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13. El fraude del banquero

El silencio se prolongó por tanto tiempo que se convirtió en un momento de pura incomodidad. Emmett y Brenda se encontraban en la oficina de Jenkins debido a los últimos sucesos, él con unos pantalones deportivos, un abrigo de invierno y unos zapatos viejos que usaba para estar en casa, y, Brenda, con jeans, botas y un abrigo más abultado que el de su compañero y que era perfecto para el frío de aquellas horas, además, llevaba un gorro de lana que ocultaba su frondosa melena.

Habían acudido directamente al lugar de los hechos y luego a la oficina de Jenkins por petición de este, quien se encontraba de muy mal humor; mucho más que en otras ocasiones. Tan pronto llegaron recibieron una reprimenda por el trabajo tan deficiente que estaban realizando.

—Los medios de comunicación están enloqueciendo —dijo Jenkins—. Díganme que ya tienen al culpable o culpables del desastre que se está desplegando, ellos ya tienen una segunda víctima, pero recuerden que no saben de las muertes anteriores y no tardarán en descubrirlo, así que necesito buenas noticias.

—Estamos en eso, jefe —respondió la detective Fox.

—Nos quedan un par de entrevistas —agregó Emmett con un nerviosismo que no podía ocultar—, y con los resultados de la autopsia de la última víctima esperamos tener algo más sólido.

Jenkins suspiró.

—La doctora St. Clair ya tiene un par de cosas —habló finalmente—. Deberían visitarla y, por favor, necesito nombres, y mantengan los medios a raya, no hagamos este desastre mucho más grande de lo que ya es.

Ambos asintieron.

—Sí, señor —contestó Emmett.

Salieron de la oficina de Jenkins y fueron directamente a donde Linda para conocer los hallazgos de esta nueva víctima; si bien habían recibido un par de datos como la identificación del hombre, la forma en cómo murió, la probable hora de muerte y el objeto que encontraron sobre el cadáver, pero aún quedaban datos más concretos que solo podían conocer después de realizar un par de exámenes y trámites.

—La víctima es Matt Rogers —dijo Brenda, mientras iba leyendo unos papeles que sostenía entre sus manos—. Treinta y ocho años, casado y con dos hijos. Al parecer no tuvo enemigos, de hecho era una persona muy alegre y daba mucho de qué hablar en el banco; sin embargo, a pesar de esa fachada de hombre dicharachero, estaba siendo investigado por un posible fraude financiero, según los medios de comunicación se apropió de un dinero de forma indebida y no es una tontería, estamos hablando de millones.

—Vaya —susurró Emmett, interrumpiendo a su compañera—. La teoría de que tenemos a un justiciero no suena tan mal ahora, ¿no te has puesto a pensar que todas las víctimas tuvieron un pasado oscuro o estuvieron involucrados en algún tipo de delito o situación similar?

—Sí —afirmó la morena—, seguramente está purgando a la ciudad de hombres pecadores. —La mujer soltó una risa nerviosa—. Suena un poco ridículo diciéndolo en voz alta.

—Hola, chicos —saludó Linda, una vez vio a los dos detectives irrumpir en el laboratorio.

—No suena tan descabellado —dijo en dirección a Brenda—, ¿Qué nos tienes esta vez? —le preguntó a Linda.

—Más allá de lo que ya saben, el pobre hombre quedó casi como un queso gruyere —contestó Linda, dicho ejemplo hizo que el detective se riera.

—Lo siento —le interrumpió—. Pésimo momento para reírse de un muerto, continúa.

—El hombre fue apuñalado en múltiples ocasiones —retomó la criminalista—, de ahí el ejemplo del queso, el primer golpe probablemente fue a la altura del cuello, pero ahí no se detuvo y dejó un par de golpes más a lo largo del pecho y el estómago, seguramente recordarán la cantidad de sangre en el lugar de los hechos. —Ambos asintieron y en vista de que no decidieron hablar, ella continuó—: la guinda del pastel es que la víctima alcanzó a defenderse y en una de sus uñas se encontró una fibra de pelo, ya está en investigación y tendremos los resultados en un par de horas, pero todo apunta a que Matt opuso resistencia antes de perder la consciencia. Y está el asunto del peluche.

Linda tomó una bolsa plástica en donde estaba depositada la ballena de peluche, parte de ella tenía manchas de sangre que seguramente eran del difunto.

—Retomando el tema de la biblia —continuó Linda—, si ignoramos el libro de Génesis donde Dios creó a los animales, está la historia de Jonás, un profeta que fue engullido por una ballena.

—Eso quiere decir que la respuesta está literalmente en la biblia —indicó la morena—. Lo que haya leído fue inspiración para el asesino, ufff, suena a locura.

—Y supongo que tus aseveraciones las sacaste de Jeremy, el religioso —dijo Emmett a modo de burla.

—Esta vez no —respondió el aludido, quien llegaba al lugar con un par de cajas entre sus manos—. Para esta ocasión tuve que preguntarle a mi hermana y, efectivamente, la referencia de la ballena se asocia a Jonás, en la biblia hay solo cuatro capítulos dedicados a él, algún versículo nos dará la respuesta del por qué el asesino hace lo que hace.

Emmett gruñó, no solo porque Jeremy hablaba con total seguridad y tenía embelesadas a las chicas con sus conocimientos, sino porque su aspecto físico le favorecía bastante. Siempre era así.

—No quiero leer la biblia —expresó el detective—. No lo hice en el colegio y no lo haré ahora.

—Yo me ocuparé de eso —indicó Brenda—. Pero tú tendrás que recibir a los hombres que vendrán en unas horas, seguramente en los que faltan está nuestro culpable.

—De acuerdo —contestó Emmett.

Las horas pasaron. Emmett realizó las preguntas de rutina, los seis posibles sospechosos hicieron lo propio y, al final, todos ellos tenían una excusa para el tiempo y lugar en donde ocurrieron los hechos relacionados con el oficial McCormick, excepto por dos hombres que no tenían cómo comprobar su coartada, por lo que el asesino podría ser uno de ellos dos o alguno de los entrevistados que rindieron el testimonio en ocasión pasada.

Sin embargo, algo dentro de Emmett le decía que el culpable podría ser uno de los dos últimos que hablaron, pues había suficiente indicio para sospechar de ellos.

—Tengo dos sospechosos —dijo el detective, una vez volvió a encontrarse con su compañera—. Timothy Curtis y Magnus Leblanc, no tienen forma de comprobar su coartada y actuaron bastante sospechosos durante la entrevista.

—No puede ser —pronunció Brenda y le entregó una hoja a Emmett.

El ADN del pelo que se encontró en la uña de la víctima correspondía a Timothy Curtis. Emmett abrió la boca para decir algo, pero se quedó sin palabras.

Tenían al asesino y en la base de datos figuraba una dirección al sur de la ciudad que correspondía a su domicilio, y no había sido actualizado desde hacía muchos años, por lo que había una ligera posibilidad de que ya no viviera ahí, sin embargo, no podían quedarse de brazos cruzados, debían actuar y cubrir diferentes ángulos, de alguna forma darían con su paradero.

—¿Qué hay con la historia de Jonás? —preguntó finalmente Emmett.

—Estuve leyendo con Jeremy y su hermana —respondió—, ella en una videollamada, quiero aclarar, pero es bastante ambiguo lo que dice la biblia y... —Suspiró—. Mientras entrevistabas a los sospechosos pensamos en la razón por la que realizó los asesinatos, no tenemos nada. La historia de Jonás refleja su arrepentimiento por desobedecer a Dios, razón por la cual lo castigó siendo tragado por un gran pez, algunas teorías señalan que ese animal fue una ballena, lo que explicaría porque dejó el peluche en su última víctima y eso lo conecta con las demás pistas que dejó en las muertes anteriores; sin embargo, no hay relación, por más que piense, me siento como en el principio cuando no teníamos ningún indicio.

—Tendremos que buscarlo —sugirió el detective—, no hay otra opción, visitar ese lugar y entrevistar a personas que lo conozcan, así daremos con su paradero.

—Es un avance y podría funcionar —dijo Brenda y le sonrió.

Las mejillas de Emmett se colorearon, era la primera vez que Brenda le sonreía genuinamente. Sin adulaciones, sin presiones, era una sonrisa real. 

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