Pronto entendió que las cosas no iban a ser así de simples. Sus primeros escritos no tuvieron el alcance deseado, de hecho, no tuvieron ningún tipo de alcance. Torpes. Simples. Aburridos. Tres visitas en dos meses. Él estaba decepcionado. No tanto por el fracaso de sus historias como por el hecho de que las personas lo ignoraran, que los terrores únicamente lo atormentaran a él. Pero no había nada que hacer. Ni siquiera en sus mejores días había podido escribir algo de un nivel superior a la media. Seguía siendo infantil, ingenuo, y lo sabía. Pero por muy acostumbrado al fracaso que estuviera, aún tenía algo de orgullo, y su herido orgullo no podía dejarlo así. No ahora que había encontrado un "algo" que lo distraía de su infierno personal.

Hasta ese punto había publicado las historias que se le ocurrieran, en el momento en que estas llegaran a su mente, en el momento que los terrores lo empujaban a hacerlo. Pero ya no podía ser así. Si quería que los terrores tuvieran el alcance deseado, tenía que organizar las muchas historias en su mente, y solo escribir y publicar las mejores.