
▪️17▪️
Tras escuchar sus palabras, opté por guardar silencio, al igual que él. Permanecimos allí, inmóviles, escuchando el sonido de las ramas de los árboles chocando contra la ventana.
Deseaba preguntarle por qué había elegido ese momento para revelarme aquello; anhelaba acercarme a él. Sin embargo, supe que no era el instante adecuado. No dije nada, pues su expresión ya reflejaba un profundo desasosiego y confusión. Su mirada, perdida en el vacío, no lograba encontrarse con la mía.
¿Qué estaba sucediendo con él? Necesitaba respuestas que solo una persona podría ofrecerme, y ahora ese se había convertido en mi objetivo: indagar más allá de sus sonrisas superficiales y sus palabras vacías.
Al día siguiente, en la escuela, me acerqué a Brad, lo abracé con afecto y le di un suave y dulce beso en la mejilla.
—Brad, necesito hablar contigo —dije con seriedad, a lo que él respondió con una sonrisa.
—Dime, cariño, estoy aquí para lo que necesites —me dio un beso cariñoso en los labios y me abrazó con ternura, brindándome calidez.
—¿Podrías llevarme a casa de tu padre al salir del colegio esta tarde? Él mencionó que necesitaba hablarme sobre algo importante —exclamé, temiendo una respuesta negativa.
—No sabía que conocías a mi padre; es un poco inusual que me pidas eso. Sin embargo, sabes que siempre puedes contar conmigo. Te llevaré al salir, ¿te parece bien?
—Está bien, Brad, eres un verdadero encanto —me puse de puntillas y le ofrecí un tierno beso en los labios—. Nos vemos en un momento.
—De acuerdo, mi dulce y tierna novia —respondió mientras me abrazaba por la cintura y me levantaba del suelo.
—Basta, Brad, me estás mareando, por favor, bájame —le dije con una sonrisa.
Sonrió, me bajó con suavidad, acarició mi mejilla y luego se dio media vuelta, desapareciendo entre la multitud de estudiantes.
Dejo escapar un suspiro de alivio; temía que Brad se molestara, pero afortunadamente eso no ocurrió en absoluto.
—Hola, Brooke —me saluda Zoe, mientras Ron se encuentra detrás de ella, sonriéndome.
—Nos alegra saber que ya te encuentras mejor —afirma Ron, dándome unas palmaditas en el hombro.
—Sí, ya me siento mejor. Quería agradecerles todo lo que han hecho por mí —miro a ambos lados y, confundida, pregunto—. ¿No viene Heather con ustedes?
—Hoy no pudo asistir a la universidad, acompañó a su padre a la delegación.
—¿A la delegación? ¿Ocurrió algo? —pregunté con inquietud.
—Su padre es policía y parece que han encontrado pistas sobre la posible identidad del asesino en Stonehenge. Heather mencionó que anoche hubo otra víctima —explicó Ron con seriedad—. Las autoridades han llegado a la conclusión de que todos los casos están vinculados a un mismo psicópata.
—Esto resulta aterrador —admito con inquietud.
—¿Han asesinado a alguien más? —pregunta Zoe, visiblemente alarmada.
—Sí, la situación empieza a ser preocupante.
Soy consciente de que Ron tiene razón; nunca había ocurrido algo similar en Stonehenge y, en beneficio del pueblo, espero que este problema se resuelva pronto.
Los tres ingresamos juntos a clase, tomamos apuntes y realizamos anotaciones importantes. Las horas transcurren incesantemente, el reloj avanza sin cesar y, a las tres de la tarde, suena el timbre.
Salgo rápidamente del salón, caminando entre los estudiantes sin detenerme hasta llegar a la salida. Desciendo los escalones y me detengo frente a Brad, quien se vuelve de manera inesperada; doy un paso atrás y casi pierdo el equilibrio.
—Estoy lista —expreso con ansiedad. Él me indica que lo siga hacia un automóvil azul. Subo al vehículo y él se sienta después de mí, comenzando a conducir con tranquilidad hacia su casa.
Media hora más tarde, estaciona el automóvil frente a la cochera de su residencia. Ambos descendemos del vehículo al mismo tiempo, y dirijo mi mirada con atención hacia la casa de madera blanca, adornada con un barandal cubierto de enredaderas.
Brad me hace una señal para que lo siga, y así lo hago, observando el amplio y verdejante porche. Las ventanas de la vivienda son oscuras y armonizan con la puerta beige, lo que le confiere un carácter realmente lujoso y moderno. Él utiliza una llave para abrir la cerradura y se hace a un lado para permitirme el paso. Yo ingreso a la casa, y posteriormente, él me sigue.
El interior del lugar es impresionante; las paredes están adornadas con papel tapiz, los muebles son de madera pulida y las cortinas tienen un vibrante color carmesí. Cada detalle brilla y complementa la decoración. Ese espacio me resulta muy cómodo y fascinante a la vista.
—Toma asiento, Brooke. Le avisaré a mi padre que ya has llegado —me señala el sillón. Me siento y, nerviosa, coloco mi mochila sobre las piernas, golpeando ligeramente los libros.
Él se aleja por el pasillo y asciende por las escaleras. Observo a mi alrededor en completo silencio: las fotografías enmarcadas, la lámpara antigua sobre la mesa, la chimenea encendida y los libros dispuestos en el estante. Sin duda, este es un lugar muy acogedor.
Dirijo mi atención hacia una fotografía singular que se encuentra sobre un mueble de madera. Me levanto del sofá y me acerco lentamente, tomando la imagen con ambas manos. Observo detenidamente a cinco jóvenes sonrientes que se abrazan entre sí. Mi asombro aumenta al darme cuenta de que Aarón es uno de ellos, situado en el centro de la foto, con una sonrisa que refleja la misma alegría que he llegado a reconocer en él.
Vuelvo el portarretrato y leo una frase en cursiva: «Nada es más poderoso que la amistad», firmada por Justin, Cameron, Carlo, Bethany y Aarón Dallas. Cierro mis ojos brevemente, llena de curiosidad; esta fotografía fue tomada hace diecinueve años, tal vez unos días antes de la desaparición de Aarón.
—¿Eres la chica que vive en la mansión Parks? —pregunta alguien a mis espaldas, causando que me sobresalte de inmediato.
Coloco la fotografía en su lugar, me doy la vuelta y me encuentro con un par de niños gemelos. Tienen el cabello rubio y ondulado, y sus ojos son de un azul intenso, similar al de Brad. Su estatura y rasgos faciales son idénticos, parecen dos angelitos que han descendido del cielo.
—Sí, claro. Es un placer conocerlos, mi nombre es Brooke —me agacho a su altura y les ofrezco una sonrisa amigable.
—Hola, Brooke. Soy Adrián y él es mi hermano Ander. Estábamos ansiosos de conocerte, ya que Brad nos ha hablado mucho de ti —confiesa uno de ellos encogiéndose de hombros—. Ya está empezando a cansarnos.
Suelto una risa y saco un par de caramelos de mi bolsillo, les ofrezco uno y ambos, después de agradecerme el regalo, se apresuran a correr hacia las escaleras.
—¡Qué par de traviesos! ¿Qué le han dicho a Brooke sobre mí? —les grita Brad mientras se detiene a mi lado—. Dime que no dijeron nada extraño.
—No sucedió nada del otro mundo, son solo niños. Se presentaron y comentaron que les hablas mucho sobre mí —respondí, restándole importancia—. Son idénticos a ti y son muy adorables; realmente me han caído bien.
—Qué suerte; no todas las novias son capaces de llevarse bien con los hermanos de su pareja —me besó la mejilla rápidamente, tomándome por sorpresa—. Toma asiento, mi padre ya viene.
Ambos nos acomodamos en el sofá, y él me ofreció una taza de té caliente, la cual agradecí. Minutos después, el padre de Brad ingresó en la sala de estar, sonrió al verme y me ofreció un suave apretón de mano.
—Es un placer volver a verla, señorita Parks. Me alegra que tengamos la oportunidad de reencontrarnos.
—El placer es mío, señor Sanders. He solicitado a Brad que me acompañara para hablar con usted, ya que esta vez deseo conocer la verdad y su versión sobre lo que ocurrió con Aarón Dallas aquella última noche.
Mi voz tiembla levemente; es evidente que el tema me genera nerviosismo, más de lo que estoy dispuesta a admitir.
—Brooke, prometiste que no volverías a hablar de ese chico —susurra Brad a mi oído.
—Esto es crucial, Brad, él es importante para mí, tú conoces la razón —exclamo, mirándolo con una expresión suplicante.
—Nunca he abordado este tema con nadie, pero dado tu gran interés, les relataré lo que sucedió. A ambos les contaré... —el padre de Brad titubea, dirige su mirada hacia la ventana, suelta un profundo suspiro y comienza a hablar—. Asistimos a una fiesta y excedimos nuestro consumo de alcohol, lo que llevó a que la mayoría de nosotros perdiéramos el control, a excepción de Beth. Aarón, aunque se comportaba con aparente normalidad, emitía comentarios carentes de coherencia. Alrededor de la medianoche, abandonamos la residencia y nos dirigimos a casa en el automóvil de Carlo; sin embargo, en el transcurso del camino, algo nos desvió de nuestra ruta habitual.
Flashback
Diecinueve años antes...
—Disculpen, necesito tomar un poco de aire fresco. ¡Estaciona el coche, Cam! —exclamó Aarón en un grito, dejando a todos aturdidos—. ¡Por favor, hermano, detente!
Algo irritado, pisé el freno y el vehículo se detuvo. Aarón y los demás salieron del auto, los seguí y todos nos acomodamos en la orilla de una pequeña barranca, dejando nuestros pies al aire libre.
—¿No les parece una noche ideal para disfrutar? —comentó Aarón con una sonrisa, mientras daba un sorbo a su cerveza.
—Estoy contigo; nunca había visto las estrellas tan brillantes como hoy —respondí, participando en la conversación.
—Vaya día tan complicado, y pensar que en solo dos días nos graduamos —comentó Justin, arrebatando la botella de la mano de Aarón y tomando un trago de inmediato.
—¿En qué momento llegamos tan lejos? —preguntó Carlo, soltando una risa irónica.
—Los años transcurren, amigos; todo cambia, suceden cosas diferentes y la vida continúa —expresó Aarón, recostándose en el césped. Tras contemplar las estrellas durante unos segundos, prosiguió—. Propongo que hagamos lo siguiente: elijamos una estrella y pidamos el deseo más absurdo que se nos ocurra.
—Me parece una excelente idea. Yo comenzaré: deseo conocer a una chica atractiva el día del baile —anunció Justin, mientras mis dos amigos le dieron un ligero golpe en el brazo, riéndose de él.
—No deseo tener que escribir un ensayo aburrido por el resto de mis días —manifestó Carlo mientras bebía de la botella de alcohol.
—Quisiera bailar con Aarón en la fiesta de graduación —reveló Beth con una sonrisa melancólica mientras observaba a Aarón de reojo.
—Sabes que no soy bueno bailando, pero haré un esfuerzo por ti —le guiñó el ojo y la abrazó por los hombros. Ella se recostó sobre su pecho, él le ofreció un tierno beso en la sien y ambos contemplaron las estrellas con atención—. Deseo conceder cada uno de tus deseos, Beth, incluso aquellos que podrían parecer completamente absurdos.
Exhalé un profundo suspiro y miré a mi alrededor; estaba rodeado de los mejores amigos del mundo, y no podía anhelar nada más. Su compañía era suficiente.
—Deseo que nuestra amistad perdure para siempre, es una promesa —declaré, cerrando los ojos durante dos segundos.
—Lo prometo —dijo Justin, colocando su brazo alrededor del hombro de Carlo.
—Lo prometo —manifestó Carlo con entusiasmo, envolviendo mi hombro con su brazo.
—Lo prometo —exclamó Aarón, abrazando mis hombros.
—Lo prometo, chicos —aseguró Beth, rodeando con cariño el brazo de Aarón—. Nunca los olvidaré.
Ese instante fue sumamente especial; estábamos todos reunidos, comprometiéndonos a forjar una amistad inquebrantable y a permanecer unidos ante cualquier adversidad.
Ese breve instante especial se vio interrumpido cuando una camioneta se estacionó justo detrás del vehículo de Carlo. Todos giramos la cabeza, y al reconocer a los ocupantes, nos levantamos y nos dirigimos hacia ellos.
— ¿Qué haces aquí, Jean? —exclamó Aarón, visiblemente furioso, como si el efecto del alcohol en su sistema hubiera alcanzado su punto máximo. Su actitud era realmente amenazante; se podía percibir la ira reflejada en su mirada.
Beth se detuvo justo detrás de Aarón, observando a Jean con evidente temor.
—Respóndeme lo que te he preguntado: ¿qué demonios haces aquí? —repitió con mayor enfado.
—Tranquilo, amigo. Solo pasábamos y decidimos saludarlos, especialmente a Beth, después de todo, FUE mi novia —reconoció el joven con tono burlón, claramente buscando provocar aún más a Aarón, lo cual estaba logrando. Sus ojos reflejaban furia.
—Y ahora es MI novia. No permitiré que te acerques a ella, que la mires o que le dirijas la palabra. Para mí y para ella, estás muerto —dijo Aarón con indiferencia, propinándole un empujón brusco a Jean.
—Te noto a la defensiva, ¿acaso sientes tanta lástima por ella o qué te llevó a convertirte en su novio? Cuando yo salía con ella, a ti no te interesaba vernos juntos. A mi parecer, lo haces simplemente porque te molesta que haya tenido una relación con ella mucho antes de que tuvieras la oportunidad, y eso sin mencionar que nos acostamos juntos sin que te enteraras. Discúlpame Bethany, olvidé que era nuestro secreto —exclamó él, con un tono sarcástico.
Aarón no pudo contenerse más y le propinó un merecido puñetazo en el rostro. Carlo y yo lo detuvimos, sujetándolo de los brazos para que se calmara. Una parte de mí, sintió deseos de soltarlo para que pudiera desquitarse.
—¡Váyanse ya, joder! —exclamó Justin, mirándolos con frialdad.
Los amigos de Jean se intercambiaron miradas y sonrieron con burla.
—Tienes todo lo que siempre quisiste, Aarón. Eres el capitán del equipo, la chica más popular es tu novia y serás el rey del baile. Qué maldita reputación tienes después de lo que hizo tu madre... engañar a tu padre con su compañero de trabajo. Seguramente viene de familia, según me enteré tú también le fuiste infiel a Lorena. Ten cuidado, Beth—dijo Jean con aparente incredulidad.
—¡No te atrevas a hablar de mi familia o te rompo la maldita cara, estúpido! Y no hables con Beth, nada de lo que le digas hará que nos separemos —espetó Aarón furioso. Sus ojos irradiaban fuego; todos sabíamos que él siempre tuvo problemas de autocontrol y, en poco tiempo, perdería los estribos.
—Ok, no hablaré de tu familia. Mejor charlemos de algo más... interesante. Ya sé, te propongo un reto —propuso Jean, caminando en círculos alrededor de nosotros.
—¿Un reto? —indagó Aarón, mostrando interés en el juego que se planteaba. Quien lo conocía bien sabía que nunca rechazaría una apuesta de este tipo.
—Te desafío a que ingreses a la mansión Parks, la cual se rumorea que está embrujada. Cuando estés allí, toma un objeto de valor y lo traes aquí. Si logras hacerlo, me comprometo a disculparme con Beth en público durante el baile. Pero si no lo consigues, renunciarás a Beth para siempre y serás visto como un cobarde ante todos —manifestó él con una sonrisa astuta.
—Aarón, no le prestes atención, mejor salgamos de aquí; esto es una locura —sugerí, pero él no me escuchó.
—Acepto el reto —declaró con una determinación desmedida—. Una mansión embrujada no me detendrá. Te aconsejo que te apartes; en este momento asumiré el desafío.
Mi amigo pasó junto a Jean, golpeándolo deliberadamente en el hombro.
Comenzó a avanzar hacia la mansión sombría que se encontraba a apenas unos veinte metros, y los demás chicos y yo lo seguimos. Beth dirigió una mirada fulminante a Jean y avanzó con determinación hasta alcanzar a Aarón, intentando detenerlo tomándolo del brazo.
—Es una locura, Aarón. No es necesario que lo hagas —dijo, afianzando su agarre en el brazo de Aarón, pero él se liberó con un movimiento brusco.
—No se trata de mí, Beth. Lo haré para defender tu honor —replicó, continuando su camino hasta detenerse frente a la inquietante entrada de la mansión.
Todos nos detuvimos tras él, mientras una ráfaga de viento soplaba a nuestro alrededor, levantando las hojas secas de los árboles y elevándolas por el aire.
—¡No necesito que hagas nada, Aarón, así que vámonos! —susurró en un tono suave.
—Escúchala, Aarón; no tienes que entrar a ese lugar escalofriante —le comenté, pero él ignoró mis palabras y comenzó a empujar la reja con fuerza en repetidas ocasiones.
—¡Déjenme en paz! Pueden irse; no tienen por qué estar aquí —repitió, aumentando la presión en la reja, que finalmente se abrió con un chirrido ensordecedor.
Aarón ingresó a la propiedad y continuó su camino hasta detenerse frente a la puerta desgastada de la mansión. Nosotros lo seguimos sin dudar. Podía escuchar las burlas de los amigos de Jean detrás de nosotros, pero tanto a mí como a mis amigos no nos importó.
—La puerta está bloqueada, sería mejor que diéramos media vuelta y nos marcháramos de aquí —susurré con preocupación.
—Ya les he mencionado que pueden retroceder y quedarse afuera —replicó él, con un tono más calmado—. Yo ingresaré por la ventana.
—¡Maldita sea, detente Aarón! —gritó Bethany molesta.
—Podrías meterte en serios problemas por ingresar a una propiedad privada —le advertí, serio.
Él nos pasó por alto, empujó con fuerza el marco de la ventana, que se abrió acompañada de un desagradable chirrido. A continuación, Aarón hizo su entrada de un salto en el interior de la casa.
—Muy bien, entremos —dijo Justin, seguido por Carlo. Luego, le ofrecí mi ayuda a Beth, pero ella se negó de inmediato.
—Puedo hacerlo sola —respondió con frialdad.
Saltó por la ventana y, a continuación, yo la seguí.
En el interior, los muebles se encontraban cubiertos de polvo, las paredes de madera presentaban un evidente desgaste, y los marcos de las fotografías también estaban cubiertos por una fina capa de polvo, al igual que la alfombra. Asimismo, se observaban telarañas en las ventanas, el suelo crujía y cualquier ruido mínimo provocaba un profundo eco en las paredes.
—¡Vaya, el olor en este lugar es insoportable! —comentó Justin con visible disgusto.
—Salgamos de aquí. Ya entraste, ¿no? Ese era el desafío —le comenté a Aarón, quien simplemente negó con la cabeza.
—¡Vamos, chicos! ¿en serio creen que esta mansión está embrujada? Ya estamos demasiado grandes para creer en leyendas tan absurdas —soltó una risa burlona—. Son patéticos —añadió él con ironía.
Carlo intentó abrir la puerta desde el interior, pero estaba atascada. El olor a humedad casi era irrespirable.
—Está cerrada. Tendríamos que salir por la ventana o... —no terminó de expresar su idea, ya que un estruendo proveniente del piso superior interrumpió la conversación; algo se quebró y cayó violentamente al suelo. Todos nos sobresaltamos, excepto Aarón.
—Debemos irnos, algo me resulta inquietante en este lugar —comenté, mirando cada espacio con desconfianza.
—¡Qué estupidez! ¿Realmente se asustaron por eso? ¡Idiotas! —Aarón comenzó a subir las escaleras, ignorándonos por completo.
Con cierta reticencia, lo seguí, y los chicos caminaron detrás de mí. Al final de los escalones había cuatro puertas cerradas y una entreabierta, situada al fondo. Aarón avanzó y abrió la puerta sin ningún inconveniente. Dentro de la habitación había un piano blanco y un espejo ovalado de aproximadamente dos metros de altura. Todos entramos en la estancia y Beth suspiró con alivio.
Ella abrió la ventana con brusquedad, encendió la lámpara de su celular y le gritó a Jean. Al acercarme, visualicé al chico a mitad de la calle, riéndose con el resto de sus insoportables amigos.
—¡Estamos aquí, imbécil! Ahora puedes podrirte e irte a la mierda —le mostró su dedo corazón y añadió—. ¡Jódete! —cerró la ventana y todos reímos.
—El estúpido se lo tenía merecido —exclamó Aarón, sonriente. Besó los labios de su novia y, al separarse, ambos intercambiaron una mirada afectuosa—. Miren este piano, es realmente antiguo y luce reluciente —se sentó en el banco de terciopelo y colocó sus manos sobre el piano.
Comenzó a interpretar una melodía suave, mientras sus manos se deslizaban sobre las teclas al compás del viento. Momentos después, una ráfaga de aire sopló con fuerza en el exterior de la mansión, y se escuchó el chirrido de las puertas en el pasillo, acompañado de los crujidos de las paredes.
—Les advertí que debíamos irnos de aquí —repitió Beth, visiblemente asustada.
—Cálmate, Beth. Estoy aquí para protegerte —respondió Aarón, levantándose del asiento y abrazándola por los hombros.
—¡Vámonos ahora! —dije, y todos asintieron con la cabeza.
La puerta se cerró de golpe y uno de los vidrios de las ventanas se quebró, esparciendo fragmentos de cristal por toda la habitación. La brisa fría entró a través de la ventana, y las paredes resonaron con un fuerte estruendo, como si estuvieran ardiendo desde el interior.
—Detrás de mí, Beth —pronunció Aarón, frunciendo el ceño mientras observaba el espejo con atención, y comenzó a caminar en esa dirección de manera inconsciente.
Del espejo emanó una luz deslumbrante, y una fuerza sobrenatural nos derribó a todos al suelo, inmovilizándonos. Logré vislumbrar un destello azul inusual en el interior del espejo. Aarón, sin parpadear, tocó el cristal, y su mano atravesó la superficie del espejo. Todos estábamos atónitos, incapaces de reaccionar; era como si un aura nos hubiera sometido en ese momento, y nadie se atrevío a acercarse. Aarón estaba allí, inmóvil y atento.
—¿Escuchan eso? Nos está llamando —escuché que dijo con voz ronca.
—¡Debemos salir de aquí! —dije en voz baja mientras me incorporaba del suelo.
Mi amigo no pareció escucharme; simplemente se volvió hacia mí y, en cuestión de segundos, su cuerpo se desvaneció en el aire al atravesar el espejo, que dejó de brillar y recuperó su oscura apariencia.
—¿Qué demonios ocurrió? ¿Dónde está Aarón? —preguntó Carlo, desconcertado, mientras nos miraba a todos en busca de respuestas.
—Esa es precisamente la misma pregunta que me hago. Lo que sucedió fue aterrador —respondió Justin, pasándose las manos por el cabello con evidente frustración.
—Aarón acaba de desaparecer ante nuestros ojos, ¿qué ha sucedido? —expresó Beth con lágrimas en los ojos. Se acercó al espejo y lo golpeó repetidamente con fuerza—. Aarón, si esto es una broma, no tiene gracia. ¡Aparece ya!
—Beth, creo que realmente ha desaparecido —respondí, aún sin poder asimilarlo, pero era completamente cierto.
El viento irrumpió con violencia a través de la ventana, provocando que la puerta se abriera de repente. La madera comenzó a crujir y a abrirse bajo nuestros pies. Todos abandonamos la habitación con urgencia, descendimos por las escaleras y, al llegar a la puerta principal, la empujamos con fuerza en múltiples ocasiones. La cerradura no cedió y permaneció bloqueada.
«Salgan de aquí y no regresen», resonaron voces amenazantes y despiadadas entre las paredes, repitiéndose insistentemente.
Los chicos y yo logramos forzar la cerradura y la puerta se abrió. Inmediatamente, los cuatro salimos corriendo de la mansión y no nos detuvimos hasta llegar al automóvil.
—¡Maldita sea! ¿Qué demonios estamos haciendo? Debemos regresar por Aarón, es nuestro amigo y no podemos dejarlo allí —exclamé con urgencia, expulsando todo el aire de mis pulmones.
—¿De verdad crees que volveremos allí después de lo que hemos presenciado? ¿Te has vuelto loco, Cameron? Es mejor que llamemos a la policía para que se encarguen de esto —dijo Justin con frialdad—. No sabemos qué carajos ocurrió, así que no diremos nada. Nadie va a creer lo que vimos, nos tomarán por locos.
—¿Qué quieres decir con eso? Cameron tiene razón, debemos regresar y buscarlo —gritó Beth, desesperada.
—Ustedes dos se han vuelto locos. Ese espejo hizo que Aaron se evaporara en el aire al solo tocarlo. Si nos acercamos, nos pasará lo mismo.
—¿Se están escuchando? Estamos hablando de Aarón, nuestro amigo —repetí, empujando a Justin con bastante fuerza—. No pienso dejarlo atrás.
Carlo, visiblemente frustrado, perdió la paciencia y exclamó en voz alta:
—Lamento decir esto, pero no tengo intención alguna de regresar a esa mansión maldita —se dio media vuelta y se dirigió hacia su automóvil.
—Él tiene razón; lo que haya sucedido no nos concierne. No vamos a regresar —afirmó Justin mientras subía al vehículo. Al notar que nosotros no teníamos intención de hacerlo, Carlo encendió el motor.
—¿Qué carajos están haciendo, idiotas? ¡Miserables traidores! —gritó Beth, furiosa, lanzando una piedra contra el parabrisas y otra que impactó las luces traseras del auto. En cuestión de segundos, el vehículo se desvaneció en la oscuridad de la noche.
—¡Detente ya! —exclamé mientras la abrazaba por la cintura. Ella se dejó caer al suelo, sollozando con dolor—. Regresará, Beth. Tal vez lo que presenciamos no fue más que una alucinación y...
—No, Cameron. Aarón se ha ido para siempre —respondió entre lágrimas, hundiendo su rostro en mi cuello.
Cerré los ojos y sentí cómo dos lágrimas se deslizaron por mis mejillas. Pude percibir el sufrimiento de Beth, la ausencia de Aarón, y la traición de Justin y Carlo. Por primera vez en mi vida, me sentí profundamente solo, tal vez Aarón experimentó lo mismo.
Después de aquella noche, creí que todo volvería a la normalidad, que Aarón regresaría el día del baile para celebrar la graduación a nuestro lado. Sin embargo, eso no sucedió; él no volvió y nunca más apareció.
Informé a la policía sobre los acontecimientos, pero no me creyeron en absoluto, ya que consideraron que se trataba de una broma inapropiada. Intenté en numerosas ocasiones hacerles entender mi versión, pero nunca me prestaron atención. Justin y Carlo desmintieron mi relato y, posteriormente, dejaron de comunicarse conmigo. Por su parte, Beth se encontraba en estado de shock; los psiquiatras diagnosticaron que presentaba un trauma severo y conflictivo, lo que la llevó a recibir tratamiento durante varios años en una clínica privada en Los Ángeles. Ella no logró recuperarse hasta que comenzó a olvidar, al igual que los demás. Yo, sinceramente, nunca pude hacerlo.
†††
—Esa es la verdad. Quizá no me crea, señorita Brooke, pero le agradecería enormemente que lo hiciera.
—Por supuesto que le creo, sin embargo... —reflexiono sobre el espejo dorado de la mansión. Intuyo que mi abuelo lo conservó por alguna razón, y tal vez fue precisamente para ocultarlo del mundo, con el fin de prevenir situaciones como esta. La desaparición de Aarón hace diecinueve años está directamente relacionada con el espejo; hay algo en su interior que consume el alma de las personas, dejándolas vacías, sin nada, sin una sola esencia de vida—. Señor Sanders, lo que estoy a punto de decirle puede parecer insensato, pero yo he tenido la oportunidad de ver a Aarón. Puedo interactuar con él, sentir su presencia y mantener incluso breves conversación con él, aunque siempre parece ausente.
El padre de Brad me observa con incredulidad.
—¿Están hablando en serio? —pregunta Brad, completamente confundido.
—Eso no puede ser posible, no tiene sentido —responde su padre, reacio a aceptar lo que digo.
—Entiendo que él ya no es una persona en sí, pero su esencia me resulta real, y yo puedo verlo. Ahora se manifiesta como un fantasma, un espectro destruido, con el alma vacía.
—Escucha, Brooke. Sea lo que sea que estés enfrentando, estás involucrada en una situación peligrosa. Nadie puede ver a los muertos, y estoy seguro de que lo comprendes —me dice, mirándome intensamente—. Mencionaste que vives en la mansión. De alguna manera, tú y él están conectados a través del espejo, y es posible que él te necesite para existir. Sin tu presencia, él no sería nada, Brooke.
—¿Qué quiere decir exactamente?
—Si lo que me has mencionado es cierto, esto implica que él depende de ti; tú le brindas vitalidad porque ambos mantienen una conexión a través del espejo.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, y Brad se tensa completamente al escuchar esas palabras.
—Permítanme asegurarme de que comprendo bien; si este fantasma se alimenta del alma de los humanos para sobrevivir, ¿estás sugiriendo que él está consumiendo la vida de Brooke para fortalecerse y volver a la vida?
La incredulidad me dejó sin aliento al escuchar la teoría de Brad. Un nudo se formó en mi garganta y la angustia comenzó a correr por mis venas, temiendo que lo que decía pudiera ser cierto.
—Eso no puede ser posible... él no haría algo así —exclamé, mientras las lágrimas asomaban a mis ojos.
Colocando mis manos sobre la cabeza, tiré de mis cabellos con fuerza. Sentía que el dolor se incrustaba en mi pecho, como una quemadura que me consumía por dentro.
—Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde —intervino el Señor Sanders, visiblemente preocupado.
«No es cierto, Aarón es mi amigo; los amigos no te quitan la vida», pienso para mí misma, mientras sacudo la cabeza en señal de incredulidad.
—Él dijo que nunca me haría daño.
—Quisiera creerte, pero el Aarón que me describes no parece ser el mismo que yo conocí. Ese fantasma del que hablas... no es confiable; incluso sospecho que ni siquiera se trata de él. Cuando estuve allí, había algo inusual en esa casa, en ese espejo. Si ese espectro se llevó al Aarón auténtico, puede tener oscuras intenciones contigo.
—Estaré atenta y tendré cuidado. Gracias por la información, ahora yo... debo marcharme.
Me levanto y salgo apresuradamente de la casa, cruzo la calle y tomo el autobús hacia la universidad.
Es imprescindible que descubra la verdad absoluta sobre el espejo. Investigaré los secretos que Aarón oculta tras su silencio; le quitaré la máscara, cueste lo que cueste.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro