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Capítulo 06: Espacio Personal

Capítulo dedicado a: Erii_rwar, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

—¡Nos vamos! —Se despidió el menor de los Minamoto de sus padres y su hermana menor, antes de cerrar la puerta y alejarse del lugar. Teru dio un suspiro con pesadez, observando de reojo a la pequeña pareja que se había formado. No podía decir que le incomodaba del todo, pero no podía dejar de pensar que el azabache se le hacía bastante familiar, como si ya lo conociera desde antes. No estaba seguro de eso, él estaba completamente seguro de que nunca había cruzado palabras con alguien como él, no desde antes de que Kou lo presentara formalmente como su pareja. Lo que sea que haya pasado, no importaba, sólo quería tomar suerte y encontrarse con su «amigo» Aoi de camino a la academia para poder entablar conversación con él y alejarse. Se sentía un tercero en la relación—. Nii-san, ¿hoy te quedarás hasta tarde? —La voz de Kou sobresaltó al más alto, sacando un respingo de pronto.

El mayor simplemente soltó una sonrisa amable y observó con cariño y amabilidad a su hermano; sin querer, su vista se posó también sobre el azabache. El chico pareció darse cuenta de que él también estaba siendo observado, por lo que no fue extraño que tomara del brazo a su supuesto novio, para cubrirse de los ojos curiosos del cenizo. Eso extrañó de sobremanera a Teru, de nuevo. Hanako era bastante misterioso y extraño.

—Probablemente, pero no creo que haya tanto problema. Estaré con los demás miembros del Consejo —habló, dejando de lado todas esas preguntas que simplemente lo distraían. Quizás el nombre de «Amane» lo escuchó en otro lado, posiblemente en el anime de Death Note, donde la rubia principal tenía ese apellido; no hace muchas semanas había terminado de verlo, así que posiblemente se le quedó el nombre... sí, eso debía ser. Y que el chico se le hiciera familiar, posiblemente sólo era porque alguna vez vio a alguien que se parecía a él aunque sea un poco, a todos les ha pasado, ¿no?

—¡Hanako, no es momento para que te me pegues así! —El grito asustado y agitado de su hermano menor lo hizo poner sus pies en el suelo de nuevo, su mente ya no quiso subir y se estancó en la realidad. Aunque por alguna razón, le causó un poco de molestia ver al de ojos ámbar tan pegado a su «pequeño» hermano menor; y como el más bajo simplemente no acataba las órdenes de un incómodo Kou—. ¡Hanako, Hanako!

—¡Vamos, somos novios, joven! —animó el más bajo, ignorando ya por completo la presencia del rubio cenizo. Minamoto Kou movió su brazo, un poco irritado porque la gente ya los veía. Hanako sólo rio, apretando más el agarre entre sus cuerpos, haciendo que el rubio se pintara de un fuerte color rojizo. Al final de cuentas, el rubio recurrió a tomar del brazo a su hermano mayor, quería que lo ayudara—. ¡Vamos, niño!

—Teru-nii... —chilló, cual niño pequeño porque era molestado por alguien más. El otro rubio, al creer por unos segundos que no era su deber intervenir, se vio obligado a hacerlo, ya que su querido hermano era molestado —. ¡Me está molestando, Teru-nii! —reclamó, jalando del brazo al mencionado, buscando su ayuda. Hanako ocultó su miedo, al darse cuenta de que las pupilas azules del mayor le dirigieron una mirada hostil y molesta, listo para mandarlo al otro mundo, si no estuviera ya muerto.

—Hanako-san, sé que eres su novio, pero mi hermano está incómodo con ese tacto. Por favor, no lo molestes. —Su sonrisa no fue borrada en ningún momento, pero esas palabras y la lentitud en la que las decía, fueron suficientes acciones para matar de miedo al fantasma. Hanako tragó en seco, soltando por fin el brazo de su falso novio y observó a otro lado: quería huir de la vista de su hermano.

Kou suspiró, agradecido, aferrándose más al brazo de su querido hermano mayor. No tardó en sacarle su lengua al fantasma del baño, cuando los dos cruzaron miradas.

Cuando Kou tuvo que abandonar a su querido hermano en la entrada, y no sin ser advertido en silencio que fuera más duro con alguien como Hanako; que si bien, él no era una mala persona, el espectro no parecía saber lo que era el espacio personal, y eso Kou lo sabía mejor que nadie. Por eso, también ya veía venir que cuando se alejara la única amenaza del chico con cabellos negruzcos, él volvería a actuar como siempre: no estuvo en un error. Apenas el presidente se encontró con un chico de cabellos naranjas y los dos dieron vuelta en el pasillo, el de menor estatura se abalanzó sobre el humano y lo rodeó con sus brazos; con total cariño y alegría. El menor de los Minamoto se tragó las ganas de simplemente empujarlo, porque el fantasma ya lo rodeaba con sus brazos.

—Niño, extrañé no tocarte, tu hermano me da miedo. —Se sinceró, recargando su mentón en el hombro del chico. Kou enrojeció de golpe, apenas esas palabras cayeron en picada hasta su oído. Todo empeoró, cuando más alumnos los miraban, como el centro de atención, y Mitsuba pasó a su lado, no sin evitar dar una risa cómplice. Suficiente para apartar a Hanako de su lado: realmente era molesto no tener su espacio personal.

—¡Basta, Hanako, no quiero que vuelvas a hacer eso! —pidió, dando un ligero estallido de color rojo cuando el susodicho sonrió, divertido. No, Hanako no hacía ese tacto por nada romántico, él amaba molestar a Kou—. ¡Te acusaré con Teru-nii si vuelves a acercarte así! Nosotros no somos novios, y por el momento no me siento cómodo que otro chico lo haga.

—¿«Por el momento»? —Arqueó una de sus cejas el fantasma, un poco divertido por lo que pasaba entre ambos. Kou volvió a explotar en rojo, dejando de lado su miedo y su enojo por unos momentos—. O sea, ¿en un futuro podría ocurrir algo?, qué interesante —afirmó, acercándose de nuevo al rubio que lo había apartado. No dudó en tomar con suavidad el mentón del chico y lo acercó a él. Ahí fue cuando el otro joven sintió su corazón latir rápido por la cercanía, sus pupilas azules se encontraron con las divertidas de color ámbar del otro y un sonrojo acompañando de enojo se hizo presente: el fantasma no le hacía caso.

—Por favor, respeta mi espacio personal —pidió, bajando la mano del chico y desapareciendo el tacto en menos de un minuto—. Te prometí que te ayudaría, pero no me siento cómodo haciéndolo si no me das mi espacio.

Hanako lo escuchó, esa vez atentamente, y, disimuladamente, tomó su distancia. No supo por qué lo hizo, quizás por el rostro decidido del más alto, o quizás porque esa vez el de orbes azules no sacó gritos en sus peticiones. La razón fue desconocida.

—Además, si no lo haces, le diré a Teru-nii. —Volvió a repetir, al darse cuenta de que el espíritu era bastante sumiso con su hermano mayor. La excusa tonta fue comprada, al momento en que el menor tensó sus facciones y dio un ligero temblor.

—Bien —finalizó esa conversación, tomando una distancia prudente con él cuando ambos empezaron a caminar por los pasillos, directo a su salón de clases.

—Gracias —agradeció de forma sincera, un poco aliviado porque al menos ya no se crearían más rumores raros entre ambos. Al final, no dudó en cambiar de tema, dando una mirada de reojo al sonriente fantasma con el uniforme actual y sin el gorro negro que usualmente usaba. Ahora que lo miraba bien, parecía una persona distinta, como todo un ser humano—. ¿Qué pasará con la leyenda del fantasma en el baño? Ya no estarás ahí, y no aparecerás a esa hora.

—¿Cuál fantasma? —preguntó, bastante seguro de lo que dijo y alzando sus hombros, divertido. Su acompañante se quedó en blanco.

—¿Quieres decir que esa leyenda no existió nunca?

—Sí existe, soy yo. —Se defendió, haciendo un puchero, bastante ofendido. El rubio ladeó un poco su rostro, detuvo sus pasos de golpe y se quedó estático: no entendía nada, ¡la cabeza le va a explotar!—. Ya te dije, el mundo se ajustó: nunca hubo un fantasma en el baño... por ahora. Yo soy tu fantasma del baño, deberías de estar agradecido —alardeó, moviendo su mano. Minamoto sacudió su cabeza, entendiendo que los poderes sobrenaturales eran bastante extraños y que no los entendía para nada, en otro mundo él podría ser un exorcista y nunca lo sabría—. ¿Sabes por qué nadie te regañó cuando te tardaste en el baño el día que nos conocimos? —aventuró a sacar la cuestión, haciendo que varios cabos sueltos en Kou se juntaran.

—No, de hecho, ni se me pasó por la mente —confesó, de la forma más honesta posible—. ¿Por qué?

—Niño idiota, simplemente porque el tiempo se detuvo. Parecía que ya estábamos destinados a conocernos, mientras el mundo se ajustaba, todo se detuvo. —Sonrió, arrogante por saber más. Kou no dijo nada, sólo dejó que la sorpresa lo llenara: lo que había dicho Hanako sonaba bastante cursi e infantil, como en una novela—. Niño, ¿crees que lo que realmente estoy buscando para ser humano... sea comida? —preguntó el de ojos en forma de luna menguante, mostrándose un poco tímido por primera vez ante los ojos de Kou.

—Podría ser. —Dio la razón, un poco esperanzado de que algo tan simple pueda hacer volver a la vida a un fantasma. No perdía nada intentándolo—. ¿Qué te gustaría comer? —cuestionó con seriedad, haciendo que al menor se le dilataron sus pupilas y el sonrojo lo estropeara. Rápidamente el de menor estatura buscó ocultar su vergüenza con una broma.

Un golpe suave en la espalda de Kou por parte del fantasma, y como éste puso sus manos en sus mejillas, listo para sacar una tontería, fue el detonante para hacer saber al rubio que ese chico sacaría otra estupidez de su boca.

—Mi novio me va a hacer una comida, ¿qué debería de pedir? —Se dijo a sí mismo, logrando desorientar un poco a su pareja por unos instantes.

—¡No es eso, tonto! —gritó, haciendo que el más bajo sonriera. Kou detuvo sus palabras y rubores de forma abrupta, al percatarse de que Hanako también estaba explotando en un tenue rojo—. ¿Qué te pasa? ¿Te sientes bien? ¿Los fantasmas se enferman, Hanako? —aludió con vergüenza e inocencia, tocando con ligereza una de sus mejillas, buscando algún signo de malestar. Hanako miró a otro lado, y empezó a jugar con sus dedos.

—Dona... —susurró—. Quiero una dona.

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