Desde que tengo memoria, una sombra deambula por mi cuarto todas las noches, después de la cena. No sé si se trata de un fantasma o un demonio; pero me aterra y hoy, hoy no será diferente.

Hay una tormenta, la lluvia cae a tártaro y el fuerte viento azota la ventana de cristal, temo porque se rompa una en cualquier momento y el mal tiempo se adentre en mi habitación. Ni siquiera pude terminar de ver la serie que por el televisor comienza a las 8:00 de la noche, ni siquiera pude terminar de degustar mi plato con pasta en la cena y, ni siquiera puedo apartar la vista de la puerta de entrada, porque cada vez que el cielo oscuro se alumbra con la caída de un relámpago, una sombra se extiende desde la puerta hasta mis pies.

No puedo correr, el miedo me tiene baldado en este sitio, las piernas me tiemblan y el corazón me late como un loco, amenazando con salirse de mi pecho en cualquier momento.

Otro relámpago y ahora la sombra, el fantasma o el demonio porta un cuchillo en una de sus manos, se extiende más hacia mí y apuñala mi sombra una, dos, tres veces. Siento que el alma abandona mi cuerpo y que el tiempo por un segundo se detiene.

Suspiro, más aliviado. Al final, ya no soportaba más estar encerrado en esta prisión, la locura poco a poco me estaba consumiendo, así que preferí dejar que aquel ser oscuro me librara de esta maldición.

Le sonrío al fantasma, y le agradezco por darme la libertad. Mi cuerpo cae, y el espejo frente a mí se quiebra. Al fin soy libre.

FIN