Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

07 | Escondida.

—Mia.

—Soy tuya.

—¡Ponte seria! No pueden... Esto... No cuadra...

—¿Qué no cuadra?

—A mí no me mires que acabo de morirme otra vez.

Sentí dolor en la garganta y recordé las palabras de su padre el día anterior.

A él no le molestaba que hayamos salido, le molestaba que hayamos salido solos.

¿Por qué? Muchísimas razones. La primera que se me vino a la mente: Elián estaba involucrado.

—¿Qué piensan que están haciendo aquí?

—Relájate, no hemos venido a pelear.

—Corrección, no deberían haber venido.

—Es un lugar público, viejo —argumentó el de ojos grises—, tenemos tanto derecho como ustedes a estar aquí.

—Tú menos que nadie debe estar aquí —le encaró Ángeles, posicionándose delante de él—, si no te quieren en casa este no es un buen refugio, a menos que quieras terminar sobre una cama de hospital los próximos doce meses.

El chico esbozó una sonrisa, sin dejar de mirarla.

—Yo puedo comprar este apestoso lugar si quisiera.

—La última vez no fuiste tan valiente —se entrometió Mia, dejándome atrás y clavando sus ojos en la entrepierna de su oponente—. ¿Ya tienes sensibilidad?

—Puedes comprobarlo si quieres.

—¡¿Qué has dicho?! —le reclamó Alejo, dándole un empujón.

—No hemos venido a pelear —contestó un joven que se encargó de sostener al tipo—, nosotros estaremos del otro lado, no habrá problemas.

Todos accedieron. Ellos empezaron a alejarse, a excepción del de los ojos grises.

—Zander —lo llamó uno de sus amigos—. Vámonos.

—Cambié de opinión. Me quedaré aquí.

—No seas tonto —masculló el otro.

—Por tu bien, es mejor que te vayas. —advirtió Alejo.

—Ya te dijeron que este lugar es público, ¿no? No eres el dueño, no eres el corredor oficial, ni siquiera eres el que limpia los baños. ¡No eres nadie! ¡Ni tú ni ese par de zorras pueden darme órdenes!

El sonido que emitió el puñete que Mia dejó plasmado en el rostro del chico hizo eco, y antes de que este pudiera devolverle el golpe, todos fueron en su contra, desatando la pelea a la que tanto temí.

—Qué bien se sintió —manifestó ella, saliendo de todo el montón de tipos para llegar a mí—, y no vayas a reclamarme, no me arrepiento de nada.

Cerré los ojos e intenté respirar.

—Debo salir de aquí —pedí aprovechando que Elián aún no me había visto.

Hizo caso, me tomó de la muñeca y rodeamos todo el campo sin ser notadas por nadie.

Al llegar a las calles tuve una imagen más amplia de ella. A sus diecinueve años, Mia era muchacha muy bonita, los mechones azules de su cabello la hacían resaltar entre todas las personas que estaban a sus alrededores y la cara seria le era un arma muy útil para alejar a cualquiera que no le agrade.

En ciertos planes tenía emparejarla con Sergio, pero, por alguna razón, parecían ser perro y gato juntos.

—Entonces, ¿qué tal ha sido tu vida durante el tiempo en el que no nos hemos visto, Estelita? ¿Cómo está la amiga que tenías? —me preguntó de repente.

—¿Cuál amiga?

—La única de ese colegio apestoso que me caía bien.

—¿Hillary?

—¡Hillary, sí! Siempre olvido su nombre. ¿Cómo está? ¿Mis consejos para ligar la ayudaron?

—Ella... —desvié mis ojos hacia otro lugar, intentando decirlo, y, de igual forma, convencerme—. Ella está muerta.

El cigarro que Mia tenía en la boca se le cayó debido a que la abrió con sorpresa.

Yo me esforcé en actuar con normalidad, como si fuera cosa de todos los días, hasta que recibí su abrazo.

—Lo siento —articuló con la voz ronca—. Estela, dios mío, lo siento tanto.

—Sí, yo... Está bien, fue hace un mes, pero estoy bien, de verdad.

Ella me miró con tristeza.

—Debo irme. —volví a despedirme.

—Puedes llamarme si me necesitas, incluso cuando no necesites nada, estaré pendiente.

—Claro.

Me dio un nuevo abrazo y, gracias al cielo, logré llegar a casa.

—Al menos alguien, a excepción de ti y de mi familia, se acuerda de mí.

—Tu hermano... Él... Él tiene que ver en lo de esa chica.

—Él nunca hablaba conmigo sobre sus conflictos, a veces se metía en problemas, pero no eran tan graves. Aunque una cosa sí te digo, ese amiguito suyo nunca me dio buena espina.

—Esto no está bien.

—No, así que debemos saber qué pasó.

—¡¿ESTÁS LOCA?!

—¡Es mi hermano, Estela! No puedo dejar pasar por alto algo como esto, no quiero hacerme falsas ideas de él.

—No.

—¡¿NO?!

—No, es demasiado, yo no voy a involucrarme en esto, he tenido suficiente a lo largo de mi vida.

—Por favor.

—No.

—¡Es mi hermano!

—Es mi vida.

—Pero...

—Vete, no quiero seguir hablando contigo.

—Te lo suplico.

—No, no, no, no.

—Debemos saber...

—No escucho nada, no escucho nada, no escucho nada, no escucho nada...

—¡Deja de comportarte como una niña!

—Cállate.

—¡DEBES AYUDARNOS!

—¡Cállate!

—¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA!

—¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡DÉJAME!

—¡ESTELA!

La voz de mi hermano logró desaparecer la silueta de mi supuesta amiga.

—¡Tranquilízate!

—¡Ella está muerta! ¡No puede seguir aquí!

—Oh, por eso —murmuró para sí mismo, comprendiendo que todo giraba en torno a Hillary.

—No quiero esto... ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero! —comencé a golpear su cuerpo, pero él solo aplicó más fuerza sosteniéndome—. ¡No quiero que se vaya, pero no la quiero aquí!

—Está bien, tranquila.

—Sergio...

—Está bien.

—Ya no puedo.

Seguí llorando, empezando a ahogarme con mi propia respiración, hasta que me dormí.

Uno de los más grandes miedos para el ser humano es el hecho de quedarse solo.

Me parecía ridículo. No lo entendía. ¿Por qué temeríamos quedarnos solos? Siempre lo hemos estado, desde nuestra primera respiración hasta nuestro último aliento. Nacemos y morimos completamente solos.

Pero eso no nos asusta, claro que no. Hasta que caemos en cuenta de que lo estamos. Hasta que la compañía nos resulta complejamente necesaria. Hasta que encontramos a quien nos hace olvidar la soledad. Entonces conocemos otro mundo, ese en el que la soledad pasa a un segundo plano y su lugar es ocupado por el placer de saber que, entre millones de humanos, encontraste a quien está dispuesto a acompañarte.

Eso encontré con Hillary.

Hasta que se fue.

—¡Pero volví!

Sí, volvió.

—Gracias por esto, gracias, gracias, gracias, quisiera abrazarte, pero no quiero que vuelvas actuar como loca por si muevo algo.

—Cállate.

—Lamento lo que pasó, evitaré atormentarte menos.

—Que quede claro que sólo intentaré hablar con Elián una vez, ¿oíste? Si no conseguimos nada, me voy y le damos fin a esto.

—Entendido.

Asentí, di otro par de pasos y toqué el timbre.

—Oh, ya eres menos cobarde, eso es muy...

No terminó de hablar, pues se detuvo al ver cómo comencé a correr para ocultarme detrás de unos arbustos.

—Olvida lo que dije.

—Tengo miedo, imagina que todo este tiempo se haya convertido en un asesino serial y que cuando sepa que yo lo sé, me mate.

—Mejor, así estaríamos juntas.

Gruñí. La puerta se abrió y mi cuerpo empezó a temblar al ver el rostro de Elián asomarse, buscando a quien tocó.

—Sal.

—No.

—Debes salir.

—Sal tú si tanto insistes.

—Bien.

Hillary caminó hasta quedar frente a su hermano.

—¡Hola! —alzó ambas manos saludándolo, pero él no podía verla—. Mira, puedo perrear... —empezó a mover el trasero—. ¡MÍRAME, MALDITA SEA! —como respuesta, obtuvo el sonido de la puerta cerrándose—. ¿Viste lo que hizo? Me cerró la puerta en la cara, ¿Quién se cree ese malnacido?

—¿Malnacido?

—Nació por cesárea.

—Eso no da risa.

—Ve, Estela, ve y desquítate con ese mocoso por haberle cerrado la puerta al fantasma de su hermana.

—¡Eso! Eres un fantasma, lo admitiste. Fin. Esto ya no es necesario.

—No, no, no, por favor.

Apreté los puños y empecé a caminar nuevamente hacia la puerta, toqué el timbre, estaba dispuesta a esperar, pero volví a acobardarme, así que corrí hacia los arbustos.

—¡Ya no eres una niña!

—No, ahora soy una adolescente. Una adolescente miedosa.

Elián volvió a salir, y cuando creí que sólo daría la vuelta, oí su voz.

—Eres pésima jugando a las escondidas, Ferreira, ¿lo sabías?

Mis latidos se dispararon. Cerré los ojos e intenté respirar, pero al abrirlos después de varios segundos, lo tuve frente a mí.

—Te encontré.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro