Capítulo 3: "Más cerca"
Era extraño, pero de alguna forma, todo se sentía tan natural. La forma en la que Jeongin se había amoldado a su pequeño grupo social fue relativamente espontanea, y cuando menos se dio cuenta; tanto él como Minho se trataban cómodamente, como si los tres hubieran sido amigos de toda la vida. Ya iba casi dos semanas desde que Seungmin había invitado al chico para pasar tiempo con él y Minho, y el resultado de esa invitación fue poco a poco resultando en algo parecido a una amistad. Al principio fue un poco incómodo, Seungmin nunca había sido alguien muy sociable, y Jeongin tampoco parecía ser un experto en relacionarse con las personas, pero gracias a Minho, la interacción entre ellos hizo que el proceso fuera un poco más ameno, hasta que al fin pudieron hablarse sin vergüenza.
Yang Jeongin ―así era como dijo que se llamaba―, era un chico bastante dulce y amable, una completa ternura, todo lo contrario a la visión que Seungmin tenía antes de conocerlo. Lógico era, que Kim lo viera con ojos de fiera, después de todo; Jeongin había sido la persona con la que su ex le engañó. No obstante, tan sólo le bastaron unos poco días para darse cuenta que realmente no le desagradaba tanto como había pensado en un principio. La forma en la que solía expresarse, al principio con timidez, luego tomando más confianza hasta volverse un chico bromista y sincero, el acento de Busan que cada tanto asomaba entre sus palabras, la dulzura con la que le agradecía por el acompañamiento que le había brindado, y sobre todo; la hermosa voz con la que solía cantar cuando lo cachaba escuchando música, aislado en los viejos baños donde tuvieron ese acercamiento tan íntimo y sentimental. Seungmin comenzaba a entender por qué Hyunjin se había fijado en el chico, era la descripción perfecta de un novio sumiso y encantador, aquél que te esperaría con rosas en el día de San Valentín.
―Perdón por la demora. No encontraba mi cartuchera, resulta que Doongie la tenía secuestrada en su cucha ―dijo Minho tras salir de su casa. Cerró la puerta con llave y se acercó hasta el castaño para comenzar a encaminarse a la universidad.
―No me sorprende, ese gato es un ladrón innato. Nunca olvidaré cuando me robó mi rebanada de pizza ―comentó Seungmin, un tanto indignado al recordar las travesuras del gato criminal, al que su amigo se refería como su "hijo del medio".
―Oye, no incrimines a mi bebé, no es su culpa que tú hayas dejado la pizza sin tapar. Los gatos son oportunistas por naturaleza, y eso todos lo saben ―defendió Minho, negándose a reconocer que su hijo de cuatro patas era un cleptómano ―. Cambiando de tema; Jeongin ―dijo de repente, llamando la atención de su amigo.
― ¿Jeongin? ―preguntó Seungmin ― ¿Qué pasa con él?
Minho carraspeó un poco, antes de volver a hablar.
―Eso debería preguntarte yo a ti ―comenzó a decir ―. Dijiste que querías integrarlo a nuestra secta satánica, pero nunca me explicaste bien el porqué ―explicó Minho.
El morocho solía llamar así a su extraña amistad, debido a la vez en que se conocieron. Seungmin solía acompañar a su abuela a la iglesia todos los domingos sin falta, y aunque obligado, al final no le quedaba de otra, ya que su mamá tenía clases de pilates esos días y no había nadie más para cuidarlo, pues su papá los había abandonado antes de su nacimiento. Allí, en una iglesia católica, Seungmin conoció a un particular niño de pelos puntiagudos; ese día Minho había decidido usurpar el gel de cabello de su padre, para según él, imitar a las púas de un puercoespín, aunque más bien era más parecido a un punk problemático. Mientras su abuela se encargaba de ayudar a juntar las limosnas de los domingos junto con otras señoras de la tercera edad, un ―en ese entonces― extrovertido y aburrido Minho se le acercó para invitarlo a jugar afuera de la iglesia, mientras la aburrida misa era llevada a cabo. Seungmin sucumbió a la invitación sin pensarlo mucho, y lo siguió fuera de la iglesia, allí jugaron a las escondidas como los niños que eran, hablaron por un buen rato sobre las cosas que les gustaban y disgustaban, y fue así que se dieron cuenta que tenían muchos gustos en común. Ese día, Seungmin pensó en que quizás al fin podría tener un amigo, pues era en general alguien tímido, y por lo mismo, nunca había tenido un verdadero amigo. Sin embargo, fue cundo la misa culminó, que su abuela, asomándose desesperadamente entre la multitud de gente que se retiraba, le encontró en compañía de un niño que, según el punto de vista de una anciana ultra católica, era un "pequeño delincuente punk del diablo". Luego del reencuentro, su abuela lo regañó con dureza, recalcando que no debía acercarse a ese niño otra vez, ya que le llevaría por el mal camino. Pero Seungmin no estaba dispuesto a dejar a un lado una amistad en potencia, así que, aunque ir a la iglesia le parecía aburrido, comenzó a desear ir todos los domingos a misa, pues en cada ocasión, aquél "punk del diablo" acudía sin falta, y aprovechaba para escaparse a jugar con él. Y para suerte del pequeño Seungmin, ese niño, del cual supo que se llamaba Lee Minho, terminó siendo el hijo de una amiga de su mamá, por lo que ésta, contrariando a su religiosa madre, le incentivó a cultivar una fuerte amistad, que persistiría hasta la actualidad.
― ¿Estás celoso de ya no ser el único en mi vida, Lee? ―indagó Seungmin, a modo de broma.
Minho rodó los ojos.
―Claro que no, sé perfectamente que siempre seré el único en tu vida, Kim ―contestó su amigo con total seguridad ―. Ahora contéstame.
Seungmin suspiró, y luego procedió a explicarle.
―Esa vez que lo invité, lo encontré siendo acosado por Hyunjin. No pude suprimir mi complejo de salvador, así que empujé al idiota y lo llevé a los baños ―comenzó a explicarle con pesadez, evitando explayarse demasiado.
― ¿Lo llevaste a los baños para golpearlo? ―preguntó Minho, con los ojos enormes.
―Por supuesto que no. Quería salvarlo, no matarlo ―negó Seungmin de inmediato, y Minho rezongó, decepcionado ―. Sabes perfectamente que no me gusta la violencia, aunque en ese caso tuve que ser un poco rudo para apartar a Hwang ―dijo con culpa. Realmente no le gustaba tratar así a las personas, pero esa vez no pudo controlar su enojo; el chico se veía tan jodidamente asustado y sumiso, que el héroe dentro de Seungmin salió a flote inesperadamente ―. Como sea. Cuando entramos al baño comenzó a llorar realmente fuerte, parecía tan dolido y alterado, que me vi en la obligación de acompañarlo un rato. Él me contó que hacía unos días había terminado con Hyunjin, porque éste le había engañado con su único amigo.
―Vaya sorpresa, su novio que le era infiel a su novio real, resultó que también le engañó a él. No me lo esperaba en absoluto ―comentó Minho, destellando sarcasmo en cada palabra dicha.
―Lo sé, era más que obvio, pero él estaba bastante enamorado. No lo juzgo por eso, después de todo entiendo el sentimiento de estar ciego de amor ―le defendió Seungmin.
―No entiendo cómo puedes tener tanta empatía con quien supuestamente te engañaron ―dijo Minho. Él no era tan empático como su amigo, por lo que no podía comprenderlo realmente. Él jamás podría ser amigo del ex-amante de su ex.
―Cuando me enteré del engaño, te tenía a ti para apoyarme y consolarme. También tenía a mi mamá. Y si no fuera por ustedes, yo no hubiera podido sobrellevar tan bien la ruptura. Pero él no tiene a nadie, su único amigo lo traicionó, acostándose con quien en ese momento era su novio ―expresó el castaño ―. Y por lo poco que ha dicho, no parece tener una buena relación con su familia.
―Creo que puedo entenderte un poco ―mencionó Minho, ahora con la mente más clara ―. Bien, si tú estás bien con eso, entonces está bien para mí ―dijo Minho, aceptando la decisión peculiar de su amigo.
Tras culminar la pequeña charla mañanera, el par por fin llegó al instituto, y parado en la entrada del mismo, pudieron visualizar una cabellera azabache ya familiar. Jeongin los estaba esperando al lado de la puerta principal, como cada mañana desde que comenzaron a relacionarse.
―Hey ―saludó Minho, levantando su puño para chocar con el de Jeongin. Esa había sido la forma en la que se saludaban entre ellos ― ¿Listo para la hora de psicología psicoanalítica?
Jeongin suspiró con pesadez, a modo de respuesta, provocando risas en el par.
―Suena como una materia pesada ―comentó Seungmin.
―Y lo es, aunque es culpa del profesor, sus clases son demasiado monótonas y lo único que hace es patrocinar su libro investigativo cada que alguien respira ―se quejó Jeongin.
―Oh, sí, oí rumores al respecto. Eso debería de ser informado a los directivos, podría considerarse como lavaje de cerebro ―bromeó Seungmin entre risas.
―Más bien, deberíamos presentar una queja por implementar el conductismo en sus clases, a pesar de que siempre se anda quejando y criticando sobre eso ―propuso Minho, provocando unas fuertes carcajadas en Jeongin.
―Oye, Frederic Skinner, si no nos apuramos llegaremos tarde a la primera cátedra del día ―le recordó el castaño.
―Oh, es cierto. Supongo que nos veremos más tarde para la clase de epistemología ―dijo Jeongin.
―Traten de guardarme un asiento a su lado. Ya saben que para esa clase las personas se acaparan las sillas ―les recordó, recibiendo una respuesta afirmativa por parte de los otros dos.
Y sin más, el trio se separó. Seungmin estaba en su tercer año de licenciatura en filosofía, mientras que Minho y Jeongin iban por su segundo año de la licenciatura en psicología, y si bien eran diferentes carreras, ambas tenían un par de materias de tronco común, como lo era la cátedra de epistemología y teoría social. Ese día en específico, los tres coincidían en epistemología, por lo que se reunirían un par de horas, lo cual Seungmin agradecía, ya que para él, era la clase más aburrida y confusa.
Por suerte para Seungmin, las primeras dos materias resultaron ser sus favoritas, así que se mantuvo entretenido en las horas en que se impartían las mismas, y en una abrir y cerrar de ojos, ya era la hora de epistemología. Normalmente, después de cursar un par de materias, Seungmin se daba la libertad de salir a comprar algo para comer, o para fumar, pero los jueves la clase de epistemología se llenaba de alumnos de diferentes carreras, lo que suponía escases de sillas, y en consiguiente; Seungmin debía prácticamente correr al aula correspondiente para reclamar la suya.
―Díganme que me guardaron una silla ―dijo Seungmin a sus amigos, mientras intentaba recobrar el aliento. Estaba considerando seriamente anotarse en un gimnasio, pues su estado físico era como poco, muy pobre.
Jeongin sacó su mochila de encima de la silla que había a su lado, y palmeando sobre el asiento le invitó a sentarse.
―Te debo un Red Bull ―le dijo Seungmin, tomando asiento a su lado.
―Que sea light ―reclamó Jeongin.
―Llegas a tiempo para escuchar lo que el profesor va a tomar para el parcial ―informó Minho con burla.
Los ojos de Seungmin casi salen de sus órbitas.
― ¿Es broma, no? ―inquirió el castaño, pero Minho negó ―. Mierda, no entiendo ni la mitad de lo que habló en todo el cuatrimestre y ahora resulta que tenemos un parcial ―se quejó con pesar, mientras procedía a fregarse la cara con las manos.
―Me encantaría ayudarte, pero me temo que este mes será imposible ―dijo Minho, y Seungmin lo miró con decepción ―. La señorita Park me pidió cuidar a sus mascotas por las tardes y el señor Min dijo que me aumentaría el sueldo si me quedo horas extras limpiando la cocina después de la hora de cierre ―explicó a su afligido amigo.
Seungmin quería llorar.
― ¿Eres malo en esta materia? ―preguntó Jeongin, y Seungmin asintió en silencio ―Si quieres, yo podría ayudarte después de salir del instituto. No trabajo, así que aparte del instituto no tengo nada mejor que hacer ―propuso el azabache.
― ¿En serio? ¡Jeongin, eres mi salvador! ―exclamó Seungmin, contento y aliviado de conseguir ayuda ― ¿Puedes ayudarme hoy después de clases? En serio voy muy atrasado, y cuanto antes comprenda los temas, mejor.
―Claro. Si te parece más cómodo, voy yo a tu casa. La mía queda bastante lejos ―explicó el chico, apenado.
―Está bien, no hay problema ―aceptó un feliz Seungmin.
Ni bien llegaba la hora de salida, Seungmin avisó por mensaje a su madre sobre Jeongin. La señora estaba acostumbrada a la presencia sin previo aviso de Minho, pues era como un segundo hijo para ella, pero como ésta no conocía a Jeongin, se veía en la obligación de advertirle de una nueva visita, ya que su querida madre no disfrutaba mucho de imprevistos en su casa.
Luego de unas largas horas de epistemología y ética, su última materia del día, Seungmin y Jeongin se reunieron a la salida del instituto para caminar hacia su casa. Minho siempre se retiraba una hora antes para llegar a tiempo a su trabajo regular, por lo que no los acompañó en su recorrido habitual.
― ¿A tu mamá no le molestará que traigas un desconocido a su casa? ―preguntó un preocupado Jeongin cuando finalmente llegaron a la casa del más alto.
―No te preocupes. Le avisé que vendrías antes de salir. Ella me dio el visto bueno, pero llegará tarde del trabajo, así que no tendrás que socializar con ella cuando entremos ―le tranquilizó Seungmin mientras abría la puerta con la copia de la llave que tenía.
Si algo tenían en común, eso era la ansiedad social. Una de las razones por las que Seungmin lograba empatizar con Jeongin.
Cuando ambos ingresaron a la casa, Jeongin se tomó un momento para apreciar el interior de la misma; las paredes eran de un tono durazno levemente opaco, la mayoría de los muebles de un color marrón oscuro―posiblemente de roble―, y en diversas partes de las paredes se podían apreciar fotos familiares, que mostraban a un pequeño Seungmin junto a dos mujeres, las cuales probablemente se tratara de su mamá y su abuela. Lo raro, era que en ninguna foto aparecía ningún hombre que aparentara ser su padre, y aunque esto le causara intriga, Jeongin descartó la idea de preguntar al respecto, por miedo a tocar un tema sensible. Sin embargo, aquello no quitaba que aquella casa desbordara calidez, algo de lo cual el departamento de Jeongin carecía.
―Esta es mi habitación. La puerta de al lado es el baño ―dijo Seungmin tras posarse frente a la puerta de su cuarto. Luego procedió a abrir la puerta.
Al entrar, Jeongin pudo discernir la clara diferencia entre la habitación del chico y la suya. Había una cama hecha pulcramente, una mesita de luz al lado de ésta, un escritorio, y un placard, las paredes eran de un blanco destellante, y en ellas reposaban fotos de Seungmin y Minho en diferentes edades y situaciones. Esto último causó un pequeño sentimiento de envidia, pues en cierta forma, Jeongin nunca había podido disfrutar de una verdadera amistad.
―Es tal como me la imaginé ―comentó Jeongin, todavía escaneando a su alrededor.
― ¿Aburrida? ―preguntó Seungmin.
―Sencilla y pulcra. Muy Seungmin ―aclaró Jeongin, haciendo que el otro alzara una ceja con extrañeza.
―Lo voy a tomar como un cumplido ―contestó Seungmin, haciendo reír al otro.
Ambos se acomodaron en el escritorio que allí había, colocaron sus carpetas abiertas de par en par, y se dispusieron a repasar todo el material de epistemología que Seungmin tanto odiaba. Jeongin explicaba pacientemente, detallando cada concepto que a Seungmin se le complicara de entender, mientras que éste otro se mantenía atento a cada palabra que el morocho emitía, dándose cuenta de a poco, que en realidad la materia no era tan complicada como pensaba, eso o en realidad Jeongin era muy bueno explicando.
En el transcurso de la maratón de estudio, la matriarca de la casa hizo aparición, presentándose como una mujer cálida y atenta, que casi de inmediato comenzó a interrogar a Jeongin, sólo con la intención de conocer un poco más al nuevo amigo de su introvertido hijo. Después de todo, la señora nunca había conocido a nadie más aparte de Minho, pues Seungmin no era un joven precisamente sociable, lo cual no hacía más que producirle curiosidad por el chico de cabellos azabaches y sonrisa de ángel.
―Así que Jeongin, ¿de dónde conoces a mi hijo? ―había indagado la señora Kim.
Fue una pregunta simple y usual de hacer cuando de conocer a alguien se trata, pero esa interrogante en específico había provocado un leve sentimiento de pánico en Seungmin. Porque obviamente no podía decirle a su madre que conocía al chico como el ex amante de su ex novio.
"Si, bueno, verás; Jeongin es el chico con el que Hyunjin me engañó. Pero no te preocupes mamá, ya no está con él y resultó ser un buen chico, y ahora somos buenos amigos." No, definitivamente no podría decirle eso.
―De la universidad. Seungmin y yo coincidimos en un par de materias en común ―respondió Jeongin muy tranquilamente.
Seungmin suspiró de alivio.
―Ya veo. ¿Estudias lo mismo que Seungmin? ―la señora continuó con el interrogatorio.
―No, señora. Yo estudio licenciatura en psicología, como Minho. Pero hay algunas materias en las que tanto los estudiantes de psicología como los de filosofía debemos cursar ―le explicó Jeongin.
Aquella respuesta terminó por satisfacer la curiosidad de la adulta. Quien después de entablar una amena conversación entre su hijo y el chico nuevo, terminó por invitar al segundo para quedarse a cenar, ya que eran altas horas de la noche. Jeongin, aunque tímido, aceptó la invitación, no queriendo ser descortés.
―Tu mamá cocina delicioso ―halagó Jeongin, mientras se encargaba de engullir la pasta con albóndigas que la señora les había servido.
Hacía ya bastante tiempo desde que Jeongin había tenido la oportunidad de comer comida casera. De hecho, no había comido algo similar desde hace ya dos largos años, cuando su familia prácticamente lo aisló lejos de ellos, sólo por ser diferente; sólo porque tuvo la desgracia de que le gustaran los hombres.
―Lo sé. A Minho realmente le encanta la comida de mamá, y a ella le encanta saber que las personas disfrutan de su comida ―contestó Seungmin, también engullendo la comida.
Un escurridizo fideo revoloteó de un lado hacia el otro mientras era sorbido por el castaño, manchándole parte de su mejilla. Jeongin, sin pensarlo mucho, agarró una servilleta y procedió a limpiarlo, provocando sin saberlo, sorpresa y nerviosismo en el otro.
―Lo siento. Fue automático ―dijo Jeongin, al darse cuenta de lo extraño que debió parecerle la situación.
Seungmin lo miró estático por un momento, para luego negar mientras sonreía.
"Es realmente muy tierno", pensó Seungmin.
―Eso fue muy mamá ―comentó riendo.
Jeongin rió con él, estando de acuerdo con lo dicho.
Cuando la cena fue terminada, Jeongin decidió que era hora de irse, pues ya era muy tarde, y al día siguiente debía despertarse temprano para ir a retirar un juego de fotocopias que necesitaba para la primera cátedra de ese día. Así que, tras despedirse de la señora Kim, ambos se encaminaron en dirección al complejo de departamentos del morocho, yendo en el Peugeot de la señora, quien amablemente le ordenó a su hijo que llevara al chico a su casa con cuidado.
―El viernes, es decir; mañana. ¿Tienes algo planeado? ―preguntó Seungmin de repente. Su mirada se mantenía atento a la calle.
―No, nada, aparte de estar en mi departamento y estudiar ―respondió Jeongin, curioso por saber el porqué de la pregunta.
― ¿Conoces a Christopher Bang? ―interrogó el castaño, recibiendo un asentimiento como respuesta.
―El rubio de cuarto de filosofía, ¿no? ―dijo Jeongin mientras hacía memoria.
―Exacto ―contestó Seungmin. Luego dobló a mano derecha y siguió conduciendo hasta llegar frente al complejo de departamentos ―. Mañana en la noche hará una fiesta en su casa, y está invitando a prácticamente toda la universidad ―explicó mientras estacionaba el auto ―. Y me preguntaba si quizás estabas interesado en ir conmigo y Minho. No somos se salir mucho a fiestas, pero la casa de los Bang siempre contrata chefs excelentes para las fiestas que su hijo dorado organiza, sin mencionar que habrá alcohol gratis. Yo voy por la comida, y Minho por las bebidas ―aclaró con diversión.
Jeongin lo pensó por un momento. La verdad era que tenía planeado quedarse en su departamento a terminar las tareas pendientes para el lunes, porque sí, Yang Jeongin era un chico aplicado que disfrutaba de cumplir con sus responsabilidades al pie de la letra. Pero la idea de romper con su rutina no se sonaba tan mal, ya que en cierto punto sentía que sólo vivía para estudiar, y eso en parte también le terminaba resultando deprimente y estresante. ¿Por qué no disfrutar de su juventud? Después de recibirse en su carrera, sabía que ya no tendría tanto tiempo para divertirse, así que esta era una excelente oportunidad para despejarse y divertirse con gente de su edad.
―Me parece bien. Me uno ―contestó al fin, haciendo sonreír al castaño ―. Si quieren, mañana a la salida de la uni, podemos venir a mi departamento, comer algo y prepararnos para la fiesta ―propuso con emoción.
―Me parece una excelente idea. La casa de Chris queda más cerca de acá, que de la casa de Minho o de la mía ―aceptó Seungmin ―. Entonces, supongo que nos veremos mañana. Trata de no demorarte a la hora de la salida ―dijo el castaño, para luego sacar los seguros del auto.
―Tranquilo, no demoraré ―le tranquilizó Jeongin mientras abría la puerta. Hizo el amague de salir del auto, más luego volvió a su lugar ―. Por cierto, sé que ya lo he dicho, pero en serio, gracias por permitirme pasar tiempo con ustedes ―dijo tímidamente ―...y lo siento por lo de Hyunjin.
Seungmin lo observó con sorpresa, luego dejó ver una dulce sonrisa que hizo que el corazón del morocho cosquilleara extrañamente.
―No pienses mucho en eso ―dijo Seungmin, y con su diestra despeinó juguetonamente el cabello del chico ―. Nos vemos mañana, Innie.
―Nos vemos mañana, Minnie ―respondió Jeongin de igual manera.
Jeongin bajó del auto, cerrando la puerta detrás de sí, y entonces, tras emitir un bocinazo a modo de despedida, el Peugeot negro se puso en marcha.
Habían sido varias las veces en las que Jeongin pudo visualizar al castaño sonreír alegremente, sin embargo, esta vez se sintió diferente, se sentía raro; verlo sonreírle sólo a él, era algo que a Jeongin le había emocionado por alguna razón.
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Buenos días/tarde/ noche/madrugada, mi gente linda. Perdón por la demora, pensé que el capítulo iba a ser más corto, pero al final me terminé extendiendo un poco más.
¿Qué opinan sobre cómo se va desarrollando esta amistad entre Jeongin y Seungmin?
Honestamente estoy amando escribir esta historia, leo y releo los borradores que tengo y la verdad que me emociona cómo se va a ir escribiendo esto jaja.
No tengo mucho más por decir. Así que ya saben; gracias por leer, y no se olviden de comentar o votar si les gustó, esto me sirve de apoyo para seguir escribiendo.
Nos estamos leyendo en una próxima actualización, bye bye 💞💫.
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