[3]
Cruzando por medio colegio, pasando inadvertidos, por fin llegaron a la cancha de fútbol, deteniéndose en frente de la entrada del campo.
—Bien... ¿y ahora qué? —habló Ai, frotándose las manos por el frío.
Ken consultó la hora.
—12:00 a.m. —leyó en la pantalla de su móvil—. Media noche, estamos justo a tiempo...
—Claro... seguramente el fantasma es muy puntual... —dijo Kojiro, de manera burlona, causando la risa en sus otros dos compañeros.
Ken lo miró entrecerrando los ojos.
—Sólo hay que esperar un rato aquí, ya veremos si pasa algo —dijo.
—¿Y mientras que hacemos, Wakashimazu? —le preguntó Takeshi.
—No lo sé...
—¡¿Tú fuiste el de la idea y no sabes que hacer?! —replicó Hyuga, cruzando los brazos.
—Bueno sólo pensé en venir, no en si podíamos jugar cartas en lo que esperábamos...
—¡Bueno, suficiente! ¡Esperemos unos minutos y vayamonos rápido de aquí porque me estoy congelando! —expresó Ai, frotándose los brazos.
Ante esto, una chaqueta ajena cubrió a la chica por los hombros.
—Te mantendrá más abrigada... —se escuchó.
La chica miró a sus espaldas con algo de asombro. Kojiro se había quitado la chaqueta y se la había puesto a ella.
—¡¿Pero y tú?! —preguntó.
—Yo estoy bien... —le respondió el capitán del Toho, de forma despreocupada.
—Gracias... —respondió ella, con una dulce sonrisa metiendo los brazos en las mangas de la chaqueta.
La cual le quedaba enorme, siendo la primera vez que tenía puesta una prenda de chico.
Una sensación extraña pero agradable la invadió, ya que dicha prenda olía a su dueño: olía a Hyuga. Al darse cuenta de esto lo miró de reojo y sus mejillas empezaron a arder. Pensó en que podía estar oliendo esa chaqueta toda la noche, pues el aroma de ese hombre era totalmente embriagador.
¡Quería quedarse con esa chaqueta!.
Al ver la acción de su capitán, Takeshi y Ken se miraron entre ellos, sonriendo en forma de complicidad: preparados para hacer algún comentario para molestar a la "parejita".
Kojiro ya conocía bien a sus amigos, así que antes de que pudieran hacer algo los intimidó con la mirada, haciéndoles entender que si decían una sola palabra lo lamentarían después.
Tras esto los dos chicos tragaron saliva, y se encogieron de hombros, prefiriendo callar a descubrir que les podría hacer su capitán si se atrevían a hacer aunque sea una pequeña broma al respecto.
Así los cuatro aguardaron en la oscuridad de la noche alrededor de veinticinco minutos, esperando ver algo de lo que tanto contaban los demás alumnos. Sin embargo, no había señal alguna de que fueren a apreciar algo de lo que tanto se rumoreaba.
—Agradecería que ese fantasma fuera más rápido en aparecer, que ya me estoy aburriendo... —habló Kojiro, rompiendo el silencio para luego bostezar.
—Creo que no veremos nada, Ken... Deberíamos irnos ya —dijo Ai.
—Además hace demasiado frío, podemos enfermarnos... —agregó Takeshi.
Ken miró la hora.
—Esta bien... Tienen razón, ya esperamos demasiado —dijo.
Al decir eso último los jóvenes decidieron retirarse del lugar, pero antes que pudieran dar un paso el ruido de un fuerte aleteo los hizo parar, y la pequeña sombra de lo que parecía ser un pájaro pasó por en medio de los cuatro: haciéndolos retroceder, y soltar un leve grito de la impresión.
—¡¿Qué fue eso?! —dijo Takeshi, sin entender que se les había cruzado por en medio.
—Cr-creo que era un ave... —respondió Ai, intentando ver a dónde se había ido el pequeño animal.
—¡¿Un ave?! ¡¿De noche?! ¡¿Qué no duermen o algo así?! —replicó Ken.
—No sé de aves, pero tampoco creo que sea extraño que vuelen por la noche —contestó su amiga observando al cielo.
—¡¡No me interesa lo que haya sido, ya vámonos de aquí!! —les respondió Kojiro con enfado, pues ya había tenido suficientes sobresaltos por esa noche.
De pronto escucharon un lamento muy cerca de ellos, causando que buscarán con la mirada de dónde podía provenir, más no lograban ver nada.
—¿U-ustedes también l-lo escucharon...? —dijo Takeshi, temblando por el frío de la noche, o quizás, porque ese lamento lo había hecho helar hasta los huesos.
—Sí... —le respondió Ken, algo nervioso.
—S-sonó como a una persona... —habló la joven Hanazawa, sintiendo un escalofrío en su espalda.
Kojiro sólo se limitó a observar a su alrededor con una expresión muy sería en su rostro, sintiendo una tensión en sus hombros, y una sensación fría que le recorría el cuerpo.
Repentinamente el fuerte sonido de dos metales chocando los hizo estremecerse.
—¡¿Y ahora qué fue eso?! —dijo el capitán Hyuga, ya con su paciencia al límite.
Antes que alguno de sus compañeros pudiera pronunciar alguna palabra, el mismo sonido los volvió a tomar por sorpresa, provocandoles inquietarse aún más.
No tenían idea de donde se podía originar eso, pero tampoco estaban seguros si lo querían descubrir.
La tensión en ellos subió, y una vez más pudieron escuchar aquel lamento, seguido de nuevo de los ruidosos metales encontrándose.
Todo eso ya los había puesto con los nervios de punta, y ya no tenían intenciones de quedarse ahí ni un segundo más, pero antes de que alguno de ellos pensase en mover un dedo, fueron rodeados por varias extrañas siluetas que pegaban fuertes alaridos. Aquellas raras figuras parecían tener los rostros desfigurados, lo que provocó que los cuatro jóvenes gritaran de terror.
Por reflejo, Kojiro tomó con fuerza la mano de Ai, tirando de esta para atraerla hacia él, algo que no le costó mucho ya que la misma chica se lanzó a sus brazos del miedo que la inundó, por su parte el más joven: Takeshi, se escondió detrás de su amigo Ken, y este último lanzó un golpe de karate, dándole justo en el rostro a una de aquellas espantosas sombras que habían salido de la nada.
—¡Agh! ¡Mi nariz! —se escuchó una voz quejarse, seguida de varias risas.
—¡¿Estás bien, Sorimachi?! —preguntó una segunda voz.
Ante esto Kojiro reaccionó, identificando cada una de las risas y voces que se encontraban rodeandolos.
—¡No puede ser...! —resopló fuertemente, para luego cubrirse el rostro con la palma de su mano.
Acababa de entender que aquellas siluetas con rostros monstruosos eran nada más, y nada menos, que sus compañeros de equipo con simples máscaras de halloween.
Sorimachi se quitó la máscara.
—¡¡Demonios, Ken!! ¡¡Me diste en toda la cara!! —dijo.
—¡Qué buen golpe de karate te atinó! —habló entre risas otro de sus compañeros, que de igual forma se retiró la máscara, revelando al mediocampista del equipo: Hideto Koike.
Takeshi sacó su móvil e iluminó con este para verlos mejor.
—¡¿Sorimachi?! ¡¿Koike?! ¿Entonces...? —preguntó con sorpresa.
—¡Sí, son el equipo! —lo interrumpió Kojiro, dirigiendo a los demás una mirada que era para temer—. ¡¡Ya quítense esas estúpidas máscaras!!
—¡Venga capitán, no te enfades! —habló su defensa: Kiyoshi Futura.
—¡Hubieran visto sus caras! —expresó Imai, riendo.
—¡¡Expliquense!! —les ordenó su capitán.
—Bueno... es que Sorimachi nos llamó a todos, y nos dijo que ustedes cuatro estaban aquí... —dijo Shimano, encogiendose de hombros.
—Y luego nos dio la idea de hacerles una broma... —continuó Koike, algo nervioso por la mirada furiosa de su capitán.
—¡Oigan, fue idea de todos no sólo mía! —replicó el acusado.
—Sorimachi, ¡¡Te voy a dar una patada que te va mandar volando de regreso a tu habitación!! —dijo Ken, acercándose decidido a cumplir su amenaza, pero siendo detenido por Sawada, provocando que sólo lanzará un patada al aire de forma cómica.
—¡Tampoco es para tanto! Era una broma... —contestó el joven Kazuki, desviando la mirada.
—¡No es gracioso, Sorimachi! Ken te dio un golpe ¡¿No te has dado cuenta que estás sangrando?! —le dijo Ai, acercándose a su compañero.
—¡¿Eh?! —tocó su nariz con la punta de sus dedos, comprobando que tenía un poco de sangre en ella.
—¿Te duele? —le preguntó la chica, intentando examinar el rostro de su amigo, apoyada por luz de su celular y el de Takeshi.
—No, estoy bien... No te preocupes, capitana
—¡Aún no se han terminado de explicar! —dijo Hyuga, aún con su expresión de antes—. ¿Cómo supiste que estábamos aquí, Sorimachi? ¿Y qué fueron esos ruidos de hace un rato?
—Vi a Takeshi salir de la habitación y lo seguí... —respondió.
—¿Me viste salir...? ¡Pero estabas dormido! —lo miró extrañado su compañero de habitación.
—¿Crees que no me di cuenta que fingias estar dormido? Cuando termine mis tareas también simule que dormía, y enseguida vi como te levantaste de tu cama
—Y los ruidos también éramos nosotros, no se asusten —dijo Furuta, soltando una leve risa.
—Sí, Shimano y yo tomamos prestadas un par de ollas de la cafetería —continuó diciendo Matsuki, mostrando las ollas de metal que mantenía escondidas en su espalda.
—También tomamos prestadas las máscaras de la decoración de halloween que guardaban en la administración —agregó Koike, con una mirada de complicidad con el resto del equipo.
—¡¿Entraron a las oficinas de administración?! —les cuestionó Ken, sorprendido.
—¡¿Están locos?! ¡Se van a meter en problemas! —expresó Ai, con un tono de reprimenda, y poniendo sus manos en la cintura.
—Tranquila, capitana vamos a devolver todo, nadie se dará cuenta que entramos —respondió Matsuki, en tono despreocupado.
—Oigan pero... ¿Y ustedes que hacen aquí, capitán? —preguntó Takashima.
Los cuatro jóvenes intercambiaron miradas, guardando silencio por un momento. No sabían como explicar que hacían en ese lugar a mitad de la noche.
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