Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

AELIA

Descansar, aunque tan solo fuera por un par de horas, resultó ser una tarea más difícil de lo que Aelia había esperado. Después de abandonar la cubierta, escogió el primer camarote disponible que encontró. Ni siquiera se molestó en verificar si su cuarto era más grande o más pequeño que los demás; solamente le importaba encontrar un lugar solitario en el que ordenar sus pensamientos.

Habían sucedido muchas cosas en las últimas horas y necesitaba tiempo para procesarlas. Antes que nada, debía lidiar con el hecho de que había aceptado ser parte de una riesgosa aventura para encontrar y capturar a tres peligrosos fugitivos, quienes aparentemente poseían los poderes de deidades. Aelia todavía no estaba totalmente convencida respecto a confiar en la Bibliotecaria de Almas, y mucho menos en sus nuevos compañeros, pero no tenía otra opción. La vida de la hermana de Aelia dependía de que ella consiguiera su deseo.

Por otro lado, la mente de Aelia también se encontraba un poco abrumada por la revelación que descubrió sobre Helios en el faro. Si lo que la Bibliotecaria de Almas decía era verdad, significaría que todo lo que la nación del sol creía sobre Helios, su más legendario héroe y único dios, no era más que un gran fraude que había perdurado durante siglos. Y eso no era cualquier cosa.

Vidas enteras encomendadas a adorar a Helios y todo lo que representaba, un sin número de batallas y muertes que ocurrieron en su nombre, y todo lo que creía conocer sobre la naturaleza del mundo no significarían nada. Sin embargo, eso no era lo que más mortificaba a Aelia.

La revelación de Helios siendo un ídolo falso significaba que la creencia más importante de la familia de Aelia no tenía ningún valor.

Hace muchos años, Olivia Cecil, la abuela de Aelia, había sido exiliada de Alariel por enamorarse de un ilardiano y procrear una hija con él, en la época en que este tipo de unión estaba completamente prohibida en los territorios del sol y la luna. Su abuelo materno había sido asesinado por oficiales corruptos alarienses, pero Olivia y su hija recién nacida, la madre de Aelia, habían sido exiliadas a la misteriosa tierra de Lestra.

Afortunadamente, los habitantes de Lestra, quienes no compartían las mismas creencias que la gente de Alariel e Ilardya, acogieron a Olivia y a su hija y les ayudaron a comenzar una vida en la ciudad subterránea de Lestra. Durante todo el tiempo que vivieron en Lestra, la abuela de Aelia le había inculcado a su hija la creencia de que Helios las había protegido de los corruptos oficiales de la nación del sol y las había conducido a Lestra para que ambas tuvieran la oportunidad de vivir libremente. Muchos años después, la madre de Aelia conoció a un hombre que compartía una fuerte devoción por Helios, y a pesar de que ella había nacido con los poderes de la luna, eso no impidió que el amor surgiera entre los dos.

Poco antes de que ocurriera la Batalla del Primer Eclipse, Bicor y Alba Goldstein, sus padres, habían decido nombrar a su tercera hija con una variación femenina de Helios: Aelia. Sus padres pensaban que tener una hija que llevara el nombre de su dios les traería buena fortuna durante la batalla. Lamentablemente, estaban equivocados.

Aelia nunca conoció a su padre, ya que su madre tan solo contaba con cinco meses de embarazo cuando este murió durante la batalla, sin embargo, Aelia y sus hermanos mayores crecieron con este amor inculcado por Helios y todo lo que representaba. Ahora, a sus veinte años de edad, Aelia se enfrentaba al angustioso descubrimiento de que el dios en que ella y su familia habían depositado todas sus esperanzas no era más que el invento de un emperador narcisista.

Todos estos pensamientos no permitieron que Aelia durmiera adecuadamente hasta al amanecer, y cuando despertó con la frente sudorosa y la garganta seca, decidió que lo único que podía hacer por ahora era enfocarse enteramente en la misión y en conseguir su deseo.

Bebió un poco de la cantimplora que guardaba en su bolsa para aliviar su garganta seca, y se quedó recostada un rato, contemplando las tablas que conformaban el techo de su habitación.

Diez minutos después de haber despertado, escuchó el inquietante estruendo que produce un cuerno de guerra al ser soplado. Volvió a sonar una vez más y Aelia supo con toda seguridad que el ruido provenía de la cubierta.

Sin perder tiempo, Aelia tomó su espada y su látigo, los cuales había dejado sobre el buró junto a la cama, y los colgó en su cinturón. Salió al pasillo en el preciso instante en que tres de sus nuevos compañeros abrían las puertas de sus camarotes. Aelia no se dio el tiempo para hablar con ellos; simplemente caminó hacia las escaleras y ellos la siguieron de cerca.

La implacable luz del sol les lastimó los somnolientos ojos cuando los cuatro llegaron a la cubierta. Descubrieron que la persona que había soplado el cuerno de guerra era el mismo chico a quien el equipo designó, casi a la fuerza, el puesto de capitán de la Constelación de la Garza.

-¡Buenos días, queridos compañeros de viaje! -exclamó Zale, desde la cofa. En su mano izquierda llevaba el cuerno, y aunque navegó el barco completamente solo durante toda la noche, no parecía estar ni un poco cansado-. ¡Me complace informarles que nuestra travesía por el mar casi termina! ¡Puedo ver la costa de Vintos desde aquí arriba!

-¡¿De dónde sacaste esa cosa?! -le gritó Aelia, cubriéndose los ojos con una mano y apuntado con el brazo libre hacia el cuerno.

-¡Lo encontré en el camarote del capitán! ¡Me pareció un medio eficiente para despertarlos!

-¡Se supone que estamos en una misión! -gritó Barak, parado a la derecha de Aelia-. ¡No llamar la atención de nadie debería ser una de nuestras prioridades!

-¡De acuerdo! ¡De acuerdo! ¡No lo volveré a hacer! -se disculpó Zale, comenzando a descender de la cofa.

Aelia se separó del grupo y se dirigió hacia el rincón más asoleado de la cubierta. Ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la luz, quería disfrutar de la agradable sensación que los rayos del sol le producían a los solaris como ella. Podía sentir como sus poderes se recargaban por completo.

Sin embargo, un recuerdo repentino la sacó abruptamente de su estado tan placentero. La Bibliotecaria de Almas les reveló en el faro que tres integrantes del equipo eran eclipsis. Las historias sobre personas que poseían dones diferentes a los del sol o la luna habían surgido desde hace mucho tiempo en Lestra, pero en años más recientes, y al igual que las leyendas de la Bibliotecaria de Almas, las historias que hablaban de los eclipsis se habían propagado y cobrado más relevancia en los tres territorios de Fenrai.

Asumiendo que las palabras de la bibliotecaria eran ciertas, Aelia debía averiguar quiénes eran esos tres eclipsis y cuáles eran sus misteriosos dones. Ella era una solaris, por lo que solo tenía que descartar a un integrante de su equipo.

No creía que fuera apropiado preguntar un asunto como ese sin una buena razón, y aunque lo hiciera, lo más probable es que cualquiera de los eclipsis en su equipo mentirían para proteger su identidad. El recelo y la desconfianza seguían dominando a todo el escuadrón, y Aelia no creía que eso fuera a cambiar pronto.

-¿Cuánto falta para que lleguemos a la costa? -preguntó Sky.

-Si continuamos con el ritmo actual, supongo que poco menos de dos horas -contestó Zale, dirigiéndose al camarote del capitán-. Voy a descansar un rato. Cuando estemos cerca de la costa, uno de ustedes haga el favor de despertarme.

-Será un placer, capitán -dijo Sky, justo antes de que Zale bajara las escaleras.

Aelia estuvo otros cinco minutos disfrutando del sol, y cuando finalmente sintió que sus poderes se habían recargado, llamó la atención de sus compañeros.

-¿Qué haremos primero al llegar a tierra firme? -les preguntó Aelia, revisando el estado de su espada.

-Conseguir algo de comer no estaría nada mal -sugirió Sky, sentándose sobre un barril de madera.

-Podemos comer en otro momento -intervino Barak, usando un tono duro y sin mirar a nadie a la cara-. Lo primero que debemos hacer es conseguir un transporte que nos lleve a la frontera con Severia y Zunn.

-Vamos a ir a Vintos, compañero -señaló Aelia-. En esa ciudad transportan grandes cantidades de madera de un lugar y a otro y tiene muchos sitios turísticos que son visitados por familias ricas durante todo el año. No tendremos ningún problema en conseguir una carreta y un par de mulas.

-Una vez que nos internemos en los bosques de Vintos, lo más probable es que pasemos varios días comiendo bayas y raíces. Hay que aprovechar cada oportunidad que tengamos de disfrutar una comida decente -añadió Naomi.

Barak se limitó a voltear los ojos y a permanecer en silencio. Por su parte, Aelia tuvo el presentimiento de que tomaría mucho tiempo para que los integrantes del escuadrón pudieran colaborar sin dificultades. 

🐴🐺🦅

Si te gustó este capítulo, me ayudaría mucho tu voto ✨

Por favor, trata de compartir esta historia con más personas. Mas lectores me alentarían a escribir más rápido 🙏🏻  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro