28. Helena
Estos días, para no deprimirme por no estar más con Esteban, he recordado todo las cosas que me hizo. Recuerdo cuánto lo quería y cómo rompió mi corazón al llamarme zorra implícitamente. También las burlas y habladurías de todos, dejándose llevar por sus palabras. Sé que está mal lo que estoy haciendo, rememorando todo lo malo para llenarme de enojo, pero es una manera de proteger mis sentimientos.
El miércoles, en el pasillo, incluso me encuentro con una escena curiosa. Esteban se encuentra abrazando a Pamela y Evelyn, por alguna razón, está haciendo mal tercio. No me sorprende, obviamente iba a escoger a la perra arrastrada en vez de la gorda o la fea, admito que la odiosa es guapa, aunque no más que yo.
A pesar de todo, ver esa escena no me duele. Creí que, si los veía juntos, me iba a afectar, pero no, el haber rememorado una y otra vez todo lo malo de Esteban hace que no me sienta mal. Incluso pienso que mi decisión es la correcta, pues no ha pasado apenas una semana y ya está envolviendo a otra con sus brazos. Él y yo nos vemos unos segundos a los ojos, pero en seguida desvía la mirada y abraza más fuerte a la rubia. Noto que Evelyn se me queda viendo como estúpida, así que me doy la media vuelta y me alejo, lo que menos quiero es que crea que me afecta cuando no es así.
***
El jueves tenemos que entregar el trabajo de historia. Sebastián no me manda más información y, como le advertí en su momento, no lo incluyo en el trabajo. Ese día, temprano, el moreno se acerca a mí.
—Pequeña, ¿cómo quedó el trabajo?
—Quedó genial —sonrío—. Por cierto, no te incluí.
Pamela, que se encuentra cerca de nosotros, bufa.
—¿Por? —Pregunta asombrado.
—Te dije que me mandaste información de la Segunda Guerra Mundial y no volviste a enviarme nada más —le recuerdo.
—Oh.
La odiosa se acerca a él y le pone una mano en su hombro.
—Te dije que es una perra —dice "susurrando". Obviamente quiere que escuche.
—No —niega—, ella me lo advirtió, yo tuve la culpa.
—Pues a mí no me advirtió nada. —Se cruza de brazos.
Los dejo de escuchar, pues tengo cosas más interesantes que hacer. Me pongo a repasar matemáticas, ya que hoy toca examen de esa materia. Vanesa llega unos minutos después.
—¡Hola, chicos! —Saluda a Antonio y a mí.
En seguida comienzo a estudiar junto con mi amiga en lo que llega el profesor. Mi hermano luce un poco desanimado, de seguro por lo que le dije el otro día, pero no le voy a endulzar los oídos con falsas palabras ni ilusiones, tiene que aceptar que Vanesa solo lo ve como un amigo.
***
La semana de exámenes pasa. Admito, sin tanta presunción, que me va excelente. A Vanesa también, somos las del mejor promedio. Antonio baja un poco sus calificaciones; eso le pasa por preocuparte por problemas de amor en vez de estudiar.
Ahora que Esteban ya no me busca, me siento aliviada, se me quitó un peso de encima. El problema es que Sebastián me empieza a coquetear cada vez más. Tengo que ponerle un alto antes de que me fastidie más.
—Hola, pequeña —me dice una mañana al llegar—, ¿cómo estás?
—Mal —contesto de mala gana.
Antonio y Vanesa, que escuchan mi contestación, voltean a verse con inquietud.
—Oh, bueno, me estaba preguntando si no querrías salir conmigo a...
—¡No! —Lo corto de tajo—. Es más, ni me hables a menos que tenga que ver con las materias... ah, y que esta vez vayas a aplicarte.
—Pero...
—Fuera de eso no tengo nada que hablar contigo —le digo—. Me caes mal, me pareces estúpido.
Sebastián se queda boquiabierto al oírme. Segundos después frunce el entrecejo.
—Ni que estuvieras tan guapa —masculla—, todavía de que me fijo en ti...
Idiota, nadie se lo pidió. Se acerca a sus amigos con actitud derrotada.
—Te dije que es una perra, pero no me quisiste escuchar —canturrea Pamela.
—Lo sé —se cruza de brazos.
Dejo de escucharlos y volteo hacia Antonio y Vanesa.
—Helena —murmura mi hermano—, admiro tu sinceridad pero con esa actitud puedes ganarte muchos enemigos...
—¿Tú crees? —Digo sin interés.
—Sí, pero haz lo que quieras, es tu vida.
—Mmmm...
—Amm, Helena —comenta Vanesa para cambiar de tema—, ¿cómo está tu perrito?
—Ay, genial... Mira, ayer le tomé una foto con un trajecito que le compré —comento sacando mi celular para enseñársela.
—Parece que quieres más a ese perro que a mí —murmura mi hermano.
—Ay, pues claro que sí.
Antonio rueda los ojos.
—¡Ay, qué lindo! —Chilla Vanesa al ver la foto.
—¿Verdad que sí?
Ella sonríe y pide que le enseñe más fotos. ¿Qué haría sin Vanesa en mi vida?
Cuando haya capítulos muy cortos actualizaré dos veces por semana.
Y esa Helena, es mala con todos menos con Vane xD
Espero les haya gustado, saben que sus comentarios y votos me animan mucho.
Nos vemos muy pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro