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🩸 Helousi people🩸

Aquí les viene el primer capítulo...

¡¡Disfrútenlo!!

Un ser querido. La definición de esa frase se supone que sea una persona que aprecias, y si no es de tu familia, la consideras parte de ella. Pero, ¿y si esas personas que pensabas conocer, se ponen en tu contra por hacer o decir algo que les molestó, en mi caso, por conocer cosas de mi pasado?

Sacando a flote sus verdaderas opiniones de tí y todas las veces que fueron hipócritas para supuestamente complacer o encajar, mostrando un cinismo puro, el cuál camuflaban con una sonrisa y un abrazo comprensivo. Eso fue lo que técnicamente mis "amigas" me demostraron, cuando decidí que acabaría con todos los planes de mis padres, en los cuales yo estaba presente.

Ellas me traicionaron, revelando mis intenciones y "secretos" a aquellos seres que se consideraban mi familia. Y eso me llevó a parar en un maldito hospital, solo por querer cambiar mi destino.

Punzadas de dolor atacaban mi cabeza sin descanso. Apenas podía respirar al sentir la fuerte compresión en mis pulmones y los dolores en el pecho que me daban de momento. Cada latido de mi corazón era lento, resonando como un eco de mi fragilidad. Mi cuerpo estaba completamente adolorido; las piernas entumecidas, y una sensación de frío recorriendo todo mi ser, como se múltiples agujas estuvieran incrustadas en mi piel.

Cuando abrí los ojos por completo, vinieron a mi los últimos recuerdos que tuve.

Una fuerte discusión con mi madre en casa...

-"¡Ya cierra la boca, niña!" -gritó, agarrando con fuerza mi rostro con una de sus manos temblorosas-."Te prohíbo volver mencionarle esto a cualquier persona, ¿lo oyes? ¡Todo es tu culpa, lo mires por dónde lo mires!"

Empujó mi cuerpo con desprecio, provocando que cayera en el sofá. La mirada indiferente de mi padrastro en mí, me llenaba de rabia; ¿cómo podía estar tan tranquilo viendo lo que estaba pasando?

Me puse de pie y la enfrenté. Ella nunca me tomaba en cuenta, siempre me hacía a un lado, dándole la razón a los demás; yo no le importaba, nunca le importé.

-"¿Y tú dices ser mi madre?" -le cuestioné, sin poder controlar mis emociones guiadas por la creciente furia en mi interior-. "Si siempre vas a tratarme como un objeto de intercambio, ¿¡por qué carajos no dejas que me vaya de una maldita vez!?"

El tono con el que le hablé, provocó que su mano impactara fuertemente contra mi mejilla, y no era la primera vez. Era una costumbre dolorosa que mi rostro y cuerpo recibieran todo tipo de golpes con cualquier objeto, sumiéndome en un abismo de oscuridad y soledad. Nunca se cansaban de eso.

-"Intentar llevarme la contraria no te conviene y lo sabes" -me advirtió, con esa frialdad que aparecía siempre que deseaba hacerme conocer "mi lugar"-. "Deja de quejarte de las cosas y haz lo que se te ordena. No creo que eso sea tan difícil para tí".

Esa exasperación en su voz y la mirada de enojo que me dedicaba, aumentaban la certeza de que no podía seguir con ellos. Debía escapar de ese maldito manicomio personal, de esta presión disfrazada de hogar, y no permitir que volvieran a encontrarme.

-"Entonces sigue pensando que me tienes a tus pies, pero algún día haré hasta lo imposible por acabar con todos ustedes" -aseguré, con una firmeza que desbordada pequeñas lágrimas de impotencia. A pesar de que lo deseaba con todas mis fuerzas, en ese preciso momento, no podía hacer mucho contra ellos.

-"Ja, ¿y a quién piensas decirle? ¿Quién crees que te ayudará? ¿La policía? -sus preguntas, llenas de confianza y una ligera diversión, solo intentaban provocarme, como si quisiera demostrar que no tenía a nadie en este mundo que me pudiera ayudar -. "Sabes que nadie te creería".

-"Tranquila, sé perfectamente que en la policía está la mayor corrupción" -dije, mirándolos a ambos por última vez, para luego dirigirme al patio trasero. Aunque se suponía que debía ir a mi cuarto.

En el jardín, todo estaba prácticamente oscuro; eran alrededor de las 9 de la noche así que la luz era mínima. La casa estaba rodeada por arbustos que me doblaban el tamaño, así que tomé la escalera del jardinero y subí por ella hasta que llegué a la calle, dónde se encontraban los autos de mi familia.

Antes de irme, había tomado las llaves del auto de mi hermanastro; un Tesla rojo, ese era el bebé del odioso malcriado. Me subí en el y aceleré, sabía que no tardarían en darse cuenta de que no estaba, así que debía apresurarme si pretendía no ser alcanzada.

Cada vez iba más rápido, sumergiéndome en la creciente adrenalina que corría por mis venas, mientras mis oídos se llenaban del rugido del motor. Las carreteras estaban oscuras en su mayoría, brillando únicamente las luces delanteras del auto, señalando el camino. El pensamiento que resonaba en mi mente, era el salir del radar de mi familia lo antes posible, alejándome de aquellas falsedades y tapaderas de las que tenía que ser parte; principalmente de los compromisos y negocios familiares.

Pero la felicidad duró poco; divisé por el retrovisor izquierdo a uno de los autos negros de mi padrastro, eran muy fáciles de identificar, aún a esa hora. Un ligero pánico me invadió al ver cómo se acercaban con rapidez, por eso, sin pensarlo, pisé el acelerador a fondo, sintiendo el empuje violento del vehículo segundos después.

Traté de perderlo en las curvas y cruces con movimientos veloces, domando como una profesional cada camino que cruzaba. Pero llegamos a las carreteras cerca de los acantilados, y esas eran muy peligrosas a una velocidad demasiado alta. Pero era demasiado tarde para detenerme. La inercia me empujaba hacia adelante, y el control se escapaba de las manos.

Cuando intenté girar, las ruedas se atascaron y chirriaron, incapaces de agarrarse a la superficie resbaladiza. En un instante, el auto se desvío, impactando contra la pequeña cerca de hierro, atravesándola. Este choque provocó que el auto cayera por el inclinado camino rocoso, directamente al acantilado. Las vueltas y sacudidas eran brutales, y cada golpe enviaba ondas de dolor a mi cuerpo.

Los cristales estallaron en pedazos, provocándome varias cortadas superficiales en la piel, dejando un rastro de sangre en el vehículo. Mi cabeza impactó fuertemente contra el timón cuando su movimiento por fin se detuvo, haciendo que la única sensación en cuerpo fuera de miedo y dolor. Esto me llevó al abismo de la inconsciencia, y lo último que logré ver, fue la silueta de un chico, como una sombra que se esfumó segundos después.

Y así, caí en un sueño profundo, atrapada en una camilla de hospital, rodeada de ruido y luces brillantes, mientras esperaba la llegada de la mujer de uno de los fiscales más renombrados de la ciudad, Natasha Sandler.

Esta entró con total calma a la habitación, cerrando la puerta con suavidad y acercándose a mi lado, mientras sus ojos recorrían cada herida en mi cuerpo con detenimiento.

-¿Era necesario todo esto, Danna? -su voz se oía con lejana preocupación, mientras colocaba su mano en el yeso de mi pierna-. Deberías cuidar más tu cuerpo, niña -alzó una ceja al mirarme, deslizando su mano hacia la herida expuesta, donde apretó sin ningún cuidado.

-Si sigues maltratándolo así, no podrás sernos útil en mucho tiempo, mocosa -murmuró entre dientes.

Solo podía emitir pequeños sonidos de dolor por la presión que estaba haciendo en mi herida. Ella, al notar mi expresión, se apartó un poco, enderezándose. No quería que nadie percibiera lo que sucedía entre nosotras.

-Cuando salgas del hospital irás directamente al internado -declaró con una voz que no admitía discusión -. Prohibiré todas tus salidas y controlaré cada paso que des. Tus vacaciones han durado demasiado tiempo y no has sabido aprovecharlas.

-No... deja... -trataba de articular tan siquiera una palabra con normalidad, luchando por mantener la calma-. Detente... déjame vivir en paz -todas mis fuerzas se desvanecieron en esa súplica, como si cada palabra me drenara.

-No estás en condiciones de pedir algo -respondió, cortante-. Ahora solo procura recuperarte lo antes posible, tienes un curso que terminar.

Fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y salir de la habitación, dejándome en un silencio abrumador. Era muy propio de ella no mostrarme ningún sentimiento de compasión o amor, no desde que se casó hace siete años con Rixton Sandler, un hombre justo y por ende proveedor de la justicia. Aunque esa imagen perfecta escondía demasiados secretos oscuros que solo yo conocía.

Entre fisioterapias, reposo, ejercicios matutinos leves y medicamentos, me curé casi por completo en tres meses y medio. Mi cuerpo aún tenía ciertas dificultades, pero podía moverme, y como mi madre quería deshacerse de mi lo más pronto posible, me mandó nada más me dieron de alta al "Harvey Boarding School" , en las fueras de la cuidad, aislado de todo y de todos, pero este, a pesar de ser uno de gran prestigio, se convirtió en un infierno interno para mí.

A las 6:30 de la mañana, uno de los choferes de mi madre me llevaba de vuelta a ese lugar, su estructura era antigua y estaba rodeada por un bosque no tan espeso, sus paredes tenían cierto musgo debido al pasar de los años, pero seguía siendo la misma que dejé atrás hace 6 meses por órdenes de mi madre.

Ya estando ahí, en la entrada nos recibe una mujer de cabello castaño largo; el cual se encontraba atado en una alta coleta, también vestía un fino traje de color vino con pequeños detalles en negro. Esta era la directora Harvey, descendiente de los fundadores del instituto.

-Bienvenida de nuevo, señorita Sandler- dijo al estar frente a mi-, me alegra que haya decidido retomar sus estudios.

-Eso es bueno para usted- traté de moderar mi tono-, yo en cambio no sé si reír o llorar- pasé de largo adentrándome al centro, con mi chófer llevando las maletas detrás mío.

-Por favor disculpe la- dijo el chico de traje negro.

Él es hijo de unos amigos de mi padrastro, su familia había caído en la banca rota y él quiso ayudarlo dándole un trabajo de chofer, es unos 7 años mayor que yo pero se podría decir que nos llevamos bien, aunque en realidad no hablemos mucho.

-La señorita ha pasado por muchas cosas últimamente- continuó-, así que tiene un humor inestable.

-¡Apresurate Philip! -le grité desde adentro.

-No se preocupe- volvió a hablar la mujer-, estoy segura de que volverá a adaptarse pronto- se dió la vuelta para recorrer el mismo camino hacia adentro.

Volver a recorrer esos pasillos me trajo muchos recuerdos; no pensé que volvería, pero tampoco quería quedarme a merced de mi madre. Después de acomodar mis pertenencias en mi antiguo cuarto, tomé mi horario y mi bolso para dirigirme a mi primera clase, Historia.

Aunque antes de llegar al salón, me encontré con Madie Clarkson, una rubia de ojos verdes, sumamente engreída, o en eso se convirtió al alejarse de mi, estaba acompañada de las gemelas July y Jade Andrews, mis antiguas....y traicioneras mejores amigas.

-Vaya, vaya- empezó la rubia-, pero miren quien volvió- sonrió con burla.

-No empieces, Madie-dije con seriedad-, acabo de llegar así que no estoy para tus malditos berrinches.

-Ja, que yo sepa recordarte tú lugar no es ningún berrinche, Sandler, al contrario- sonrió-, estoy ayudando a todos aquellos que no saben que te volviste una cualquiera por poder- rodé los ojos ante su argumento, y a pesar de tener sus pequeñas verdades, no cambiaba esa frase.

Ella llevó una de sus manos a la altura del pecho, simulándose dolida.

-Siento mucha pena por ti, ¿sabes?Pero me alegra haberme alejado de una mala influencia como tú.

-Claro, y de paso fuiste a contarle a mis padres como la espía que eres- hablé, ella se cruzó de brazos, esperando a que continuara-, pero tú no sabes ni la mitad de la verdad. Y lo entiendo, ¿sabes? Tu capacidad es limitada, por ende nunca te enteras de..

Me cortó al impactar su mano contra mi mejilla, lo que tienen es obsesión con mi rostro verdaderamente, pero no causaré problemas en mi primer día, por lo menos no en los pasillos con las miradas de los que pasaban encima.

Ella se acercó a mi oído.

-Las cosas han cambiado, Sandler-susurró-, ya no tienes ningún poder aquí, y si no quieres que de verdad todos se enteren de tus trabajos sucios, será mejor que mantengas un perfil bajo y no te metas conmigo- se alejó y se dió media vuelta junto a las gemelas.

-No dejaré que tú también trates de controlarme- se detuvieron-, no me importa si debo deshacerme de ti, Clarkson.

Ella no se dió la vuelta, sino que siguieron su camino luego de unos segundos, tratando de ignorarme. Yo seguí caminando hacia mi salón, bajo la mirada de algunos alumnos que rápidamente se dispersaron, pero no llegaría tarde por una...

-¿Eso es lo que en verdad quieres? -una voz algo grave detrás de mí me detuvo, traté de girarme para ver su rostro, pero puso su mano en mi hombro, impidiéndome hacerlo-. Respondeme.

-¿Quién demonios eres tú, eh? -su misterio y el ver que no había nadie cerca me estaban poniendo nerviosa.

-Lo preguntaré por última vez, ¿deshacerte de ella es lo que en verdad quieres? -su tono seguía siendo tranquilo y grave, pero, ¿por qué quería saber eso?

-¿Qué pasaría si digo que sí? -probé a decir, logrando escuchar una leve risa de su parte.

-Lo sabrás pronto- tras decir esto, soltó mi hombro, pero cuando me giré, él se había perdido en los pasillos.

-Eso...¿quién era él? -murmuré.

-¡Señorita Sandler! -me llamó la profesora desde la puerta del salón-.¿Pretende saltarse la clase después de tanto tiempo sin venir?

El típico tono molesto lleno de ironía de la profesora Strickler se hizo presente, esa era su forma de reprender a los estudiantes.

-No, profesora- me apresuré a responder.

-Entonces entre de una vez y no me haga perder el tiempo- zanjó con firmeza.

-Sí, profesora- ella entró al salón y yo tras ella.

Aún con la duda de quién había sido aquel chico que me habló anteriormente, y pensando en por qué quería saber lo que yo quería, era muy extraño.

Nota: Como pueden ir viendo, lo que más habrá serán secretos y....no les haré mucho spoiler.

Solo si les gusta sigan la historia para descubrir que es lo que pasará poco a poco en la vida de Danna Sandler.

Chaíto ❤️

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