13. Invitados
El hombre que parecía sacado directamente de una revista estaba parado frente a la figura del escritor y se había girado para poner atención al rubio de delicada y blanquecina tez que le acababa de dar una cordial bienvenida por vez que se aproximaba hacia ellos. De forma inmediata cambió su maletín negro a su otra mano para responder el saludo estrechando la suave y delicada de su anfitrión.
—Bogum, Park Bogum. Muchas gracias por su cálido recibimiento —El joven sonrió mostrando el perfecto arco de su blanca dentadura.
—Mi nombre es Min Yoongi ¿Puedo preguntarle a qué se debe el honor de su visita? —inquirió el rubio con exagerada amabilidad mirando por el rabillo del ojo a su novio con una sonrisa traviesa estampada en su rostro.
—Estoy aquí en calidad de abogado por uno de mis clientes, tengo entendido que él ha sido convocado en la oficina del señor Jung, el gran escritor, para finalizar su contratación de... —el castaño se vio interrumpido por un Ho Seok que de forma precipitada y muy abrupta se había puesto de pie.
La cara demasiado seria del joven desconocido para el visitante causó que se desvaneciera su brillante sonrisa.
—Discúlpeme, espere un momento —pidió aproximándose un poco más de lo educadamente debido—. ¿Quiere decir que el señor V lo envía a usted en su representación porque no piensa presentarse hoy? —interrogó con un gesto poco disimulado de indignación mezclado con una pizca decepción más medio litro de incredulidad.
El hombre negó con la cabeza por vez que retrocedía antes de pronunciar alguna palabra.
—No, claro que el joven V se presentará, el contrato debe ser firmado por todas las partes, por supuesto que vendrá —aclaró con nerviosismo ligeramente al descubierto a pesar de su profesionalidad.
Si no le conociera de tantos años, el mismo Yoongi se sentiría levemente intimidado por la postura repentina tomada por el escritor.
Hoseok soltó mucho aire de golpe y dejó caer sus hombros que se habían tensado hasta más no poder sin siquiera notarlo, y aunque esto pasó desapercibido para él mismo, no se podría decir lo mismo para con su novio quien desvió su vista hacia el visitante cuando fue descubierto por el escritor mientras lo observaba.
—Oh, eso me tranquiliza, ya empezaba a pensar que el muchacho es un irresponsable que nos dejaría plantados —dijo para disimular un poco frente a Yoongi—. Por cierto, soy Jung Ho Seok.
El castaño le dio una bienvenida no tan cálida como la de Yoongi, debido a la falta de entusiasmo que le causó saber que semejante hombre con porte de actor de doramas fuera el abogado del modelo que tanto esperaba y deseaba que resultara ser su Taehyung.
—¿El gran escritor? ah, caray, usted luce mucho más joven que en las imágenes de su biografía. Es un verdadero honor conocerlo en persona, señor.
—Por favor, no me llames señor, me hace sentir viejo —bromeó, tratando de hacer a un lado la sensación de sus nervios recorriendo tortuosamente por todo su sistema.
Ambos rieron por el comentario, pues Hoseok tenía la habilidad de probar una forma chistosa de hablar cuando quería.
Sin un ápice de gracia, Yoongi rió unos segundos después, ya que sería raro si el visitante le mirara y no se estuviera riendo con ellos dos.
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Yoongi había dejado a su novio a solas con el despampanante abogado, para usar su teléfono y llamar a Jin, avisándole que ya estaban empezando a llegar sus invitados. Previamente había preguntado qué se le antojaba tomar al señor Bogum mientras todos esperaban a que llegaran los demás y éste se decidió por un café bien negro. Jin se había ofrecido a asistir a Yoongi desde su negocio con esta parte de la reunión, ya que al rubio se le dificultaba hacerse cargo de este tipo de asuntos.
No había pasado ni dos minutos cuando todos los presentes escucharon que tocaban la puerta y miraron hacia ella.
—¡Omo!, Jin envió a alguien realmente veloz —Yoongi se apresuró a abrir esperando encontrarse con el delivery de la cafetería de su amigo. Sin embargo, para su sorpresa, no se trataba del empleado de Jin.
Un chico de sonrisa hermosamente brillante, vestido de traje color azul oscuro y con su cabello rosa bien peinado cayendo sobre su frente se encontraba frente a Yoongi, esperando a ser recibido.
—Buenas tardes —Jimin saludó borrando aquella sonrisa poco a poco de su rostro al observar el gesto de decepción en el rubio que le abrió la puerta —... ¿p-puedo pasar?
Yoongi se le había quedado mirando al chico sin moverse de su sitio, en parte estaba algo impactado porque nunca lo había visto merodeando por este nivel del edificio, por otro lado, la presencia del secretario del presidente Kim le provocaba una ola de disgusto. Para Yoongi era bien sabido que el pelirosa era de esas personas que le caía bien a todos, y como el secretario del propio presidente de aquella prestigiosa empresa, él era una clave importante para mantener buenas relaciones en la editorial, lo único es que, con toda la simpatía posible, el pelirosa siempre frustraba cada intento de Yoongi por ganarse su confianza, no se dejaba envolver por sus elogios ni por ningún tipo de detalle, nunca se pudieron hacer "amigos", el más joven era muy discreto con relación a la información de su trabajo.
Ante el silencio del rubio, el pelirosa decidió explicar su presencia, pues Yoongi no parecía reaccionar ante su asombro poco disimulado, tal como si se hubiese congelado el tiempo.
—Disculpa, pero vine hasta aquí para conducirlos al salón de reuniones, el cual está preparado para recibir a las personas que van a firmar el acuerdo, y también para informales que debo quedarme a presenciar todo el proceso sirviendo como testigo por orden del señor Kim. El señor Hyungwon debió haberlos puesto al tanto hace aproximadamente dos horas.
Yoongi sacudió breve y muy ligeramente la cabeza, haciendo que su cabello se moviera de forma deliberada.
—Oh, no, Hyungwon no nos había informado, pero, si es como dices, entonces, puedes pasar — con una sonrisa suspicaz, el rubio se hizo a un lado para cederle el paso a Jimin.
Con Yoongi siguiéndole los pasos el secretario se dirigió hacia la pequeña sala de recepción donde se encontraban sentados el abogado del modelo y el escritor.
—Aún es temprano, ¿deseas algo de tomar mientras esperamos a los demás?
—No, gracias, estoy bien así, pero te agradezco el ofrecimiento —Jimin alejó su vista para dirigirla hacia las dos personas sentadas en el cómodo sillón en forma de media luna, ignorando la mirada y desdeñosa y la mueca de dolido que le entregaba Yoongi a sus espaldas.
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Jimin y Hoseok conversaban acerca de los futuros proyectos de la editorial congeniando a la perfección, entre tema y tema ambos parecían llevar muy bien una conversación normal, mientras Yoongi entretenía al abogado de la agencia de modelaje con su común desfile de preguntas personales, manifestando su desbordante curiosidad. El sonido de otras voces provenientes del pacillo provocó que los cuatro chicos detuvieran sus respectivas conversaciones y miraran hacia la puerta prestando toda su atención.
La puerta es abierta por Hyungwon, quien en vez de entrar se hace a un lado para dejar pasar a un chico un poco más alto que él, de piel tan blanca y radiante como la luz de la luna, cabello negro como el azabache que caía sobre su frente despreocupadamente casi tan largo como el de Bogum, pero un poco menos despeinado, el chico miraba a Hyungwon con burla en sus ojos y una sonrisa hermosamente peculiar que lo hacía parecer un conejito. A diferencia del Secretario y del abogado de la Agencia de modelaje y del propio Hyungwon, el chico vestía prendas casuales, una simple camiseta blanca debajo de una casadora de tela jeans azul del mismo tono de su pantalón y unas botas timberland.
Hyungwon puso cara de fastidio e instó al muchacho para que se adelantara y dejara pasar a la otra persona que estaba detrás. El chico borró su sonrisa de pronto y señalando hacia el pacillo le informó al mayor que V se había quedado atrás porque necesitaba ir al baño.
—¿Cuándo dijo eso?
El pelinegro volvió a sonreír con burla, encogiéndose de hombros y metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta empezó a andar, dejando a Hyungwon atrás se hizo paso hacia la recepción seguido por el mayor, quien empezó a reclamarle y a culparlo por la ausencia de V.
—No escuchaste porque estabas muy ocupado tratando de convencerme para que te diga porque a V le disgusta tanto mi presencia.
El chico detuvo su andar y se giró hacia su mayor.
—Ahora que no está escuchando, dime ¿ustedes están en una relación?
Hyungwon lanzó un bufido que bailaba entre una reacción de un hecho hilarante y de haber sido tomado por sorpresa. Pensaba responder negando el asunto, pero antes miró alrededor y se percató de que todos los presentes los observan y escuchaba su conversación con demasiada atención y hasta podría decirse que lucían muy expectantes mientras el pelinegro esperaba por su respuesta. Su semblante cambió de inmediato a uno serio y hasta un poco avergonzado.
—Buenas tardes a todos, discúlpennos por irrumpir de esta manera —Hyungwon hizo una pronunciada reverencia y empezó a caminar dando pasos largos hacia la figura más cercana para saludar apropiadamente —soy Hyungwon —se presentó dejando al menor sin su esperada respuesta.
El pelinegro imitó al abogado haciendo varias venias de casi ciento noventa grados, se presentó ante todos con bastante formalidad.
—Soy Jeon Jungkook, soy filmógrafo y fotógrafo, vengo en representación de Golden Closet Studios, es un placer conocerlos.
El rostro de Yoongi era todo un poema, su reacción mal disimulada, era una mezcla de pánico y vergüenza y no pasó desapercibida por Jimin y por Hyungwon. Desde que posó sus felinos ojitos en Jeon Jungkook, su boca quedó ligeramente abierta y su mirada delataba el bloqueo mental que el pelinegro había causado en él. El escritor no tuvo oportunidad de notar este hecho porque su concentración y su atención estaban divididas entre el recién llegado y sus vistazos esporádicos hacia la puerta de entrada a la recepción esperando a que V hiciera su entrada.
Yoongi pestañeó varias veces obligándose a despertar de su extraño shock. Cuando el pelinegro se percató de su presencia se iba a dirigir hacia él, sin embargo, el rubio reaccionó adelantándose a tomar la palabra antes que el menor desembuchara la interrogante que tenía marcada en su lindo rostro. Con toda la normalidad que su sistema nervioso le pudo permitir, fue el primero en presentarse ante el menor.
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