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Capítulo dieciocho.

—¿Has estado huyendo de mí, Isabella Marie? Tu hermano ya me dijo lo que hiciste.

—Erick es un soplón —Me quejo recogiendo el delantal celeste para colocarlo en mi torso y atarlo en mi espalda.

—Erick es el único que se preocupa por informarme las locuras que haces. ¿Cómo es eso de que te casaste?

—Lo siento, tía, pero fue realmente privado.

—¡Viva Dios! Mira como me restriegas que no soy parte de esa privacidad —Golpea mi brazo con un pañuelo de cocina y yo me rio, colocando el gorro sobre mi cabello antes de acercarme rodeando sus hombros con mis brazos.

La tía Gardenia es probablemente una de las pocas personas con el apellido Vanderson con la que todavía nos relacionamos Erick y yo. Las razones, aparte de la muerte de nuestros padres, fueron variadas, empezando por el hecho de que ya venían siendo enemigos de nuestros padres debido a que papá no dejó que se aprovecharan de la editorial.

Papá siempre lo dijo, ninguno de ellos lo apoyó cuando la editorial apenas empezaba en la cochera de su casa, pero todos querían algún 'favor' cuando LIW comenzó a ser reconocida.

La tía Gardenia no necesitaba hacer eso, siempre ha vivido de su repostería e incluso creo que ayudó a papá con los primeros 'picazos' para crear LIW. Se preocupó por nosotros cuando ellos murieron y, aunque a veces olvidamos venir, siempre llama para preguntar cómo estamos, sé que Erick la llama constantemente porque son igual de chismosos.

—Dime la verdad. ¿Por qué esa boda?

—¿Por amor? —Ella hace un sonido poco convencido y yo aprieto los labios en una delgada línea tensa.

—Isabella, ni siquiera te he visto tener novios.

—Es porque soy discreta, tía. Empecé a tenerlos a los dieciséis —admito encogiéndome de hombros.

—Desvergonzada —Me rio alejándome cuando vuelve a golpearme con su pañuelo. Deslizo dentro de su gorro negro algunos mechones de su cabello púrpura matizado.

—Promete que no se lo vas a contar a nadie —murmuro señalándola con mi dedo índice entrecierra sus ojos hacia mí—. Promételo, tía.

—¿De qué me estás acusando? Pero que niña tan atrevida.

—No es por discreta que Erick te llama para contarte las cosas, ustedes son igual de habladores.

—Deja de acusarme y habla, le diré a tu madre que te hale los pies esta noche —Ruedo mis ojos mientras no me ve. Girándome hacia la barra para tomar el rodillo y comenzar a extender la masa para las galletas que se encuentran en el menú de la repostería.

—De paso dile que por favor me deje una lista sobre cómo lidiar con una niña de seis años —añado con un suspiro.

—¿De dónde sacaste una niña?

—Es mi cuñada, vive con nosotros.

—Isabella...

—Sí, me casé por ella, no comiences a regañarme, tía —Evito mirarla mientras ejerzo fuerza con el rodillo hasta que la masa está lo suficientemente plana.

—No iba a regañarte.

—Bien —El silencio reina en la cocina mientras desperdigo los moldes para comenzar a cortar la masa—. ¿Qué tienes para decir?

—Nada, no me has contado nada —Suelto un suspiro.

—¿Recuerdas a Abraham? Ese amigo de Erick de hace años —murmuro cortando un corazón y colocándolo en la bandeja.

—Creo que lo vi una vez.

—Bueno, su padre tuvo una hija, ella ahora tiene seis años. Él murió y la madre de la niña también, así que Abraham decidió hacerse cargo de ella, pero su padre había dejado en su testamento que la niña solo podía ir con alguien que estuviera casado. De parte de la madre no había testamento y solo una tía pensó en hacerse cargo, pero como estaba la cláusula simplemente desistió —Marco una estrella en la masa para colocarla en la bandeja sintiendo la mirada de mi tía en mi cuello—. Si no era Abraham entonces la niña terminaría en servicios sociales.

—Así que decidiste casarte con él.

—En principio se lo propuso a Heather, pero ella se negó y como no somos enemigos, y Erick sabe que es una persona decente, yo acepté —simplifico mordiendo el interior de mi mejilla.

—¿Así de fácil?

—No tanto, en realidad conocí a la niña primero y ella es realmente una ternura, deberías conocerla. La traeré algún día —musito terminando de marcar las figuras antes de moverme hacia el horno, presiono uno de los temporizadores a la izquierda con el nombre de 'galletas' en la parte superior antes de regresar a la barra para extender otra porción de masa.

—Entonces ¿por qué dices que necesitas consejos para lidiar con ella?

—Es complicado, su madre no era... ¿santa? Entonces puede que ella haya visto cosas que no debía —murmuro distraídamente.

—Oh.

—Te prometo que no estoy sufriendo ni nada por el estilo, es bueno pasar tiempo con ellos, si fuera por Abraham no me dejaría hacer nada en la casa porque ya le estoy haciendo este 'favor' y Lindsay solo es un poco... sensible con algunas cosas, pero es respetuosa y tranquila —comento colocando una cucharada de mermelada sobre la galleta de corazón antes de colocar otra masa de la misma forma para cubrirla y presionar los bordes con un tenedor—. Además, ahora que Erick se fue a Europa no me agrada la idea de estar sola en la casa, así que eso resuelve muchos problemas.

—Linda forma de justificar las locuras que haces.

—¡Tía! Dijiste que no juzgarías.

—No, dije que no te regañaría, además si dices que te agrada estar con ellos está bien, pero casarse es realmente una locura incluso cuando lo haces con alguien que amas, hacerlo por negocio solo lo hace peor.

—No fue un negocio —Frunzo los labios.

—Bueno, por lo que sea que lo hiciste.

—¿No me escuchaste toda la historia?

—La escuché, solo dije que es una locura, no tiene que afectarte lo que digo si ya tomaste tus decisiones —Se pone de pie a mi lado, tomando la bandeja que ya he llenado con las galletas de corazón rellenas de fresa—. Cuando lo conocí me pareció agradable. ¿Qué tal es como esposo?

—Es responsable, se hace cargo de su hermana y es bastante paciente con ella. Admiro su decisión, no cualquiera decidiría hacerse cargo de una niña que apenas conoce, aunque sea su hermana.

—Definitivamente. Si dejan botados a sus propios hijos qué sería con una media hermana —murmura ella de mala gana.

—Exacto —Asiento rápidamente—. A veces la regaña mucho, pero es bueno con ella y sé que en el fondo es consentidor. Lindsay, ese es su nombre, ama las manzanas así que él le compra varias cuando llena la despensa y cuando se acaban pasa a comprarle algunas cuando viene del trabajo —recito distraida. Me muevo hacia la otra mesa para descubrir la masa de los rollos de canela del menú.

—Suena dulce.

—Lo es, la despierta temprano, le hace el desayuno y la lleva a la escuela, en las tardes él mismo va a buscarla para llevarla a nuestra casa y en las noches ella siempre quiere ver películas, él espera que ella lo haga porque se queda dormida en el sofá y tiene que llevarla a la cama —Suelto una risita.

Se ha vuelto una rutina la última semana. Lindsay ha visto unas tres películas estos días, ninguna la ha terminado de ver, pero noté que Abraham se quedaba en el sofá mientras la veía para poder llevarla cuando se durmiera.

A pesar de que Lindsay siempre llega con una queja de la escuela no le ha permitido faltar y, el segundo día que lo acompañé a llevarla, volvió a recordarle a la maestra lo importantes que son los límites de la pequeña.

—Nuestra casa ¿eh? —Aprieto los párpados.

—Bueno, estoy viviendo ahí, por el momento es mi casa para vivir —explico frunciendo el ceño.

—Ya veo.

—Heather también nos dejó a su mascota porque tuvo que viajar con su padre, antes de que llegara él dijo que Lindsay no podía subirla a la cama —Suelto una risita—. Adivina donde está durmiendo.

—¿En la cama?

—Obvio, se deja manipular por ella bastante fácil —me burlo rodando la masa luego de extender la crema con canela y azúcar.

—Isabella...

—¿Sí?

—¿Te gusta tu esposo? —Levanto la mirada de la masa mientras frunzo el ceño, miro a mi tía ladeando la cabeza, sus labios se curvan en una sonrisa sugerente y yo hago un sonido negando rápidamente.

—¿Qué dices, tía?

—¿Cómo que qué digo? Solo lo que es evidente, has enumerado cosas de él que admiras y claramente te gustan.

—Sí, pero no es nada romántico, solo es... agradable y dulce.

—Cariño, no intentes engañarte, es lo peor que podrías hacer teniendo en cuenta que pasas mucho tiempo con ellos —Recargo mi cadera en la barra mientras vuelvo a negar de forma efusiva y mi tía suspira—. ¿Te gustaba antes de casarte? ¿Por eso lo hiciste?

—No, ni siquiera pasé tanto tiempo con él nunca.

—Entonces te comenzó a gustar por cómo trata a su hermana —Muerdo el interior de mi labio inferior.

—Eso no es cierto.

—Cariño si te sigues mintiendo vas a sufrir. De todas formas, es una cosa buena, sabes que tratará bien los hijos que tengan —añade restándole importancia con un gesto.

—¡Tía!

—¿Qué? Es una prioridad, el matrimonio es para la pareja, pero en cuánto aparecen los niños la prioridad son ellos por eso debes pensar en que tengan un buen padre —Muerdo mi labio inferior con tanta fuerza que podría sacarle sangre—. Pero eso no es lo único, así que ¿también le gustas? —Entrecierro los ojos hacia ella.

—¿Cómo voy a saber eso, tía?

—Está en los detalles, cuéntame algo que haya hecho por ti. No pienses si lo hizo con intenciones ocultas, solo di cualquier cosa que notaste que hizo por ti.

—Mejor deja ese tema, no nos llevará a ningún lado.

—Cualquier cosa —Presiona palmeando la barra—. Vamos, cuéntame.

—Me trajo flores —respondo exasperada ante su insistencia.

—¿Flores? —Ella aplaude con una risita y yo niego rápidamente con la cabeza.

—Pero fue porque le pedí que le llevara algunas a Lindsay y nos llevó un ramo a ambas, simplemente le pareció descortés llevar un solo.

—Ambas sabemos que no habría sido descortés si solo llevaba uno, sin embargo, decidió llevartelo.

—No comiences a buscarle trasfondo romántico a las cosas, tía.

—¿Algo más?

—¿Qué?

—¿Qué más ha hecho por ti? —Niego otra vez con la cabeza mordiendo mi lengua, pero ella se adhiere a mi espalda rodeando mi cintura con sus brazos—. Así que no solo te gusta por cómo trata a su hermana, también te trata bien.

—Creo que eso es obvio, no seguiría ahí si no lo hiciera.

—Pero entonces te trata mejor que bien para que lo alabes tanto.

—No lo estaba alabando, siempre me ha gustado destacar las cosas buenas de la gente —refunfuño y ella se ríe.

—Está bien, luego me darás la razón. Y para la próxima tráelos para saludarlos al menos —musita lavando sus manos para colocarse a mi lado y comenzar a preparar nuevas masas.

—Puedes venir a visitarnos.

—Sabes que siempre estoy ocupada aquí —revira sacudiendo la cabeza.

—Deberías conseguir una ayudante, así puedes tomar días libres.

—Debería, pero por el momento estoy bien —No protesto porque siempre ha sido una discusión entre nosotras, intento venir cada vez que puedo para ayudarla, pero el viaje en auto hasta aquí es más de hora y media, así que se me complica.

Pasamos el resto de la tarde horneando, luego la ayudo a organizar las cajas de los pedidos y entregarlas a la empresa de envíos que las lleva a su destino.

El camino de regreso a la casa tengo que encender la radio para acallar la voz de mi tía en mi cabeza repitiendo en un canturreo "te gusta tu esposo" como lo hizo casi toda la tarde.

Ciertamente hemos estado en situaciones un poco incómodas, primero aquel día en el que solo recordamos alejarnos cuando Lindsay nos interrumpió y luego en el pasillo hace dos noches. No me he quedado en la cocina luego de eso en las noches porque tengo miedo de quedarme sola con él y terminar hablando de más nuevamente. Sobre todo, me avergüenza un poco esa pequeña crisis que tuvo que presenciar, evitarlo hasta el momento es la mejor manera de evitar que terminemos otra vez en situaciones como esas.

Lindsay está sentada en el suelo cuando ingreso en la casa, armando un rompecabezas de princesa que probablemente Abraham le consiguió recientemente porque no lo había visto.

—Hola, Lind.

—Hola, volviste —Sonríe sin mostrar sus dientes.

—Por supuesto, solo fui con mi tía, ¿cómo pasaste el día? —Coloco mis llaves en la barra y la caja con las galletas—. ¿Qué tal la escuela?

—Mal, mal, mal —Balancea la cabeza de un lado al otro y yo sacudo la mía llevando mis manos a mis caderas.

—Igual tienes que volver el lunes.

—Mal —Frunce su nariz con disgusto y yo me inclino frente a ella, acomodo cuidadosamente el lazo en su cabello.

—¿Quién te peinó?

—Bram me dio el lazo, fuimos de compras —Levanto las cejas con un asentimiento. Eso explica el rompecabezas.

—¿Sí? ¿Almorzaron? —Asiente varias veces—. ¿Regaste tus plantas?

—No-oh.

—¿Pasearon a Kiwi?

—No, le dije a Bram que había muuucho sol —Me mira expectante como si necesitara saber si hizo lo correcto.

—Cierto, Kiwi es sensible. ¿Te falta mucho aquí? —señalo el rompecabezas y ella ladea la cabeza curiosa.

—¿Por qué?

—Porque si no te falta mucho, iré a saludar a tu hermano, luego regaremos tus plantas y pasearemos a Kiwi. ¿Te parece? —Asiente y arroja las piezas desordenadas dentro de la caja del rompecabezas, las que ya ha colocado se encuentran en una especie de madera plana, así que la coloca sobre la caja y luego la lleva cuidadosamente a su habitación.

—¿Qué haces? —cuestiona Abraham cuando ella pasa frente a su puerta.

—Isabella me va a llevar...

—¿A dónde? —Ella continúa hacia su habitación y yo avanzo hasta la de su hermano, deteniéndome en la puerta alzo una mano en saludo.

—Hola, ya volví. ¿Cómo estuvo su día sin mí? —cuestiono recargando el hombro en el marco de su puerta, su habitación no es muy diferente a la mía, todo neutro, blanco y crema. No es maniáticamente organizado, pero no vive en un chiquero.

La comisura de sus labios se levanta un poco en una sonrisa amable cuando sus ojos me encuentran.

—Hola, un poco desordenado. ¿Cómo te fue?

—Bien, un poco cansado —lo imito balanceando la cabeza de un lado al otro—. Dejo la invitación abierta para que vengan la próxima vez, Erick le sopló a la tía Gardenia que me casé y ahora quiere conocerlos.

—Ya veremos —simplifica encogiéndose de hombros.

—Llevaré a Lindsay a pasear a Kiwi luego de regar sus plantas. ¿Está bien?

—No hay problema.

—Bien, nos vemos en un rato —Hago un gesto de despedida antes de volver a la sala para esperar a Lindsay.

Mientras lo hago me pregunto si existe la posibilidad de que la tía Gardenia tenga razón. Sí, constantemente me encuentro mirando y sonriendo ante las cosas que Abraham hace por su hermana, pero eso no es suficiente para decir que me gusta ¿cierto? Es solo admiración por lo bien que se ha encargado de todo.

Cuando Lindsay y yo regresamos del paseo, Abraham ya está en la cocina preparando la cena, así que me traslado a mi habitación por una ducha y termino quedándome dormida sin pensarlo.

Despierto casi a medianoche sintiendo hambre por lo que me encamino a la cocina, mi cena se encuentra allí, pero la sala no está vacía.

—¿Te quedaste dormido? —cuestiono en un susurro un poco alto. Abraham desvía la vista del televisor, donde parece haber un dibujo animado japonés, para mirarme. Todavía lleva las gafas sobre el tabique de la nariz y la laptop en su regazo, pero la pantalla está apagada.

—No, ¿sucede algo?

—Solo tengo hambre —murmuro sentándome en uno de los banquillos—. Le encontraste diversión a ver las películas de Lindsay —me burlo por lo bajo y lo veo encogerse de hombros.

—Algunas son entretenidas —Un sonido bajo es mi única respuesta antes de dedicarme a comer en silencio, en cuánto termino lavo mis utensilios y planeo regresar a mi habitación, pero él se detiene frente a mí colocando una pequeña caja sobre la barra—. Te compramos esto.

—¿Por qué?

—Lindsay dijo que era bonita —Alzo las cejas y luego bajo la vista a la caja antes de abrirla, debajo de algunas capas de papel burbuja vislumbro el cristal perfectamente limpio, pero estampado de pequeños dibujos de pastelitos y trozos triangulares de pastel—. No se parece a la colección que tienes, pero pensé en ti cuando la vi.

'Está en los pequeños detalles'

No traje todas mis tazas, solo mis favoritas, no pensé que se diera cuenta de que las coleccionaba y no, esta no se parece, mis tazas de cerámicas son todas de colores pasteles y con formas desiguales, con diseños pequeños y coloridos, me gustan así, pero eso no quiere decir que esta no sea bonita. Es perfectamente circular y el platillo igual, también de cristal, tiene una escritura cursiva que leo en voz alta.

—¿La mejor 'horneadora' del mundo? —Suelto una risita, colocando la taza sobre el platillo cuidadosamente.

—Suena divertido.

—Definitivamente. Gracias, parece que se puede confiar en el buen gusto de los hermanos Roulsset —bromeo llevando la vista a sus ojos claros, Abraham me devuelve la mirada.

—¿Lo dudabas? Pensé que el hecho de haberte elegido a ti para casarnos era suficiente prueba —Entreabro los labios con un jadeo de fingida sorpresa.

—¿Eso fue un halago?

—Pretendía serlo —admite ladeando la cabeza.

—Aunque, ¿No fuiste tú quien se quejó de que solo me casara contigo por tu hermana? ¿Ahora resulta que la incluyes para decir que nos casamos?

—Ella viene conmigo en cualquier ecuación, así que debo incluirla —Mis labios se estiran en una pequeña sonrisa mientras asiento.

—Lo sé —susurro recogiendo mi taza, la enjuago antes de colocarla al lado de las otras en el estante—. Acabas de generarme un problema, Roulsset.

—¿Por qué?

—Porque ahora necesito tazas como esa para que esta no esté sola siendo de ese estilo —admito haciendo sobre salir mi labio inferior en un gesto ridículo que pretende ser adorable.

—Asumo la responsabilidad.

—Me alegra, ¿Cómo piensas resolverlo? —Arque una de mis cejas, él levanta un hombro para restarle importancia.

—Te compraré otras para que le hagan compañía.

—¿Seguro? No hablo de una o dos, necesito al menos nueve más.

—Lo haré, yo te las compro —simplifica cruzando los brazos sobre su pecho.

—¿Alardeando? —Se encoge de hombros con aire arrogante y yo ruedo los ojos—. No es necesario, estaba bromeando. Me voy a mi habitación, gracias por el regalo.

—Antes de que te vayas... Quería avisarte que Elanese irá mañana a casa de Olivia, llevará a su hijo —Frunciendo los labios ladeo la cabeza confundida.

—¿Debería saber quién es?

—Tuvimos una relación hace dos años, estuvimos juntos por dos y medio, por alguna razón nadie lo olvida en LIW y no quiero que pienses o alguien diga que quiero generar celos en alguna de las dos y termines creyendo que es así.

Lo está explicando y, sin embargo, siento malestar por el simple hecho de pensar en una de sus ex, no tiene sentido, me está diciendo que hace dos años, pero si nadie lo olvida en LIW es porque fue una relación memorable, probablemente eran la pareja perfecta.

Esta sensación agridulce me recuerda la manera en que me sentí cuando lo vi con su hermana —antes de saber que era ella— el sábado pasado y me siento mal.

Aclaro mi garganta e intento restarle importancia.

—Ah, yo...gracias por mencionarlo. De todas formas, no creo que pase.

—¿Exactamente qué?

—Celos, sentir celos —murmuro—. No son necesarios y no... hay razón para que sucedan.

—Ah, ¿no?

—No, buenas noches —Intento pasar por su lado, un poco enojada sin razón alguna, cuando sus dedos se envuelven en mi brazo para detenerme y me hace girar hasta que lo enfrento.

—¿Por qué? —indaga, trago para intentar aligerar el picor en mi garganta.

—Porque no soy celosa y porque nuestro matrimonio es falso —Una risa irónica abandona su garganta y el cosquilleo que sube por mi espina dorsal es nuevo esta vez.

—¿Sigues pensando que se quedará así?

—¿Pretendes que cambie?

—¡Maldita sea, sí! —Entreabro los labios con la respiración agitada ante la urgencia en su voz y la manera en que su expresión luce torturada. Mis latidos golpean con fuerza llenando mis oídos y mis palmas cosquillean.

—¿Por qué? Solo tenemos tres semanas casados... —Retira sus gafas con lo que leo como frustración antes de responder:

—Al parecer ese tiempo es suficiente para que me gustes.

El tiempo parece detenerse mientras lo observo y me devuelve la mirada, se siente como si mirara a un abismo que pretende tragarme completa y, por si no fuera ya de por sí arriesgado, me siento como si quisiera arrojarme allí.

Así que lo hago.

Llevando una mano a su cabello, hundo mis dedos en las hebras color miel empujando su rostro hacia abajo mientras me alzo sobre las puntas de mis pies para alcanzarlo. El segundo en que sus labios se encuentran con los míos es como una colisión de dos astros lo suficientemente brillantes como para llenar todo de chispas blancas que estallan tras mis párpados.

Sus labios son suaves, pero la urgencia con la que toma el control de un beso que yo inicié, desliza un cosquilleo desde mis pies hasta mi cráneo.

Amasa mis labios, los acaricia con su lengua, los atrapa uno por uno entre los suyos y cada uno de esos gestos no hace más que debilitar mis rodillas.

Coloca una mano en mi espalda baja atrayéndome hacia él, deslizo una de las mías sobre su pecho y él lleva la otra a mi cabello, ladeando mi cabeza a su antojo para deslizar su lengua dentro de mi boca, jadeo contra sus labios tan extasiada pero hambrienta que me cuesta alejarme para tomar aire.

No me deja ir de inmediato, sus dedos se aflojan en mi cabello y sus labios presionan pequeños besos sobre mi labio inferior y la comisura de estos antes de alejarse por completo.

Voy a culpar a la tía Gardenia de esto por poner historias en mi cabeza.

No es falso, Isabella, dilo.

—Lo estás complicando todo —murmuro en su lugar, abriendo los ojos para mirarlo.

—Nunca dije que me gustara lo fácil —masculla, suelto un suspiro y él desliza sus dedos bajo mi barbilla para obligarme a mirarlo cuando intento apartar la mirada—. Mírame y dime que sigue siendo falso para ti, que sigue igual que al inicio y que no sentiste nada por haberme besado, entonces nos quedaremos justo como estábamos...

—No puedo hacerlo —susurro con la respiración todavía agitada y él me observa expectante, me trago la sensación de miedo que me llena cada célula del cuerpo antes de añadir—: Parece que tres semanas son suficientes para que tú también me gustes.


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