Capítulo 1
Prudence despertó desorientada.
—Prudence —oyó a lo lejos... ¿o era un vestigio de un sueño?
Se removió en la cama... que no era cama; una red colgante, una hamaca. No veía un ápice frente a ella, estaba en la boca del lobo. Coño. Había colapsado en la hamaca bajo la promesa de despertarse quince minutos después, con un poco más de energía; entre el trabajo y las diligencias de su madre, había sido un día de locos. Si la habitación —y el cielo— estaba tan oscura, bueno, claramente había dormido más de la cuenta.
—Ahg —hizo una mueca sintiendo el sabor pastoso de su boca, y gruñó—: ¿Qué hora es? —Tanteó el aire hasta encontrar la esquina de la mesa plegable que usaba de mesa de noche. Su mente tiró de su consciencia, sus párpados le pesaban. Bastaría con cerrar los ojos para volver a dormir. Por fin, su mano cayó sobre el bloque sólido que solo podía ser su celular.
La pantalla despertó de inmediato; Prudence cerró los ojos. Poco a poco acechó.
11:47 p.m.
Y notificación tras notificación.
Polo: a q hora vienes?
Polo: maca esta a 2 de empedarse de la buena
Polo: llegaron las clau(s)
Polo: prue
Polo: ...
Polo: te quedaste dormida?
Polo: estás d acuerdo que esto era a las 10:30?
Polo: donde estas???????
Polo: si te quedaste dormida vd?
Polo: maca te va a matar
Polo: ahora me voy a empedar
Polo: bye
—Coñooooo —se levantó en joda de la hamaca, librándose de enredar un pie en la hamaca por un pelín de rana tuerta y tirando almohada y sábanas en el proceso. Todavía estaba a tiempo de llegar al MacaFest; debía apurarse o aterrizaría después de que todos bebieran tanto que no la recordarían al día siguiente.
«Y sería como si no hubiese ido.»
Tan solo tenía que vestirse —el espejo le comprobó que iba en calzones y brasiere—, encontrar las llaves del auto entre la pila de ropa acumulada y volar a Baños. ¡Pan comido...! Hasta que tardó quince minutos buscando las llaves, le tocaron todos los semáforos habidos y por haber en su camino al centro, tuvo que estacionarse a cinco cuadras del speakeasy y, por ende, caminó más de lo esperado para llegar hasta su destino: unas puertas maltrechas con vinilos viejos señalando el género de cada "baño"... en lo oscurito de un estacionamiento. Prudence las abrió sin titubear y entró a otra boca del lobo.
Las luces titilaron antes de llenar de un potente neón el logo del establecimiento: el perfil de un bacín con una persona sentada, muy conceptual. El rostro de Prudence se pintó en fucsia y azul, casi cegándola por unos instantes. Era la segunda vez en la noche que le ocurría. Con total seguridad, extendió la mano en la oscuridad para posarla sobre la fría perilla que muchos pasaban por alto. Tras girarla, se abrió un pasillo con pósters e iluminación psicodélica invitándola a bajar, doblar un par de veces y finalmente volver a subir para salir a una pequeña terraza. Esta tenía una vista privilegiada del centro histórico de la ciudad; a la izquierda se veía la inmensa catedral decorada por el video mapping; a la derecha, un cadenero.
Desde allí se escuchaba el latido de la música.
—Juan. —El hombre hizo un gesto afirmativo con la cabeza en señal de saludo.
—Prue. —y le abrió el paso.
—Dime que Maca sigue aquí —suplicó reacomodándose su cabellera castaña sobre un hombro.
—Maca sigue aquí. —Sonrió a sabiendas de que Prudence rodaría los ojos a continuación, pero no elaboró.
Baños ocupaba el último piso de una casona antigua. Estaba dividido en múltiples salones con decoraciones distintas para acompañar el tipo de música que sonaba, allí residía la magia de este speakeasy. Cada sala tenía un ambiente distinto, por ende, visitantes diferentes. Prudence había tardado varias visitas en conocer hasta el último rincón, y para cuando sucedió, algunas de las salas ya habían sido remodeladas.
Macarena y el resto de sus amistades, que no serían más de seis, se refugiaban en el más clásico de todos. Suelo de ajedrez, sillones de piel y Luis XV, mesas de madera y periqueras para darle un toque moderno, iluminación tenue centrada en las mesas y la barra que presumía su suntuosa selección de botellas importadas. Prudence se movió entre la gente atenta para identificar a sus extravagantes amistades.
Prue: por dónde andan?
Paseó la mirada sin éxito.
Maca: Cerca de la barra y el escenario.
Con capitales, punto final y todas las letras en la oración, no cabía posibilidad de estar hablando con Maca.
Prue: tnx, Claubi 👍
Maca: No worries, girl. See ya.
Baños había dejado de ser el pajar. Rápido divisó a su cumulo de amistades alrededor de una periquera. Efectivamente, eran tan extravagantes como de costumbre. De algunos se diría que habían perdido la pasarela, o múltiples pasarelas. Aunque todos andaban en una onda diferente, cada uno tenía un shot enfrente; algo los unía. Sepa qué.
Polo tenía cara de picardía, su sonrisa indicaba que estaba a una frase de quemar a uno de los presentes. Quien haya estado en su mente se salvó a tiempo. Polo identificó a Prudence entre la gente y gritó a todo pulmón:
—¡Prudencia! —la señaló en su totalidad—. ¡Que guapa!
Prudence llevaba un vestido de satín negro acompañado de múltiples cadenas de soles y lunas sonrientes que se acomodaban elegantemente sobre su cadera, botas altas y un microscópico bolso que solo podía llevar sus llaves y el tarjetero más minimalista existente en la faz de la tierra.
—Bello Leopoldo —sonrió Prudence apresurando el paso para cerrar sus brazos alrededor del hombre que se había separado del grupo y abría sus propios brazos dramáticamente en invitación—. No soy Prudencia, idiota —le reprochó una vez que la estrechó contra sí.
Polo rio mientras los mecía de un lado a otro.
—Tengo que felicitar a Maca... suéltame Poloo —dijo Prudence, aunque le siguió el juego.
—¿Un shot?
—Después. —Salió de su abrazo para encaminarse a darle sus debidas felicitaciones a su mejor amiga.
Entre los jóvenes, Prudence escuchó a una chica —presumíblemente Macarena— gritar "yo nunca nunca me he enredado con mi vecino", seguido de un "buu" grupal. Sonriente, Macarena se empino el caballito sin quitar la vista de un joven con adoración en los ojos y una amplia sonrisa en los labios. Él también tomó, su novio y exvecino de años. A eso se le llamaba...
—Un acto desesperado para tomar —dijo Prudence antes de atrapar uno de los brazos de Maca—. Feliz cumpleaños, bestie —le plantó un beso en la mejilla.
Cualquier otra persona se hubiese asustando por tan repentino acto de cercanía, pero Macarena no. Prudence aparecía de la nada, entre la gente, en solitario, o acompañada de un torbellino de sonidos, pero siempre —siempre— haciendo ruido, hablando, gritando. Maca, a su vez, la identificaba con el simple timbre de voz. Habían crecido juntas, desde el jardín de niños. Ambas juraban que podían sentir la presencia de la otra, casi como si de gemelas se tratara. No podían ser más distintas.
—Llegas tarde, ¿dónde estabas? —Macarena hizo un puchero que duró poco, pues la sonrisa apareció para continuar su reinado—. Prue Prue, ¿te unes? Nos estamos quemando entre todos. ¡Círculo mágico, círculo mágico!
—Hola, Prue —saludó Vic, el novio de Maca, detrás de esta—. Ya está un poco peda —articuló con la boca.
Prue elevó ambas cejas y dejó salir un bufido, ¿acaso creía que no podía verlo? Era un mar de risas e hiperactividad sin filtros. Macarena se volteó hacia la mesa para que Polo le llenara los tres caballitos que tenía entre sus manos. En este intermedio, Prudence aprovechó para terminar de saludar a la mesa e intercambiar unas fugaces palabras con Clau y Claubi, a quienes no veía desde hace varias semanas. "La vida godín", dijo una de ellas, a lo que Prudence hizo eco.
—Uno, dos, tres —se oyó por encima del ruido, el rasguido de unas cuerdas se unieron a la prueba de sonido. Un baquetazo. Un par de notas bajas—. Uno, dos, tres... un poquito más alto, por favor... ¿Cómo lo sienten? —preguntó a través del micrófono a los integrantes de la banda. Una joven, jovensísima, tomó el segundo micrófono e hizo su respectiva prueba. Estaba perfecto—. Bien. —Se inclinó para acomodar unos cables cercanos.
«¿Música en vivo... a esta hora?», curiosa, dedicó unos instantes a estudiar a la banda que había aceptado cantar en Baños a una hora tan... inusual. Para ella, pues Baños era más que inusual. Para empezar, no tenía hora. Abría al atardecer, cerraba al amanecer.
Las luces se reacomodaron sobre ellos. La central se fijó en él, quien llevaba la voz cantante. Se incorporó tapándose los ojos con la cara.
—Más bajas, por favor. —No quería deslumbrarse toda la noche, le gustaba ver un poquitín más allá de la primera fila.
De inmediato cumplieron con la solicitud y finalmente el joven, apenas unos años mayor que Prudence, se quitó la mano del rostro.
++++
Se podría decir que esta novela ha estado unos 5 años in the making, la idea y los primeros capítulos al menos. No es la misma versión que subí hace unos años, de hecho, la antigua está en borradores y una buena parte de la historia es distinta. Quien haya leído a Prue hace unos años, se dará cuenta de que ni siquiera el primer capítulo es igual. La estoy reescribiendo por completo.
Les agradezco haber llegado hasta aquí. Si les gustó, no olviden dejar su votito y estaré pendiente de sus comentarios para ir respondiendo y conversar con ustedes.
xoxo, Olivia.
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