—No debes creer lo que ella dijo. Tú mereces que alguien te quiera, y estoy segura de que también podrás querer de regreso.
—Deja que me mortifique un rato, extraño sentirme la peor basura de esta tierra, era más divertido cuando ella provocaba eso.
—No es sano dañarte de esa forma, Estela.
—¿Por qué no? Es lo mismo que estar triste y escuchar música triste para más profundidad.
—No es lo mismo, tonta, eso es ilógico. Es como si yo estuviera muerta y volviera a morirme otra vez para disque «más placer».
Empecé a reír, ganándome las miradas extrañadas de algunas personas que estaban cerca.
—¿Dijiste que no era la primera vez?
—¿Qué?
—Que no es la primera vez que te pasa algo como lo que sucedió con Saúl.
—Ah, no, no es la primera vez.
—¿Sí llegaron a...?
—No, y fue una suerte. No es como si cada día me hubiera encontrado con ese tipo de hombres, sólo...
—¿Sólo?
—Mi estadía en casa, junto a mi madre, era complicada ¿sabes? Quién sabe cuántos novios tenía, nunca los conté, a veces llegaban en manadas e inundaban el sitio con sus fechorías. Sergio intentaba cuidarme, hasta que cayó en el mismo abismo de las drogas.
Volví a sonreír con ironía.
—Él creía que si me quedaba en casa podría ser vulnerable para esos hombres, así que prefería llevarme a las reuniones que tenía con algunos de sus amigos, uno que otro también intentaba sobrepasarse, pero jamás lo conseguían, tal vez era suerte o tal vez yo sabía defenderme muy bien. Fue así hasta que mi madre intentó suicidarse y la internaron, Katherine se encargó de que recibiera un tratamiento hasta hoy, el cual, evidentemente, no ha funcionado; Sergio se fue, estaba en problemas con Julio, un repartidor de droga peligroso, y cada día ese tipo iba al colegio por mí para preguntarme por él.
—Entonces, ¿por eso no querías que me acercara a ti durante las salidas?
—Exacto.
—Pero... ¿Por qué?
—Tú familia es una de las más adineradas en la ciudad, Julio te habría dado problemas.
—¿Y qué más pasó?
—Sergio regresó después de un año, arregló los temas con Julio y se alejó de las drogas, debido a que ganó mucho dinero durante los cinco torneos pudimos formar una base económica de la cual sustentarnos, aunque no ha vuelto a competir y no estoy segura de que vuelva a hacerlo, en el fondo quisiera que regresara, le gustan mucho los autos y es muy bueno en lo que hace. No puedo quejarme de él, ya te lo dije, siempre ha buscado cuidarme, y es mi hermano... Bueno, medio hermano, pero lo quiero, y, pese a que sabe todo por lo que he pasado, se ha mantenido al margen, eso es lo que valoro de él, me da mi independencia y me ayuda a madurar y aprender por mi cuenta, no se involucra en lo que yo hago a menos que su presencia sea muy necesaria. Igual que Elián contigo, no como ese desastre de la naturaleza que dice ser tu hermano mayor y se llama Alfredo.
—Alfredo no es malo, sólo incomprendido, ha pasado por mucho durante su niñez al ser el mayor, además, le caes mal porque no te conoce, pero cuando lo haga podrán siquiera estar a sesenta metros en el mismo diámetro.
—No pienso acercarme a otro Montero, suficiente tengo con tu hermano y Agustín. Al menos descansaré del niño come mocos durante tres semanas.
—¿Con quién hablas?
—¿Con quién crees?
Elián dirigió sus ojos al asiento vacío que había frente a mí y asintió con total normalidad.
—¿Ya terminaron o...?
—Sí, dile que ya terminamos, esto de estar apareciendo y desapareciendo a cada momento es desgastante, iré a dormir en mis laureles fantasmales, avísame cuando lleguemos.
—Terminamos.
—De acuerdo, quería decirte que podemos cancelar esto hasta que estés mejor, no hay prisa, podemos hacerlo en tus vacaciones.
—¿De qué hablas, limón?
—Pasar por lo que tú pasaste es... Difícil.
—Estoy bien, pude defenderme, además, tú llegaste a tiempo, eso salda tu condena, ¿no? Hiciste lo que no pudiste hacer, deberías estar orgulloso, yo estoy orgullosa.
Elián sonrió triste y se abrochó el cinturón.
—Estamos ofreciendo champagne de cortesía, ¿desea, señor? —le preguntó la azafata llegando hasta él.
—Eh, sí, por favor.
—Yo también quiero —pedí.
—Y agradecería un vaso de agua para la niña.
—Muy bien.
—¿Cuál niña, cretino?
—¿Ves a otra niña aparte de ti en este avión?
—Miserable —golpeé levemente su antebrazo.
Un mensaje llegó a su celular y, por la cara que puso, parecía no ser bueno.
—¿Qué pasa?
—Es mi madre, quiere que le mande una fotografía de nosot...
—¡Haberlo dicho antes!
Le quité el aparato y abrí la cámara.
—Sonríe.
—No hace falta.
—No seas amargado, sonríe —me pegué a él y tomé la fotografía, sin percatarme de que colocó dos dedos detrás de mi cabeza—. Hola, señora mamá de Elián, estos somos nosotros a quién sabe cuántos metros de altura, pareciendo dos aves, aunque su hijo podría ser perfectamente un avestruz, con la altura que se lleva no le haría falta volar, es más, me sorprende que haya alcanzado en el avión, pero qué importa...
—Dame eso. —me quitó el objeto, borrando lo que escribí—. Hola, mamá, esta es la foto, POR FAVOR, no la mandes a los grupos de mensajes que tienes con tus amigas para crear un motivo de conversación, no quiero que se extrañen por la cacatúa que tengo a lado, aún debo domesticarla, pero ese es otro cuento. Adiós.
—No te atrevas a...
El sonido de «mensaje enviado» me hizo arremeter contra él.
Tuvimos la suerte de no tener a nadie cerca, no había muchos pasajeros, así que pudimos hablar sobre mis mentiras.
—Empiezo a entender por qué sonreías cada vez que escuchabas las excusas que daba sobre mi familia.
—Es divertido ver a una persona mentir.
—¿Cómo lo supiste?
—Soy Elián Montero, Estela, mi nombre es sinónimo de "detector de mentiras". Desde el primer día en el que Hillary me dijo que no le permitías conocer a tu familia supuse que algo no iba bien respecto a eso. Así que te investigué, y no me mires así, sólo cuidaba a mi hermana.
—¿Por qué me dejaste seguir siendo su amiga si sabías de dónde venía?
—¿Ya te has visto? —inquirió, bebiendo de su copa—. No eres como ellos, ni como tu padre, ni como tu madre, ni como Sergio, sin ofender. Y te lo dije una vez, has tenido una vida difícil, es todo. Un pasado como ese no es motivo para juzgar a una persona, todos hemos tenido situaciones difíciles, pero lo que más pesa es en lo que nos convertimos después de atravesarlas. Podemos seguir y ser buenos, o podemos seguir y ser malos, usando como excusa todo lo que nos pasó. Tú no perteneces a ninguna de ambas opciones, después de lo que pasaste, sigues siendo tú, y eso es lo que te hace...
Se quedó en silencio.
—¿Lo que me hace?
—Lo que te hace ser agradable. —finalizó, pero insistió en continuar—. Quiero decir, tal vez seas agradable para los demás, pero para mí eres lo que dije, una cacatúa habladora.
Me crucé de brazos y no lo miré más.
—¿Qué es lo que hizo Sergio con Saúl? —me cuestionó cuando las luces del avión se apagaron.
—Ellos nunca revelan los castigos que le dan a ese tipo de personas.
—¿Son malos?
—Imagino que sí, jamás hemos vuelto a ver a quienes los han recibido.
—Ahora entiendo por qué tu hermano insistió en que mi destino iba a ser el mismo por si algo llegaba a pasarte.
—Me alegra que te lo tomes con precaución.
—Serán seis horas de vuelo, ¿quieres ver una película?
—Dudo mucho de que tengamos gustos similares en películas, limón.
—Es imposible que no te gusten los zombies.
—¿Zombies? Por favor, ¿crees que no tengo suficiente con tu hermana «doña fallecida»? Prefiero una a blanco y negro, sin diálogos.
—No estás hablando en serio.
—Tú no estás hablando en serio. Esas películas son arte puro.
—Arte puro no es sinónimo de aburrimiento ¿eh? Por si no lo sabías.
—Aburridos tus muertitos, te falta conocer otro tipo de arte.
—No, gracias, estoy bien con mis conocimientos básicos.
—Inculto.
—Aguafiestas.
—Grosero.
—Terca.
Y así estuvimos discutiendo por casi veinte minutos.
¿Para qué?
Para terminar viendo una maratón de Barbie.
—¿Señor Montero?
—Buenos días.
—Qué gusto verlo otra vez. Esta es su llave, disfrute su estancia.
—Gracias.
Elián tomó la tarjeta y se encaminó hacia el cuarto del hotel, conmigo detrás.
—¿Por qué te dio una sola llave? Somos... Somos dos...
—Sí, espero que no te moleste, pero me tomé la libertad de ordenar que nuestra habitación sea conjunta, tú y yo en ella.
—¿Estás...?
—Piénsalo, si eres un imán para los problemas, al menos estarás protegida de ellos estando cerca de mí, y de esa manera yo podré evitarme la "furia" de tu hermano.
—No voy a dormir contigo.
Él comenzó a reír, abrió la puerta y me mostró las dos camas.
—Tu mente vuela muy rápido, ¿no?
—Y volará junto con tus dientes si sigues con tus frases irónicas.
—Puedes ir a bañarte si quieres, mientras tanto yo debo ir a solucionar un asunto.
—¿Qué asunto?
—De negocios, nada importante.
—Apenas tienes diecinueve.
—Recuérdame, ¿Quién es el que está a cargo del proyecto de las becas en tu colegio?
—Sí, sí, sí, presumido. ¿Me trajiste aquí para ser testigo de tus negocios?
—No, esto será rápido, además, fue la única condición que mi padre me dio. No me tardo.
—Bien.
—Y... ¿Estela?
—¿Sí?
—No te metas en problemas, al menos mientras no estoy.
Entrecerré los ojos con disgusto, él fingió sonreír y se fue.
—Ya volví. Qué bonito cuarto, estoy segura de que se ve mejor desde afuera. Nos fugamos o ¿qué?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro