31. Pamela
El sábado temprano, suspiro con nervios mientras veo mi atuendo en mi espejo de cuerpo completo. Consta de unos jeans ajustados, una blusa pegada de color rosa y zapatos tipo ballerina del mismo color. Decido amarrar mi cabello en mi típica cola de caballo alta, me gustaría dejarlo suelto pero en esta época hace mucho calor. Por la hora que es, mi maquillaje es muy ligero.
El jueves pasado, me armé de valor y usé la recomendación que me dio Evelyn, así que invité a Esteban para ir a un parque ecológico donde hay muchas aves de diferentes especies volando por ahí. Lo mejor es que aceptó.
Cuando mi amiga me dijo que fue con él al parque, sentí celos, aunque me tranquilizó diciendo que no tienen nada que ver de manera romántica.
Evelyn se subestima a sí misma, no cree posible que esté celosa de ella, pero es una chica asombrosa, divertida y ocurrente, es obvio que me sienta intimidada cuando mi personalidad no es ni la mitad de genial que la de ella. Claro, tenemos cosas en común que en un principio nos hicieron unirnos, como que ninguna le pone mucha atención a la escuela o que nos gustan las fiestas, pero igual me siento un poco cohibida al saber que Esteban le tiene demasiado aprecio como para invitarla a lugares especiales.
A la hora acordada, Esteban pasa por mí para irnos. Me dispongo para salir de casa, pero mi madre me detiene.
—¿A dónde vas?
—Ya te lo había dicho, voy a salir con un amigo.
Su mirada me escruta y no me da buen presentimiento.
—Por lo menos que pase a la casa para que tu padre y yo lo conozcamos —advierte. Mi papá, que está sentado en la mesa hojeando un periódico, asiente con la cabeza. Algo que me agrada de él es que sigue leyendo las noticias de esa forma y no con su celular.
Mis padres suelen ser sobreprotectores la mayoría de las veces. Trago grueso y salgo de la casa. Camino con paso lento hacia Esteban, que está dentro de su auto. No sé por qué pero estoy nerviosa, no quiero que mis padres lo empiecen a interrogar. Mi amigo, al verme, se quita los lentes de sol.
—¿Lista para irnos?
—Amm... —Me acerco a la ventanilla—. Mis padres quieren conocerte —susurro. Él se muestra sorprendido. Me siento muy avergonzada y lo nota.
—Vale —sonríe. Me hago a un lado para que baje del auto—. No te preocupes.
Me doy la media vuelta y camino hacia la puerta. Esteban me sigue. Una vez dentro, lo presento.
—Mamá, papá, él es mi amigo Esteban —lo señalo.
—Mucho gusto, señores Rosas —dice con amabilidad—. Soy Esteban Lortia —se presenta.
Al oír su apellido, mis padres muestran una cara llena de asombro. Es la misma expresión que puso toda la familia cuando mi primo Víctor nos presentó a su novia, ahora ex, Eva Quintana. De seguro también habrían puesto esa cara al saber quién es el padre de Evelyn, pero mi amiga no dijo su apellido.
—Soy Caterina —se presenta mi mamá, que es la primera en romper el silencio.
—Me llamo Irving —dice mi padre—. Es un placer conocerte, Esteban.
—Sí, mi hija habla tanto de ti —menciona mi madre con indiscreción. Es todo lo contrario a su hermana, mi tía Mildred, que es muy prudente. Pongo mi mano en la frente, me quiero morir de vergüenza. Veo de reojo a Esteban, luce muy divertido.
Después de la incómoda presentación, nos dejan ir. Salimos de la casa después de asegurarle a mi madre por enésima vez que le voy a avisar si vamos a algún otro lado. Mi amigo, en vez de dirigirse hacia el asiento del conductor, se dirige al del copiloto para abrirme la puerta. Le dirijo una mirada de agradecimiento mientras siento la sangre subir a mis mejillas. No me gusta ser tan obvia pero es algo que no puedo evitar. Cuando él sube al auto, miro hacia otro lado.
—Lo siento por eso. —Lo veo de reojo.
—No te disculpes —sonríe—. Es lindo que se preocupen por ti y quieran saber quiénes son tus amigos. —Pone una expresión de melancolía, que me hace pensar que su familia no le hace mucho caso.
—Bueno, ya vamos —digo con rapidez para cambiar de tema y que se anime. Nos ponemos el cinturón, se coloca los lentes de sol y enciende el auto.
El parque está a las afueras de la ciudad, así que el camino es un poco largo. Me relajo en el asiento, viendo el paisaje urbanizado. Esteban pone música tranquila en la radio, siento que en cualquier momento podría dormirme, así que busco un tema de conversación para no hacer el ridículo, no quiero babear el asiento del auto.
—Me enteré de que te gustan las aves.
—Sí —responde. Está atento al camino.
—¿Se puede saber el motivo?
—A mi abuelita le gustaban mucho. Además son hermosas, libres para ir a donde quieran.
—Es cierto...
Hay otro momento de silencio, así que decido conectar mi celular al bluetooth para poner música más animada. Escojo las canciones de Timbiriche, esas son geniales.
—Buena elección —me dice.
—Me encantan.
—¿A quién no?
—A mi primo le fascinan.
—Genial.
—Le dedicó Tú y yo somos uno mismo a su exnovia —comento.
—¿Y funcionó?
—No —digo triste por Víctor. No tengo idea de por qué terminaron, si se amaban muchísimo, pero lo que sí sé es que no puede superarla. Su amiga Ariana y yo somos las que lo apoyamos y aconsejamos. Su mejor amiga de la infancia, Ximena, no lo hace, de hecho se han separado mucho a partir de que él empezó su relación con Eva; es obvio porque ella está enamorada de él, aunque mi primo es tan despistado que no lo nota. No le he dicho nada a Víctor porque en primera, Ximena no me ha pedido ayuda y, en segunda, no lo quiero confundir más de lo que ya está.
—¡Qué mal!
Tengo un repertorio lleno de esa banda. En un momento en que casi no hay tráfico, pongo la de Con todos menos conmigo y empiezo a cantar. Tengo mala voz pero no me importa, es algo que me hace feliz, no tengo que tener una voz hermosa para disfrutar esa actividad. Esteban ríe y me sigue la corriente... también canta feo.
—Te gusta reír —canturreo.
—Delante de mí —sigue él.
—Sigues en tu papel de sirena feliz
—Y pierdes el control
—Con todos menos conmigo... —cantamos al unísono.
Después de esa seguimos con más hasta llegar a nuestro destino.
—Nunca había venido aquí —dice al llegar.
—Es relativamente nuevo —le explico.
Estaciona el auto, de nuevo se quita las gafas de sol y nos dirigimos a la puerta principal. Una vez allí, nos piden pagar la entrada. No me gusta cargar con bolsos, tengo el dinero guardado en la funda del celular pero antes de que pueda sacarlo, Esteban paga.
—¡Oye! —Me quejo.
—¿Qué? —Alza una ceja con diversión.
—Yo te invité, así que es justo que yo pague —comento.
—Para la otra te toca. —Me guiña el ojo.
"Para la otra..." me quedo pensando. Estoy tan feliz que ni siquiera reacciono hasta que Esteban me llama.
—Pamela, no te quedes ahí, vamos.
—Ah, sí.
Lo sigo. Una vez dentro, comenzamos a caminar y a ver las hermosas aves. Él está maravillado. Por lo que me comentó Evelyn, cuando fue con ella vieron en su mayoría palomas, pero acá hay de varias especies, como pájaros carpinteros, gorriones, incluso hay colibrís y llegamos a ver un periquito común.
—Son hermosas —murmura.
Me enfoco en mi acompañante y lo miro con la misma fascinación con la que él que ve a las aves. Admiro sus facciones, sus ojos negros, su cabello alborotado. En un momento mi vista se enfoca en sus labios, ¡cómo me gustaría besarlo! Muerdo mi labio inferior, imaginando esa escena. Por estar de idiota, no me fijo en el camino, así que piso lodo y resbalo. Tengo suerte de que los reflejos de Esteban sean rápidos, pues me toma de la cintura, evitando que caiga.
—Cuidado —me susurra.
Sentir su aliento en mi cuello y sus manos en mi cintura hace que sienta mis piernas como gelatina.
—Emm, sí. —Me separo con velocidad por los nervios. Otra vez siento las mejillas calientes.
Él me ve con atención, así que desvío la mirada.
—¿Quieres sentarte? —Señala una banca que se encuentra cerca.
—Sí.
Nos sentamos y hay un momento de silencio. Miro de reojo a Esteban, que sigue viendo a las aves. Me siento un poco mal de que les preste más atención que a mí, aunque me regaño mentalmente, si lo traje aquí es para que muestre su amor por ellas.
—A mi abuelita le encantaban las aves —dice de repente. Volteo hacia él y me parte el corazón ver que tiene una expresión afligida. Muchas veces me ha dado la impresión de que es un chico triste que aparenta ser feliz, que cuenta chistes para darles a los demás la alegría que él no tiene.
Sin pensar bien en lo que hago, tomo su mano. Él no muestra ninguna expresión, así que me arrepiento de haber actuado de manera tan impulsiva. Estoy a punto de quitarla cuando entrelaza sus dedos con los míos y afianza su agarre.
—Gracias por haberme traído —me susurra y siento una corriente eléctrica recorrer mi espalda. De nuevo ve hacia las aves y recargo mi cabeza en su hombro, queriendo congelar este momento para que dure por siempre.
Les dejo la canción que cantaron, para darle más feeling al capítulo xD a mí me encanta
https://youtu.be/ACnDh0aAO_0
Y tenemos una nueva narradora :3 bueno, solo como invitada o algo así ?
Ay, y esos dos me parecen muy tiernos, espero que también les guste Esteban x Pamela, siento que se complementan bastante bien.
Espero que les haya gustado el capítulo.
¡Nos vemos pronto!
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