
▪️15▪️
BROOKE
Antes de desmayarme, logré escuchar claramente su voz que me decía:
—Sigo a tu lado, estaré aquí cuando despiertes, Brooke.
Después, perdí la consciencia y me sumí en un profundo sueño.
Al siguiente día, abro lentamente los ojos y contemplo la luz difusa que se filtra a través de la ventana de mi habitación. Un par de cobijas cubren mi cuerpo; tengo la mano derecha envuelta en una venda blanca y otra venda sujeta mi cabeza. Siento un dolor punzante en esta última, y coloco mis manos a ambos lados del vendaje. Aún siento los párpados pesados; el cansancio provoca que todo a mi alrededor gire como una ruleta. Me dejo caer sobre el cojín debido a un intenso mareo.
—¿Has despertado? Estábamos realmente preocupados —comenta Zoe al entrar en la habitación con un vaso de jugo de naranja en la mano.
—Sí, no estoy segura de qué me sucedió; fue algo tan extraño... —respondo mientras miro hacia la ventana, donde los rayos del sol se debilitan por la presencia de nubes.
—Coincidimos en lo mismo; incluso Ron consideró llamar a su padre nuevamente para que te realizara una revisión.
—Oh, no quiero causar ninguna molestia, y mucho menos a ustedes, que ya han hecho tanto por mí —admití, dirigiendo mi mirada hacia ellos.
—No te preocupes, Brooke. Un desmayo no es el fin del mundo; a cualquiera le puede suceder.
—Tienes razón, pero nunca me había pasado. En mis veinte años de vida, jamás había tenido una experiencia así. Siento que algo muy extraño está ocurriendo conmigo, y no recuerdo lo que sucedió anoche; todo está borroso en mi memoria.
—Querrás decir que han pasado tres días; hoy es jueves, Brooke. Has estado inconsciente durante ese tiempo.
—¿Estás hablando en serio? —preguntó, completamente sorprendida.
—Así es, has estado dormida durante demasiado tiempo, bella durmiente. Brad ha estado cuidando de ti durante estos días; no ha asistido a la universidad porque no quiere dejarte sola ni un instante. Justo ahora salió a comprar medicamentos y analgésicos, en caso de que vuelvas a sentirte... en ese estado, ya sabes a qué me refiero.
—Por supuesto, lo comprendo —dije mientras apoyaba la cabeza en la almohada—. Ese chico es realmente especial, me siento afortunada de haberlo conocido —agregué, mientras me acomodaba el cabello detrás de la oreja—. Debo decir que nunca nadie se había preocupado tanto por mí como él lo hace ahora.
—Sí, Brad solía ser un completo idiota antes de ti, pero desde que entraste en su vida, de algún modo... ha cambiado para mejor, tú has influido en su transformación —exclamó con entusiasmo.
—No digas eso, no quiero hacerme demasiadas ilusiones —respondí, sintiéndome un poco avergonzada.
Zoe me ofrece un zumo de naranja, el cual disfruto con una amplia sonrisa. La simple idea de Brad acelera mi corazón; resulta emocionante pensar que alguien como él pueda sentir algo por mí, aunque también me genera cierta inquietud. No deseo experimentar el dolor que podría surgir si en algún momento decidiera alejarme de él. Si llegara a marcharme y no pudiera regresar, me preocuparía profundamente por el daño que causaría a su corazón y a sus ilusiones; no podría perdonármelo.
En ese instante, se abre la puerta de la habitación.
—Toc toc. He regresado —dice mientras cierra la puerta detrás de él.
Al percatarse de que estoy despierta, no duda en acercarse a mí y ofrecerme un cálido y dulce abrazo.
Sus brazos me envuelven con firmeza alrededor de la cintura, y apoya su mentón sobre mi hombro. Puedo sentir los latidos de su corazón a través de su ropa, palpitando cada vez más rápido, en un compás que coincide con el mío.
Apoyo mi cabeza en su pecho y suspiro aliviada; Brad me transmite una sensación de seguridad, tranquilidad y protección.
Es un joven excepcional; ha sido una de las principales razones por las que decidí quedarme en Stonehenge. Siento que él es mi destino, y si esta motivación no es suficiente, prometo detener el tiempo y transformar los vacíos en paraísos, convirtiendo los días nublados en momentos de luz. Haría esto por él, porque lo quiero.
—Despertaste, hermosa princesa —susurra en mi oído con voz grave.
—Te he extrañado, Brad —exclamo con lágrimas en los ojos—. Aun en mis sueños, escuché tu voz y te extrañé profundamente.
Abrazando suavemente su nuca, le sonrío y acaricio su cabello rubio bajo la cálida luz del sol.
—Te he echado de menos; necesitaba escuchar tu voz, Brooke. No vuelvas a darme un susto así, o la próxima vez seré yo quien sufra un colapso nervioso.
—Te lo prometo, Brad, no volveré a desmayarme.
—Sigo aquí, pareja de enamorados —interviene Zoe con seriedad, aclarando su garganta para captar nuestra atención—. Los dejo para que puedan hablar a solas.
Ella sale de la habitación y comenzamos a reír, dejándonos caer sobre la cama y mirándonos fijamente. El silencio que se genera no resulta incómodo; podría describirlo como un silencio agradable. Este es uno de esos pocos instantes que desearía preservar y atesorar en un rincón de mi memoria.
†††††
Después de unos días de completa recuperación, conversé con Ron y Zoe sobre Aarón, así como mis sospechas respecto a la relación entre el espejo y su enigmática desaparición ocurrida hace más de diecinueve años.
Ellos lograron comunicarse con los padres de Aarón y, en este momento, nos dirigimos a su hogar con la esperanza de obtener una respuesta que, aunque sea mínima, aclare al menos una de mis inquietudes. Estoy nerviosa porque finalmente podré comprender quién fue realmente Aarón Dallas.
Frente a la puerta blanca adornada con borde de flores, presiono el timbre suavemente con una mano temblorosa, recordándome: No es un buen momento para sentir nervios.
Tres minutos más tarde, la puerta se abre de par en par, revelando a una mujer de ojos celestes. Su cabello, blanco como la nieve, y los destellos dorados que lo iluminan, contrastan con su pálida piel. Sin lugar a dudas, es la madre de Aarón; lo reconozco en su mirada, en esos ojos que se asemejan a perlas de un cristal diáfano, idénticos a los de Aarón.
—Díganme, señorita y acompañantes —mira a los chicos que están detrás de mí—. ¿En qué puedo ayudarlos?
—Usted es la señora Bianca Dallas, ¿verdad? Es un placer conocerla personalmente —digo intentando adoptar un tono serio, aunque no suena del todo convincente.
—El placer es mío, jóvenes. ¿Necesitan alguna dirección?
—No exactamente... de hecho, quisiéramos hablar sobre un asunto mucho más complejo con usted, en privado —le dice Ron a la señora Dallas, apoyando su brazo en el marco de la puerta.
Sonreímos hacia ella. La señora nos observa, entrecerrando sus ojos cristalinos:
—Está bien, tengo un poco de tiempo libre. Adelante, chicos, están en su casa —se hace a un lado y nos invita a pasar. Nosotros entramos un tanto nerviosos.
La casa emana un aroma a flores frescas y a césped recién cortado, mientras que un leve olor a café proviene de la cocina. La señora Dallas nos señala hacia el patio interior y comienza a caminar en esa dirección, seguida por nosotros.
—¿Les gustaría disfrutar de una taza de café? —pregunta amablemente. Agradecemos su oferta, aunque le respondemos que preferiríamos tomarlo en alguna otra ocasión.
Con amabilidad, nos invita a tomar asiento; se acomoda en una mecedora de madera y señala un cómodo sofá rodeado de exuberantes plantas. Nosotros nos acomodamos frente a ella, quien nos obsequia una cálida sonrisa, reminiscentes de la de su hijo.
—Los escucho —declara mientras toma un sorbo de su café.
—Señora Dallas, nos gustaría saber si podría brindarnos información sobre su hijo Aarón. Estamos llevando a cabo una investigación para el colegio, pero si prefiere no proceder, lo entenderemos y nos iremos sin problema —inicia Zoe, pero es interrumpida por la señora Dallas.
—El tema no me incomoda; puedo ayudarles y compartir lo que sé sobre él. Así reviviría los momentos que compartí con mi hijo... Recordarlo es lo único que me ha ayudado a no extrañarlo tanto—hubo un profundo silencio, pero continuó hablando—. Esta todo bien, jóvenes, responderé a sus preguntas. Dicen que hablar alivia el dolor y la ausencia.
Los tres la miramos con tristeza; debió ser muy difícil para la señora Dallas perder a su único hijo y no haber tenido noticias de él desde entonces.
—¿Cómo describiría usted a Aarón? —le pregunta Ron.
La señora observa las plantas durante un considerable periodo de tiempo y, tras un suspiro, comenta:
—Mi hijo Aarón... era diferente, tenía un carácter fuerte que, de cierta manera, era positivo —al escuchar su comentario, intercambiamos miradas de confusión, pero ella continúa expresándose—. En ocasiones, su temperamento no conocía límites; la mayor parte del tiempo parecía estar perdido en sus pensamientos. A pesar de sus malas calificaciones y su comportamiento problemático en el colegio, poseía un gran corazón. Estoy convencida de que, bajo esa fachada engañosa, él ocultaba su esencia. Tenía buenos sentimientos y su corazón permanecía leal a aquellos que consideraba dignos de su confianza. Era como un baúl de secretos, un diamante sin pulir que apenas comenzaba a descubrirse... como mencioné, su esencia era pura y sincera. Un chico rebelde que, en el fondo era noble y leal. Mi niño jamás le haría daño a nadie.
—¿Nunca encontraron una explicación sobre su...? —Zoe deja la frase inconclusa.
—Respecto a su desaparición, lamentablemente no; sufrimos su pérdida durante años. La culpa y la ausencia de mi hijo resultaron devastadoras para la familia. Lo único que Arthur y yo esperamos es que se encuentre en un lugar mejor.
Dos lágrimas se deslizan por sus mejillas. A través de sus ojos, experimento su dolor, la profunda tristeza y melancolía que le produce evocar recuerdos de su amado hijo.
—Si no se siente bien, podemos hablar en otro momento... —ella me interrumpe.
—Estoy bien, cariño, no te preocupes. Ya les mencioné que compartir nuestras penas puede aliviar el dolor. Ahora que lo pienso, hay un detalle que me gustaría compartir con ustedes, sucedió un mes antes de su pérdida.
Flashback
19 años antes.
Aarón entró a la cocina y tomó una manzana del frutero. Se sentó en una de las sillas y le dio un mordisco a la fruta.
—Esta noche vendrá Beth a cenar con nosotros. ¿Podrías prepararle un pastel de chocolate? Es su favorito —dijo el chico, mirando a su mamá de reojo.
La señora cerró el grifo del lavabo y se volvió hacia su hijo, cruzando los brazos sobre el pecho con seriedad. Tenía el cabello rubio, suelto y largo, y sus ojos eran azules, idénticos a los de Aarón. Su tez pálida hacía contraste con su atuendo blanco.
—Supongo que Beth es tu novia ahora. He notado la manera en que te observa y, de alguna forma, tú también la miras con afecto, ¿no es así? —preguntó la señora Dallas, con una mirada inquisitiva.
—Beth es solo una amiga. Sabes que no la veo de esa manera; hemos sido amigos durante años —respondió, evasivo, mientras encogía los hombros.
Su madre lo miró entrecerrando los ojos y dijo:
—Estoy convencida de que ella siente algo por ti. Deberías ser claro con ella si realmente valoras su amistad.
—Por supuesto que me importa, siempre ha sido así. ¿Por qué piensas que carezco de sentimientos?
—No he dicho eso, hijo. Solo me parece que, en ocasiones, te muestras distante y frío con ella.
—No me agradan las demostraciones de afecto en público y ella lo sabe —respondió, restando importancia a la situación—. Te ayudaré a preparar la comida. Quiero sorprenderla.
Horas más tarde, el timbre de la casa resonó. Aarón se miró en el espejo, se peinó con un poco de agua y, tras un momento de preparación, se dirigió a abrir la puerta con entusiasmo.
—Mi amor —expresó ella, saltando emocionada a sus brazos y llenándolo de besos en el rostro repetidamente, hasta posarse suavemente en sus labios. Él, en silencio, cerró los ojos y se permitió disfrutar del instante.
—Hola, Beth —respondió él, acariciando su mejilla con ternura—. Te he extrañado, preciosa.
—Y yo a ti, cariño —dijo ella con una sonrisa.
La besó nuevamente en la mejilla con una ternura infinita. Sus ojos azules brillaban con ilusión, y él comprendía a la perfección la razón detrás de esa chispa: ella, de manera indirecta, le había confesado sus sentimientos hacia él. Aarón, en su papel de típico chico reservado, no le ofreció una respuesta clara; en lugar de ello, selló su respuesta con un suave beso en sus labios.
—Cameron quería acompañarme, pero le hice saber que estaba bien y que vendría por mi cuenta.
—Parece ser el único que realmente se preocupa por el bienestar del grupo —admitió él, tomando la mano de Beth entre las suyas—. Beth, quiero decirte que me importas, de verdad te quiero, pero...
—No lo digas —interrumpió ella, colocando sus dedos sobre los labios del chico—. No esta noche. —Después de una pausa prolongada, añadió—. He traído chocolates para tu madre.
La mirada en sus ojos fue profundamente significativa; lo miró con amor y un infinito cariño.
Antes de que él pudiera responderle, ella se dirigió a la cocina, donde la madre del chico la recibió con un abrazo cargado de ilusión, ya que apreciaba mucho a aquella joven rubia que siempre había mirado a su hijo con amor.
—Bethy, querida, qué bueno verte aquí; hacía tiempo que no nos encontrábamos.
—La universidad me tiene bastante ocupada, y a tu hijo también —respondió ella, dedicándole una sonrisa cómplice a Aarón.
—Beth, necesitamos hablar sobre... —de repente, ella lo rodeó con su brazo y sonrió.
—¿Ya le has contado a tu mamá que estamos en una relación? —susurró Beth a su oído, y Aarón la miró con preocupación, ya que ella parecía estar malinterpretando la situación.
Lo que había entre ellos era más que una relación pasajera, implicaba más que "tener una relación". Para él, ella lo era todo, su más amado tesoro, la dueña de sus pensamientos, quien siempre atesoraría su alma y su corazón.
—Mamá, hablaré con Beth en el jardín —dijo el joven de cabello oscuro, tomando suavemente la mano de la joven.
Ambos se retiraron de la cocina y se dirigieron con tranquilidad al jardín.
—He preparado un pastel para tu cumpleaños, Beth —comentó él, cambiando de tema—. Además, esto es para ti.
Aarón le entregó a Beth una pequeña caja plateada. Al quitar la tapa, ella descubrió un delicado dije en forma de cisne blanco con un corazón en el centro.
—Aarón, es precioso —exclamó ella, emocionada y con lágrimas en los ojos—. Eres maravilloso. —Lo abrazó con cariño, rodeando sus hombros—. Te quiero, te quiero tanto. Aprecio muchísimo todo lo que has hecho por mí, lo que sigues haciendo para verme feliz.
—Beth, no mentía cuando te dije que realmente me importas. Quiero que intentemos construir algo juntos; me gustaría que fueras mi novia.
Los ojos de Beth brillaron intensamente mientras dos lágrimas se deslizaban por sus mejillas, y su corazón comenzó a latir con fuerza.
—Por supuesto que quiero ser tu novia —respondió entre lágrimas—. No necesito que me hagas regalos; el mejor regalo de mi vida eres tú, y siempre lo serás.
—Eres increíblemente hermosa y perfecta. Después de tantos intentos, conseguiste llegar directo a mi alma. Lograste cautivarme, Beth. Prometo amarte para siempre.
—Y yo prometo estar contigo siempre, Aarón. Jamás me alejaré de tu lado.
Ella lo abrazó con cariño y ese instante se transformó en uno de los más significativos en la vida de Aarón, siendo también el último momento de felicidad para Beth.
†††
«Aarón estaba profundamente enamorado de esa joven; la amaba con todo su corazón. Si algún día él regresa, lo hará por ella».
Las palabras de la madre de Aarón resonaban en mi mente.
Poco después, los tres nos despedimos de la señora Dallas y cada uno tomó su rumbo hacia casa.
†††††
AARÓN.
Me encuentro sentado sobre las tejas de la mansión, en la parte más alta del techo, contemplando el atardecer a lo lejos y rememorando los momentos que compartí con Beth. Recuerdo cuánto la quise y luego me invade la amargura por lo poco que parecí importarle.
Reflexiono sobre su última mirada, el destello de miedo en sus ojos azules. Es un recuerdo doloroso que continúa atormentándome. Se supone que debería sentir odio y desprecio hacia ella, pero en cambio, me embarga la culpa por haberle quitado la vida.
Regreso al mismo punto de partida: el arrepentimiento por mi venganza y la destrucción interna que me consume cada vez más.
De pronto, percibo su voz detrás de mí:
—Presentía que estarías aquí, Aarón —comenta ella, acercándose con cautela hasta la orilla y sentándose a mi lado con un profundo suspiro—. No te había visto en todo el día. ¿Dónde has estado?
—Aquí y en ningún sitio, ¿acaso importa? —respondo encogiéndome de hombros, y añado—. Tampoco te vi esta mañana.
—A mí me importas —afirma ella, mientras observa pasar las nubes; tras un minuto de silencio, recarga su cabeza sobre mi hombro—. ¿Por qué de repente te siento tan presente?
Trago con esfuerzo y ajusto el gorro sobre mi cabeza, sintiéndome inquieto. Un momento, ¿realmente estoy nervioso?
—He cambiado, pelirroja. ¿No recibiste mi postal informándote? —le digo con sarcasmo.
Ella realiza un gesto aún más intrigante; se separa ligeramente y se vuelve hacia mí. Puedo percibir el sutil aroma de su perfume frutal, una fragancia que me atrapa de inmediato. En ese instante, se acerca más, y su nariz roza con mi hombro. En sus labios, se dibuja una brillante sonrisa que, de algún modo, me fascina profundamente. Pampita en mí como un sentimiento fugaz e intenso, cautivador como ningún otro.
Esto es realmente extraordinario. La percibo tan serena, tan próxima a mí; me transmite una profunda paz y me hace desear permanecer aquí para siempre. Aunque técnicamente estoy muerto, ella puede verme, lo que sugiere que aún persiste algo de vida en mí, ya que también la escucho y siento su contacto.
Una vez que finalice mi venganza, contaré con el poder suficiente para controlar a todos, incluso a ella. La necesito a mi lado, y haré lo que sea necesario para llevarla conmigo a la oscuridad, donde nada pueda separarla de mí.
Quizás Brooke no es consciente de mi naturaleza oscura; no sabe que soy una pesadilla personificada. He intentado ser diferente, pero los recuerdos me invaden y no hay nada que me detenga. El mal se apodera de mí, y pronto no podré controlar mis impulsos. Estaré al borde de la explosión, dispuesto a arrasar con todo lo que se interponga en mi camino, incluida ella, mi incomparable pelirroja.
—Para mí eres real, Aarón; no te permitiré caer. Te traeré de vuelta a la vida —me susurra a un lado, con la mirada perdida en el atardecer.
Suspiro y le hablo con serenidad:
—No soy más que un espectro, ya no tengo lugar en este mundo.
—Eres suficiente... para mí. —Una ráfaga de viento despeina su cabello; ella sacude la cabeza y desvía la mirada al percatarse de que la observo.
—¿Qué estás haciendo conmigo? —pregunto en voz baja, sintiendo una opresión en el pecho.
¿Estoy volviendo a sentir? ¿Estoy regresando a la vida?
—Estoy intentando reconstruir tu vacío, Aarón. Estoy sanando tu alma para que puedas encontrar la paz.
Su voz resonó con una convicción y sinceridad que, por un instante, me hizo creer que podría alcanzar una paz interior eterna.
«No deseo estar solo nuevamente y no lo estaré jamás si tú decides quedarte a mi lado».
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro