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Tobías & Ángela (1)

—Tobías y Ángela—

(Nueva Buenos Aires 30/09/2216)

1

Los resplandecientes carteles de los edificios iluminaban el panorama nocturno de la ciudad en todas las direcciones. En las calles, el canto de las turbinas de los autos y la melodía de la lluvia se entrelazaban, con gotas de agua cayendo del cielo hacia las piedras, uniendo el suelo al firmamento.

El oficial de policía Tobías Ramos era parte de ese paisaje urbano, volando hacia su hogar en su aero-transfer después de un día laboral rutinario

Su vehículo, un modelo antiguo, presentaba evidentes signos de desgaste: la oxidación exterior y los ruidos premonitorios de futuras averías al conducirlo. Tobías nunca realizaba controles preventivos ni de  mantenimiento regular, simplemente esperaba a que el auto tuviera algún problema para llevarlo al taller mecánico, conocido como "Departamento general de fixing", el organismo responsable de reparar todos los artefactos mecánicos, desde vehículos de transporte hasta robots.

Al oficial Ramos, el estado del auto le era indiferente, tampoco prestaba atención al desgaste de la pintura. En cuanto al interior, el aero-transfer presentaba condiciones similares, con el tapizado de los asientos desgastado en diferentes zonas, y la mayoría de los comandos de navegación averiados.

Con frecuencia, sus conocidos le preguntaban por qué no se compraba un auto nuevo y dejaba ese cacharro a un lado, a lo que Tobías solía responder: «¿Para qué me voy a meter en gastos?», «no quiero deudas» o «me lleva y me trae, no me hago drama». Además, le gustaba manejarlo en modo manual, disfrutaba de la sensación de controlar ese cacharro a su antojo

De repente, el altavoz del tablero de control en el aero-transfer emitió una voz con el anunció: «Tenés una llamada entrante de: Comisario Silva». Tobías refunfuñó, era un hombre adulto, pero muchas de sus reacciones impulsivas seguían siendo las de un niño pequeño. Después de unos segundos, respondió —Atendelo, Coso —. Un display de video con el rostro del comisario se desplegó entre algunos comandos de navegación, en la parte superior del parabrisas.

—Maddre vive, comisario, ¿cómo le va?

—Maddre vive, Ramos. Escuchame, necesito que vayas al hospital local del Barrio-43. Ya sé que tu horario terminó, pero tenés que ver lo que llegó ahí.

—¿No puede esperar hasta mañana?

—Puede esperar, sí. Pero puede también que tengamos el caso de Inhibidor Neural más raro hasta la fecha.

—Ok ¿Y Ángela?¿La tengo que pasar a buscar o voy solo?

—La oficial Fiammetta ya fue informada, cuando llegués ahí ella te va a poner al tanto de todo.

—Muy bien, estoy yendo entonces.

—Gracias, Ramos. Mañana te descuento un par de horas de laburo.

—No se haga problema, Silva. Nos estamos viendo.

Un mensaje con la frase «comunicación finalizada» se desplegó donde antes estaba la imagen del rostro del Comisario, tras varios parpadeos desapareció.

—¿Coso?

—«Dígame» —Respondió el Ptolem.

—Mostrame en el mapa la ruta a seguir para llegar al hospital del Barrio-43.

—«Por supuesto».

Tobías observó en el mapa que iba a tener que cruzar toda la ciudad para llegar al centro de salud, con seguridad iba a tardar casi una hora en conseguirlo.

2

Al llegar a destino, Tobías estacionó el aero-transfer en una de las plataformas de aterrizaje vehicular suspendidas debajo del edificio. Descendió del vehículo y se dirigió a la escalinata que conectaba la plataforma con el exterior. Al notar la lluvia, le ordenó a su Ptolem: —Coso, necesito un paraguas—. El dispositivo respondió al comando, transformando su estructura ovoide en un octágono, y desplegando láminas transparentes que se unieron para formar un paraguas flotante con forma de domo sobre la cabeza de Tobías

Al llegar a la entrada frontal del hospital, Tobías encontró a Ángela esperándolo. La joven fumaba un cigarrillo casero de tabaco suelto, su Ptolem flotaba sobre ella en modo paraguas, resguardándola de la lluvia.

—Maddre vive, Angie —saludó Tobías.

—Siempre llegas tarde. vos —respondió ella.

—Es que me gusta hacer que me extrañen.

—¿Sabés algo del caso?

—No, Silva me pidió que viniera, pero no me dijo nada más.

Ángela llevó el cigarrillo, que sostenía con sus dedos índice y mayor, a los labios de Tobías para que le diera una bocanada. Mientras él fumaba, ella comenzó a informarle:

—Hay una chica que tuvo un accidente cerca, en el ex barrio obrero. Los centinelas pentápodos la encontraron y, al ver que estaba herida, decidieron no trasladarla al departamento de policía mecánica, sino a este hospital.

—¿Y? —preguntó él, luego de exhalar el humo.

—El reconocimiento facial, de huellas dactilares y de estructura proteica nos devuelven los datos de una ciudadana —respondió ella—. Pero cuando hacen el registro neural, el resultado es extraño: las últimas horas no fueron almacenadas en su cerebro.

—Bueno, que busquen el Inhibidor Neural en el lugar del accidente. ¿Para qué nos necesitan?

—Tob, no hay ningún inhibidor —respondió Ángela, con seriedad—. El último intento de registro fue hace veinticinco minutos, y por lo que me dijo Herrera, sigue dando en blanco. Es como si su cerebro fuera un espacio vacío, sin rastro de pensamientos o recuerdos."

Tobías no pudo ocultar su sorpresa. Ángela volvió a fumar de su cigarrillo, examinando en silencio la reacción de su compañero.

—¿Herrera? Jodeme que él también fue asignado.

—Por lo que tengo entendido, él tiene el caso —respondió Ángela—. A nosotros, Silva nos manda a documentar todo y guardar un registro, por si en algún momento se le puede sacar algo a la piba.

—¿Y la piba que dice?

—Desde que la trajeron, la piba no abrió la boca. Está como boluda, en shock o algo parecido."

3

Los 'Inhibidores Neurales' eran dispositivos ilegales que se vendían en el mercado negro. Venían en diferentes formas y diseños, pero todos tenían una cosa en común: podían ser llevados puestos en la cabeza, disfrazados como accesorios cotidianos como lentes, aretes o vinchas para el cabello. Su función era bloquear el registro mental, impidiendo que el cerebro grabara recuerdos de largo plazo mientras estaban activados. De esta manera, quien los usara podía cometer delitos sin dejar rastro en su memoria. Era una forma efectiva de evadir los registros semestrales obligatorios que Maddre imponía a todos los ciudadanos del planeta Tierra. En el mundo del crimen, tener un inhibidor neural era casi una necesidad para aquellos que querían mantener su libertad

Tobías y Ángela eran oficiales del Departamento de Crímenes de Registro (DCR), cuya misión era detectar y desmantelar redes de inhibidores neurales, capturar a sus portadores y presentarlos ante el comité de justicia.

A pesar de la reestructuración global, los crímenes seguían siendo los mismos de siempre: aquellos que atentaban contra otros individuos y aquellos que atentaban contra la autoridad. Las sentencias impuestas por el comité de justicia variaban según la gravedad del delito y las circunstancias específicas del caso, y se sopesaban cuidadosamente para garantizar una justicia equitativa.

En esta sociedad, los criminales enfrentaban varios tipos castigos. El primero era ser internados en un "centro de re-educación", instituciones que, a pesar de su nombre, eran similares a las prisiones de antaño. Sin embargo, estos centros empleaban métodos más sofisticados para reformar a los reos. Durante meses, los internos eran sometidos a "Sesiones de Almacenamiento Forzado", que buscaban reestructurar las conexiones neuronales para que comprendiera la gravedad de sus actos, y se volviera más dócil. Además, se les administraban tratamientos químicos que impedían la reincidencia en crímenes de la misma naturaleza. En esencia, este proceso era una forma de lobotomía digital. En las calles, a un ex convicto que había pasado por este proceso, y reinsertado en la sociedad, se le conocía coloquialmente como "Alex".

Otra opción de castigo para un criminal capturado y sentenciado era la "suspensión", un método menos invasivo que la re-educación, pero más restrictivo en términos de libertades. El condenado era colocado en una cápsula, donde se le administraba un suero que lo mantendría en un estado de sueño profundo durante el período de la condena. Por ejemplo, un joven de veinte años que recibiera una pena de suspensión de treinta años, despertaría treinta años después, como un hombre de cincuenta. El suero no solo inducía el sueño, sino que también mantenía activas las funciones fisiológicas del cuerpo, pero no impedía el envejecimiento natural

Finalmente, se encontraba la condena de "Exclusión", considerada de forma unánime como el castigo más severo. El reo condenado era expulsado de las ciudades de individuos registrados, se le eliminaba su nombre y código de identidad, luego se le abandonaba a su suerte en los territorios salvajes, con la prohibición expresa de regresar a las ciudades para siempre. Esto equivalía a una sentencia de muerte, ya que las zonas excluidas estaban infestadas de seres humanos primitivos, notorios por su canibalismo y brutalidad extrema. Su incapacidad para razonar o dialogar los convertía en depredadores implacables, haciendo que la supervivencia en esas zonas fuera prácticamente imposible.

Ningún criminal condenado a Exclusión fue jamás visto de nuevo en las ciudades registradas después de ser abandonado en las zonas excluidas, lo que confirmaba la sentencia de muerte implícita en este castigo

Los delincuentes que activaban un inhibidor neural solían cometer una variedad de crímenes, que abarcaban desde la manipulación y falsificación de Méritos, hasta la extracción ilegal de información y la apropiación indebida de datos confidenciales.

4

Ángela y Tobías fueron guiados por una enfermera robot, que los llevó por los pasillos blancos y bien iluminados del hospital hasta la habitación donde la joven herida yacía. La muchacha permanecía consciente pero inmóvil sobre la camilla, con la mirada perdida en el techo.

En la habitación también se encontraba el oficial Francisco Herrera, otro miembro del Departamento de Crímenes de Registro.

—Maddre vive — dijo Herrera.

—¿Cómo va, Panchito? Maddre vive —respondió Tobías.

—Y... no tan bien como a vos, pero me la banco.

—Callate que me están haciendo laburar fuera de horario, poneme un poco al tanto del tema, por favor.

Herrera le pidió a la enfermera robot:

—¿Me mostrarías el historial clínico de la paciente otra vez? No creo que me pueda acordar de todo.

—No hay problema, señor —respondió la androide. Luego, abrió sus manos a ambos lados con las palmas hacia adelante, desplegó entre ellas una aero-proyección con los datos del historial clínico y personal de la joven.

—Bueno—dijo Herrera comenzando a leer el historial —, su nombre es Miura Tamaho, sus conocidos le dicen Tama. Tiene dieciséis años, nació el día veintitrés de la quinta luna del ultimo año de la rata de metal, vive con su madre en el Barrio-41. Su altura es de 1,58 cm, pesa 44 kilogramos, tipo de sangre O-negativo. No tiene enfermedades congénitas, no ha tenido tratamientos médicos previos, y no tiene enfermedades de transmisión sexual.

La joven en la camilla apartó sus ojos del techo hacia donde la enfermera había desplegado la aero-proyección, y luego posó su mirada en Ángel.

—Es hija de Miura Hiro y Nakamoto Miyoshi, un matrimonio dedicado la tecnología de materiales. Les iba muy bien en el negocio hasta que hace algunos años Maddre decidió dar licencias a los investigadores del Cuarto Cuadrante. Desde ahí se vinieron a pobres.

—Así que "Tama" entonces —le dijo Ángela a la joven mientras le ofrecía un sonrisa gentil.

—Hace cuatro años sus padres sufrieron un accidente de transito —continuó Herrera—. Justo a la entrada del camino sureste. Fue un choque zarpado, según los informes. El vehículo estaba en modo manual, no automático, obviamente. El señor Miura murió en el camino al hospital, y la señora Nakamoto sobrevivió, pero con una lesión grave en la columna. Hace tres años, empezó a sentir debilidad en las manos y, después de varios análisis, le diagnosticaron ELA. Hoy está en tratamiento, pero tiene movilidad reducida y solo puede caminar con un asistidor mecánico. Ya fue informada de que su hija está acá, pero no puede venir por su condición física. Pobre mujer, quedó re preocupada.

—¡Che! Que historia de mierda—dijo Tobías con impulsividad—... Todas malas.

La joven, sin apartar la vista de Ángela, comenzó a valerse de sus brazos para sentarse en la camilla, el movimiento era lento y tembloroso. Ángela, al ver la mueca de dolor en el rostro vendado de la muchacha, se acercó para ayudarla..

—¿Querés una golosina? —le preguntó la oficial. Después metió su mano en el bolsillos de su abrigo, sacó dos caramelos con palillos, dulces que todavía se fabricaban para los niños.

—Che, Angie, como que está un poco crecida para esas boludeces —comentó Tobías.

—Me parece que es medio al pedo hablarle, cuando responde dice palabras sin sentido—agregó Herrera.

Ángela, al ver que la adolescente no aceptaba los dulces, decidió romper el blíster de uno y llevárselo a la boca, intentando mostrar así que no había ninguna intención oculta en el ofrecimiento.

—Estos chupetines son mis favoritos ¿Segura que no querés uno?

俺は太陽色の女性を初めて見る —dijo la joven.

—¿Ven? —. Añadió Herrera ladeando la cabeza.

—¿Pero vos sos boludo todo el día o parás para almorzar? —respondió Ángela— Está hablando en japonés.

—Bueno...—contestó el oficial—yo que mierda sé, nunca me interesó hablar como los chinos.

—¿Cómo hiciste para graduarte en la escuela de policías sin saber una lengua global? —Preguntó Tobías a Herrera.

—Oh, querido—replicó Herrera, dando una entonación melódica a su voz, mientras se llevaba una mano al pecho —, el nepotismo, una herramienta milagrosa.

—¿Estás segura que es japonés? —dijo Tobías, acercándose a Ángela.

—Muy segura. Conozco esa lengua.

—Todos los días me sorprendés con algo vos, sos como una caja de Pandora.

—Por lo visto no tenés ni idea de lo que decís. Pero te doy un punto a favor por la ocurrencia, y porque yo también soy producto del fuego—. Ángela le dio una orden su Ptolem —Casiopea, activá el traductor en idioma japonés, por favor.

El Ptolem se puso en vertical, luego desplegó una aero-proyección con gráficos de medición de sonido: «¿Deseás también la función de polígrafo?». 

—No, no es necesario—respondió Ángela—, no es un interrogatorio — después miró a Tama y preguntó —¿Estás bien?—El Ptolem en simultaneo pronunció «大丈夫か»

La joven asintió despacio con la cabeza. Le llevó solo unos instantes comprender que el aparato que flotaba, entre medio de las dos, les permitiría comunicarse.

—¿Dónde estoy?¿Qué es este lugar, qué es?

—Este es el hospital del Barrio-43, te trajo la policía mecánica, los pentápodos que custodian los límites de la ciudad. Al parecer sufriste un accidente. ¿Qué es lo último que te acordás?

—Me arrojaron piedras, me arrojaron... Creo que una me golpeó en la cabeza...

—Debió haber sido una grande. Te vamos a tener que monitorear ¿Si? Por tu salud, y porque queremos entender cómo bloqueaste todas las señales de registro, sin llevar puesto ningún Inhibidor neural .

—Entiendo las palabras, pero no comprendo lo que dice, no comprendo.

—Tranquila, no tenés por qué preocuparte. No te estamos acusando de nada.

Tobías interrumpió —Al menos no por ahora— volteó a mirar a Herrera, luego a Ángela, por último volvió a posar sus ojos en Tama —, si estás usando algún truco vamos a descubrirlo, y para quién trabajás también, lo vamos a averiguar —. Le encantaba hacer el papel de policía "malo" y que Ángela haga el del "bueno".

—¿Ustedes son servidores de Yukimura, ustedes son?¿Con qué brujería pusieron mi ser dentro de este cuerpo de mujer? —. La joven tomó con fuerza a Ángela por el cuello de la camisa —¿Dónde está Rei-chan?¿dónde está?

De inmediato Ramos y Herrera acudieron a separarlas, pero Ángela puso su mano abierta delante de ellos para detenerlos —Paren, paren —dijo al mismo tiempo que con su mirada, penetrante y autoritaria, les insinuaba que siguieran su juego.

—Tama, escuchame preciosa, yo te quiero ayudar, pero bien. Soltame y seguimos charlando tranquilas. Ellos salen y quedamos solas ¿Qué decís?

—¿Tama? Mi nombre no es Tama, no es. Soy Urasawa Kentaro, del territorio Tokugawa. Raptaron a la persona equivocada.

—Te juro, reina, que no te raptamos y que queremos ayudarte, o mejor dicho, te quiero ayudar— Ángela, de forma lenta y progresiva, fue abriendo las manos de la muchacha.

Tama miró fijo hacia una de las blancas paredes de la habitación —Ando-kun, me encontraste— dijo, y como pudo se paró sobre la camilla sin dejar de mirar la pared. Alzó las manos y gritó—¡Ando-kun!—.

—Volvé a sentarte, querida— le ordenó la enfermera.

—Reina, tranquila— se sumó Ángela con el pedido, mientras jalaba a la joven del brazo—, volvete a sentar.

La adolescente cayó desplomada sobre la camilla y comenzó a sufrir convulsiones con fuertes sacudidas y gemidos. La enfermera robot corrió a un costado a Ángela, para poder asistir a la muchacha. Levantó los barandales de la cama para evitar que se caiga y la acomodó de lado de inmediato. Las convulsiones cesaron de forma repentina. —«Dr. Ruiz Díaz se lo solicita en la habitación 14-A, repito, Dr. Ruiz Díaz se lo solicita en la habitación 14-A»—. Ese fue el mensaje que la enfermera robot hizo sonar en los altoparlantes de los pasillos del hospital, mientras se aseguraba de que las vías respiratorias de la paciente estuvieran despejadas.

De pronto la joven abrió los ojos, que brillaban con una mezcla de miedo y confusión. Se sentó de inmediato, ignorando el dolor que la recorría, y comenzó a explorar su cuerpo con desesperación. Recorrió sus manos, brazos, torso y piernas, como si buscara algo. En un momento terminó por distenderse y se largó a reír con intensidad, una risa histérica que llenó la habitación. Los tres oficiales y la enfermera se miraron con desconcierto, sin entender la causa de su risa

La muchacha finalmente llevó una de sus manos hasta su zona íntima, y al sentir su genitalidad, su rostro se iluminó con de alivio. Dio un largo y profundo suspiro, como si hubiera estado conteniendo la respiración durante mucho tiempo. Luego, con una sonrisa débil, dijo —Volví—

5

El aero-transfer volaba por los cielos de los barrios porteños. Ángela le había pedido a Tobías el favor de llevarla hasta su casa. Ya había pasado la medianoche y ambos coincidían en que era un horario peligroso para esperar el metro en la estación. Aunque Ángela era oficial, eso no garantizaba su seguridad. La delincuencia había aumentado a niveles alarmantes en los últimos años. Maddre había dispuesto el endurecimiento de las penas para crímenes menores, pero aún así la tasa diaria de robos seguía creciendo.

—¿Vos que pensás? —Preguntó Tobías.

—¿Qué pienso? Que la piba no tiene nada que ver con nada —Ángela respondió con la mirada puesta en la ciudad—. Tal vez tenga algún trastorno en el cerebro, alguna especie de esquizofrenia, o algo por el estilo. Se va a saber después de que la estudien bien.

—¿Entonces para vos no está asociada con nadie?

—Es obvio que no, Tob. Mañana hacemos el informe, se lo pasamos a Silva y seguimos con lo importante. Creo que deberíamos seguir enfocados en el caso de Los Niños Perdidos, en vez de perder el tiempo en esto.

—Coincido. Pero...

—¿Pero qué? —Interrumpió, levantando una ceja.

—No sé. Pienso que podríamos dejar pasar un par de días, y después, tal vez, a visitar a la piba a su casa, ahí le preguntamos algunas cosas más a ella, y a la madre. Todo lo que nos digan lo sumamos al informe antes de cerrarlo.

—¡Aysh, Qué lo haga Herrera! 

—Herrera no va a poder, por lo que me estuvo contando, lo van a designar la semana que viene al caso de "La Secta de Nodriza". Según Silva necesitan la mayor cantidad de gente en esa investigación.

—¿Pero con Herrera están seguros que suman y no que restan? —Ángela comenzó a encender y apagar su encendedor de forma intermitente, dejando que la llama danzara por unos instantes

—No sé—dijo él, después dejó una breve pausa antes de continuar su idea—, el chabón se vive rascando los huevos, pero siempre termina teniendo información clave en las investigaciones. Se ve que sus informantes son buenos.

—Ok, vamos a lo de la piba dentro de un par de días. Pero prometeme que no te vas a cebar, y después de esa visita te enfocás otra vez en nuestro nuestro caso. Pasado mañana se van a hacer los allanamientos en el depósito.

—Sí, ya sé.

—Bueno, ya sabés, pero nos costó un montón recopilar la información para que este allanamiento. Así que poné el foco en esto ¿querés?

—Obvio que si. Es solo que...

—¿Qué? —esta vez mantuvo la llama encendida, sin moverla.

—En realidad me dolió un poco su historia de vida. Quiero conocer como vive con su madre, y cómo se encuentra de salud esa mujer.

Ángela no se atrevió a argumentar en contra de Tobías esta vez, se limitó a observarlo con desconcierto. El agente, había sido conmovido por sentimientos humanos, que parecían pertenecer ser cosa del pasado. Mostrar vulnerabilidad era casi un lujo en aquellos días despiadados.

—Igual tiene que ser cuanto antes—dijo ella, volvió a generarse una pausa—. Silva me dijo que puede venir de imprevisto el regente Volkova, en los próximos días. Anda recorriendo todas las comisarías de las ciudades, haciendo interrogatorios sobre las funciones de los agentes. Así que preparate, porque seguro nos toca.

—Desde lo altos cargos están desesperados —. Tobías comenzó a estacionar el vehículo.

—Y sí. La palabra "hekatos" está rondando cada vez más dentro del Nexo, cada vez más personas la nombran, pero nadie sabe qué es ni qué significa. Tal vez se venga un nuevo ataque a la arquitectura informática de Maddre.

5

El auto quedó detenido al borde la calzada aérea, en la acera que lleva a casa de Ángela.

—Gracias, por traerme —. Dijo ella.

—No —respondió él, ladeando la mano de un lado a otro con movimientos cortos.

Ella revisó su bolso antes de bajar, comprobando que tenía todo dentro, y luego guardó el atado de cigarrillos caseros junto a la caja de cerillos.

—¿Tenés todo, Angie?

—Los puchos, los fósforos, la placa, el chumbo. Está todo, creo —respondió ella revolviendo su bolso de mano.

La oficial abrió la puerta y sacó la pierna derecha para bajarse.

—Hace casi seis meses que somos compañeros —Dijo él.

—Ajam, ¿y qué pasa con eso?

—No sé... es que... sabés un montón de cosas sobre mí, pero yo no sé casi nada de vos. Un día, tal vez, si nos toca quedarnos hasta tarde como hoy —tragó saliva para tomar valor—, te invito a tomar una cerveza, y me contás algo tuyo. Conozco varios bares por esta zona que son buenos.

—No me gusta ir a bares a tomar cerveza —respondió ella, luego salió del vehículo quedando en pie frente a la puerta, justo para cerrarla. 

Tomada de la manija, miró unos segundos hacia su casa, una vivienda pequeña incrustada en la planta baja de uno de los edificios perimetrales del barrio. Era un antiguo complejo de torres que llegaban a contar hasta con ciento cincuenta pisos, construido sobre una extensa plataforma. Debajo de esta plataforma, se había edificado décadas atrás un asentamiento ilegal, donde vivieron varios cientos de miles de personas. Sin embargo, ahora solo eran construcciones abandonadas, algunas de las cuales llegaban incluso a rozar las aguas del Río de la Plata en las noches de sudestada.

Ángela cerró la puerta despacio y se inclinó para mirar hacia adentro del auto por la ventanilla abierta —Bueno, no me gusta mucho ir a bares —dijo—, pero el café lo preparo muy rico. Puedo una noche preparar para los dos. Te cambió la cerveza por eso—. Al terminar la oración acomodó por detrás de la oreja un mechón de cabello que le caía de lado.

—Dale —. Respondió Tobías, sin poder evitar que una sonrisa se tensara sobre sus labios.

—Bueno, me voy porque mi gato debe estar muerto de hambre, pobrecito. Nos vemos mañana, manejá con cuidado.

 —Que descanses bien.


***

Notas de Leandrito:
*A lo largo de la historia, diversas regiones del mundo han utilizado diferentes calendarios. Actualmente, el calendario gregoriano es el más utilizado a nivel global, pero no siempre ha sido así y es probable que en el futuro cambie. La razón es la búsqueda constante del ser humano para establecer un calendario que se ajuste con mayor precisión posible al tiempo de traslación de la Tierra alrededor del Sol.
Herrera menciona una fecha ajustada al calendario chino, que es un calendario lunisolar, por lo tanto combina elementos solares y lunares. Aunque el calendario chino es más preciso que el gregoriano en cuanto a la medición del tiempo lunar, el gregoriano es más preciso en cuanto a la medición del tiempo solar.
Mi objetivo es evitar emitir opiniones sobre los acontecimientos del texto y del mundo real. Sin embargo, considerando las circunstancias globales actuales, es probable (o no) que el calendario chino sea oficializado (o no) en el futuro.
Para aclarar y evitar dudas, la fecha "día veintitrés de la quinta luna del último año de la rata de metal" en el 2216, dentro del calendario chino, corresponde al 23/05/2200 del calendario gregoriano, y no, no me lo estoy inventando.


Por cada voto que este capítulo recibe una persona en el mundo se tatua lo que cree que es su nombre en chino, pero que no lo es.

Cada tanto un Capítulo nuevo

Nunca dejen de soñar y leer

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