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▪️6▪️

BROOKE.

Por la tarde, regresé a la mansión y abrí la puerta principal. Al entrar, observé a mi alrededor; todo parecía tan normal y la casa se encontraba en completo silencio.

Estaba a punto de subir las escaleras cuando el sonido de un teléfono sonando en la sala de estar me detuvo. Caminé hacia allí, descolgué el auricular y, al otro lado de la línea, solo reinaba un profundo silencio. Pocos segundos después, escuché la respiración de alguien que susurraba mi nombre: Brooke. Al oírlo, mi respiración se aceleró de inmediato.

—¿Quién es? —pregunto, pero no obtengo respuesta. Al escuchar el clic de la llamada al finalizar, aparto el teléfono de mi oído y frunzo el ceño, confundida—. ¿Qué ha sucedido?

Al dirigir mi mirada hacia la puerta principal, me doy cuenta de que está entreabierta. Tenía la impresión de haberla cerrado hace unos minutos; ¿o tal vez no lo hice?

«Brooke», repiten mi nombre desde el otro lado de la puerta.


Me acerco con pasos pausados, el sonido de la madera cruje a cada paso que doy y el viento nocturno agita mi cabello. A través de la ventana, observo cómo los arbustos se mecen al compás del aire.

—Qué extraño —murmuro para mí misma mientras cierro la puerta con el cerrojo.

Subo las escaleras con calma, reflexionando sobre quién habrá llamado a estas horas de la noche. Lo más razonable sería pensar que se trata de una broma.

Al entrar en mi habitación, suelto un largo suspiro. Antes de acostarme, me vuelvo con curiosidad hacia la ventana, y tras apartar la cortina, observo detenidamente al otro lado de la calle, cerca de un gran árbol, frente a la casa de la vecina. Allí, hay alguien que parece estar mirando en dirección a la mansión. Un escalofrío recorre mi cuerpo y siento cómo se acelera mi pulso. Decido cerrar la cortina y trato de no darle importancia, aunque, sinceramente, empiezo a sentirme angustiada.

Me dejo caer sobre la cama y reflexiono sobre los acontecimientos del día; nunca había experimentado tanta confusión en mi vida como la que vivo en este momento.

†††††

Él.

Observo a la joven pelirroja que se encuentra frente a la ventana de la habitación. Sus largos cabellos rojizos se agitan con la brisa de la madrugada y su tez pálida luce tan blanca como la nieve. A esa distancia, parece que me está mirando, y tal vez no me equivoque, quizás realmente está fijando su atención en mí.

Esta noche tengo la intención de visitar a uno de mis viejos amigos; ya no deseo ser un simple recuerdo del pasado. De hecho, espero ser recibido con el mismo entusiasmo de antaño.

Recorro la senda iluminada por la noche, contemplando la sutil luz de las estrellas y evocando fragmentos de mi pasado, antes de haberme transformado en lo que soy ahora.

Flashback...

—Eres realmente increíble, ¿lo sabías? —comenta ella, envolviendo mi brazo con ternura.

—Me lo dices con frecuencia, Bethany, ¿podrías contener un poco tu lado romántico?

—Querido, hemos estado juntos un mes y a veces me haces dudar de si realmente me quieres lo suficiente —dice, haciendo un puchero que la hace ver adorable.

—Por favor, Beth, sabes cuánto te valoro. Te lo digo de corazón: eres extraordinariamente especial, y por eso te aprecio tanto.

Ella me ofrece una sonrisa luminosa, un destello brillante en sus ojos.

—Te quiero muchísimo —dice mientras me abraza, envolviendo mi torso con sus delicados brazos.

—Yo a ti, Bethy, mi amada y cariñosa novia —le respondo, rodeando sus hombros y depositando un suave beso en su frente con ternura.

Inhalo el dulce aroma de su cabello y cierro los ojos, disfrutando del momento, uno de los últimos que compartimos juntos.

**

Incluso ella me dejó, me olvidó; aún me cuesta comprender qué fue lo que hice mal para que me trataran de esa manera. Siento un profundo resentimiento hacia ellos por lo que me hicieron, y considero que deben enfrentar las consecuencias de sus acciones. No descansaré hasta que eso suceda.

Lo que más me perturba es el parecido entre Bethany y Brooke: la misma sonrisa y las mismas expresiones. Cada gesto de la pelirroja me recuerda a mi adorada rubia de ojos celestes. La quise de verdad, pero ella arruinó todo desde aquel día y también deberá afrontar las consecuencias por traicionarme.

Me detengo frente a un bar que conozco bien. Al notar el automóvil de mi antiguo amigo Carlo, me acerco con determinación y pongo en práctica mi estrategia. Procedo a desactivar los frenos y a pinchar una de las llantas con un cuchillo afilado. Una vez ejecutada la acción, sonrío con satisfacción y me oculto en la penumbra de los árboles circundantes.

Mantengo la mirada fija en la puerta del bar, aguardando pacientemente su salida. Después de algunas horas, Carlo emerge del establecimiento, sosteniendo una botella de cerveza y manteniendo una animada conversación con dos hombres. Descendiendo los escalones y apoyándose en el barandal, lanza la botella de vidrio hacia uno de los árboles cercanos, maldiciendo en voz baja. Se aproxima a su automóvil y busca con torpeza las llaves en sus bolsillos, tambaleándose hasta que cae bruscamente al pavimento.

—Joder —exclama, visiblemente molesto, mientras se aparta el cabello de la cara.

Este individuo no ha experimentado ningún cambio; continúa siendo el mismo imprudente alcohólico de siempre. En aquel entonces teníamos dieciocho años, y ahora, tras transcurrir quince años, me doy cuenta de que tanto Justin como Carlo han quedado marcados por el tiempo.

Me alegra mucho saber que su vida está tan jodida como la mía. Ellos se lo buscaron y se merecen esto. Justin merecía morir en llamas y Carlo merece una muerte más lenta por haber sido el primer traidor. Quiero que se arrepienta de lo que hizo, que suplique por morir, que nadie pueda salvarlo, que la culpa esté presente en su consciencia hasta el último segundo. Yo perdí mi vida y ahora le arrebataré la suya; lo menos que merece es sufrir un accidente automovilístico.

Carlo mira en dirección a los árboles, pero parece no percatarse de mi presencia. Se sube a su auto y enciende el motor, ignorando que su viaje lo conducirá directamente a su perdición.

—Nos encontraremos en la otra vida, viejo amigo —expreso con una sonrisa cargada de venganza.

Me doy la vuelta y camino con calma hacia mi hogar, donde solo espero recibir la noticia de su fallecimiento. En ese momento, podré disfrutar de la satisfacción de haber destruido lo poco que quedaba de nuestra amistad. Él ya ha sido eliminado de mi lista, solo quedan tres; tres más y habré completado mi objetivo.

Ellos perderán la vida, y yo recuperaré la mía. Aunque algunos me consideren un asesino, nadie podrá culpabilizarme por ello. Por esta razón, es fundamental que Brooke permanezca con vida; ella será mi única vía de escape, ya que no me queda ninguna otra alternativa.

†††††

BROOKE.

A la mañana siguiente, desperté con un intenso dolor de cabeza. Para aliviarlo, tomé dos pastillas y decidí darme una ducha para relajarme.

El agua caliente fluye de la regadera, deslizándose suavemente por mi cuerpo. Cierro los ojos, disfrutando de la calidez del agua en mi rostro y en mi piel. Mientras enjuago mi cabello, escucho de fondo una de mis canciones favoritas.

Al finalizar mi ducha, envuelvo mi cuerpo con una toalla y utilizo la otra para secar mi cabello. Al abrir la cortina de flores que separa el lavabo de la ducha, me doy cuenta de que a mi alrededor no hay vapor, lo cual resulta desconcertante, ya que el agua caliente normalmente genera vapor, y en esta ocasión no hay rastros.

Me dirijo al lavabo, agito mi cabello y me miro en el espejo, que está empañado por el vapor casi imperceptible de la ducha. Sin embargo, lo más inquietante es la frase grabada en el cristal: «No debes quedarte aquí». Al leerla, mi corazón se acelera y mis manos empiezan a temblar.

Salgo del baño y miro a ambos lados del pasillo, pero no encuentro nada. Al observar el suelo, noto marcas de zapatos que se dirigen al fondo del pasillo, hacia la última habitación, donde se encuentran el piano y el espejo.

—¿Acaso me estoy volviendo loca? —susurro, frunciendo el ceño.

Una hora más tarde, salgo de la mansión con el bolso en la mano, consultando la hora en mi reloj.

—¿Te vas ya? —me sobresalto al escuchar la voz de Brad, que se encuentra algunos pasos más adelante.

—Sí, hoy le darán el alta a Sol y quiero estar allí con ella. Ayer la noté muy alterada y tengo que preguntarle qué fue lo que ocurrió.

—De cualquier manera —acerca su mano a la mía y acaricia mi palma con sus dedos suaves—, me tienes a mí, Brooke.

Le ofrezco una sonrisa cálida y con mi mano libre revuelvo su cabello rubio. Bradley tiene una mirada tan hipnotizante que cualquier chica se perdería en el océano de sus ojos; incluso yo me dejaría llevar por su encanto si continúa sonriéndome de esta forma. Es curioso cómo su sola presencia me transmite tranquilidad; a su lado, me siento segura.

—¿Te gustaría que te acompañe?


—Nada me agradaría más que tenerte a mi lado en estos momentos.

—Entonces, vayamos, la estación de autobús está cerca.

Ambos avanzamos juntos en un completo silencio, su mano aún entrelazada con la mía. Él me observa con discreción, y no puedo reprocharle eso, pues yo lo miro de la misma manera.

Las flores de otoño caen sobre nosotros, sincronizadas de manera perfecta con los latidos de mi corazón. Siempre he sido una persona difícil de conquistar; en toda mi vida solo me he enamorado una vez, y esa persona era completamente diferente a Bradley. Sin embargo, en este momento, siento esas típicas mariposas en el estómago, y no puedo negar que Brad me atrae sinceramente.

—El día del accidente, parecía que tenías un sólido conocimiento sobre lo que hacías. ¿Estudias medicina?

—Estoy considerando hacerlo. Mis padres son médicos y desde que era niño, me han transmitido conocimientos básicos.

—Debió ser una experiencia increíble.

—Si tú lo consideras así, yo la calificaría como una experiencia agotadora. He estudiado intensamente desde que cumplí quince años. Con el tiempo, he aprendido que cada vida es valiosa y deseo dedicarme a salvar vidas. Y, si es posible, en un futuro, también anhelo ser parte de tu vida.

Su comentario provoca un acelerado latido en mi corazón; me ha sorprendido por completo. Para disimular mis nervios, le ofrezco una sonrisa de sorpresa.

—Hace muy poco tiempo que nos conocimos, pero sinceramente, a mí también me gustaría formar parte de tu vida, Brad. Agradezco mucho que estés aquí y me acompañes.

— No hay de qué.

Reclino mi cabeza sobre su hombro mientras continuamos caminando entre de sonrisas y bromas. Puedo sentir la calidez del sol sobre nosotros; el camino está cubierto de hojas marchitas en tonos naranjas. Sin lugar a dudas, el otoño es mi estación favorita del año, y siempre lo será.

†††††

NARRADOR.

Mientras ellos disfrutaban de uno de sus momentos más significativos, él los observaba desde las sombras de los árboles, llenándose de envidia y rabia. La felicidad que irradiaban juntos le resultaba profundamente desagradable.

Sentía como si le estuvieran arrebatando algo que consideraba suyo. Brooke le pertenecía desde el instante en que lo liberó; ella ocuparía el lugar de Bethany y, en poco tiempo, estarían juntos. 

A pesar de que en este momento él es solo un espectro, continúa experimentando emociones, y su helado corazón le susurra que la pelirroja, tarde o temprano, será suya, sin importar el precio a pagar.

—Tu alma y tu corazón me pertenecerán, Brooke; serás mía —sus ojos celestes destilan un brillo siniestro.

Él alborota su cabello con ambas manos, inclinando ligeramente la cabeza, y observa por última vez la mano de la pelirroja entrelazada con la del otro chico. Suelta una risita burlesca y afirma:

—Pronto, la mano que sostendrás será la mía.

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