Después de todo lo sucedido no paraba de cuidar aquel pequeño trozo de mi vida. Cada mañana me levantaba con muchas ganas de verlo en pleno crecimiento, pues el trabajo arduo que realizaba estaba dando sus frutos.

-Audrey, baja a desayunar y no demores-dijo mi mami, llamando desde las escaleras.

Momentos más tarde de responderle baje rápidamente y adquirí este pequeño pensamiento.

Creo que en este día todo me saldrá bien.

-¡Te encuentras muy optimista, Audrey!-escucho decir a la anciana, al observarme dejar el último escalón muy sonriente y acercándose a mí encuentro.

-Espero mantenerme así todo el día, debo realizar unos arreglos al huerto- Digo dando un sorbo al jugo de naranja que ha servido ante mí.

-No te preocupes, Audrey; conociendo el esmero que has puesto, todo te saldrá bien-dijo.

-Seguramente así será-digo tratando de sonar fuerte.

Sé que dije que me mantendría con mi optimismo, pero a veces suelo perderlo con facilidad. En otras, lo retomo y me lleno de tanto positivismo que puedo llegar a ser un poquito irritante. Incluso me llego a desconocer, debido a que soy como una pequeña rosa llena de miles de pétalos. Aquella metáfora es muy interesante porque cada uno de los pétalos es más fuerte a medida que se acercan al centro. En fin, mis pequeñas capas me sorprenden y me motivan a seguir construyendo mi vida.

Después de recibir mis buenas vibras matinales, decidí ir a verlo. Caminé unos 3 Km para llegar a mi hermoso sitio especial y así apreciar el nacimiento de flores y vegetales. Cargando todo mi material de trabajo que no estaba en la pequeña bodega que construí tres meses atrás, marcaba cada paso con felicidad.  Lamentablemente sólo podía ver en algunos, su desnudo tallo. Sabía que crecerían, tenía confianza que así sería. Aunque no lo esperaba de este modo, pero de igual manera todo sigue en pie y he aquí mi recompensa.

He admirado por un largo tiempo el entorno que rodea a los cultivos, refrescado por la detonante brisa que hacía bailar mis castaños cabellos. Admirar tanta belleza era como entrar en un éxtasis, donde cada soplo de viento me hacía enamorar de mi pequeño huerto. Además el imaginar un bello ocaso caer sobre él, me hacía continuar observándolo con detenimiento.

-Bueno Audrey, hora de ir a casa- espeté hacía a mi misma. De repente caminar era agotador, pese a que descansé lo suficiente mientras observaba mi trabajo.

En cada paso, mis piernas flaqueaban. Sin embargo, aún podía continuar. No me detuve por ver a mi mami Valeria recibirme con su deliciosa comida.

Después de caminar de regreso a mi casa en dirección noroeste. Estuve en mi hogar para ducharme y cenar.

-¿Qué ha pasado, Audrey?¿Cómo te fue?¿Está bien el huerto?-dijo mi mami.

-Muy bien. He quedado maravillada, los cultivos están en sus primeras etapas de crecimiento. Estoy muy emocionada, debo llevarte para que lo admires y quedes asombrada por la hermosura del paisaje que lo adorna- dije entusiasmada y posterior a ello deposité un beso en la mejilla de mi abuela.

-¡Qué bien! Estoy muy contenta por ti hija. Recuerda que tus victorias y tus derrotas, también son mías. Pero, ya estoy muy vieja para ir a ver el huerto, me canso demasiado mi niña- dice mi mami tomando asiento en el sofá más próximo a ella.

-Bueno, iré a tomar un ducha -digo, dirigiéndome escaleras arriba.

Me bañe rápidamente y después baje lo más pronto posible para tomar mi merienda. Finalmente ayudé en los quehaceres domésticos.

Llegada la noche subí a mi habitación, abrí la barandilla y salí a la terraza para observar el crepúsculo frente a mis ojos. Comencé a elevar mi cabeza en vista al firmamento observando así una noche estrellada. El aire frío, enrojecía mis mejillas. Poco a poco el aire trajo consigo susurros que alimentaban mis oídos. Al principio eran inaudibles, pero después comenzaban a concretarse.

Aquel misterioso susurro me ha acompañado a lo largo de mi vida. En mis 18 años de edad, siempre se ha comunicado conmigo antes de dormir o al despertarme. Al principio sentía miedo oírla hablar. He dicho oírla porque es la voz de una mujer. No suele decir las mismas frases siempre, varían con el paso del tiempo. Cada palabra es tan cálida, sonora y meditada. Unas veces me suele hablar en verso, en cambio en otras, sólo dice pequeñas frases.

Está vez no hace excepción y me expresa en una cálida brisa lo siguiente:

"Continúa con tu huerto. Todos los días realizas un buen trabajo."

El viento continúa soplando y nuevamente rosa mis mejillas. Vuelve a levantar mis cabellos y susurra:

"Las decisiones son vitales en tú vida. Elige bien y tendrás una reunión o un distanciamiento"

Esas fueron sus últimas palabras el día de hoy. Esta vez no fue muy misteriosa, pero solo un poco confusa.

Aquella voz fue muy alentadora, pero a la vez un poco escalofriante.

¿Decisión?

Aquella palabra recorría cada membrana de mi cerebro y se regocijaba en el espacio de mi mente. Realmente, esas 8 letras me intrigaban

¿Qué tendré que decidir?¿A quién reuniré o separaré?

Esas preguntas afloraban en mi memoria. Sin más las ignoré y a los pocos minutos, el silencio me embriagó y terminé conciliando el sueño.

Holaaaa!!!

Hoy les traigo el primer capítulo de la historia. Espero les guste y me puedan regalar una estrellita.

Besos. <3