Capitulo 7.
Metanoia.
Saoirse Freztgerald.
Baje las escaleras con emoción, el aroma a los panes recién horneados de mamá por alguna razón me emocionaba y me hacía sentir cómoda.
Llegué hasta la cocina y me acomodé en una silla alta de la isla. Mamá prepara varios panes en una bolsa junto a un termo con mucha leche, sale vapor de esta.
—Lleva esto a casa de Leyla. No te tardes tanto que está oscureciendo. —acepte el pedido mientras comía un pedazo de pan tibio, tome la bolsa y el termo en mis manos.
Mi madre y Leyla tienen muy buena relación, cada vez que cocina algo y sabe que es del agrado de la rubia le envía o la manda a buscar.
Al salir de casa, vi como el sol se ocultaba. Acomode mi bolso con los panes y la leche y me dirigí cuesta abajo. Hacia la casa de Leyla.
Pedaleo lo más rápido que puedo, cuando voy a bajar la calle dejo que mi bici me lleve. El viento bailó mi pelo, pude sentir la fría brisa abrazar mi cuerpo y como mi mente se sentía en paz.
Empecé a escuchar el sonido de una ambulancia, seguido, a lo lejos vi la camioneta blanca con luces azules y rojas. Debió ser un accidente, a menudo eso pasa por ahí, ya que los animales suelen meterse a la calle.
Seguí pedaleando un poco cansada hasta acercarme, la curiosidad me hizo ojear la calle: pedazos negros de lo que parecía ser de una moto, incluso un casco negro a lo lejos.
—¿Qué es esto? —pregunté para mi estacionando la bici cerca de lo sucedido, me baje de ella y camine hacia la ambulancia.
—¿Entonces no tiene parientes cercanos que vengan por usted? —preguntó el paramédico, por alguna razón mi corazón se achicó después de ver su relación.
Tome un bocado de aire y me acerque a él. Evitando completamente ver hacia la dentro de la camioneta, si fue un accidente, debe de estar en muy mal forma, y yo no sirvo para ver esas cosas.
—Disculpe, ¿Qué sucedió? —el paramédico se da cuenta de mi presencia, voltea a verme y suspira antes de hablar.
—Un accidente. Creo que más de un hueso roto y una persona sin familia. —hablo serio, entonces volteo mi vista hacia la camilla dentro de la camioneta.
Un hombre vestido de negro está acostado sobre ella, sus pantalones están rasguñados, tiene una mano decaída y su pecho sube y baja con calma. Pero su respiración parece forzada y profunda. Trague fuerte ante el presentimiento de conocerlo.
—¿Puedo ver si lo conozco? —el señor me asintió.
—Pero rápido. Hay sangrado.
Bum. Bum. Bum.
Levanté mi pie derecho sobre la camioneta, con ayuda de mis manos frías y temblorosas, me levanté sosteniendo el costado de la puerta.
Bum. Bum.
Los nervios me acorralaron desde el momento en el que vi la serpiente tatuada en el brazo derecho del hombre tendido en la camilla. Mis piernas temblaron al ver la sangre oscura sobre la mandíbula tensa y presionada de este.
Los ojos verdes y temblorosos de Ethan me ven sin pestañear, puedo ver el dolor y el miedo en sus ojos rojos.
—Me duele mucho el pecho. —hablo en un hilo, se que le costó hablar, y después tosió soltando una bola negra de pelos que tenía entre su brazo izquierdo para llevar su mano al pecho y acariciarlo.
Terminé de subir y me abalancé sobre él, con el corazón en la boca y por alguna tonta razón mis ojos se aguaron. Le duele el pecho, eso no está bien.
—¿Cómo te pasó esto? ¡Déjame ver! —toque su pecho desesperada, él no se inmutó pero la voz del paramédico me hizo levantar las manos.
—No toques nada, podrías causarle más problemas.
—Está bien. —me aleje y tome asiento. Respire hondo e hizo lo mismo, mirándome, mientras nos vemos atentamente. Pero al verlo quejarse en un gemido tras intentar respirar de nuevo, me doy cuenta que algo no anda bien con su pecho.
Él cerró los ojos con fuerza. Como si una oleada de dolor se apoderara de él. —Me duele mucho.
—Todo estará bien. —tome su mano. Él tiembla más que yo, escuché al paramédico subirse.
—Entonces vendrá con nosotros.
—Mírame Ethan. —golpeó de manera sutil su mejilla, él abre los ojos volviendo en sí. Me vuelve a mirar pero sus ojos solo piden descanso —Todo estará bien.
Apreté con fuerza su mano. Que sepa que estoy con él, que no le pasará nada y que saldrá de esto. Mientras pasa el tiempo y no apartó la mirada de él, recuerdo mi bici. El mandado y que nadie sabe que voy camino hacia el hospital.
—Oh no, mi bici.
—Descuide, cuando el transporte llegue la remolcará junto a la moto. —me aclaró el paramédicos, respiré aliviada y solté la mano de Ethan.
Su mano con una araña tatuada cayó desanimada, le di una sonrisa para que sepa que la volveré a tomar.
Saqué mi celular y le dejé mensajes a mamá. Le dije que se me había presentado un problema de camino y que tardaré en llegar.
Me acerque a Ethan, quien esta viendo hacia arriba mientras respira profundo. Veo la bola de pelos negra y me doy cuenta de que tiene vida, él la acaricia sin verla y lo veo confundida.
—¿De donde sacaste ese gato? —le susurre cerca, muy cerca, es obvio que metió al gato sin que el paramédicos lo sepa. El embozo una sonrisa de lado sin verme.
—Es el culpable de todo. —hablo aún sonriendo. —Bueno, también estoy drogado.
—Lo sé. Pero no puedes meter a un animal aquí. —le hablé en el oído. Él negó, y suspiré junto a él.
Los minutos seguían pasando y él paramédicos avisó por su monitor que llegará un paciente que irá de emergencia.
—Dame tu celular. —Ethan abrió los ojos y pensó un poco.
—Está en el bolsillo, ¿Para que lo quieres? —llevé mi mano hacia su bolsillo y lo saqué. El celular se había salvado y ni siquiera traía forro.
—Debo llamar a tus padres, no me puedo quedar mucho tiempo. —lo escuché bufar, mejor dicho maldecir.
—Te puedes ir desde ahora. —me arrebató el celular de la mano, dejando de acariciar el gato. Lo veo con el ceño fruncido ante su cambio de humor.
—¿Qué te sucede?
Me ignoró. Ethan de vez en cuando me hace querer estrangularlo, pero en su estado, debe tener sus razones.
Llegamos al hospital y tome el gato antes de que lo vean. Lo metí con los panes, el bolso es grande y el animal aparenta unos 2 meses.
Veo cómo se llevan a Ethan en una camilla, me quedo en una silla de metal muy fría.
Busqué entre mis contactos el número de la profesora de matemáticas, lo encontré y le dejé mensajes enviándole. Pasó una hora, ella no mostró respuesta entonces le volví a escribir diciéndole que no podría quedarme mucho tiempo.
Por fin, vio los mensajes y se mostró preocupada. Aún así me dijo que no podía venir, y que por favor esperara un poco más. Al parecer uno de sus padres iba a venir.
Al parecer, porque no llegó nadie.
Mi trasero dolía de la espera, el frío me estaba empezando a molestar porque había envuelto al peludo en mi abrigo y mi estómago empezó a rugir de hambre. Tampoco me atrevía a contarle a mamá que estoy cuidando de Ethan, me mataría, por lo que ignoré sus mensajes.
Eran las 11 de la noche, no había señales de ningún pariente de Ethan y ya me estaba sintiendo cansada, pero algo tengo bien claro.
No lo dejaré solo. No se que le podría pasar si lo dejo solo, mi inquietud me hace pararme una y otra vez para ver por la ventanilla de cristal de la puerta, donde lo tienen en chequeo.
Pero me irrita que no den con un resultado final. Ethan parece dormir, veo al doctor monitorear varias cosas para después salir de la habitación.
—¿Eres su pareja? —pregunto saliendo, yo negué con cierto nerviosismo en mi.
—Solo soy su... —trague seco. —Su amiga, soy su amiga.
—Bueno. Ya puedo entrar a verlo. No lo puedo dejar ir, debe quedarse por lo menos dos días. Se dio un fuerte golpe en el pecho, eso le podría causar graves problemas. Otra cosa. —cruce mis brazos helados esperando que termine. —El problema empeora porque consume sustancias que afectan su salud física y mental. Está padeciendo de taquicardia y problemas para respirar, debe estar en observación por un tiempo. Lo demás, fueron golpes leves y rasguños que sanarán.
—Entiendo. Él es un poco... estúpido. —agache mi cabeza con su explicación. No sé si sentía preocupación o simplemente vergüenza.
—Bien, ya puedo pasar.
Fui a la silla y tomé al gato, es un perezoso, no deja de dormir. Entré a la habitación que se encuentra en total silencio y lo dejé sobre el sofá blanco.
Cierto. Ethan pidió una habitación cómoda y VIP. Muriéndose pero cómodo.
Me acerque a él entrando mis manos en los bolsillos traseros de mi jeans ajustado. Lo veo dormido, su respiración esta normal, tiene varios golpes en sus brazos, pero su bello rostro está intacto.
Porque si, Ethan es muy bello. Tiene una expresión de madurez y frialdad en su rostro, pero en mi interior sé, que solo se trata de un niño juzgado por la sociedad y que no dañaría a nadie.
Sus vicios y su comportamiento tal vez fueron producto de la dura vida, siendo el hijo de una familia tan "perfecta" debió sentirse ahogado en algún momento.
Según mis conocimientos, los tatuajes marcan recuerdos o traumas, uno que otro pueden ser de adorno, pero la mayoría de tinta que aplicas en tu piel, es para nunca olvidar algo o fue algo que te marco.
Analizó el tatuaje en su cuello. Un colibrí verde vuela sobre su piel, pero su pico está abierto, como si pidiera ayuda.
Su escote está abierto, la ropa del hospital no cubre bien su pecho, y puedo ver las palabras talladas en su pecho junto a una mariposa:
Metanoia.
—¿Qué significa eso? —susurra para mí, abriendo más su pecho para ver más tatuajes.
—¿Qué estás haciendo?
~~~~
Metanoia (griego)
"El proceso de transformación que cambia la forma de pensar, sentir, de ser o vivir de alguien. "
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