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⌛8⌛

El pelinegro tomó una silla, colocándose frente al hombre casi inmóvil por tantos golpes recibidos. Este levantó la vista lentamente, reconociendo aquella cicatriz en el rostro del más joven, y ante esto, rió con dificultad.

—Así que te aliaste con ella….por esa chica, ¿eh? —empezó, sintiendo como cada palabra debilitaba su cuerpo y respiración.

—Esa chica era mi hermana. Danna es….mi amiga. Y tú eres otro corrupto más al que no le importó dañar sus vidas —resumió, con total seriedad.

—Claro. Y tú eres un santo, ¿no? —soltó una carcajada sin gracia, obteniendo una punzada de dolor en su lastimado rostro por el movimiento, no obstante a eso, continuó—. Apuesto a que esa niña te engañó, como lo hace con todos. Primero se muestra inocente y sumisa para engatusarte, pero en realidad es una zorra, capaz de apuñalarte por la espalda cuando menos te…

Un fuerte golpe le fue propinado a su mejilla, deteniendo sus palabras en el aire y provocando que escupiera una cierta cantidad de sangre por la boca. Dante tiró su cabello hacia atrás, controlando su enojo y volviendo a envolver la banda blanca que traía en su mano.

—No te conviene ofenderla— se acomodó, colocando las manos en sus rodillas para mirarlo directamente a los ojos—. Solo firma y acabemos con esto.

Este solo comenzó a reír, con burla e incredulidad.

—Si lo firmo, se desharán de mi nada más suelte la pluma. Y no pienso morir tan fácil, niño. Ustedes no saben donde se metieron.

Trataba de intimidarlo o de poner a prueba su paciencia. Pero había una desventaja y un error en su predicción, ya que Dante tenía su propio plan, y mucha paciencia.

—No sé porqué piensas que te mataré— empezó, con una sonrisa escalofriante para el mayor—. Todavía tienes valor para mí, pero nadie tiene que enterarse.

El ceño del castaño se frunció, llegando a sentir intriga y un ligero escalofrío. No sabía lo que ese chico podría llegar a hacer, pero sabía que tenía mucha gente consigo, a pesar de su corta edad. Él lideraba un pequeño pero fuerte imperio escondido entre las sombras.

—¡Solo díganme porqué no vino! —exigió Danna, con exasperación y preocupación.

Ella, las gemelas, Matthew y Philip, estaban en el auto rumbo al internado. Danna no sabía en qué momento fue a parar a el auto, pero ahí estaba, llena de preguntas que no recibían respuestas claras por parte de sus acompañantes…

¿Por qué Dante no está aquí?

Él se quiso quedar….—respondió Matthew.

¿Y por qué no me avisó?

Estabas dormida y no te quiso despertar.—musitó Jul.

Entonces, ¿cómo llegué aquí?

Nosotros te cargamos, debemos volver antes de que se den cuenta de que no estamos…. —recordó Jade.

Todas estás y muchas más fueron sus preguntas para lograr entender la situación, pero al recibir respuestas evasivas, su paciencia comenzaba a agotarse.

—¿¡Qué más quieres que te digamos!? —le preguntó Jade, con molestia.

—¡Decirme la verdad! —volvió a exigirle.

—Jade dale esto— Matthew le extendió una pequeña jeringa— . Dante dijo que esto la calmaría.

—Bien— la tomó, para dirigir su mirada a su hermana, quién estaba del otro lado de la castaña—. Sujétala.

Le ordenó, y esta, con algo de temor, la acató sujetándola de ambos brazos.

—¡Jul, suéltame! —le gritó, removiéndose en su lugar—. ¡Aleja eso de mi!

—¡Ya deja de moverte! —le inyectó como pudo el líquido tranquilizante en el hombro.

Y aunque Danna casi rompe la aguja, pudo aplicársela correctamente. Viendo como poco después sus músculos se relajaban y sus párpados se cerraban, volviendo a dejarla en un profundo sueño sobre el regazo de July, quién comenzó a acomodar su cabello.

—¿Creen que sea bueno aplicarle eso? —preguntó esta, sin dejar de observar su rostro.

—Dante dijo que eso la haría dormir por un buen tiempo, el suficiente para que no se descontrolara antes de llegar al internado— explicó Matthew, con neutralidad.

Su cuerpo tampoco cooperaba mucho en ese momento, ya que le dolía en cada mínimo movimiento, pero podía aguantarlo, y más si tenía a Philip a su lado.

—Hablando de él— interrumpió el breve silencio que se formó, Jade—. ¿Cuál es su intriga? Si ya terminó con ese hombre, ¿por qué no vino con nosotros?

—¿Tú también empezarás a cuestionar lo que hace?

—No digas que no tienes curiosidad. Ese tipo es un lunático, y no me agrada su cercanía con Danna, siento que la puede lastimar— murmuró, preocupada.

—Él sabrá lo que hace. De cualquier manera, si intenta hacerle algo nosotros estaremos ahí. Por ahora mantengamoslo cerca, él fue el único que pudo conseguir que firmara, ¿no?

Todo lo que había dicho era cierto, pero ella nunca estuvo en buenos términos con Dante, no confiaría tan fácilmente en él.

Una hora después, ya estaban en el instituto, en las puertas traseras de ese gran lugar. Entre Jade y Philip la llevaron a su habitación lo más sigilosos que pudieron, y como empezaban a llegar los demás estudiantes, había cierto revuelo que mantenía ocupada a toda autoridad.

Al dejarla en su cuarto, Philip se marchó; él y Matthew se alejarían por un tiempo para cuidar de su herida y pasar algo de tiempo juntos, lejos de los ojos de Rixton Sandler.

Sin embargo, la pelinegra aguardó en la habitación, viendo dormir por segundos a Danna, pensando en su extraño comportamiento de estos últimos días, de sus constantes enfrentamientos, de la desesperación que siempre mostraba, y solo llegaba a pensar en una razón: Dante Walters.

—No puedes dejar que él se meta en tu cabeza— murmuró, tratando de no despertarla; a pesar de que quería que la escuchara—. Él solo está jugando contigo.

Dijo por último, marchándose poco después, dejándola descansar.

En el despacho de aquel hombre de cabello negruzco, con mínimas canas. Resonaron tres toques en la puerta de madera, él dejó salir un “Adelante”, sin girar su silla, manteniendo la vista en la profunda piscina del patio.

—Le tenemos noticias, señor. Sobre ambos jóvenes— anunció su subordinando. Este dejó salir un sonoro suspiro al escucharlo.

—¿Qué hicieron está vez? —preguntó con cansancio, ya estresado de los problemas que ellos le causaban.

—Pues….la joven Danna escapó del internado ayer en la noche, y al parecer fue en busca del ministro, al bar— empezó a explicar, ante lo oído, el hombre giró completamente su silla para verlo de frente.

—¿Le pasó algo? —su tono era entre preocupado y molesto.

—La señorita está bien, hoy al mediodía ya estaba en su habitación. Pero del ministro no sabemos nada—finalizó, sobresaltándose al sentir aquel fuerte golpe en la mesa por parte del mayor.

—Esa maldita niña no me da nada más que problemas— recargó su espalda en el asiento, frotando el puente de su nariz.

—Y todavía hay más, señor— añadió, temeroso.

—¿Más? —este asintió, acercándose a su mesa para entregarle un sobre.

—Esto acaba de llegar. Al parecer anularon todos sus tratos, la bonificación mensual que se le entrega a la familia, y el apoyo monetario a su campa…

—¡Maldita sea! —el sobre, junto a los papeles, fueron arrojados fuertemente a su rostro—. Juro que voy a asesinar a esa muchacha entrometida.

—Ella no es la única que trae problemas a casa, querido— intervino la mujer al adentrarse en la habitación y dirigirse hacia el lado derecho de su esposo.

—¿No puedes tocar la puerta al menos? —le hizo una seña al chico para que se retirara, y este obedeció.

—Esta también es mi casa, Rix— le recordó, sentándose sobre su escritorio—. No tengo porqué tocar.

—Pero tu hija si tiene derecho de hacernos perder millones, ¿no?

—¿Y tu hijo tiene derecho de manchar nuestra imagen y ponerle fin a tu descendencia? —contraatacó, desconcertándolo.

—¿De qué estás hablando, eh? —preguntó con confusión.

La mujer mostró una pequeña sonrisa de satisfacción ante su expresión, provocando que este se levantara de su asiento y se posicionará frente a ella.

—Responde— ordenó.

—Pues….tu hijo volvió ayer, y en vez de venir a casa después de la reunión en el bar, se fue a revolcar con su “querido amante secreto”— cierta burla se hizo presente en su voz.

Mientras que el ceño del hombre solo pudo endurecerse aún más, su sangre hervía porque todo comenzaba a írsele de las manos, nada estaba yendo como quería.

—Adelanta todo lo que se iba a hacer la semana que viene— se alejó de ella, yendo hacia la mesita en la que se encontraba el whisky, sirviéndose la mitad de un vaso, ingiriendo todo el líquido de una vez.

—¿Crees que mejorará algo si lo sacamos tan pronto? —alzó una de sus cejas al preguntar, cruzándose de brazos.

—Esos chicos nos desafían creyendo que no tomaremos cartas en el asunto— volvió a beber lo que hace segundos depósito en el vaso—. Pero están muy equivocados, no harán lo que se les dé la gana.

—¿Pretendes encerrarlos?

—Posiblemente, solo necesito alejarlos de esos amigos que tienen, así no planearán nada más— terminó de beber, aquel líquido alcoholizado relajó ligeramente su cuerpo, despejando un poco su mente.

—Ahí creo que tendremos un problema— este la miró, volviendo a fruncir el ceño—. Danna se acercó a alguien que no podemos tocar.

—Ja, ¿tu trastornada hija se relacionó con alguien importante? No me hagas reír, Sasha— dejó su cuerpo caer en el sofá café que se encontraba en el lugar, masajeando con sus dedos desde su frente hasta el puente de su nariz.

—Pues sí. Al parecer ha estado recibiendo ayuda de los Walters—escuchar ese apellido lo hizo abrir los ojos de sobremanera, no creyendo lo dicho.

—¿Con los Walters dices?

—Exacto, así que pon tu cabecita a funcionar, querido esposo— se acercó por detrás para masajear sus hombros —. Ya que por lo que me informaron, él está muy apegado a Danna. Y creo que esto nos puede beneficiar.

Continuó con sus movimientos en círculos, tratando de bajar la tensión de sus músculos. Mientras que este no dejaba ir la idea de todo lo que podría pasar si ellos, unieran fuerzas con esa poderosa familia.

¡gracias por leer!

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