A la media noche [1]
Era un día normal en el colegio Toho, las clases ya habían empezado, y todos los alumnos se encontraban en sus respectivas aulas.
Al transcurrir el día como cualquier otro, los jóvenes iban y venían por las instalaciones del colegio.
La hora del descanso llegó. Una chica de cabellera larga y castaña se dirigía al campo de fútbol, pues como la mánager del equipo era su deber estar ahí, y revisar que todo estuviera en perfectas condiciones con el material deportivo.
Siempre se aseguraba que todo estuviera en orden, ya que tomaba su papel muy en serio, cualquier desperfecto que pudiera causar problemas al equipo inmediatamente lo reportaba con el entrenador.
-¡Bien! Estoy segura que ayer al finalizar el entrenamiento, me asegure que todos los balones estuvieran en perfectas condiciones -dijo. Recordando que el día anterior los había limpiado y contado, incluso había revisado la presión del aire de cada uno-. Pero no es malo que les eche un vistazo antes que empiece el entrenamiento de los chicos... ¡No quiero encontrarme con sorpresas!.
Entró al campo y se dirigió hacia donde guardaban todo el equipo deportivo del club, pero en su lugar se encontró con tres muchachos jugando en un extremo de la cancha.
-¡Chicos! ¿Qué hacen aquí?
-¿No es obvio? ¡Estamos jugando! -le respondió riendo el capitán del equipo; el famoso Kojiro Hyuga, mientras a sus pies mantenía un balón en su posesión-. ¡A ver, a ver intenta quitármelo, Takeshi!
-¡No me subestimes, capitán! -le contestó el chico, con determinación y una sonrisa en los labios.
-¡Ken, ahí te va! -Kojiro hizo un pase.
-¡Lo tengo! -recibió el esférico sin dificultad-. ¡Venga, Takeshi ahora debes quitarmelo a mi!.
La chica miraba aquella escena con gracia. Sin embargo, no podía creer que esos hombres no pudieran dejar el fútbol de lado por un momento, ni siquiera para la hora del descanso.
-Oigan, ¿Es que ustedes nunca paran? ¿Y de dónde sacaron ese balón?
-Pues de donde guardan el resto -dijo Hyuga, metiendo sus manos en los bolsillos de su uniforme escolar, volteando a ver a la chica.
-¡Esos balones los limpié ayer después del entrenamiento! ¡No los ensucien sólo porque sí! -replicó ella, frunciendo el entrecejo.
Sus otros dos compañeros pararon de jugar al escucharla.
-Lo sentimos, Ai... limpiarlos debió tomarte mucho tiempo, capitana... -respondió a su queja Takeshi. El cual le llamaba "capitana" junto con el resto del equipo por la gran cercanía que tenía la joven con su capitán.
Algo que al principio sólo él y Ken hacían, pues sabían la historia de ambos desde primaria, pero el resto fue adoptando esa misma forma de llamarle.
-¡Entendemos, pero no te enojes con nosotros! -continuó Ken, poniendo una de sus manos detrás de su cabeza.
Ella los miró unos momentos.
-Oh, bueno... creo que exagero, olviden lo que dije, chicos. No es para tanto
-La verdad es que creo que tienes razón... Hoy nos quedaremos a ayudarte -habló Kojiro, con una sonrisa de lado.
La chica lo miro con algo de sorpresa. No se esperaba nada que Hyuga dijera tal cosa.
-¡No, tampoco es para tanto! Los balones están para eso, para que jueguen...
-Sí, es verdad, pero también sabemos todo lo que haces por nosotros. ¿Verdad, Ken? ¿Verdad, Takeshi? -dirigió la mirada hacia sus amigos.
-Sí, es cierto. Siempre estás para tener todo en perfecto estado para nosotros -contestó el más joven; Takeshi, con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Pero más para tener todo perfecto para nuestro capitán! -insinuó Ken, con una mirada pícara.
Ante esto Ai y Kojiro se pusieron rojos como tomates. No era secreto para el equipo el tipo de relación que estos dos tenían, menos para Ken y Takeshi siendo los más cercanos a ellos.
-De-de todas formas no es necesario que lo hagan -objetó Ai, intentando guardar la compostura, aún sonrojada por lo anterior.
-Déjanos hacerlo, déjanos ayudarte -insistió Kojiro, ya con el color en sus mejillas menos notorio.
Ante la insistencia de los tres muchachos Ai no pudo evitar sonreír y aceptar.
Y así al terminar el entrenamiento, al final del día, los tres chicos se quedaron en la cancha como habían quedado.
Recogieron los balones, los contaron y revisaron que siguieran en óptimas condiciones. Guardaron el resto del material en su lugar, entre otras cosas que se encargaba de hacer la mánager.
-¡Vaya! Es más trabajo de lo que se ve. De verdad gracias por todo, capitana -dijo Sawada, mientras terminaba de acomodar el material deportivo dentro de un casillero.
-¡Gracias a ustedes por ayudarme, muchachos!
-Es lo menos que podemos hacer por ti -recalcó Kojiro, con una sonrisa cálida en su rostro.
-¡Así es, capitana! -reafirmó Ken.
-¡Bien, hora de irnos! -dijo una sonriente Ai.
A pesar de que la joven había obtenido ayuda para completar sus deberes como mánager, en medio de bromas entre los chicos, risas y jugueteos, no habían terminado antes como cualquiera hubiese esperado.
Ya era algo tarde, el sol estaba en sus últimos rayos. Se podía ver como se iban encendiendo las luces de las instalaciones del colegio.
La cancha de fútbol se empezaba ambientar de una forma algo lúgubre, al igual los alrededores. Para Ai, un escenario normal, pero para los otros tres acompañantes algo raro de apreciar.
-Cielos... se ve algo tenebroso el colegio de noche... -habló Takeshi, entre tanto una sensación extraña bajaba por su espalda.
-¿Acaso tienes miedo? -preguntó el portero con una ceja arriba.
-¡Claro que no! Es sólo que nunca había estado por aquí a estas horas... Sólo no es algo común de ver...
-¿Y a ti no te da miedo, Ai? Siempre andas por aquí sola... -siguió Ken, aún con la misma expresión en su rostro.
-¿Por qué me daría miedo? ¿A qué se supone que le debo temer?
-Pues no lo sé... ¿A lo que no podemos ver?
-¿Qué es eso que no podemos ver? -cuestióno la chica, levantando una ceja. Entre tanto caminaba junto a ellos hacía la salida del campo.
-Ya sabes...
-¿A qué te refieres, Ken...?
-¡¿No me digas que hablas de fantasmas, Ken?! -dijo un Hyuga, atento a la plática de sus amigos.
-Sí... fantasmas, espíritus chocarreros, entes del más allá, bla, bla... ¡Llámenlos como quieran!
-¿De verdad crees en eso? ¡Por favor! -le respondió su capitán, mirándolo un momento y regresando su vista hacia delante.
-Hay cosas que no entendemos en este mundo, capitán... ¿No han escuchado sobre el fantasma del Toho?
-¡¿El qué?! -preguntó Takeshi, nervioso.
-No -contestó Ai, sin rodeos.
-Sí, algo de eso he escuchado... ¡Cuentos tontos que se inventan los demás alumnos! -dijo Kojiro, seguro de ello.
-Pues son demasiados los que dicen que a media noche se escuchan lamentos por los dormitorios, han visto sombras por los pasillos, incluso la figura de lo que parece ser un chico caminar por la misma cancha de fútbol... -argumentó Ken, con un tono sombrío, encorvando su espalda y encogiéndose de hombros.
-¡No creo en esas cosas!
-¿Seguro, capitán? ¿Qué tal tú, Takeshi?
-¡Y-yo, yo tampoco! -respondió, intentando esconder sus nervios, pues aun cuando no lo admitiera el tema le ponía los pelos de punta.
-Interesante... ¿Qué me dices tú, capitana?
Ai lo pensó unos segundos.
-No lo sé... también creo que la gente inventa historias, yo jamás he visto o escuchado nada de eso
-Entonces soy el único aquí que si cree en algo... -dijo Wakashimazu, sonriendo y cruzandose de brazos-. En ese caso, ¿no les importaría que los cuatro regresaramos a la cancha a media noche?
Hyuga le miro de reojo.
-¿Por qué haríamos eso? ¡Mañana hay clases, Wakashimazu!
-Lo sé, pero un día que vayamos a dormir tarde no pasará nada
-¡Olvidalo, Ken!
-¿No será que en realidad tienes miedo, capitán? -le cuestionó el portero, sonriendo en un tono burlón.
-¿Miedo a qué? ¡¿Al pasto de la cancha?!
-Entonces si no hay nada que temer... deberíamos hacerlo, y así comprobamos que tal como dices sólo son inventos.
De alguna forma, Wakashimazu terminó convenciendo a un escéptico Kojiro Hyuga, un temeroso Takeshi Sawada, y una dudosa sobre el tema Ai Hanazawa. Quedando así el verse de nuevo a la media noche.
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