Capítulo 1: "El comienzo"
Era todo demasiado perfecto como para ser real. La primera vez que lo vi sólo pude pensar en lo irrealmente hermoso que era, sus ojos levemente rasgados y de un profundo marrón que cuando me miraron me causó escalofríos en todo el cuerpo, labios gruesos y rosados que se veían incluso más bonitos cuando denotaba felicidad y amabilidad, nariz con tabique apenas visible que armonizaba perfectamente con su rostro pequeño y afilado, sus cabellos rubios y largos atados en una media coleta potenciaban su belleza natural, y su cuerpo delgado pero tonificado debido a las arduas prácticas de bailes que tanto le apasionaban terminaba por completar un combo de peligrosa hermosura; Hwang Hyunjin me parecía el ser más precioso en este mundo lleno de desgracias.
Pero este ser de apariencia angelical me parecía totalmente inalcanzable, como una fantasía que sólo podía ocurrir en mis más profundos sueños. Así que cuando lo vi acercarse hacia mí en esa fiesta llena de personas preciosas, mi mente se volvió un completo caos casi de inmediato. Me habló con una amabilidad y dulzura envolvente, cautivándome al instante, la conversación fue amena a pesar de que mis nervios eran más que visibles. Inevitablemente nos fuimos acercando con el pasar de tiempo, nos convertimos en amigos íntimos con rapidez, quizás fuera por la confianza que destilaba al contarme cada pequeño detalle de su vida, o porque parecía demasiado interesado en mi aburrida vida, de la misma forma en la que tanto le interesaban los simplistas bodegones de la galería de arte del museo de la universidad; cualquiera que fuera la razón, al final terminamos siendo tan cercanos como si de unos viejos amigos de la infancia se tratara.
Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, y cuando menos me di cuenta ya éramos algo parecido a amantes. Yo nunca había sido alguien a quien le interesaran las fiestas o eventos sociales de ese estilo, pero a Hyunjin le encantaban, así que terminé siendo arrastrado inevitablemente, porque a él le gustaba estar pegado a mi persona gran parte del tiempo, y porque a mí me tranquilizaba estar al tanto de lo que hacía con unos cuantos tragos encima; Hyunjin podía ser la persona más tranquila y lógica en la cotidianeidad, pero el alcohol tenía cierto poder sobre su cuerpo que a veces―la mayoría de las veces―le hacía hacer cosas de las que luego se arrepentía. Esa debió ser una señal que nunca debí de ignorar, pero para ese punto yo ya estaba cayendo en picada en un agujero llamado enamoramiento. Una de las tantas veces en las que salimos de fiesta, Hyunjin estaba tan estúpidamente ebrio, y yo había cometido el error de aceptar algunos tragos con vodka, siendo que no era una persona bebedora. No sé bien cómo es que sucedió, pero por azares del destino él decidió que sería buena idea ir a tomar aire mientras se fumaba un cigarro, yo lo acompañé por supuesto. El silencio en aquél oscuro pasillo lleno de la humedad de una reciente llovizna nos abrazaba mientras nos dedicábamos a hablar sobre el chisme más fresco que recorría cada parte de la universidad; la famosa Soyeon había engañado a su novio de hace cinco años con una chica. Tendría que haberme dado cuenta de que nada podría salir bien de alguien que opinaba que un engaño estaba justificado porque uno de ellos se había cansado de la rutina de su relación.
"¿Qué opinas sobre las parejas del mismo sexo? Seungmin-ah", me había preguntado mientras daba una última calada a su cigarro, para luego tirarlo lejos, pateando la colilla con la uña de su dedo corazón.
"Pienso que es como cualquier otra pareja, lo único que cambia es que ambos son del mismo sexo, pero siguen haciendo cosas que las parejas normalmente hacen", le respondí yo, tratando de hacerme el indiferente.
Hyunjin me quedó mirando por lo que para mi fueron horas, pero al final sólo eran unos cortos segundos que mi nerviosa mente deformó porque al parecer era divertido sacarme de quicio.
"Seungmin, ¿tú eres gay?", me preguntó al final.
No estoy seguro de qué asociación le había hecho llegar a hacer esa pregunta. Estaba seguro de que había logrado disfrazar mi atracción por él perfectamente, así que fue una total sorpresa darme cuenta de que quizás eso no había resultado nada más que en mi mente.
Avergonzado y nervioso como un chihuahua, le contesté que sí, que era gay, pero que nunca me había parecido necesario contarlo, y porque nunca me lo había preguntado ni aludido en ningún momento sobre el tema de las orientaciones sexuales, al menos hasta ese momento.
"Sabes, creo que podría ser bisexual", me dijo con tranquilidad. Luego se acercó hasta la pared en la que yo yacía recostado y agregó: "Porque me gustan las chicas, pero también me gustas tú".
Mi corazón se desembocó cual niño de primaria saliendo a disfrutar del receso.
Después de esas palabras ambos hicimos silencio mientras nos dedicábamos a mirarnos las caras a una corta distancia del otro. Y entonces lo hice, ignoré todas aquellas inseguridades y dudas que tanto me habían frenado a confesarme, lo agarré por el cuello de su camisa y lo besé. Sus labios me supieron a melón, a vodka, a cigarro y a ternura pura.
"También me gustas", le dije cuando nos separamos.
Después de esa noche el resto de la historia fue avanzando naturalmente. Nos tomamos nuestro tiempo para conocernos, ya no como amigos, sino como dos personas que se gustaban, y aprendimos tanto del otro como aprendimos del amor. Hyunjin hacía años que no estaba en una relación amorosa, y esta sería la primera vez para mí; fue mi primer beso, mi primera vez, y al final también resultó ser mi primera decepción.
Los días que antes comenzaban con la imagen de su hermosa figura dormitando desnuda al lado mío,un beso de buenos días, su compañía en todas las mañanas mientras desayunábamos y nos preparábamos para ir al instituto, y básicamente los días enteros que trascurríamos juntos, ahora tan sólo formaban parte de mis recuerdos más melancólicos.
[Narrador omnisciente]
Se levantó de su cálida y cómoda cama, con ganas de seguir durmiendo por unas cuantas horas más, como de costumbre, se lavó los dientes y la cara con la pesadumbre de un recién levantado, cambió su pijama por algo más decente y cómodo, y luego bajó a desayunar en compañía de su mamá como cada día de su vida, y cuando fue hora de salir camino al instituto se despidió de ella, recibiendo un sonoro beso en una de sus mejillas.
―Hoy volveré tarde del trabajo, te dejaré la comida para calentar en el horno ―le dijo su mamá antes de que saliera de la casa.
―Gracia mamá. Que tengas un lindo día ―le dijo mientras se acomodaba la mochila sobre su espalda.
―Que tengas un lindo día, mi amor ―le contestó ella.
Por suerte para Seungmin, el camino hacia el instituto no tardaba más de diez minutos, ya que tan sólo le quedaba a unas cinco cuadras de la casa.
Al llegar al instituto se topó enseguida con el típico ambiente relajado lleno de estudiantes yendo y viniendo de todos lados. Caminó a un ritmo desganado hasta encontrarse con el familiar pasillo que llevaba a la primera aula, donde transcurriría la primera materia del lunes. La mañana había sido de más tranquila y llevadera hasta el momento, pero como la vida lo odia, se terminó encontrando con una escena desagradable, justo en la entrada del aula.
―Te esperaré a la salida para ir a merendar ―le dijo mientras acariciaba dulcemente una de sus mejillas.
―Está bien, Hyunne. Ya quiero que sea la hora de salida para volver a verte ―dijo el chico de pelo negros mientras le mostraba una sonrisa llena de amor.
―Te amo, nos vemos en unas horas, bebé ―se despidió, para luego darle un beso que parecía nunca tener fin.
Ver a ese par disfrutando de su amor de ensueño le revolvió el estómago como si hubiera comido basura minutos atrás. Pero cuando aquellos ojos penetrantes se conectaron con los los suyos el cuerpo le quiso temblar. Nervios, asco, tristeza; eran demasiados sentimientos negativos mezclándose dentro suyo, y tan sólo habían pasado unos pocos minutos desde que comenzó el día.
―Hey, te estaba buscando, ya terminé de leer el texto, si quieres te lo presto ―la voz familiar de su mejor amigo lo sacó del trance en el que se había visto inmerso.
―Minho, ¿en qué momento llegaste? ―le preguntó sorprendido, pues no lo había escuchado llegar.
―Hace unos segundos ―contestó con obviedad.
Minho miró al par que estaba a unos pocos metros de ellos y arrugó el entrecejo enseguida.
― Entremos, que el señor Lee ya debe de estar por comenzar con la cátedra ―dijo su amigo, para luego agarrarlo de la mano y arrastrarlo hacia dentro del aula, pasando rápidamente por detrás de la pareja.
Como era ya de costumbre, el primer módulo transcurrió tranquilo y aburrido. Seungmin agradecía poder coincidir con su amigo en la primera materia de la semana, pues aparte de ser su materia menos favorita, lo normal era que tarde o temprano se viera luchando contra el sueño matutino. Cabe aclarar que, aunque Minho no estuviera haciendo la misma carrera que él, obligatorio era que gran parte de las carreras que se cursaban en ese instituto tuvieran alguna que otra materia de tronco común en la que se terminaran cruzando, y para su suerte; la carrera de Psicología y Filosofía eran unas de ellas.
En medio de la clase, los ojos inquietos del castaño fueron vagando por los alrededores, simplemente observando sin rumbo. Sin embargo, su atención se la terminó llevando aquellos cabellos azabaches que minutos antes había observado en la entrada del aula.
"Pobre idiota, no sabe con qué clase de energúmeno se está metiendo", pensó Seungmin para sus adentros mientras seguía mirando al chico hacer anotaciones, a unos tres bancos de distancia.
Cuando la primera materia llegó a su fin, le siguió una segunda, esta vez sin la presencia de su amigo. Lamentablemente debían separarse en algún momento, y aunque ya para este punto tendría que haberse acostumbrado a esta rutina, para Seungmin seguía siendo tedioso no poder cursar los lunes enteros con su hermano de otra madre; y es que Lee Minho siempre lograba sacarle del aburrimiento con sus ocurrencias espontaneas.
― ¿Cómo te fue en Pedagogía? ―le preguntó Minho mientras salían del instituto.
Era ya el mediodía, por lo que ambos se dirigían al restaurant que enfrentaba el instituto, justo a una calle de distancia. Desde que comenzaron la universidad, ese local se había convertido en un lugar recurrente para comer y despejarse de sus responsabilidades.
―Bien, la profesora hizo las devoluciones de los trabajos y por lo que vi, sólo tuve un par de correcciones ―contestó Seungmin mientras entraban al local ―. Pidamos algo dulce, necesito mucha azúcar en mi cuerpo para poder sobrellevar este día ―propuso con insistencia.
―Pidamos cheesecake de frutos rojos. Lo vengo deseando desde que salimos del instituto ―dijo Minho, y el más alto concordó.
Ambos tomaron asiento en la última mesa que quedaba al lado del largo ventanal, y mientras esperaban a ser atenidos, comenzaron una amena charla para matar el tiempo.
― ¿Ese es el noviecito del idiota de Hwang? ―preguntó Minho, tras sacar el tema de lo que vieron al inicio de la mañana.
Seungmin asintió.
―Se ve muy manipulable. Lo que le espera ...―comentó el mayor con falsa lástima.
―Lo mismo pensé ―coincidió Seungmin ―. No entiendo cómo es que fue capaz de perdonarlo después de enterarse que Hyunjin había estado saliendo todo ese tiempo conmigo ―dijo, mostrándose entre enojado y dolido. Ya había pasado al menos unos dos meses desde que su relación con Hwang había terminado, pero el dolor y la impotencia que sintió al descubrir el engaño aún persistían levemente en su cuerpo.
―O es ingenuo, o es tonto ―dijo Minho, refiriéndose a la nueva pareja del ex de su amigo ―. O es ambas ―agregó mientras largaba una pequeña risita.
―Probablemente ambas ― confirmó Seungmin, también riendo.
Y como si de una mala novela de romance se tratara, la campanilla de la puerta del local sonó, avisando del ingreso de más clientes.
―Tiene que ser una broma ―soltó Seungmin, al ver quiénes ingresaban.
―Los invocamos ―habló Minho, incrédulo.
Ahí, buscando un lugar en el cual acomodarse, estaba Hwang Hyunjin y su nuevo novio. Ambos se terminaron ubicando cerca de donde ellos estaban, casi pareciendo adrede. Aunque podía ser posible tratándose del sínico e infantil Hyunjin.
― ¿Puedes pedir la orden por mí? Iré a fumar afuera ―preguntó mientras se paraba.
―Está bien, tú ve. Yo me encargo ―respondió Minho, ya sabiendo que su amigo necesitaba una excusa para alejarse de ahí. Incluso aunque a veces Seungmin pareciera tenerlo superado, ciertamente no era muy agradable estar constantemente viendo cómo su ex novio disfrutaba con quien le había puesto el cuerno.
Minho vio cómo su amigo salía tranquilamente del local, para segundos después, notar cómo el acompañante de Hyunjin también salía.
"La suerte lo persigue, pero Seungmin es más rápido", pensó Minho.
Mientras tanto, un ansioso Seungmin procedió a prender el primer cigarrillo del día, anhelando que la nicotina hiciera efecto y lo tranquilizara. Dio la primera calada, y mientras disfrutaba del ya familiar sabor del humo entrando en sus pulmones, el sonido de la campana de la puerta volvió a sonar. Casi se ahoga con el humo al ver de quién se trataba.
"Maldita sea, estoy meado por un elefante."
Sí, hoy definitivamente no era su día, no lo era para nada. Si ya de por sí era molesto ver a su ex con su pareja en la universidad, en su trabajo de medio tiempo, y hasta en su barrio―ya que el mejor amigo del pelilargo vivía a un par de casas de la suya―, más molesto todavía era tener que cruzárselos hasta en los momentos en los que trataba de evitarlos.
Cuando vio al chico caminar hacia donde él estaba, su mente comenzó a emitir una luz roja imaginaria. Quería salir corriendo de ahí, pero al final no pudo más que apartar la vista y hacerse el tonto.
―Disculpa.
Cuando la voz sonó justo a su lado, Seungmin suspiró pesadamente y giró a mirarlo, encontrándose con la imagen de un tímido pelinegro mirándolo con pena.
― ¿Te molesta si te pido prestado el encendedor un momento? ―preguntó el chico, sonriendo levemente.
Seungmin se quedó tildado por un momento, para luego rebuscar el encendedor en el bolsillo de su pantalón.
―Claro que no. Ten ―contestó levemente nervioso, extendiéndole el encendedor.
―Gracias ―agradeció el chico, tomando el objeto para después encenderse un cigarrillo y devolvérselo.
―De nada ―alcanzó a decir, justo antes de dar una última calada y tirar la colilla al piso.
Guardó su encendedor, y sin perder más tiempo, apartó su mirada de la amable sonrisa del otro y se volvió para adentro del local. Se sintió un poco extraño, pues a pesar de saber que ese chico era por así decirlo su "reemplazo", al final no pudo sentir ninguna pizca de odio o disgusto cuando se le acercó, sino al contrario; parecía ser alguien dulce y amable. O al menos esa impresión le había dado en ese momento.
―Oh, pensé que te demorarías más tiempo ―comentó Minho al verlo llegar ―. El mesero ya trajo la orden. Te pedí un milkshake de frutilla, y uno de durazno para mí ―aclaró mientras le tendía una chuchara para poder comer el pastel.
―Genial, justo lo que necesitaba. Gracias Min ―le agradeció contento mientras se disponía a probar la bebida.
Minho vio por la ventana una silueta a lo lejos, fuera del local.
―Oye, ese chico salió luego de que tú saliste ―le mencionó Minho, haciendo que Seungmin enfocara su vista en la figura que estaba mirando.
―Oh, sí. Se me acercó para pedirme prestado el encendedor ―le comentó.
Minho enarcó una ceja, curioso.
― ¿Y esto? ―indagó Seungmin, notando una tercera porción de pastel que claramente no parecía ser de cheesecake.
―Ah, cierto. El mesero lo trajo, dijo que alguien lo pagó para ti, pero no me quiso decir quién lo mandó ―respondió el mayor ―. Quizás haya alguien interesado en ti ―canturreó infantilmente, haciendo reír a su amigo.
―Lo que sea. Tengo comida gratis ―dijo el castaño, restándole importancia.
Ambos chicos comenzaron a degustar de la dulce comida, en un silencio cómodo que demostraba lo hambrientos que estaban. En cuestión de unos pocos minutos, los vasos con las bebidas ya estaban casi vacíos, y de la deliciosa cheesecake sólo quedaban migajas.
―Mmh, esto está muy bueno ―dijo Seungmin, ahora degustando el pedazo de pastel que le habían pagado anónimamente ―. Luego le preguntaré al mesero cómo se llama este tipo de pastel ―mencionó mientras continuaba comiendo.
― ¿Está bueno? ―preguntó Minho, tentado de robarle un pedazo.
―Sí, deberías probarlo ―le animó el castaño.
―Te haré caso entonces.
Minho entonces llamó al mesero que los había atendido para pedirle que le trajera una porción igual a la de su amigo. El mesero tomó la orden y desapareció, para volver minutos después con el pedido.
―Espero que haya valido la pena ―dijo el mayor, antes de llevarse una cucharada a la boca.
―Lo vale, está delicioso ―le aseguró Seungmin. Luego tosió, dejando escapar un pedazo de crema que terminó en la mano de Minho.
―Ew, eres un asco ―dijo riendo, para luego limpiarse con una servilleta ―. Está bueno ―afirmó, comiendo otro pedazo.
Saboreó ese peculiar pastel lentamente, degustándolo mientras en su mente trataba de adivinar de qué era, pues aunque el sabor le parecía familiar, no lograba distinguir de qué se trataba. ¿Era pistacho? No, no sabía muy amargo, pero el sabor era similar.
Espera.
―Min ―le llamó Seungmin, ahora tosiendo más seguido.
―Mierda.
Ya sabía de qué era el pastel.
―Esta mierda tenía maní ―alcanzó a decir Seungmin mientras tosía cada vez más fuerte.
Su garganta picaba horrible y no podía dejar de toser, cuando la respiración comenzó a volverse irregular, el miedo le caló en los huesos.
― ¡Seungmin! ―gritó Minho, parándose de su lugar.
Luego todo se volvió negro.
―Minho ,¿qué sucedió? ―preguntó la señora Kim, llegando casi corriendo hasta él.
―Noona. Seungmin comió por accidente pastel con maní ―le explicó a la señora, la cual se veía agitada y preocupada. La habían llamado al número de su trabajo, explicando que su hijo estaba en el hospital, sin decirle nada más ―. El doctor dijo que ya está bien, ya le inyectaron epinefrina, ahora están esperando a que despierte ―terminó de informarle para tranquilizarla un poco.
La señora suspiró aliviada.
―Gracias a Dios ―musitó agradecida.
―Lo siento mucho, noona. No me di cuenta a tiempo ―se disculpó el más joven, apenado. Sabía que no era su culpa, pero aun así no podía evitar sentirse un poco culpable, ya que él bien sabía de la alergia de su amigo, prácticamente desde que tiene conocimiento de lo que es una alergia. Debería haberse dado cuenta enseguida de lo que se trataba, se sentía un tonto.
―Oh, querido ―dijo la señora, para enseguida envolverlo en sus brazos ―. No te preocupes, no es tu culpa. Estoy agradecida de que hayas acudido en su ayuda ―le dijo suavemente. Sabía perfectamente que no era ningún niño, Minho ya era un adulto de veinticuatro años, pero no podía evitar ver a un pequeño niño reteniendo sus lágrimas; y quisiera o no, se veía en la necesidad de tratarlo como si de su pequeño niño se tratara ―. No te preocupes por Seungmin, yo me quedaré para llevarlo a casa. Tu ve a la universidad, debes cuidar de la asistencia ―le animó, separándose de él, acariciando su espalda en pequeños círculos ―. Yo te aviso cuando esté en su casa para que te comuniques con él.
Minho no quería, realmente no quería volver al edificio. Hacía ya más de siete años desde la última vez que su amigo tuvo una reacción alérgica grave, y desde esa vez que lo vio casi muriendo asfixiado, ha adquirido cierta preocupación en cada cosa que el chico come. Siempre trata de asegurarse en preguntar por los ingredientes de los alimentos que su amigo consume, porque sabe que éste a veces puede ser un poco tonto. Pero justo esa única vez que se olvida de preguntar, por ese pequeño y único error, Seungmin terminó nuevamente al borde de la asfixia, desmayándose en sus brazos.
―Está bien ―terminó aceptando ―. Por favor, avíseme cuando hayan llegado a su casa, iré a visitarlo en cuanto salga de la universidad.
La adulta asintió, para luego darle unas palmaditas sobre el cabello.
―Tranquilo, cariño. Apenas lleguemos te estaré avisando ―le aseguró.
Minho se terminó despidiendo de la adulta, y saliendo del hospital, se encaminó a regañadientes hacia el instituto.
Cuando los interceptó, se dirigió hacia ellos dando largas zancadas, resonando fuerte en el pasillo.
―Oh, Seungmin, ¿cómo has estado?―le saludó el rubio al verle llegar hacia él ―. Me pareció raro no verte en la última materia de ayer. Sé que es tu favorita ―comentó, pareciendo confundido pero amigable.
Seungmin quería agarrarlo de los pelos y azotarle la cabeza contra el extintor de fuego que colgaba a su lado.
―Deja de hacerte el estúpido ―le soltó con rabia ―. Sé que fuiste tú el que me mandó el pastel ―le acusó.
Hyunjin pestañeó rápido un par de veces, haciéndose el sorprendido.
― ¿De qué hablas? No entiendo ―dijo mientras trataba de mantenerse tranquilo frente a su novio, quien sólo observaba la escena en silencio ―. Yo no te mandé nada, no tengo razones para regalarte nada ―se defendió, altanero.
Seungmin dio dos pasos hacia él, quedando cara a cara, muy cerca de su rostro.
―Deja de fingir, te he dicho ―le ordenó, remarcando cada una de sus palabras ―. Te recuerdo que tú eres de las pocas personas que sabe de mi alergia ―le recalcó con seguridad. ―Eres un puto demente ―le escupió con vehemente enfado. Luego giró a mirar al azabache que se había mantenido estático ―. Y tú; ten cuidado con este idiota ―le aconsejó seriamente, mirándolo a los ojos.
Une vez culminado el enfrentamiento, Seungmin siguió de largo, pasando entre la pareja bruscamente.
Jeongin lo vio irse mientras pensaba en lo extraño y confuso que había sido eso. Hyunjin jamás sería capaz de hacer algo así, jamás podría hacerle tanto mal a alguien, ¿verdad?
Su mirada se enfocó en su dulce novio, divisando cómo la comisura de sus labios se curvaba levemente.
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Buenass, he vuelto con una nueva historia. La verdad la venía escribiendo desde finales del año pasado, pero no me animé a publicarla hasta que tuviera los borradores de todos los capítulos ya hechos.
Esta historia no es como las últimas que he subido (hormonales jaja), sino que me centraré más en narrar algo más relajado y llevadero. Espero que puedan darle una oportunidad y la disfruten.
Sin nada más qué decir, ya saben; voten, comenten y agréguenla a sus listas de lecturas si les está gustando, esto me ayuda mucho a que pueda llegar a más personas.
Nos vemos en una próxima actualización, bye bye 💞.
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