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4. El puente


Justo a la mitad del acto de ceremonia de mi graduación en la universidad, me encontraba recibiendo el título de Licenciatura en Literatura. Los aplausos, vítores y pitidos se escucharon por todos los rincones del anfiteatro. Me pareció que además de mis padres y de mis antiguos profesores de la primaria, la mitad del pueblo había viajado a la capital del país para asistir y apoyarme en esta etapa de mi vida.

Todos en el pueblo siempre decían estar orgullosos de mí, que yo era la persona que pondría en alto su nombre y que ponían toda su fe en que me convertiría en un escritor tan famoso que el pueblo no sería más un punto perdido en el mapa del país.

Allí también estaba él, junto a su padre, con el mentón en alto y mirándome con orgullo, desde lejos reconocía ese brillo peculiar en sus ojitos felinos.

Cuando bajaba de la tarima con título en mano, todos empezaron a desfilar detrás de mis padres para darme un abrazo y unas palabras de felicitación. Esto impresionó un tanto al maestro de ceremonia, quien hizo algunos chistes —a costa de mí y de mi presunta popularidad entre los presentes—, en el altavoz antes de llamarme por mi nombre para que yo ofreciera el discurso.

Una vez terminado de pronunciar las palabras que había preparado con anticipación, todos lanzaron sus birretes hacia las alturas y, al bajar por segunda vez del pódium, algunos de mis maestros —tanto de la universidad como de la primaria y secundaria—, una vez más, hicieron fila detrás de mis padres para tomarse una foto conmigo. Esa fue una tarde feliz, pero bastante agotadora.

El padre de Yoongi me sorprendió cuando iba camino al parqueo con mis padres y mi novio. Nos detuvo llamando mi nombre, no el de su hijo.

Me pidió hablar a solas con él y obedecí. Lo primero que pensé es que me amenazaría si llegaba a tratar mal a su hijo, seguramente era el único de los presentes que pensaba lo peor de mí y que solo asistió al evento por insistencia de Yoongi. Él tenía la manía de culparme de haber "torcido" a su hijo desde que Yoongi decidió salir del closet cuando se graduó en la secundaria, también me culpaba de que su único hijo fuera un desperdicio de gastos en tantos estudios porque no quiso ir a la universidad a estudiar Administración empresarial y prepararse para ser el próximo sucesor del negocio de la familia, quién se encargaría de internacionalizarlo, más Yoongi lo único que quería era dedicarse era a ser pianista. Su padre se negó a pagarle la universidad de música. Por más que mi novio lo intentó su padre le tronchaba todo intento de conseguir una beca.

En cambio, yo lo alentaba porque consideraba que realmente era muy bueno tocando el piano, era maravilloso.

En fin, además del incidente de la habitación de su hijo cuando aún éramos unos casi preadolescentes, sabía que el padre de Yoongi me odiaba por corromper a su hijo para que se volviera gay y ser una gran influencia para que él decidiera no ir a la universidad.

—Hijo, sé que debí tener esta conversación contigo hace tiempo, pero creí que éste era el momento más indicado.

Nos habíamos separado de mis padres y con mucho esfuerzo de Yoongi, estábamos en unos de los jardines cercanos al aparcamiento, desde allí podía ver a distancia la solemne figura de mis padres de pie mirando hacia nosotros y la de mi novio caminando de un lado para el otro.

El señor Min buscaba en el bolsillo interior de su elegante gabardina gris oscuro que daba hasta la altura de sus pantorrillas.

—Esto lo guardé por bastante tiempo, aunque ya era tarde llegué a pedirle excusa a tu padre porque Yoongi me explicó muchos años después lo que realmente pasó cuando lo dejaste en su habitación. Pero no te pedí disculpas a ti por los inconvenientes que pude haberte causado porque estaba enojado contigo por otras razones que ya conoces bien.

—Señor Min, yo...

—Espera, hijo, necesito que me escuches primero —me interrumpió y nunca sabrá lo agradecido que estuve porque realmente no sabía qué decir.

Al menos no podía decirle las palabras que en verdad necesitaba escuchar para tranquilizar su corazón: "amo a su hijo", no, no podía, porque en el fondo sabía que no era esa clase de amor la que sentía por Yoongi, tenía muy claro desde hace tiempo que mi corazón había cedido todo su espacio a aquel hermoso niño de cabellos ondulados, ojos avellanados y preciosa sonrisa cuadrada.

Salí de mis pensamientos cuando me percaté del objeto que el Señor Min me estaba mostrando, era mi vieja libreta.

—¿Sabes?, esto se lo he mostrado a algunas personas que conocen gente y a su vez, conocen a más gente. Y hace unos meses recibí una llamada de una editorial muy influyente, es la editorial más grande de todo Corea del Sur. Les informé que estabas en la universidad y que les enviaría noticias tuyas en cuanto te graduaras.

No podía creer lo que escuchaba, ¡¿el Señor Min me estaba apoyando?!, entonces, no me odiaba como yo pensaba. claro que no, ¿verdad? Si me odiara no me regalaría el presente más importante de mi vida. Mi sonrisa fue todo lo que necesité para que el Señor Min diera por entendido que aceptaba la propuesta.

Si dijera que no se sintió raro estar envuelto en los brazos del Señor Min, sería otra de mis grandes mentiras. En serio fue raro, pero mi felicidad no le dio tanta cabida a ese tipo de sentimiento.

—Tengo una condición: Yoongi será tu agente, ya que es un vago y tenemos que aprovechar los estudios de idiomas que le pagué, sé que estará encantado de trabajar a tu alrededor. ¿De acuerdo?

Yo seguía sin pronunciar palabra solo asentí a cada una de las suyas, feliz.

Todo el tiempo me imaginé que a partir de este momento empezaría una larga etapa de dificultades antes de conseguir lo que me proponía, pero ¿quién diría que sería el propio señor Min el que crearía un puente que me llevaría directo a la puerta donde se encontraba mi sueño, ese sueño que nació de las palabras de aliento y ánimos que me daba mi amado Taehyung.

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