 'te lo dije' —Suelto un resoplido —. Pensé que traerían a Lindsay.
—No lo creo —respondo distraídamente, he intentado no pensar demasiado en ella desde que la vi hace dos días, si lo hago siento la necesidad de ir a esa casa, secuestrar a la niña y prenderles fuego a esas paredes con todos los demás dentro.
—Nunca pensé que tu debilidad por los niños llegara tan lejos —Se ríe luego de unos segundos sentándose frente al espejo, acomoda las florecillas en su cabello oscuro antes de clavar sus ojos en los míos en el reflejo.
—Ella me agrada.
—La conociste después de aceptar.
—De hecho, no, acepté después de conocerla, ella me agradó. Deja de intentar hacerme sentir como una loca, Heat —Ella se mueve incómodamente en su lugar.
—No es que estés loca, es solo que un matrimonio es un paso muy grande por alguien que apenas conoces.
—Es falso, dentro de unos meses firmamos el divorcio y listo, no lo hagas lucir más complejo de lo que es —Me encojo de hombros mientras sus cejas se juntan sacudiendo la cabeza—. Entiendo que para ti es diferente, Heat, pero Abraham y yo solo lo estamos utilizando como el medio para un fin, queremos sacar a su hermana de esa casa y listo, respira.
Heather suspira y hace rodar sus hombros como si necesitara deshacerse de la tensión en ellos, realmente no puedo entender por qué le genera tanto pavor el compromiso.
—¿Qué pasa con ese anillo? No parece que estuviera pensando que era falso cuando lo compró —Miro mi mano mordiendo el interior de mi mejilla.
—La finalidad es que parezca real ¿No? —repito todavía mirando el diamante que ahora ocupa su lugar en mi dedo.
—Bueno, en lo personal diría que todo el mundo sabe que hay algo extraño, digo hace menos de una semana ustedes no eran nada —Humedezco mis labios encogiéndome de hombros.
—Pero Abraham pasaba mucho tiempo aquí con mi hermano, no hay que crear una historia muy elaborada si ya existía la posibilidad de 'enamorarnos' mientras él venía a trabajar con Erick —Heather ladea la cabeza como si sopesara mi respuesta antes de asentir.
Dos golpes suenan en la puerta de mi habitación y yo miro la madera como si pudiera adivinar quién se encuentra al otro lado, luego de unos segundos aviso que puede entrar.
—¿Todavía tengo derecho de ver a mi hermana y no a la señora Roulsset?
—¿Qué será lo que te ha vuelto tan dramático, Erick Vanderson? —espeto llevando mis manos a mis caderas, mi hermano suspira.
—Necesito un mecanismo para afrontar la realidad —De reojo veo a Heather salir cuando Erick se acerca y coloca sus manos sobre mis hombros, lo miro atentamente por varios segundos antes de reír ante su ceño fruncido.
—Tienes que dejar de pensar que soy una niña, Erick.
—Oh, pero si lo pensara ya hubiera degollado a Abraham por desposarte —Ruedo mis ojos acercándome para rodear su espalda con mis brazos y él hace lo mismo con mis hombros—. Para tu boda real haré un show más dramático.
—No creo que haya una real en mucho tiempo, pero lo veremos más adelante —replico pellizcando la piel de su brazo a través de su camisa y él sisea.
No es como que esto sea una boda soñada, pero me esforcé en lucir bien. Si en el futuro no tengo ninguna otra al menos tendré las fotografías de esta y puedo recortar a Abraham para verme solo con mi vestido.
—¿Realmente estás haciendo esto? —Levanto la cabeza para mirarlo mientras arqueo una de mis cejas—. Pensé que no tendría que preocuparme por esto hasta tus treinta y nueve años.
—Estás haciendo dramas innecesarios, Erick —me quejo alejándome hacia el tocador, tomando el collar de perlas blancas y poniéndola en mi cuello para ver cómo queda, levanto mi cabello instando a mi hermano a abrochar la cadenilla.
—Ahora es solo un drama —ironiza y yo rio entre dientes.
—Erick, tengo veintitrés, puedo cuidarme sola y si lo que te preocupa es que pueda resultar lastimada por Abraham eso no está sucediendo.
—Por supuesto que no, porque ya sabe que voy a cortar su cabeza si lo hace —Se encoge de hombros como si fuera algo normal.
—¿Lo amenazaste?
—Le recordé que está usando a mi hermana para obtener la custodia de la suya, por tanto, tenemos algo en común, así que eso incluye romperle el cuello si no regresas intacta —Giro sobre mis talones mientras levanto las cejas hacia él.
—Espero que no hayas hecho una amenaza que involucre a Lindsay —Entrecierro mis ojos hacia él.
—Soy cruel, pero no tanto —simplifica colocando sus manos en mis hombros—. Me alegra deshacerme de ti, de verdad, pero cualquier cosa que necesites me llamas, aunque esté al otro lado del mundo.
—Linda forma de decir que me amas, hermanito —me burlo volviendo a alisar la falda de mi vestido soltando un suspiro—. ¿Crees que estoy loca?
—No, solo eres igual a mamá, hacen locuras por cosas que no deberían asumir como su responsabilidad —Muerdo mi labio inferior desviando la vista—. Y tampoco esperé que tu boda fuera falsa, pero supongo que es un precio a pagar por desear deshacerme de ti la última navidad.
—Por eso no estás llevándome a un altar, puedes reservar tus lágrimas para cuando haga una real —Él sacude la cabeza moviéndose hacia el estante y obteniendo la caja que trajo hace un rato, no le presté mucha atención porque tampoco esperaba obtener regalos de boda. Pero Erick me extiende la caja blanca con lazo rosa y yo lo observo expectante.
—Falso o no, es tu boda, así que papá seguro querría que te hiciera un regalo —Trago saliva antes de tomarlo y acercarme para rodear sus hombros con mis brazos.
—Gracias —suspiro mirando la caja, la dejo sobre mi cama predispuesta a abrirla después de todo esto, pero al final deshago el lazo rosa y levanto la cubierta.
Tres marcos dorados se alinean dentro de la caja con fotos que reconozco de inmediato.
La boda de nuestros padres.
El cabello rubio de mamá está adornado por pedrería, sus ojos azules brillan mientras una sonrisa amenaza con romper sus mejillas. Papá con su habitual seriedad rodea su cintura con uno de sus brazos, a pesar de todo, una mínima sonrisa curva sus labios mientras mira a mamá con adoración.
Hace más de veintiocho años de esta foto.
―Su aniversario es mañana ―comenta Erick señalando la fecha que lleva una de la imágenes en la parte inferior. Humedezco mis labios asintiendo, no lo olvidamos realmente, el problema es que no celebramos nada referente a ellos, ni siquiera los años de su muerte.
―No lo olvidé —suspiro hundiendo mis hombros—. Y papá se veía tan feliz.
―Muy pocas veces lo vi más feliz que en esta foto ―comenta frunciendo el ceño. Es cierto. Papá reía y sonreía muy pocas veces, pero sé que era feliz con nosotros. Lo demostraba siempre con sus acciones.
Tras la muerte de mis padres pasé mucho tiempo en el que mi cabeza solo trabajaba alrededor de mis recuerdos con ellos, me atormentaba el simple hecho de saber que ya jamás volvería a crear otro recuerdo a su lado. Me costó mucho superar la perdida.
Me acerco a mi hermano volviendo a rodear sus hombros con mis brazos y él hace lo mismo con mi espalda, presiono un beso en su mejilla.
—Gracias, sé que me amas, aunque quieras hacer un drama por esto.
—Ya te dije que necesito un método para afrontar esto —Me rio contra su hombro antes de alejar—. Y recuerda que puedes llamarme por cualquier cosa que suceda ¿bien? —Hago un sonido de afirmación—. Te espero en el auto, nos vamos en cinco minutos.
Vuelvo a mirar las fotografías.
El baile en el que papá sostenía a mamá tan devotamente, ambos frente al padre que lo estaba uniendo en matrimonio y la última bajo el marco de flores.
Mis ojos se cristalizan mientras lo observo, este regalo ni siquiera debí conseguirlo ahora, no cuando solo estoy haciendo esto por un beneficio en común y ni siquiera será por la iglesia, pero lo guardo en uno de mis cajones para recordarme que podría alguna vez obtener algo como esto. Algo tan puro como el amor que mis padres se profesaban.
Tomo un profundo respiro cuando alguien vuelve a tocar la puerta y aviso que entren pensando que puede ser Erick o Heather, pero es Abraham quien abre la puerta y sus ojos se clavan en los míos en cuánto me encuentra.
—¿No existe algo como la mala suerte si el novio ve a la novia antes de la boda? —cuestiono cruzando los brazos, Abraham recarga su hombro en el marco de la puerta ladeando la cabeza vacilante.
—¿Más mala suerte de la que nos va a caer por estar engañando a la ley?
—Dios sabe que es por una buena causa, estoy lista para recibirla —Me encojo de hombros sentándome al borde de la cama—. ¿Qué sucede?
—Nada, solo... fui a ver a Lindsay ayer.
—¿Por qué no me avisaste? Podía verla y...
—Pasé desde el trabajo, lo siento —Muerdo mi labio inferior asintiendo para deshacer el nudo molesto que se instala en mi garganta—. Te envió esto.
Se acerca extendiéndome un lazo rosa para el pelo, es pequeño y luce tan delicado que abro mi palma en lugar de atraparlo entre mis dedos temiendo que se deshaga.
—Dijo que es su garantía de que vas a cumplir tu promesa.
—¿Mi promesa? —indago frunciendo el ceño, pero estoy casi segura de que sé de qué habla.
—De llevarla a vivir con nosotros —Muerdo mi labio inferior para no empezar a llorar en este mismo instante.
—Debiste decirle que no necesitaba hacer eso, igual vendrá con nosotros —susurro tragando para disipar el nudo en mi garganta.
—Lo hice, pero de todas formas quiso que te lo trajera —Lleva sus manos a los bolsillos de sus pantalones negros y yo ahogo el sollozo que quiero emitir mientras asiento, llevándolo a las puntas de mi trenza de espigas y encajándolo allí.
—Gracias.
—Yo soy quien debe agradecerte por hacer esto —Lleva una de sus manos a su nuca y parece tirar de su cabello—. Muy pocas personas arriesgarían su apellido solo por ayudar a alguien que no es nada suyo.
Bajo la vista a mis manos dándole una sonrisa triste mientras me encojo de hombros.
—No tienes que agradecer, técnicamente Lindsay y yo somos amigas —resuelvo antes de ponerme de pie—. Quedamos en que me vas a deber algo e Isabella Roulsset no suena mal temporalmente.
—Eso parece —murmura mientras sus ojos atrapan los míos cuando lo miro, no parpadeo sosteniéndole la mirada por varios segundos en los que mi estomago se llena de calidez porque realmente admiro su manera de luchar por su hermana incluso si no sabe absolutamente nada de como encargarse de ella—. ¿Nos vamos? Creo que Erick está un poco desesperado.
—Solo cree que puede llevarse el protagonismo haciendo un drama por esto —Me acerco e instintivamente acomodo la pajarita en el cuello de Abraham antes de dar un paso atrás y recoger el ramo.
El camino hasta el ayuntamiento siento mis palmas sudorosas y los hombros tensos a pesar de que Heather y Erick no paran de hablar, cuando llegamos tenemos que esperar algunos minutos antes de que finalmente la jueza nos reciba para el matrimonio.
Mis dedos se ciñen al ramo mientras me siento al lado de Abraham y la jueza inicia, Heather se encuentra de pie a mi lado y Erick hace lo mismo con Abraham en el extremo opuesto, luego del discurso de las leyes y todo lo demás, a lo que presto muy poca atención, nos ponemos de pie y giro para mirar de frente a Abraham cuando dice:
—Yo, Abraham Roulsset, te recibo a ti Isabella Vanderson para ser mi esposa, para amarte... —Mi estomago se contrae ante la mentira en esto— ...cuidarte, respetarte, tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien o para mal, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte nos separe.
Despliego la sonrisa más amplia y genuina que puedo esbozar antes de repetir sosteniendo su mirada con la voz temblorosa:
—Yo, Isabella Vanderson, te recibo a ti Abraham Roulsset, para ser mi esposo... para amarte, cuidarte, respetarte, tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien o para mal, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte nos separe.
Erick nos entrega los anillos y firmamos al igual que lo hacen mi mejor amiga y mi hermano antes de que la jueza declare:
—En virtud de la autoridad que me conceden las leyes del Estado, los declaro marido y mujer.
Las manos de Abraham ahuecan mis mejillas e inclino mi cabeza hacia atrás cuando la suya se acerca y sus labios presionan por unos pocos segundos los míos.
Ese único beso sellando nuestra mentira.
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