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Estábamos adentrándonos en el gran Club de lujo “Blood & Business”, dónde se encontraban todos aquellos hombres de traje, bebiendo, conversando entre sí y hasta jugando póker o a las cartas; este era un casino con fachada de club privado en el que los cabezas de familia apostaban los negocios en el juego, obteniendo numerosas ganancias y a su vez muchas pérdidas.
El plan de Dante era que fuéramos a aquel club por una única y complicada razón: Secuestrar a el tercer ministro del Ministerio de Justicia y Derecho, Arnold Arterton.
—“Eso no tiene fundamento, ¿sabes? Ni siquiera nos dejarán entrar al lugar”—me volví a sentar en la silla.
—“¿Crees que conformaría un plan sin tener una idea concreta?”—habló con firmeza—.“Lo único que necesito es que cooperes, ambos tenemos que acabar con ese hombre”
—“Bueno, a todo esto, ¿cuál es tu problema con él?”—me miró con algo de sorpresa—. “Si estás diciendo que ambos tenemos que acabar con él, tienes que tener una razón, ¿no?”
Silencio. Eso fue lo que hubo por un tiempo. Él soltó un suspiro extenso al revolver un poco su cabello, para luego apoyarse en la mesa, frente a mi.
—“Creo que ya sabes lo que pasó con mi hermana, ¿no?” —asentí, lentamente—.“Yo me deshice de los tres chicos que la obligaron a drogarse y la…”—apretó los ojos con fuerza —“le hicieron eso, de ellos, dos eran hermanos. En ese tiempo supe que sus padres se habían unido para encubrir el caso y que sus hijos no estuvieran involucrados, por eso acabé con su familia lentamente al exponer sus negocios sucios, pero hay uno que siempre se me escapa”.
Fruncí el ceño, ¿Quién se le escapó?
—“Arterton era al que nunca pude atacar, todo lo hacía con sumo cuidado y no me daba chance de nada. Pero lo curioso es como te conocí a ti”.
—“Ah...¿Cómo fue?” —tenía gran curiosidad.
—“Fue ese día en el que tuviste el accidente, yo estaba cerca en ese momento y vi como tú auto cayó por el acantilado, así que corrí a ayudarte. Estabas inconsciente cuando llegué a tí, pero logré sacarte de ahí a tiempo”—estaba más que sorprendida cuando lo escuché.
«“¿Él fue quién me salvó? ¿Era el chico que vi esa noche?”»
—“Al estar en el hospital, vi a esa mujer entrar en tu habitación—continuó—, pensé que era tu madre así que no la detuve, pero escuché lo que decían y me resultó bastante extraño. Luego me puse a investigar, pensé que te estaba prostituyendo o algo así, por alguna razón quería ayudarte”—miró fijamente mis ojos, yo solo lo escuchaba con atención.
—“Pero cuando descubrí lo que en realidad estaba pasando contigo, creí que nos podíamos ayudar mutuamente” —finalizó.
—“Ah…vale, te agradezco mucho que me hayas ayudado pero..”— a pesar de que lo aclaró, aún tengo una duda—. “¿Por qué dijiste que te desharías de todos los que me dañaron si tú único objetivo era Arnold?”
Y volvió el silencio, pero está vez, se inclinó un poco hacia mí.
—“En el tiempo que estuviste en el hospital, te estuve observando, Danna”— mi ceño se frunció de inmediato.
«“¿De verdad me estaba acosando?”»
—“Por favor no pienses que te estaba acosando o algo parecido”— era como si hubiese escuchado mis pensamientos, o tal vez soy fácil de leer.
—“Muy tarde”— él suspiró y se recompuso, cruzando sus brazos.
—“El caso es que te conozco muy bien, y sé todo lo que sufriste por culpa de tus padres”— hizo una pausa para mirar el suelo—.“Aunque debo aceptar que me recuerdas a Trinity….y siento que si te logro proteger….tal vez calmaría un poco mi conciencia ya que con ella no pude”
Logré sentir el dolor y arrepentimiento en sus palabras; de verdad se sentía culpable por lo que pasó. Y no lo pensé mucho, solo me levanté y lo abracé, sorprendiéndolo bastante.
—“¿D-Danna?” —musitó.
—“Ella te quería mucho”— dije contra su pecho—.“Y estoy segura de que no te culpa, así que tú tampoco lo hagas”
Me separé de él, deslizando mis manos por sus brazos y le sonreí, mientras que sus ojos seguían mostrando asombro.
—“¿Qué carajos es esto?”— preguntó Jade, la puerta se había abierto y ella nos miraba confundida y molesta.
—“¿Nunca te enseñaron a llamar a la puerta?”— la voz de Dante sonó como antes al verla; grave y desinteresada, algo que la hizo bufar y cruzarse de brazos.
Yo me separé por completo de él.
—“¿Por qué estás aquí, Jade?” —pregunté, acercándome un poco a ella.
—“Vine con la intensión de disculparme, pero si están en algún momento amoroso, descuida que me piro”— intentó salir, pero tomé su mano, deteniéndola.
—“No te vayas aún”— hice que entrara y cerré la puerta—.“Acepto tus disculpas, y también siento haberte hablado así”—asintió, sin ganas —.“Y no estábamos teniendo ningún momento amoroso, ¿ok?”
—“Mira”—puso las manos en mis hombros—. “Sé que dije que lo odio, pero si a ti te gusta alguien como él…..no lo aceptaré pero prometo no ofenderlo”
Negué con la cabeza esbozando una pequeña sonrisa; siempre era así.
—“No tienes remedio, pero ya que estás aquí, que te parece ayudarnos.”
—“Danna”— me llamó, advirtiéndome, así que me volteé a verlo.
—“Tranquilo, podemos confiar en ella”— su mirada me decía que no lo aprobaba, pero de igual manera se sentó en la silla, la cuál yo ocupaba antes.
—“Ya me vas a decir que tramas o tengo que obligarte a decirlo”— le mostré una media sonrisa.
—“Va a ser algo emocionante, te lo aseguro.”
La curiosidad de su mirada se convirtió en una de esas que ponía cuando algo le gustaba al escuchar el plan, ella es una amante del peligro.
Y cuando llegó la noche del sábado, en el momento en que muchos de los estudiantes estaban en sus casas con sus familias, nosotros estábamos escapando del internado por la parte trasera.
Debo decir que fue bastante fácil, ya que los profesores estaban reunidos a esa hora, y solo estaban los guardias dando rondas por los pasillos y los alrededores, era una salida más que segura.
Cuando llegamos al auto que nos esperaba a las afueras de este, nos fuimos rumbo a nuestro destino.
Y eso nos lleva al ahora, los cuatro (sí, July también estaba con nosotros) estábamos vestidos lo más elegantes que pudimos para la ocasión. Habíamos entrado con identidades falsas y buscábamos con la mirada a aquel castaño oscuro que debíamos encontrar.
—¿Dónde está ahora? —pregunté cerca de su oído.
—En la sala VIP, al final de la segunda planta— señaló a unos ventanales de vidrio templado oscuro de una habitación—. Pero ahí hay dos guardias en la entrada, no nos dejarán entrar si no pertenecemos a esa categoría.
—Genial— intervino Jade, todos nos acercamos a la barra—. Apenas empezamos y ya no podemos seguir.
—Nadie ha dicho eso— la cortó Dante —. Lo único que necesitamos es una distracción para alejarlos y lograr entrar.
—Aja, ¿y a quién van a tomar de carnada, eh? —Dante la miró de arriba a abajo y la señaló—. ¿Disculpa?
—Eres una buena actriz, ¿no? Demuestra lo que vales.
Ella lo miró con algo de frustración, pero luego se relajó y se levantó.
—Te encanta meterte conmigo, Walters, pero descuida, ahora verás de lo que soy capaz— se encaminó hacia la segunda planta.
—Creo que ya descubriste su punto débil— dije.
—Bueno— me miró—, a una persona orgullosa, rétala y te sorprenderá, vamos— se levantó y comenzó a caminar.
—Les gusta provocarla mucho— dijo Jul, en una leve risa al acercárseme.
—Esa es la única manera en la que colaborará— puse la mano en su hombro—. Tú deberías volver al auto, estoy más que segura de que en su mentira te meterá a ti.
Suspiró, para luego asentir.
—Tengan cuidado, ¿vale?
—Descuida, nos vemos después— me despedí y seguí el camino que recorrió Dante.
Él se mantenía en la esquina de las escaleras, esperando a que los guardias bajaran; yo me puse a su lado.
En el caso de Jade, esta estaba dándolo todo para convencer a los dos hombres de traje frente a ella para que la ayudaran, eso incluía llorar desconsolada y exageradamente.
—Por favor necesito que me ayuden, si mi padre se entera de que vine con mi hermana aquí y que la perdí va a matarme— le suplicaba agarrando su saco—. Por favor se los pido.
—Ya le dijimos que no es nuestro trabajo hacer eso— dijo uno de ellos la tomar su muñeca—. Busque a los de seguridad y deje de hacer una escena.
—Los busqué pero estaban ocupados, solo será un momento, nadie notará que se fueron, y como seremos tres será más rápido— juntó sus labios elevándolos un poco—. Por favor.
Se veía que ambos estaban completamente estresados, por eso, después de un largo suspiro, aceptaron.
—Espero que sea rápido.
—Lo será, no se preocupe— le sonrió un poco mientras se disponían a bajar.
—Por ahí vienen, disimula— le murmuré, golpeando levemente su hombro.
Él, se acercó a mi tapando mi cuerpo con el suyo, colocando sus manos alrededor de mi cintura y ladeando un poco la cabeza, acercándose a mi rostro; quería esconderme completamente.
Aunque esa repentina cercanía junto al extraño tacto, me tomaron desprevenida, sin embargo, la mirada que me dedicó me hizo sentir…. tranquila, pero a la vez algo nerviosa.
—Creo…creo que ya se fueron— pegué un poco más mi cuerpo a la pared.
—Lo sé— volvió a acortar nuestra distancia.
—Entonces….¿Por qué no subimos? —él siguió mirándome, detenidamente, provocando aquel silencio eterno entre nosotros.
—¿Estarás bien cuando lo veas? —noté la preocupación en su voz.
Pero yo no tenía la respuesta a esa pregunta...
Con ese hombre pasé momentos muy desagradables, tuve que dejar que me tocara cuando quisiera, viví bajo sus órdenes durante tres meses en los que tuve que complacerlo completamente, y no podía decir nada al respecto, mi castigo sería mucho peor si hablaba o me negaba.
Recordar esas escenas me dió unas ganas de llorar inmensas, y al parecer, lo hice, ya que él estaba secando las que corrían por mis mejillas.
—Creo que será mejor que te quedes aquí— sugirió.
—Estoy bien— me apresuré a responder, limpiando los restos que quedaban—. Yo puedo hacerlo.
Me miró completamente serio, él no quería.
—Prometo que estaré bien, pero debemos apurarnos antes de que vuelvan— suspiró, derrotado.
—Está bien— se alejó y me tendió la mano—. Vamos a enfrentarlo.
La observé unos segundos y la tomé, ahí empezamos a caminar hasta adentrarnos a la habitación privada. En esta habían alrededor de 10 hombres con varias mujeres platicando, y no eran sus esposas. Lo primero que noté fue la mirada algo sorprendida de Arnold en mí.
—Caballeros— habló, luego de aclarar su garganta, refiriéndose a los presentes—. ¿Podrían dejarme el lugar por un tiempo? —me miró con una media sonrisa—. Tengo algo que resolver.
Todos, hasta las chicas salieron del lugar, dejándonos únicamente a nosotros tres. Él tomó su vaso de vidrio que contenía un líquido oscuro por la mitad y bebió un poco, para luego dejarlo en la mesa y acercarse lentamente a mí.
—Tú madre me había dicho que estabas en el hospital— empezó a decir estando a escasos pasos de mi, mirándome de arriba a abajo—. Pero veo que estás más que bien, y me alegra que vinieras a verme.
Iba a acercar su mano a mi mejilla pero la de Dante apartó la suya, dejándolo confundido y borrando su sonrisa.
—¿Quién eres tú? —preguntó con curiosidad y algo de enojo.
—Créeme, no quieres saberlo— ambos se mantuvieron la mirada por unos segundos.
—Acabemos con esto de una vez— saqué de mi bolsa una arma de tamaño regular que solía tener en mi cuarto, solo era por precaución, y lo apunté haciéndolo retroceder.
—Wow, tranquila, ¿por qué estás tan agresiva de repente, cariño? —su tono emanaba algo de burla.
—¡Cierra la maldita boca! —le grité—. ¡No sabes lo desagradable que fue pasar cada maldita noche contigo!
—No tenías de otra, bastante obtuvieron tus padres de eso— recordó, con tranquilidad—. Además, no te quejabas mucho como para ahora decir que lo adia...
—¡Me iban a golpear si no te complacía! —lo interrumpí—. ¡Cualquier cosa que hiciera me costaría prácticamente la vida!
Y disparé. Sin darme cuenta presioné el gatillo, dándole en la parte inferior del abdomen, y si no fuera por el silenciador y por las gruesas paredes de la habitación, estaríamos en serios problemas cuando él gritó.
—¿¡Qué es lo qué te pasa niña!? —me gritó, presionando su herida al sentarse en el sofá.
Yo estaba literalmente en shock, no pretendía dispararle. En ese momento Dante tomó el arma de mis manos y se me acercó con preocupación.
—¿Estás bien? —asentí repetidas veces—. Tenemos que sacarlo antes que…
El sonido de la puerta abriéndose lo interrumpió.
—¿Cómo están seño…? —entró un pelinegro bastante animado por esta, y no podía creer quién era— ¿Danna?
Preguntó con asombro.
—¿Matthew? —este ladeó la cabeza un poco.
—Ay mierda— dijo al ver a Arnold sangrar.
¿Qué se supone que él hace aquí?
¿Cómo es qué este insoportable chico está metido en todo esto?
¿Y por qué tiene qué ser precisamente él?
¡gracias por leer!
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