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-Quiero que escribas una novela de amor.

Yoongi llevaba años trabajando con aquella editorial y siempre le habían pagado bien y había tenido éxito en cada uno de sus proyectos. Pero cuando su jefe, Jung Hoseok, le dijo aquellas palabras una tarde cualquiera, se quedó en blanco por primera vez. 

-¿Sucede algo?-insistió Hoseok-. El otro día me dijiste que te preocupaba estar estancándote, no evolucionar con lo que hacías. Y esto es un reto, ¿no? Es algo que nunca has hecho antes...

-¿Y no se te ha ocurrido que, a lo mejor, si no lo he hecho hasta ahora, es por algo...? No tengo ni idea del amor, Hoseok-se quejó Yoongi-. Nunca he estado con nadie, ni siquiera me he enamorado nunca, o lo que sea. Si escribo algo, parecerá jodidamente falso y será lo peor que he hecho en mi vida. 

-No tiene por qué. No eres un mal escritor. Hay una razón por la que tienes tanto éxito a pesar de tu juventud, ¿no? Y te recuerdo que los escritores trabajáis con la imaginación. ¿Te crees que los tipos que escriben novelas de aliens han visto aliens alguna vez? 

-Joder, ya lo sé, pero sería más auténtico si...

-Bueno-Hoseok se encogió de hombros-, si quieres, yo siempre estoy dispuesto a hablarte durante horas de mi novio y de todo lo que siento por él...El otro día, Jimin y yo...

-No es necesario, gracias. Ya me hablas del dichoso Jimin todos los días. Me las arreglaré como sea; no voy a rendirme antes de empezar. 

...

Había una playa de piedras blancas en las afueras de la ciudad que estaba casi siempre desierta. Yoongi no sabía exactamente que era lo que le evocaba, pero era su lugar favorito del mundo. Iba a sentarse en las piedras, o en el saliente de roca en el que estaba el faro abandonado, ligeramente torcido. Se podía subir hasta la torre, pues la puerta había sido arrancada hacía ya tiempo. Casi nunca lo había hecho, porque le angustiaba el espacio. Supuso que, si estuviera con alguien más, podría incluso resultar romántico. 

Pero a Yoongi no le importaba, porque le gustaba estar solo. Le gustaba que la playa de piedras blancas fuera su secreto. Se sentaba en cualquier sitio y pensaba, y la inspiración siempre terminaba por acudir a él. Tomaba notas en su pequeño cuaderno y a veces llevaba el ordenador portátil consigo y empezaba a escribir allí mismo, mientras el agua de la orilla acariciaba sus pies descalzos. Estaba en calma, siempre a solas. 

Un día cualquiera de otoño, todo cambió.

Cuando Yoongi llegó a la playa, había un chico trasteando con un lienzo y un caballete, tratando de colocarlos entre las piedras. Hacía mucho ruido, y el ruido molestaba sobremanera a Yoongi. Odió al instante a aquel desconocido que venía a turbar su paz...por lo menos hasta que este se giró hacia él con una sonrisa en el rostro y le pidió que le ayudara. 

Yoongi asintió, con gesto grave, y le ayudó a asentar el lienzo sobre la piedra. Después se alejó varios pasos para poder escuchar sus propios pensamientos, porque el joven hacía demasiado ruido para su gusto, sacando frascos de pintura y pinceles de su bolsa y caminando de un lado para otro. Desde lejos, sus pinceladas parecían ser hábiles, apasionadas, casi violentas. No eran trazos delicados, sino todo lo contrario. Se preguntó si sería un estudiante de artes o algo así, pero no dedicó mucho más tiempo a pensar en él, pues tenía trabajo que hacer. 

Habían pasado ya algunas horas cuando el chico se acercó a Yoongi con el lienzo a cuestas. 

-Hola-dijo, saludándole con la mano. 

Yoongi levantó la vista de su cuaderno.

-¿Qué quieres?-preguntó, sonando más seco de lo que pretendía.

-Umm. Solo quería enseñarte mi cuadro. Es decir, pensé que sería lo mejor por si te parece siniestro que te haya pintado. 

El chico le mostró el lienzo, de considerable tamaño. Aparecía el faro a un lado, más torcido incluso que el de verdad, y Yoongi sentado sobre la roca, de espaldas. Era apenas un detalle, pero estaba ahí. La playa era blanca, pero el cuadro estaba lleno de color, al igual que quién lo había creado, que tenía las mangas y las manos cubiertas de pintura. 

-¿Es óleo...?-preguntó Yoongi. 

-Acrílico-dijo el chico, negando con la cabeza sin perder la sonrisa-, si fuera óleo estaría manchadísimo ahora mismo y el cuadro se hubiera arruinado, porque tarda muchísimo en secarse, ¿sabes? No es bueno para la pintura rápida. 

-Lo estás. Manchadísimo, quiero decir-dijo Yoongi, sin cambiar de expresión. 

-Oh, ¿de veras?

-Sí, tienes amarillo en la cara. 

El desconocido se llevó las manos a la cara, y le preguntó a Yoongi varias veces si había conseguido ya limpiárselo. Yoongi le dio indicaciones, pero la mancha seguía allí, de modo que llevó la mano a su rostro y lo limpió él mismo con los dedos. Durante unos segundos, le miró directamente a los ojos y terminó por convencerse de que era el chico más bonito que había visto nunca. 

-Gracias-dijo el joven, sonrojándose un poco-¿Sueles venir por aquí...?

-Casi todos los días.

-Yo lo he encontrado hoy, y creo que volveré, porque es precioso. También me gustaría pintar el faro por dentro algún día. ¿Has entrado alguna vez...?

Yoongi asintió. No sabía si quería que el chico sin nombre volviese a su refugio para molestarle. Quizá, muy en el fondo, la idea no le desagradaba tanto. Pero tenía una novela que escribir, y un plazo para terminarla, así que las distracciones no eran del todo bienvenidas.

-Oye...No sé tu nombre-Yoongi ni siquiera entendía por qué lo había preguntado, si no tenía intenciones ni deseos de verle de nuevo.

-Taehyung. Soy estudiante de bellas artes. O sea, soy un poco mayor ya, pero me cambié de carrera porque mis padres querían que hiciera medicina y no me gustaba nada, y al final me busqué un trabajo para poder pagarme la carrera y hacer lo que yo quisiera. No sé por qué te estoy contando esto...-dijo Taehyung, con una risa nerviosa-¿Y tú?¿Cómo te llamas...?

-Min Yoongi. 

Taehyung se quedó en silencio, con gesto pensativo. ¿De qué le sonaba aquel nombre? Seguía sin tener pista alguna, aunque el nombre seguía martilleándole la cabeza, como si lo hubiera oído antes en alguna parte. Desde luego, le resultaba familiar...Se rindió finalmente, pues estaba a punto de anochecer y no había luz en los alrededores, por lo que la zona, ya de por sí escondida, podía resultar peligrosa. 

Ofreció a Min Yoongi llevarle en su coche, pero este se sonrojó e insistió en que podía volver andando. El camino a pie hasta su apartamento le dio más tiempo para pensar en la mecánica del amor. El amor no era cosa de lógica, o de pensar. Yoongi podía no haber sentido nunca un amor romántico, pero hasta ahí llegaba. Sin embargo, era incapaz de descifrarlo y se estaba haciendo un lío en la cabeza. Planeaba llegar a casa, servirse una taza de café o, tal vez, una copa de vino y ver películas románticas, para averiguar que era lo que le gustaba  a la gente. 

Después de todo, sabía que intentar enamorarse, forzarlo en un tiempo récord únicamente para escribir su novela a tiempo, era tan imposible como rídiculo. Como último recurso tenía a Jung Hoseok, hablándole durante horas de lo dulce que era su novio hasta que le doliese la jodida cabeza, porque el jefe de Yoongi nunca se callaba, especialmente cuando estaba hablando de su queridísimo Jimin.

...

Yoongi no esperaba que, a su regreso a la playa de piedras blancas al día siguiente, volvería a encontrarse con aquel chico de sonrisa cautivadora y belleza enigmática. 

Kim Taehyung.

Esta vez no había venido tan equipado, pues solo tenía un cuaderno algo grueso y una caja de acuarelas. La hoja que tenía delante estaba prácticamente vacía, con apenas un par de pinceladas sutiles de un azul líquido. Se volvió hacia él cuando escuchó sus pasos. 

-Me preguntaba si vendrías también hoy, Min Yoongi. 

Yoongi le saludó con una inclinación de cabeza. Todavía estaba un poco dormido, pues se había pasado toda la noche viendo películas de amor, sin llegar a descifrar la fórmula que buscaba. 

-¿Te importaría sentarte a mi lado? Me gustaría hacerte un retrato. 

Yoongi estuvo de acuerdo, aunque le daba algo de vergüenza posar. Había algo en Taehyung que simplemente convertía en tarea imposible el decirle que no. Se colocó a su lado, de manera que el chico pudiese apreciar su perfil. Yoongi no entendía del todo por qué querría retratarle a él, que se consideraba más bien discreto, cuando podía hacerse autorretratos cuando quisiese. Pero no le desagradaba su compañía, así que se quedó quieto, pensando, mientras Taehyung trazaba sus rasgos. La brisa y el sonido del lápiz sobre el papel eran lo único que se oía, hasta que el estudiante rompió el silencio.

-Ya recordé de qué me sonaba tu nombre. Eres escritor, ¿verdad...?

-Sí. 

Y a Yoongi se le ocurrió de repente que, ya que él le estaba ayudando con sus dibujos, tal vez Taehyung podría también hacer algo por él...

-Estoy un poco bloqueado ahora mismo-reconoció-. Estoy intentando escribir una novela de amor, pero resulta que nunca he estado enamorado y no tengo ni idea de como escribir algo así y que parezca auténtico. Ya sé que la autenticidad no es tan importante, porque a veces uno, al leer, busca evadirse de la realidad. Pero también buscamos vernos reflejarnos en los personajes y las situaciones, así que hay que encontrar un equilibrio. 

-¿Una historia de amor...? Casi todas las historias tratan sobre amor, tal vez sea más difícil escribir algo que nunca antes se haya hecho, supongo. A mí me gustan las historias que...no sé como explicarlo...que me generen todavía más ganas de amar y ser amado de las que ya tengo... No sé, supongo que es nostalgia, una especie de melancolía que no es mala del todo...El escritor eres tú, no se me da bien expresarme-rio Taehyung, algo nervioso.

-Creo que te he entendido-respondió Yoongi, sin mirarle-No respondas si no quieres, pero...¿has estado enamorado alguna vez...?

-Sí. 

-¿Y te importaría hablarme de ello?

-¿Por qué no? Tenemos todo el tiempo del mundo. Bueno, supongo que debería empezar por el principio. Lo conocí hoy haría tres años y dos semanas. Sí, llevo la cuenta. Son cosas que me pasan(a mí) cuando estoy enamorado. Me acuerdo de las fechas y me fijo en cada pequeño detalle. Sabía que Jungkook estaba confuso cuando abría los ojos muy, muy grande y se quedaba mirando al vacío. Era realmente adorable. Bueno, supongo que todavía lo es-Taehyung soltó un suspiro. 

-¿Cómo lo conociste?¿O sea, como fue vuestro primer encuentro?-Yoongi tomó algunas notas en su libreta, sin moverse demasiado para que Taehyung pudiese seguir retratándole-No voy a escribir nombres ni nada de eso, solo necesito ideas...

-Nos...nos conocimos en clase. Era un par de años menor que yo, porque había empezado la carrera justo después de acabar el instituto. Estaba bastante más centrado que yo, o por lo menos lo parecía, así que me acerqué a hablarle porque no me había enterado muy bien de dónde era la clase. Después nos sentamos juntos en clase y fuimos a la cafetería. Nos saltamos "Introducción a la escultura" porque se nos pasó el tiempo hablando de música-dijo Taehyung, sonriendo al evocar ese recuerdo.

-Y...¿cuando supiste que estabas enamorado de él...? O que te gustaba, o lo que fuera...

-Mmm-Taehyung se llevó las manos al rostro, pensativo, poniéndose perdido de pintura una vez más-...no lo recuerdo exactamente. O sea, me pareció guapo ya la primera vez que lo vi. Y después nos hicimos amigos. Cuando te enamoras de uno de tus amigos, es como...no sé, simplemente sucede, antes de que te des cuenta siquiera...Pasaba mucho tiempo con Jungkook, en clase y fuera, así que supongo que me acostumbré a él. A ver vídeos con él, a reírnos de cosas inapropiadas en medio de las clases teóricas de pintura, acompañarle hasta su casa y abrazarle cuando nos despedíamos... Y un día me di cuenta de lo mucho que significaban todas aquellas cosas para mí, pero no fue como una revelación o algo así, fue algo completamente natural...¿Tiene sentido?

-¿Y después de eso?-Yoongi estaba tan concentrado escribiendo notas que ya se había olvidado por completo de posar. A Taehyung no le importó demasiado, porque ya le quedaba poco para terminar el dibujo. 

-Bueno, le pregunté y él dijo que yo también le gustaba, así que empezamos a salir. Yo ya había salido con gente en el instituto, e incluso con una chica cuando empecé la carrera de medicina, pero nunca llegó un momento en que fuese plenamente consciente de estar enamorado. Al fin y al cabo, eso no es mas que una palabra. Una palabra no es suficiente para explicar todo lo que él me inspiraba...Si tuviera tus dotes de escritor, tal vez me atrevería a intentarlo. 

-Supongo que es necesario vivirlo para entenderlo. 

-Quieres que te hable de cómo terminó todo, ¿verdad? No te preocupes, ya apenas me duele. 

-Sí, estaría bien. Mi novela tiene que tener un poco de drama. Si no hay altos y bajos, no será interesante, ¿no crees? Siempre hay momentos muy duros en la vida en los que nos preguntamos...¿por qué...? Pero si no hubiese momentos malos, tal vez no seríamos capaces de apreciar los buenos en su justa medida. La felicidad no puede existir sin la tristeza.

-Tienes razón. A veces pienso que las relaciones siempre se terminan, o que no existe un "para siempre", porque el amor se acaba o cualquier otra cosa sucede, pero eso no es un motivo para no enamorarse de nuevo...Cuando estaba con Jungkook, a veces tenía miedo de eso. Me daba miedo porque mis padres se querían mucho cuando yo era un crío pero a medida que crecía, empecé a darme cuenta de las cosas...Mi padre empezó a salir más de lo acostumbrado y en un par de ocasiones oí llorar a mi madre. Siguieron juntos, pero ya no se besaban delante de mí. Mi hermana pequeña y yo odiábamos verlos besarse, pero aquello era mucho peor. Sé que no es nada del otro mundo, que a mucha gente le pasa, pero creo que aquello arruinó mi confianza en las personas. Yo era un poco celoso, tal vez porque estaba inseguro, o porque era incapaz de confiar en él por mucho que le quisiera. No me malinterpretes, nunca le prohibí salir ni le dije que fuese mío y solo mío. Detesto esas cosas. Intenté explicárselo, pero creo que nunca llegó a entenderlo del todo. Le molestaba que yo no pudiese confiar del todo en él. Y joder, yo sé...yo sé que no era culpa suya...pero esa fue una de las pequeñas cosas que nos separaron. 

Yoongi continuó tomando notas. La voz de Taehyung sonaba, de repente, más afectada y conmovida que antes, casi rota...

-No me arrepiento de nada, ¿sabes? Hay gente que se arrepiente de haber amado, porque consideran que no vale la pena, o porque quizá la otra persona les hizo más mal que bien, o porque mermó su autoestima, o algo así. Ninguna relación es perfecta. Jungkook siempre fue bueno conmigo, aunque tuviéramos nuestros desacuerdos. Creo que, si valorase las cosas buenas y las comparase con las no tan buenas...creo que determinaría que él me hizo feliz durante el tiempo que pasamos juntos. Así que, si volviera a nacer, volvería a enamorarme de él otra vez. Él acabó la universidad el año pasado, pero yo repetí curso porque la carrera era demasiado académica para mí. El arte significa libertad, tal y como yo lo veo, así que quise ser fiel a mí mismo. Esa fue una de las cosas que nos separó, porque él se marchó a Seul a continuar con sus estudios y yo tuve que quedarme aquí. Para ser sincero, no sé si le habría seguido. Después de todo, uno no puede renunciar a sus propios sueños por amor. Si lo haces, no creo que se trate del amor adecuado. Si no tienes sueños, supongo que está bien, pero por aquel entonces yo sí los tenía...

-¿Él rompió contigo? No contestes si no quieres...

-No, fue algo mutuo, creo. Yo todavía le quería, pero era consciente de que ya éramos algo así como un barco a la deriva. Íbamos a hundirnos tarde o temprano, y lo que teníamos se estaba acabando. Ya no existía esa necesidad de besarnos, esa urgencia de tener las manos sobre el otro, casi sin poder evitarlo...Así que supongo que tomamos la decisión correcta. Le escribí hace poco para saber como le iba en Seul. Me dijo que se estaba adaptando mejor de lo que esperaba, y que vendría a pasar unos días en vacaciones y podríamos reunirnos para tomar un café. Ya no será lo mismo que antes, pero supongo que podemos ser amigos...

-Creo que ya es suficiente-dijo Yoongi-. Perdona por todo esto. Seguramente te haya parecido muy extraño que te interrogue sobre cosas tan personales como si fuese una encuesta científica...

-No importa. Tú has posado para mí, de todos modos. Y tienes un perfil muy bonito. 

-No ha sido nada-dijo el escritor, ruborizándose-. No me cuesta posar, pero creo que a ti si te ha costado hablarme de todo esto. 

-La herida esta reciente-admitió Taehyung-, pero creo que me ha venido bien soltarte todo ese rollo, así que no es necesario que te disculpes. Si sientes la necesidad de compensarme, me gustaría que subieras conmigo al interior del faro.

-Vamos-Yoongi se levantó de un salto. 

Taehyung le siguió, con los zapatos en la mano, a través de la playa. La puerta del faro estaba cubierta de telarañas, y el interior tenía una interminable escalera de caracol a través de la cual se accedía a la torre. Esta estaba oscura, también llena de grietas y hiedra en las paredes. Taehyung se sentó en el suelo, cansado de subir escaleras. El desnivel era más notable que nunca, pero no le importó. Aquel lugar tan lúgubre le resultaba romántico y evocador. 

-¿Sabes, Min Yoongi...? Si yo fuera tú, escribiría una escena de amor que tuviera lugar en un sitio como este. O sea, solo es una idea, pero imagínatelo...Los personajes podrían estar paseando y hablando de mil cosas, se les pasaría el tiempo y llegarían a un lugar donde nunca han estado antes. Un sitio abandonado, de esos que te hacen preguntarte de qué habrán sido testigo estas paredes. Este lugar tenía luz, y seguramente aquí había un farero que guiaba a los barcos, a los marineros, a tierra firme...Quién sabe, tal vez incluso llegó a enamorarse de una sirena...

-Las sirenas no existen, Taehyung-dijo Yoongi, riendo. 

Estaba de espaldas, mirando por la ventana. El mar parecía una inmensidad azul y lejana, por lo menos visto desde las alturas. Taehyung se acercó a él, consiguiendo que Yoongi separase los ojos del océano y de la luz del mediodía. 

-Supongo que sería una escena muy conmovedora. Podrían ver atardecer desde aquí. Escribiré un primer beso, o una despedida...

-¿Y qué tal las dos cosas a la vez?-sugirió el más joven-. Un primer beso con sabor a despedida. Tal vez no se hayan atrevido a decirse todavía lo que sienten, pero tienen que hacerlo porque es ahora o nunca, porque uno de los dos tiene que irse. 

-Tengo un problema con eso-Yoongi estaba siendo completamente sincero, pero también era innegable que tenía segundas intenciones-; no tengo ni idea de cómo describir un beso porque nunca he besado a nadie. Nunca he sentido ese deseo, no he encontrado a nadie a quién quisiera besar y, si lo he hecho, esa persona jamás sentía deseos de besarme a mí...

-¿Puedo...?

Yoongi ni siquiera sabía cómo había ocurrido, pero las manos largas y bonitas de Taehyung estaban sobre el cuello de su camisa, y él se encontraba mirando directamente sus labios. Asintió, fingiendo más calma de la que en realidad sentía. Sabía perfectamente lo que estaba a punto de pasar y, aunque no hacía ni un día que conocía a Taehyung, confiaba en él y todo se sentía correcto...

El beso fue gentil al principio, casi como si Taehyung tuviese miedo de romperle. Fue el propio Yoongi quién lo profundizó. Quería más, porque desde luego no se sentía tan vacío como él había temido. Era como si encajara perfectamente en sus brazos. Tae llevó las manos a la cintura de Yoongi, con timidez. 

El sol estaba en el cielo y era casi la hora de comer. No era la hora más romántica del día, pero se habían olvidado de todo lo que no fueran ellos dos. Cuando por fin se separaron, Tae reiteró la oferta que le había hecho el día anterior de llevarle a su casa en coche. Esta vez, Yoongi aceptó. 

No dijeron mucho durante el trayecto, pero Taehyung se volvió a mirarle un par de veces, sonriendo, y aquello fue más que suficiente. Yoongi le dio un par de indicaciones y llegaron pronto a su apartamento.  

Después de aparcar y cerrar el coche, en silencio, Taehyung siguió a Yoongi al interior de la casa. No habían hablado de ello antes, pero también sabían que iba a suceder. ¿Y por qué no? Los dos lo deseaban. 

A Yoongi le costó introducir las llaves en la cerradura, porque le temblaban las manos y Taehyung estaba besándolo de nuevo. Era hasta cierto punto surrealista, porque ni siquiera lo conocía y, además, era demasiado atractivo para estar con alguien como él, que ni siquiera sabía como besar. Pero era obvio que ambos estaban en el mismo punto, y, de hecho, era Tae quién había iniciado el contacto y quién tenía, en aquel momento, el control de la situación. Yoongi se dejaba hacer, porque el joven era apasionado, pero también delicado y considerado con su falta de experiencia. 

-Aquí está la habitación-dijo. Sonó casi como si estuviese tratando de venderle el piso, porque estaba bastante nervioso. Como antes de que se besaran por primera vez, los dos parecían saber perfectamente lo que estaba a punto de suceder.

Taehyung se echó a reír y entraron en el cuarto, pequeño y con decoración bastante discreta. Yoongi se dejó caer sobre la cama, tentándola para comprobar lo cómoda que era, a pesar de que pasaba varias horas al día tumbado en ella. Taehyung se inclinó sobre él para besarle de nuevo en los labios y después en el cuello, mientras iba desabrochando su camisa. 

Yoongi sintió un impulso repentino de preguntarle si era la primera vez que estaba con alguien después de haber roto con el tal Jungkook, pero ni una sola sílaba abandonó su boca. No era el mejor momento para hablar del ex del chico, teniendo en cuenta que ni siquiera parecía haberlo superado del todo. 

Con algo de reserva y timidez, también llevó las manos al cuerpo de Taehyung para deslizar la camiseta por su torso hasta quitársela del todo y lanzarla lo más lejos posible. El joven sonrió por enésima vez, y siguió sonriendo mientras le besaba, deslizándose por su abdomen mientras seguía desvistiéndole, exponiendo su blanca piel...

Yoongi se olvidó de todo lo que no fuera él, de todo lo que no fuera el tacto de sus labios, sus manos sobre su piel. Entraba una brisa fresca a través de la ventana semi abierta, pero el cuerpo del chico se sentía cálido sobre el suyo...

(...)

Los dos habían caído rendidos tras haber comido algo de pizza en la cama, y había migas por todas partes. Eran algo más de las cinco de la tarde cuando Yoongi abrió los ojos con dificultad. Le apetecía hacerse algo de café, pero quería preguntarle a Taehyung si le gustaba tomarlo con leche o con una cantidad determinada de azúcar. Al darse la vuelta sobre las sabanas, no lo encontró ya a su lado. 

Tampoco estaba en la cocina, ni en la sala. Había dejado una pequeña nota pegada a la puerta. Era un dibujo a lápiz, de trazo rápido, que representaba a Yoongi, dormido. Le dio la vuelta al papel, pero no había nada escrito. Ni siquiera su número de teléfono. 

Tal vez aquello no había significado nada para Taehyung, y Yoongi ni siquiera podía culparle. Tal vez no estaban, después de todo, en el mismo punto. Se cubrió con la camisa del pijama y se dirigió a la cocina, dispuesto a prepararse un café bien cargado. Sentía un nudo en la garganta, en el corazón, en el estómago... Era una sensación amarga, por mucho que Yoongi supiera que no tenía derecho a sentirse así por un extraño con el que había coincidido apenas dos veces. 

A la mañana siguiente regresó a la playa, pero estaba solo, como siempre. 

Allí, sentado sobre los guijarros blancos, escribió las primeras líneas de su novela.


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