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35. Pamela


Las siguientes semanas pasan con mucha calma. Este tiempo ha servido para unirme más a Esteban, que se muestra muy tierno y cariñoso conmigo. Solemos ir al parque ecológico y ver la naturaleza, las aves y alguna que otra ardilla que está por ahí; entrelazamos nuestras manos y estamos ahí un buen rato, en paz y tranquilidad, sin que nadie nos moleste. Nos gusta pasar tiempo con nuestros amigos, pero estar a solas sin duda es mucho mejor, por lo menos para mí.

Es sábado y quedé de verme con Esteban para ir al parque, es nuestro lugar especial. Como siempre, pasa por mí, así que me despido de mis padres, que ya no lo hacen pasar dentro de la casa porque se ganó su confianza, y voy hacia su auto. Está acostumbrado a abrirme la puerta, acto que me parece encantador, pues antes de él nunca me habían tratado con esa caballerosidad.

Una vez que él sube al auto, me escanea con la mirada. Me siento avergonzada, así que volteo hacia la ventanilla. Tal vez mi atuendo tiene algo que ver, llevo puesto un vestido rosa pálido que me llega hasta los muslos y zapatillas blancas de tacón bajo; esta vez decidí dejar mi cabello suelto y llevo puestas mis gafas, esas no me pueden faltar... Maldita miopía.

—Te ves hermosa —dice Esteban y alza su mano para acariciar mi mejilla.

—Gra-gracias —respondo. Me odio por tartamudear así, no quiero que piense que soy rara.

Nos dirigimos a nuestro destino. Una vez allí, Esteban paga las entradas. Siempre le reclamo alegando que nunca me ha dejado pagar a mí.

—No te preocupes —dice—. No tengo problemas por gastar en mi chica —comenta como si nada. Sus palabras me dejan anonadada, ¿me acaba de llamar su chica? Me desconecto de la realidad por un momento hasta que su voz me hace reaccionar—. Pamela —toma mi mano—, no te quedes ahí, vamos.

Entramos y recorremos el lugar, ya casi nos sabemos el camino de memoria. Esta vez decidimos cambiar de ruta, así que nos dirigimos hacia un puente donde hay un pequeño arroyo que conecta con otra parte del parque.

—Mira, también hay peces. —Señala hacia el riachuelo.

—Es cierto. No sabía.

Nos quedamos un rato en silencio, admirando el paisaje.

—Pamela —me llama. Volteo hacia él y me quedo petrificada al notar que nuestros rostros se encuentran a escasos centímetros. No hago ningún movimiento, incluso dejo de respirar por unos segundos esperando a que se aleje, pero no lo hace.

—E-Esteban...

Junta su frente con la mía.

—¿Sí?

—Yo... —Me callo porque no alcanzo a decir nada coherente—. Emm...

El día de la fiesta lo besé sin tapujos porque tenía el efecto del alcohol en mi sistema, pero sin él me siento como una entorpecida e inocente chica.

—Eres hermosa... —Es la segunda vez en el día que me halaga de esa manera.

—G-gracias.

Nos quedamos así un ratito más. Estoy a punto de alejarme cuando toma mi barbilla con su mano y conecta sus labios con los míos. ¡Ay, madre...! ¡Esteban me está besando! ¡A mí...! Bueno, sí, si no a quién.

Me besa con suavidad y ternura, acto que le correspondo inmediatamente. En un momento se aleja. ¿Por qué? ¿Lo estoy haciendo mal? No obstante mis preocupaciones se terminan cuando me quita los lentes y los acomoda en su camisa para que no se caigan. Posteriormente vuelve a besarme, esta vez con más pasión... ¡Besa tan delicioso!

Esteban cambia el ritmo del contacto entre ambos, es desenfrenado y duro, luego se vuelve lento y cariñoso. No me molesta, dejo que haga conmigo lo que quiera. Mete su lengua en mi boca y siento que me flaquean las piernas, así que lo rodeo con mis brazos. Acaricia mi cabello y yo el suyo, es un acto íntimo e inocente, dulce y febril al mismo tiempo. Después de un rato, se aleja de mí y coloca los lentes en mi rostro, que debe estar aún más enrojecido que el de él. Nos vemos durante unos segundos y noto que tiene los labios hinchados y el cabello despeinado, no quiero imaginar mi aspecto en este momento.

Antes de que diga algo, él vuelve a juntar su frente con la mía.

—Ahora este es mi lugar favorito del mundo —me susurra, colocando sus manos en mi cintura. Siento que soy un hielito a punto de derretirse por completo. Me envuelve en un abrazo que correspondo en seguida.

—El mío también.



Aw, qué cuchis.

Ojalá les haya gustado el capítulo, prometo actualizar muy pronto :3




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