Encontró un extraño apoyo en la escritura. Un mundo no del todo nuevo para él, ya lo había intentado sin éxito en el pasado, en su nada memorable época de estudiante. Pero esta vez era distinto, esta vez no intentaba ganar ningún premio, no intentaba volverse famoso, no intentaba complacer a nadie, de hecho, ni siquiera intentaba escribir algo con un mínimo de calidad o innovación, no buscaba hacer a nadie feliz. Solo necesitaba un desahogo.

De hecho, su único objetivo real era arrancar los miedos de su pecho, tomar esos terrores que lo atormentaban y plasmarlos en palabras de manera tal que otras personas pudieran experimentar todo su miedo y desesperación, que los terrores dejaran de ser solo suyos y empezaran a pertenecerle a la gente. Y ya que nadie iba a leer sus escritos de manera física, decidió compartirlos con los anónimos en internet.

Y una vez tomada esta decisión, una vez encontrado el lugar perfecto para publicar sus historias, se puso manos a la obra con su primera serie de seis cuentos cortos.