
▪️8 ▪️
NARRADOR.
Heather estaciona su automóvil frente a la mansión. Los tres descienden del vehículo y se observan entre sí, cada uno con diferentes preguntas en mente.
—¿Desean entrar? —pregunta Brooke, tratando de ocultar su tristeza tras una sonrisa.
—Por supuesto.
Los dos la siguen hasta la entrada, y al abrir la puerta, Brooke recuerda las palabras de Sol: «Hay algo en la mansión, mi caída no fue un accidente, no lo fue».
—Brooke, ¿sucede algo? Has estado actuando de manera extraña desde esta mañana —comenta Brad, visiblemente preocupado.
—Estoy bien, por favor, pasen. Ahora que hemos organizado y limpiado la casa, creo que merecemos disfrutar de una película.
—Llamaré a Ron y Zoe para que traigan aperitivos y bebidas —comenta Heather mientras observa la pantalla de su teléfono.
—Excelente idea; yo me encargaré de preparar una ensalada —les dice Brooke, dirigiéndose hacia la cocina y mirando a su alrededor en busca de lo que necesita.
Los jóvenes se acomodan en los sofás de la sala y intercambian miradas, cuestionándose el motivo del comportamiento peculiar de Brooke.
—Parece que la partida rápida de su amiga le ha afectado considerablemente.
—Es probable, aunque me da la impresión de que hay algo que no nos ha compartido —confiesa Brad en tono bajo.
—¿De verdad crees eso?
—Desde que entró a ver a Sol esta mañana, ha estado actuando de manera distinta.
—En algún momento le haremos la pregunta, por ahora, dejemos la tranquila y llamemos a nuestros amigos, ¿de acuerdo?
—Sí, tienes razón, Heather.
En ese instante, Brooke se encuentra cortando fruta con cierta ansiedad. Es consciente de que algo extraño acontece en la mansión; desde el primer día de su llegada, ha tenido la inquietante sensación de que algo la observa en todo momento.
Ella está tan absorta en sus pensamientos que no se da cuenta de lo que está haciendo y, accidentalmente, se corta las yemas de los dedos con el cuchillo, lo que provoca que suelte un grito de sorpresa.
—¡Dios mío! —exclama, dejando caer el cuchillo al suelo. Se mira la mano y observa cómo la parte superior de sus dedos comienza a sangrar; las gotas rojas resbalan por su palma y caen sobre su pantalón gris.
Él la observa con atención, oculto en una de las esquinas de la cocina, consciente de lo que ha provocado, es responsable del corte que ella se hizo en la mano. Le fascina incomodar a Brooke, especialmente porque la pelirroja no comprende sus mensajes. Le advirtió que se marchara y parece que la joven no lo tomó en serio; por lo tanto, él planea atormentarla hasta que ella decida irse por voluntad propia.
En ese momento, entra a la cocina un joven rubio de ojos celestes. Él realmente no comprende por qué Brooke muestra interés en ese chico; le recuerda a Bethany y su predilección por relacionarse con chicos rubios que se consideran superiores, pero que en realidad son despreciables. La única diferencia esta vez es que no permitirá que nadie le arrebate lo que le pertenece.
—¿Te encuentras bien, Brooke? —el joven rubio se detiene frente a ella y examina la herida en su mano—. Debes tener cuidado, podrías haberte causado un corte más grave.
Ambos intercambian miradas y, en ese instante, parece como si el tiempo se detuviera; sin embargo, la realidad es distinta, ya que él continúa observándolos. No le agrada la proximidad del joven hacia la pelirroja. Aunque no desea causarles más daño del necesario, el rubio está a punto de recibir una lección importante. Aprieta los puños y, lleno de furia, atraviesa la ventana.
Una de las ventanas se abre de golpe, y el viento atrae de inmediato la atención de Brooke y Brad. Él se acerca para cerrarla, mientras ella le sonríe con ternura.
—Gracias, Brad.
—No hay de qué, Brooke. ¿Vamos a ver la película?
—Por supuesto, vayamos.
Ambos salen de la cocina con una sonrisa cómplice, lo que provoca aún más enfado en él.
Sube al segundo piso de la mansión, cruza la puerta y contempla su reflejo en el espejo, sosteniendo un cuchillo en su mano mientras una sonrisa sádica se dibuja en su rostro.
«Sabes lo que debes hacer, siempre lo has sabido, incluso cuando estabas vivo deseabas hacerlo; querías acabar con la vida de tu mejor amigo», afirma una voz al otro lado del espejo.
—Y jamás lo hice. Ahora su hijo está poniendo a prueba mi paciencia, pero sinceramente, creo que... él no merece sufrir las consecuencias por los actos de su padre.
«¿Realmente piensas así?», observa su reflejo moverse por la habitación y su risa destila malicia. «Mírate a ti mismo, ese hombre te destruyó, tus amigos no eran lo que aparentaban ser y te han dejado solo. ¿Y no piensas en darle una lección al hijo de Cameron? Me das lástima, muchacho».
—Por supuesto que todos pagarán, no dejaré que se salgan con la suya. He sido responsable del incendio en la casa de Justin y de la muerte de Carlo en el accidente automovilístico.
Se escucha un profundo silencio, seguido de un susurro que dice:
«El odio se intensifica en tu interior, tal como lo anticipé; pronto no habrá ni un atisbo de compasión en ti, y será en ese instante cuando ambos recuperemos nuestra esencia».
—Después de todo, tendré la oportunidad de quedarme con Brooke. Ella posee las cualidades que busco: fuerza, resiliencia y valentía.
La voz en su mente responde:
«Puedes optar por ella si así lo prefieres, pero ten presente que no debes permitir que surjan sentimientos. Involucrar emociones nos convierte en seres débiles y vulnerables; sentir es destructivo».
—No tengo sentimientos por ella, simplemente deseo que esté a mi lado por un tiempo; será una compañía temporal hasta que pierda interés. Jugar con esa joven inocente será una experiencia entretenida y emocionante.
†††††
En la sala de estar, los jóvenes están disfrutando de una película de acción mientras comen aperitivos y beben ponche de frutas.
Brooke no puede dejar de reflexionar sobre Sol y lo que le compartió; siente la necesidad de investigar si, efectivamente, alguien la está acechando y, de ser así, detener esa situación, aunque alberga serias dudas sobre la veracidad de sus palabras.
«Brooke», oyó susurrar nuevamente tras la pared, lo que la hizo sobresaltarse y tomar la mano de Brad de manera instintiva.
—¿Escucharon eso?
—¿Escuchar qué? —pregunta Zoe.
«Brooke», vuelve a susurrar una voz, esta vez desde el pasillo.
—Eso, ¿acaso nadie más lo escucha?
—No entendemos a qué te refieres, Brooke —responde Ron, con una expresión de confusión.
«¿Te sientes asustada, Brooke?», el susurro se hace audible nuevamente, ahora muy cerca de su oído.
Ella se vuelve, pero no hay nada detrás, solo observa la pared y los cuadros enmarcados con fotos familiares.
«Vamos a jugar, Brooke», vuelven a susurrar. «Ven a buscarme».
—¡Basta, déjame en paz! —grita, alterada, provocando que sus amigos se sobresalten y la miren con preocupación.
«Solo sigue mi voz, Brooke, escúchame», repite el susurro, y pronto siente cómo algo sopla cerca de su cabello.
—¡Ya basta, silencio! —se levanta del sillón y se cubre los oídos, repitiendo una y otra vez—. ¡Basta!
—Amiga, ¿qué te sucede?
Zoe la toma del brazo, pero Brooke se zafa bruscamente, alejándose de ella.
—No sucede nada, es... simplemente no me deja en paz.
—¿Qué es lo que no te deja en paz? —pregunta Ron.
—La voz —responde ella, mirando a su alrededor.
—¿Qué voz? —interroga Heather.
—Es él, me atormenta, quiere que me marche y no comprendo el motivo.
—¿De quién estás hablando? Solo estamos nosotros aquí contigo.
—No me comprenden, hay alguien más, es el... está aquí. Ahora entiendo lo que Sol dijo… tenía razón.
—Brooke, necesitas descansar —intenta Brad tomar su mano, pero ella se aparta, retrocediendo un paso.
—Solo váyanse, déjenme sola, necesito estar sola.
—No podemos dejarte en ese estado.
—Por supuesto que pueden, así que váyanse. Estaré bien.
—¿Estás segura? —preguntó Heather, visiblemente preocupada.
—No la dejaremos sola, no te dejaré sola, Brooke —aclaró Brad, mirándola fijamente.
—Quiero que todos se vayan. Mañana hablaremos.
—Vámonos, chicos. Esta es su casa, no la nuestra. Si ella desea estar sola, debemos respetar su decisión —exclamó Zoe, dirigiéndose a los demás.
—Pero...
—Brad, por favor —le pidió Brooke con un tono más sereno.
—Está bien, pero si sucede algo, nos avisas.
—Lo prometo.
Todos abandonan la casa, ella cierra la puerta, se apoya en ella y se desliza lentamente hasta sentarse en el suelo.
—¿Estás aquí, verdad? No sé quién o qué eres, pero estoy segura de que me estás escuchando.
En ese momento, se cuestiona: «¿Acaso estoy perdiendo la razón?».
En el segundo piso, detrás del espejo dorado, se halla aquel joven, apoyando su mano sobre el piano blanco mientras suspira.
—No, Brooke, no estás perdiendo la razón —responde él, con los brazos apoyados en el piano, observando la tenue luz de la noche a través de la ventana—. Soy un fantasma, aún no puedes verme, pero cuando lo hagas, será demasiado tarde para detenerme.
Una lágrima se desliza por su mejilla y siente un profundo vacío en su interior. No desea que el mal se apodere de él, pero es inevitable experimentar tanto odio. Su ansia de venganza supera cualquier otro sentimiento. Pronto dejará de ser A.D.R., y el fantasma de su pasado lo transformará en la pesadilla más temida por aquellos que se atrevieron a hacerle daño.
—Esta sensación es extraña; no estoy vivo, pero tampoco estoy muerto, lo que me convierte en una amenaza aún más peligrosa.
Extrajo el cuchillo de su sudadera y lo observó, intacto y sin manchas de sangre. Aún no ha ensuciado sus manos, pero no pasará mucho tiempo antes de que lo haga; pronto, la hoja del cuchillo se manchará con la sangre de la siguiente persona en su lista.
A medida que alguien cae, su poder crece; el miedo se convierte en su fortaleza. Pronto dejará de ser un mero recuerdo para transformarse en una presencia tangible, verdaderamente real.
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