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Capítulo 2

Despierto de golpe cuando la luz de un auto se acerca a toda velocidad. Me sobresalto en la silla de la sala de espera. Exhalo aire lo más fuerte que puedo antes de cerrar los ojos y hundirlos en mis manos. Lo que sucedió conmigo la noche anterior, no tiene explicación alguna. Recapitulo nuevamente el accidente y nada concuerda, nada va de la mano con lo que me pasa. ¿Acaso estoy en el limbo?

No puedo mantener las ideas claras en este momento. Aunque quiera remover todo, llego al mismo punto. La cruzada, el saludo, la luz blanca y la oscuridad completa ¿Cómo podrían imaginar que un carro pasaría por esa calle precisamente? Y ni siquiera eso, no había uno cuando crucé ¡Todo es confuso!

Bajo las manos y resoplo por mi mentalidad toda hecha torbellino. Cuantas veces lo intente, no encuentro las palabras adecuadas ante lo sucedido. Siento como si estuviera en un sueño. No me siento real ¡Nada se siente real!

Rastro las manos en mi rostro e intento mantenerme a raya. Estoy a unos cuantos segundos de perder la calma que me esfuerzo por no descontrolarme. De pronto, estar aquí se vuelve tortura. Mi cuerpo grita que esto es un sueño, pero estoy tan encapotada en lo que ocurrió que no me muevo. No me muevo hasta que soy consciente de las puertas abrirse. Entonces, lo veo. Camina con esa mirada que transpira dolor, como si memorizara las palabras una y otra vez..... Como si pasar 12 horas dentro del quirófano no fue lo suficiente.

— ¿Familiares de la señorita Ele...

— ¡Doctor! — Se acerca corriendo — Hemos pasado varias horas sentados aquí esperando que nos digan algo sobre mi niña. — Susurra intentando contener el miedo — Se lo ruego, hable ya.

En el estado de desesperación que se encuentra, no me sorprende que lo agarre de la camisa y lo sacuda con fuerza. Estoy segura de que si, mamá fuera una boxeadora u hombre, ya lo hubiera elevado del suelo.

— Hemos hecho lo que estuvo a nuestro alcance... — Sostiene sus brazos y los baja suavemente — Pero lamentablemente no son buenas las noticias que traigo.

— ¡Oh mi Dios! — Entonces, la veo desplomarse. Involuntariamente mi cuerpo yacía de su lado deteniendo la caída, algo que es ridículamente innecesario dado que me traspasa. Me había olvidado en qué estado me encuentro. Frank se agacha y la envuelve en sus brazos y, lo único que le dice, es que puede llorar.

« Que consuelo»

— Necesito que me escuchen con atención — Dice en un tono suave. Noto su triste expresion.

— ¿Ella está bien? — Gira levemente la cabeza y cuestiona antes de que mamá lo haga.

— Entiendo su desesperación como padre que soy, y ruego que tenga paciencia. Si me permite, los llevaré a mi oficina. — Responden automáticamente con un asentimiento.

El nudo se aprieta cuando lo veo sacar una carpeta. Presiono mis manos al pecho cuando siento mi corazón pegar un tirón y un sollozo se me escapa en el instante que la garganta ya no soporta contenerlas. Algo me dice que nada bueno tiene para decir. Toda la tensión y el miedo están sujetos a ese archivo.

— En estos tipos de accidentes automovilísticos donde su hija fue afectada, no solamente sufre el cuerpo daño, sino también internamente — Hace una pausa y mira a las dos personas, analiza si el ambiente es adecuado para seguir explicando. — La operación que le hicimos a su hija fue extremadamente delicada porque tuvimos que remover varías partes del cuerpo en las cuales resultaron gravemente lesionadas, incluyendo sus órganos.

Mamá estalla en llanto y dudo que pueda soportar otra noticia así. Se aferra tanto a la camisa de Frank que estoy segura de que pronto le romperá.

Mi mente se pone a torcer ante esa horrible eventualidad y se me revuelve el estómago otra vez. Siento como si me hubieran quitado una parte importante de mi existencia.

— Por favor, díganos que le ha sucedido a Elena — Presiona.

— Tuvimos que hacer una laparotomía de emergencia.

— ¡NO, NO, NO! ¡MI HIJA! — Llora desconsoladamente. Intenta agarra algo, pero lo que haces es aferrar sus uñas al brazo de Frank. Este gimotea al ver su piel abrirse poco a poco. Y con fuerzas, se nota, la besa en la cabeza.

— Cariño...Por lo que más quieras... — Susurra dolido. ¿Dolido? Eso sí es sorpresa — Necesitamos que seas fuerte. A mí también me duele, pero quiero saber cómo ayudarla, y no podré si no permitas que el médico continúe. ¿De acuerdo? — Con un dolor profundo, asiente.

— Su hija vino en un estado grave en la cual recurrimos a ese procedimiento para explorar el alcance de los órganos afectados y detener el sangrado interno. Hubo lesiones abdominales, bazo e hígado. Por desgracia, uno de sus riñones fue extirpado. — Hace una pausa afligida. Supiera para luego seguir — Con respeto a las extremidades inferiores, logramos acomodar el tobillo, fémur y rodilla a su lugar correspondido gracias a la implantación de unos dispositivos que ayudarán en el alineamiento del hueso. En las extremidades superiores, hubo un despliegue del brazo derecho, le colocamos una escayola. Como ven, no hubo lesiones que requieran cirugía extrema como lo es la apuntación. En esta tomografía de la vértebra no se descarta la idea de que pueda tener movilidad o no, con el tiempo eso se sabrá. Su cuello sí tuvo lesiones en la que necesitará un tubo para respirar y el collarín requerido se le fue colocado enseguida. La operación, gracias a nuestro señor, salió con éxito.

Un suspiro nervioso abandona mi boca cuando dice su última palabra. Por fin, después de mucho tiempo, escucho algo que realmente me alegra. Pero... ¿Por qué sigo en este estado?

Mama y Frank se aligeran, tanto, que de un parpadeo, como si se tratara de una secadora, sus lágrimas ya no estaban. Sin embargo, así como llega lo bonito, se esfuma a tan solo un suspiro. El rostro del doctor Hoffman aún lleva su dolido ceño que cada vez que mira a mi familia, me acuchilla. Y no necesito ser una experta para saber a qué lleva después una mirada matadora.

— Hay otra cosa y, es lo preocupante porque el resto logramos controlar a tiempo — Saca otra carpeta de su escritorio para mostrársela a Frank.

— ¡Qué significa esto! — Exaltado, tira al ver su contenido.

Con mil preguntas en mi cabeza, me acerco al escritorio. Por desgracia, no preciso estudios médicos para saber lo que dice ahí.

«No puede ser cierto»

Cierro los ojos con fuerza, me dejo caer por la pared y golpeo mi cabeza. El dolor es indescriptible, lo siento por todo mí ser. Desde lo más profundo, el dolor aparece como nunca.

— Elena cayó en coma — Arrastra las palabras. Y sé, de antemano, que no quería decirlas. Lo sé porque agacha su cabeza en gesto de disculpas.

— ¿¡Qué!?... ¡Esto debe ser una broma! — Observa a Frank mientras señala al doctor. — Nada puede ser cierto — Empieza a sonreír y su actitud empieza a preocuparme — En serio doctor que usted debería ser un gran comediante por todo lo que dijo...— Se deja caer con fuerza a la silla, la arrastra al escritorio y se inclina para envolver sus manos con las de él. — Díganme que es mentira.

— Amor mírame — Frank la toma del rostro — Amor... ¡Amor por favor mírame! — Niega varias veces volviendo a derramar lágrimas.

— ¿Desea que llame a una enfermera? — Propone el médico al ver que mamá entrará pronto en una crisis emocional.

Frank asiente ante la opinión del doctor, la toma en sus brazos y la acuesta en la camilla. Hoffman no tarda en llamar a una enfermera y de la puerta entra con una aguja. Se queda a su lado mientras ve como cierra sus ojos por el sedante, luego, trata de aceptar lo que está ocurriendo, se coge con frustración la cabeza como si eso fuera ayudar. Da vueltas tantas veces por el acomodado espacio de 4 paredes que me desespera.

Ahora de él depende tener el control de todo nuevamente, siendo él el único pilar de mamá que ayude emocionalmente en el desastre.

Por suerte la a enfermera se dirige señalando con la cabeza el pasillo.

Ir tras Frank y escuchar lo que Hoffman tenía que decirle era una forma de tener paz. Me sigo esperanzando de tener una explicación a las muchas preguntas que me hago desde que llegué aquí, así no sea algo bueno o sea una simple repuesta como "se morirá" es más que suficiente para mi cabeza.

— Lo escucho Doctor

— Voy a ser muy franco con usted. Este camino no será fácil recorrerlo, para nada. Solamente les pido que sean fuertes. Necesito que los dos se mantengan firme por su hija, ella más que nunca los necesita activos.

— Muchas gracias Doctor. Cada cosa que usted nos diga, haremos — Asiente. Él saca nuevamente la carpeta celeste y la mueve buscando si algo no se le pasó de alto. — Necesito que sea sincero conmigo y que me responda con la verdad. ¿Hay esperanzas de que Elena despierte?

— Elena sufre una grave lesión en el cráneo ocasionado por el impacto del auto. Creemos que es el TCE. Médicamente conocido como Traumatismo Craneoencefálico.

— ¿Lo creen?

— ¡Eh!...No — Niega cabizbajo — Estamos seguros.

— ¿Pero qué es TCE?... ¿Es muy grave? ¿Puede mejorar?

— El Traumatismo craneoencefálico es un tipo de lesión que genera inflamación y aumento de presión dentro del cráneo. Puede haber secuelas inválidas y en ocasiones la muerte. En su hija, hay esperanza aun cuando son muy bajas. — Dice — Ahora el coma. Puede variar dependiendo el grave de la lesión. A veces dura días, semanas y meses. Pero las personas que sobrepasan el año, ya pasan a un estado el cual le llamamos "vegetativo persistente"

— ¿Y?...

— A esas alturas, la probabilidad de despertar, son escasas.

Y por primera vez en mi vida, en todos los años que viví con él, lo veo llorar, tanto como si de verdad fuera de su sangre. Resbala por la pared, agarra su cabeza y la golpea varias veces en su pierna

¿Y qué tenía que decir contra eso yo?

¡Pues nada!. Básicamente mi vida depende de un hilo, un hilo el cual se puede romper en cualquier momento. ¿Y por qué no se rompe ahora? Una gran pregunta que quiero saber, porque estando ahí en cama le dan esperanzas falsas a mi familia, les dan una luz que no se prenderá jamás.

Internamente y externamente estoy destrozada, pero no quiero irme, aún tengo cosas que terminar, aún quiero completar metas y objetivos por llegar. ¿Y es lo que me dicen? ¿Qué no saben si viviré?. Estúpida decisión.

Una de las enfermeras llega junto al doctor, le dice algo en el oído mientras asiente antes de ayudar a Frank a ponerse de pie.

— Su hija ya salió de quirófano y está siendo llevada a un cuarto con máquinas y equipos que la ayudarán en el proceso que está. Yo personalmente estaré a cargo de su recuperación. Cuál quiere cosa estaré a su disposición.

Sin más que decir estrechan las manos antes de retirarse de la vista de todos, dejando incógnita y palabras falsas dichas al aire.

Me retiro del lugar también, sin emitir un pensamiento más, con los ojos hinchados y emocionalmente hecha caos.

¿Debo de preguntar cómo vivir en este estado, como si nada pasara?

¿Qué estupidez verdad? Puras idioteces que se me vienen a la cabeza cuando ya estoy al borde del alucinamiento, más cuando la tensión en mis hombros llega al momento de estar en los pasillos observando a personas caminar de un lado a otro con ropa blanca puesta, haciendo a un lado los doctores que tiene gafetes con sus nombres.

Me llama la atención que ellos son diferentes, irradian luz como si fueran más bien..... Almas. Saludan y sonríen como personas normales que siguen con una existencia permanente.

¿Cómo siguen adelante?

Retrocedo hasta salir del edificio, recordando cuando Kate decía...

— Cuando una persona muere siempre ve una luz blanca la cual dirige a las almas a su nuevo hogar. Espero que kitty haya visto eso.

— Debió ser aterrador para tu gatita.

¿Por qué yo no la veo? ¿Será que en el cielo no me quiere ahí? ¿O tal vez lo dijo por qué aún éramos pequeñas? ¿De verdad existirá un cielo?

Quién sabrá, ni yo misma sé por qué sigo en este mundo que nada bueno me ha traído, pura tristeza y dolor es lo que he recibido.

No han sido muy memorable las cosas que me han ocurrido en estos dos últimos días, incluyendo ahora que no entiendo por qué he llegado a un centro comercial. Pero, lo bueno, es el recuerdo palpitante de papá y yo caminando por aquí. Desde que él partió de este mundo, no lo he pisado. Me sorprende que mis piernas hayan caminado hasta acá.

— 19 de septiembre. Mismo día. — Observo el reloj el cual está pegado a la pared.

«Que recuerdos, todavía sigue el juego que me trepé con él»

— "El caballito que siempre estará a tu lado"

«Nunca entendí el nombre»

Es una dicha estar aquí, parada, no solo por los recuerdos, sino también al ver a la gente ser felices a su manera. ¿Tanto me costó creer que uno es feliz, por cualquier cosa insignificante?.

Ahora entiendo que sí.

— ¿Algún día recuperaré lo perdido?

Entonces, colapso. Y cuando quería registrar todo, ya estaba tirada en el suelo. Mi trasero plasmado en el suelo, mis manos separadas y un ligero electrochoque en mis neuronas.

Rápidamente, me estabilizo hacia adelante para ayudar a levantar las partes restantes del celular. Estoy que muero de vergüenza. Espero y ese puto celular prenda de nuevo.

— ¡Lo siento, perdón, fue sin querer! — Tengo que armarme mucho de valor para alzar la vista y enfrentarme a su cara de demonios. Misteriosamente, lleva una sonrisa.

«Espera un momento.... ¿Una persona se chocó conmigo?»

— No — Me analiza un momento para luego levantarse. Necesito registrarlo para articular una palabra, creo que me he sonrojado. — Tranquila, es mi error. Estaba concentrado hablando y no me di cuenta. ¿Te encuentras bien? — Su voz es cálida y parece divertida. Me tiende una mano y sus venas en ellas me desconectan.

«¡Debe ser una broma!»

— Harry Bell — Sonríe después de guardar su celular y botar su cigarrillo a la basura. Regresa la mirada y alza las cejas en espera que la tome. Dudosa lo hago, y no porque quiera, sino por la gente que lo ve raro y es incómodo.

— E-elena H-hills — Rayos, no sé por qué no puedo dejar de balbucear. Recupero mi estabilidad y hablo — Debe ser extraña la pregunta que te voy a hacer pero... ¿Me ves? — Carajos, la cagué. Gracias bocota, tanto te costó decir ¿Elena Hills, un gusto? ¡Shit!

— ¡Ahm pues! — Se limita a decir. Su voz ronca se intensifica en un breve y agudo estruendo de risa que sale por sus labios antes de continuar — No eres invisible. Así que sí, todos te ven — Esboza una sonría con suma obviedad que me pone los pelos de puntas. Dios, debería preocuparme por mi salud que de un chico. Pero me golpeó de inmediato cuando señala a las personas que se juntan.

«¡Ay Dios!»

Empiezan amontonar, a reírse, a señalarlo y a tomar fotos. ¿Por qué carajos fotos?

— Desgraciadamente no es así — A escondidas le señalo a las personas que lo ven detenidamente.

Como si tuvieran prisa ahora sí, empezaron a seguir su recorrido.

— ¿Ok? — No lo entiende y lo comprendo.

«Amigo, yo estoy en tu misma posición»

— Estoy igual que tú, y no es broma lo que dije anteriormente. — Aclaro y él vuelve reír. ¿Acaso soy comediante? — ¿Se puede saber de qué te ríes? — Escupo y alzo mis cejas en espera de su respuesta.

— Perdón... — Intenta controlarse — Pero de ti.

«¡Qué! ¿Ahora resulta que tengo cara de payaso?»

— ¿Puedo saber el por qué? — Insisto enojada. Todo lo lindo, se fue al tacho de basura.

— Escúchame, es mejor que veas a un doctor, no es normal que vayas hablando así delante de las personas — Se encoge de hombros, guarda sus manos en los bolsillos para luego rascarse la mejilla.

Se está burlando de mí.

¡Idiota!.

— ¡¿Ah, sí?! Tampoco es normal que veas un fantasma — Ruedo los ojos al aire. Me estoy estresando.

— ¡Ahí está!, necesitas de ley un médico especializado.

Maldito niño sarcástico.

— ¡Mira!, no he tenido el mejor día que digamos. Me atropellaron, le dijeron a mi familia que no sabe cuándo despertaré, ¿Y tengo que soportar tus cojones chistes agrios? — Mis palabras enfurecidas salen sin parar, como metralleta sedienta por el enemigo.

— Bueno..... Sí. Oye, fue un placer conocerte, pero me tengo que ir. — Se da la vuelta sin esperar respuesta.

Su cara de confusión junto a un desprecio hacia mí, me deja perdida totalmente. La boca se me abre por completo que hasta siento un crujido. Mis expectativas con él, cayeron al suelo como plomo. Mi vista únicamente se despega de él, cuando desaparece en el patio de comida.

«No puedo creer que ese tal Harry Bell se haya burlado de mí. Ni siquiera escuchó lo que dije. Es un maldito idiota y un niño rico que no presta atención a su alrededor »

Pero esto no se va a quedar así. Estoy segura de dos cosas. Primero, que no me voy a cruzar de brazos así nada más. La segunda, averiguaré por qué él me puede ver y las otras personas no.

Misteriosamente, ya me encuentro atrás de una pared buscándolo. Dos veces de girar la cabeza y lo localizo.

¿Paga con una tarjeta el tarro de helado cuando cuesta 2.50? Claramente su actitud es pésima.

Vuelvo y repito, estúpido niño de papi y mami.

«¿Vainilla?, ¿es en serio? No es posible que a este pendejo le guste el mismo sabor que a mí.»

— ¡Boo! ¿Rico el helado? — Dejo caer mi cuerpo a su lado.

«Debo decirlo, es chistoso ser un fantasma.»

— ¡Uy sí! ¡Qué miedo!...Un tremendo susto que me he llevado — Satiriza tocándose el pecho como si de verdad lo haya espantado ¡Como lo detesto! — Si solo deseas mi número Ele, dímelo y te lo doy. Hacer un show para conseguir novio no va con una dama. Tú me pides y saldré contigo. No siempre hay lindas nenas como tú por aquí. — Me guiña el ojo.

«¿Qué mierda acabo de escuchar?»

No puedo creer que estoy teniendo una conversación tan sosa con un hombre. Ni siquiera sé por qué he venido hasta acá, debería buscar una forma de ir con mi familia y no estar perdiendo el tiempo con un niño. Aparte de ser inmaduro, se cree la octava maravilla por el hecho de llevar un celular a la moda, su vestimenta de gabardina, pantalón de tela azul con rayas blancas y camisa negra mangas largas. No hay que ponerse dos dedos en la frente para saber que viene a seducir a alguien.

— ¡Eres increíble! — Sueno a la defensiva

— Awww, gracias. Eres muy linda

«Y he aquí la ironía.»

— Te gusta burlarte ¿verdad? — Sonrío entre-dientes. No lo golpeo por qué una, voy a traspasarlo y, dos, no quiero bajarme a su nivel.

— No, únicamente de la gente que se creen espíritu, de ellos si me burlo. ¡Y mucho! — Esos ojos celestes se abren por completos y los vuelve a su lugar mientras en una amplia y brillante dentadura muestra sus malditos dientes. Avergonzada, cubro mi cara.

— Sabes — Digo, me arrimo a la mesa y contemplo mis uñas. Mi hora llegó — El que ríe al último ríe mejor. — Le sonrío de la misma forma que él y, antes de que pueda decir algo, el mesero aparece.

— ¿Señor, necesita que llame a alguien? — Dice sin rodeos. Me cae bien el muchacho.

— No ¿por qué? — Su voz es calmada y tranquila, pero hay una ligera brusquedad que, no soy la única en notarlo. — Al menos que la señorita quiera algo. Te invito si quieres, hoy es tu día de suerte, cumpliré tu anhelo. Eso sí, me debes el número después de esto.

«¿Qué se supone que está haciendo? ¿Desenmascarando "mi mentira"? En definitiva lo hace pésimo »

— Bueno.... Por eso mismo — Me señala el joven rubio, con pecas en el rostro, unos lindos ojos miel y más bajo que yo, por desgracia — No es por meterme en sus asuntos ni nada por el estilo, pero, ¿se da cuenta de que está hablando solo? — Va sin rodeos. Definitivamente me haré su amiga si despierto del coma.

— No estoy solo — Enarca la ceja, me sonríe todavía. En serio quiero echarme a reír — Estoy con ella. ¿O no, Ele?

Mi intención no era reírme, ni tampoco golpear la mesa como si matara una mosca, pero fue inevitable hacerlo. Prácticamente le dijeron loco y a mí me agrada. Pero mi risa cesa cuando siento su roce en mi mano al intentar calmarme.

Ok, eso sí me descompone totalmente.

— ¿E-está tomando algo? — Tartamudea asustado. La mesa aún sigue moviéndose.

— No — Niega

— Debería, no hay nadie más aparte de usted y yo. — Coge el tarro vacío para luego retirarse casi corriendo al local.

Es aquí donde debe reírse nuevamente y mostrar su sarcasmo poderoso al mundo. Pero, se queda en shock como si de verdad estuviera viendo un fantasma.

Me mira unos segundos antes de recoger sus cosas y salir volando. Corre tan rápido que desaparece cuando volteo a ver. Por una parte me alegra que haya aprendido la lección y no sea un niño pequeño. Pero otra, me siento más mierda de lo que ya soy. Junto a mis manos en la mesa y pienso en lo ocurrido y, ya nada tiene gracia.

Miro al mesero que está junto a una de sus compañeras, los dos se ríen y señalan la dirección que Harry tomó. Lo poco que me quedaba de decencia, se fue cuando lo hice quedar mal.

Rayos, no es lindo sentirse culpable.

Me levanto de la silla y empiezo a caminar esperando que no se haya ido. Cuando ya me encuentro parada frente a la puerta del estacionamiento, dudo que me quiera oír, peor si lo hice asustar. Eso, o no quiero traspasarla ¿Y si me golpeo? ¡Ay, que rayos!

Troto y volteo buscándolo. Es imposible que se haya escapado. A penas hace 5 minutos salió del local, no puede caminar tan rápido.

— ¡Harry! — Grito sin aliento, pero no se detiene cuando veo su cabellera atravesar unos fierros — ¡Por favor, espera! — Corro hacia él, y al estar a unos cuantos metros, coloco mis manos en las rodillas al sentir el cansancio apoderarse de mi cuerpo. Correr no ha sido nunca mi fuerte.

«¿Es normal que me canse siendo espíritu? Empieza a caerme mal esa palabra»

— ¡Olvídalo! — Puede ser mi imaginación, pero estoy segura de haber visto su mandíbula apretarse. Entiendo que esté furioso, pero no se debe desquitar conmigo, al contrario, esa debería ser yo y él corriendo para pedir disculpas — Debo irme — Abre la puerta del piloto y arroja sus cosas.

Una mezcla de humillación e indignación me recorre el cuerpo. ¿Desde cuándo las mujeres debemos ir atrás de un hombre? Si se quiere ir, que se vaya, no voy a rogarle que se quede para que me escuche. Pero una parte de mí, no me lo permite.

— Por favor, detente — Siseo, pero él ni se inmuta.

— ¡Qué quieres! — Espeta. Hasta acá, puedo ver como aprieta su mano en la puerta. — Tú ni siquiera existe. ¡No eres real!

— ¡Eso debe animarme! — Escupo de vuelta.

— Bien por ti si lo hace — Hace rugir el motor cuando mete solo su llave. Siento como mi corazón y las piernas me fallan cuando está a punto de sentarse, pero no lo hace, niega y después me ve esperando que diga algo devuelta. — Sabes que no es normal que te hable ¿verdad? ¡Nada de esto es normal! — Dice con dureza.

— No es normal que lo hagas, pero lo haces, Harry. Y no es justo que te desquites conmigo de esta manera por qué no me la merezco. ¡Nada de esta mierda merezco! — Lo miro con todo el resentimiento que tengo, ha ocasionado que mis lágrimas salga y ahora tengo un nudo enorme en la boca del estómago por su culpa.

— ¿Estás llorando? — Suena preocupada. Voy a matarlo

— ¡Nooo! ¡¿En serio?! ¡Estoy regando mi ropa a ver si cambia de color! — Ironizo

Hasta la pregunta es estúpida.

— De acuerdo fue mala idea, lo admitido. Pero es extraño ver.... Verte llorar — Me señala nervioso — Debes entender que no es común y corriente verlos a ustedes. No puedes culparme por tratar de huir.

— ¡LO SÉ! — Grito histérica. — Lo sé y entiendo — Me calmo. No debo desquitarme con él, no lo merece — Es solo que...de alguna manera eres el único que puede verme, eso es todo.

— ¡Rayos! — Despacio golpea su auto — Deja... deja analizarlo un momento. — Recoge su chompa nuevamente para ponérsela en la cara y gritar con fuerza.

— ¡Por qué eso!

—Es...es...es una forma de relajarse.

« Verlo nervioso es agradable.»

— No — Contengo la risa — No es normal

«Me hace reír.»

Empiezo a sonreír como idiota al ver su reacción toda torpe.

— Vaya, ahora quien se ríe de quién — Se une. No es tan malo como lo aparenta — Perdón por todo lo de adentro. — Señala el centro comercial. Siento su sinceridad en el tono de voz — No siempre soy así, no cuando tengo una chica linda frente mío — Me sonrojo, nadie me ha dicho tal cosa. Ósea, él ya lo dijo, pero ahora que lo dice con cordialidad, todo cambia. Me siento halagada, pero no lo voy a demostrar — Debes tener ham......— Se golpea al recordar con quién habla — Me olvidé que tú...

— Tranquilo, entendí....tú me entiendes — Sonrío obvia al comentario, mirando a un lado porque siento enrojecer mi rostro otra vez.

«Aunque como lo veo, el estómago me pide comida, lo que es extraño, ya que en el hospital no me daba esta sensación»

No he dejado de sonreír y ya ha sido muy incómodo para ambos.

— Con respecto a tu comentario, gracias — Digo sincera, el ambiente de por sí ya está pesado, debo aligerarlo.

En serio que soy torpe con los chicos.

— Aún es difícil de procesar lo que estoy viendo. Nunca, jamás, en mi vida vi una cosa igual — Confiesa divertido, pero no puede deshacerse de su inquietud en el rostro, se nota.

— Muchas preguntas me las hago yo también. Si deseas puedes venir a un lugar conmigo, así tus dudas serán respondidas.

— Si puedes sentarte te llevo. Con la condición que no me harás daño... ¿O sí?

— Eso no hago... Creo. — Sonrío despreocupada. Miro hacia la izquierda recordando que hasta ahora no he hecho algo malo a alguien.

Con la cabeza me indica que suba. Con mucha confianza, le agarro la palabra.

«Tiene que haber una explicación lógica del por qué él me ve. Sea como sea, voy a encontrar la respuesta»


......................

Que tal mis chicos!!!

Interesante la aventura de esta chica ¿verdad?.

Los leo!!!😙

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