El Espejo
Volví a despertar. Todo mi alrededor era muy... raro.
—¿Te encuentras bien chico?
—¿Dónde estoy?
—En el bosque. ¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre, estaba encapuchado y vestido de negro.
—Soy Jack.
—Bien, soy Parker —dijo, quitándose la capucha, dejando ver que es muy pálido—. ¿Estás perdido?
—Sí... creo que sí.
—¿De dónde eres?
—De San Diego.
—Eso esta bastante lejos... ¿Cómo llegaste a aquí?
—Estaba en la escuela... pero caí por una colina... llegué a un edificio donde había un espejo... y me... ¿teletransportó? No sé.
—¿Un... espejo dices?
—S-sí.
—Creí que estaban ocultos... muy ocultos.
Sus ojos grises se oscurecieron de pronto.
—Si pasaste por ese espejo... eso significa que... entiendo.
—¿Qué?
Su vista bajó a mi pierna.
—¿Tu pierna se quebró?
—Sí... duele demasiado.
—Tranquilo. Ya pasará.
—Para que el dolor pase tiene que ser tratada... ¿Hay algún hospital cerca?
—El más cercano esta a unos cuantos kilómetros de aquí.
—En...tiendo.
—Tus ojos... eso no lo causó una caída.
—En mi escuela me golpean unos compañeros.
—Sufres de bullying, ¿no?
—Sí, supongo.
—Pobre chico... Como sea, fue un gusto conocerte, adiós.
—¿¡Me dejarás aquí!? Estoy herido, no puedes dejarme aquí a mi suerte.
—¿Qué quieres que haga? ¿Qué sea el padre que nunca tuviste?
—N-no dije eso...
—Mejor, porque no lo seré —dijo, para luego esfumarse, dejando un humo negro.
—¿Acaba... de desaparecer? ¿¡Qué mierda acaba de pasar!?
Comencé a caminar, pensando en que diablos debería hacer. ¿Conseguir un refugio, comida o agua? Nunca esperé que iba a estar en esta situación digna de una película.
De pronto, una ventisca azotó el bosque. Mal momento para tener la remera y el pantalón rotos.
Crucé mis brazos para poder guardar el calor, lo cual mucho no funcionaba.
De pronto, Parker apareció.
—Supuse que necesitarías esto —dijo, dándome una campera.
—¿Qué...? —la tomé con un poco de desconfianza.
—¿Te estás preguntando qué como hice para desaparecer y reaparecer? —asentí—. Me imaginé. Simplemente puedo y ya.
—¿Y no podrías llevarme a casa? —pregunté, poniéndome la campera.
—Me es imposible lamentablemente.
—Oh, ya, entiendo...
—Por cierto. Deberías tener cuidado si aparecen hongos, son muy peligrosos. No los toques bajo ningún término —dijo, y desapareció antes que pueda preguntarle el porqué.
—Veo que es típico de Parker —suspiré, mientras seguía caminando con dolor.
...
Mientras caminaba, podía ver como iban apareciendo de apoco unos hongos raros. No los típicos rojos o marrones, estos son... blanquecinos creo. Nunca los había visto en mi vida.
—"No los toques bajo ningún término" —dijo en voz baja—. Si lo dijo, es porque es peligroso.
De pronto, un olor nauseabundo a descomposición rodeó el lugar.
—Dios, que olor. ¿De dónde proviene?
No pasó mucho hasta que encontré de donde proviene el olor.
—¿Un... cadáver? Esta lleno de esos hongos raros.
—Son Penicillium sp —dijo Parker, apareciendo detrás de mi—, suelen crecer en los cadáveres.
—Dios, que asco... Un segundo... yo conozco a este cadáver.
—Sí, yo igual.
—No puede ser... ¿¡Soy yo!?
—Jack, tu estás muerto.
—No puede ser... no puedo estar muerto.
—¿No es raro que de pronto haga mucho frío? Es porque la temperatura corporal de tu cuerpo bajó.
—No...
—Esos hongos... crecen de ti, de tu cuerpo.
—Basta...
—Y ese de ahí... es como estás ahora mismo. Pasaron meses desde tu muerte.
—¡Alto!
—Nunca encontraron tu cuerpo.
—¿¡Quién eres!?
—Soy Parker, la parca —sonrió.
—La... ¿la parca?
—Desde que nos vivos por primera vez que estás muerto.
—Diablos...
—Cuando Daniel y Peter te tiraron por la colina y te desmayaste por el golpe de una roca en el río. Allí moriste de hipotermia.
—No puede ser... ¿Estoy muerto?
—Lamentablemente sí.
De mis ojos comenzaron a brotar unas pocas lágrimas.
—Tranquilo, ahora podrás tener el merecido descanso que te mereces —sonrió Parker.
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