Capítulo 3
ZALE
Zale creyó que la dueña del faro se había equivocado de libro, ya que las páginas amarillas estaban completamente vacías, sin anotaciones, marcas o garabatos. Sin embargo, a los pocos segundos de haber sido abierto, comenzaron a aparecer sobre las páginas palabras escritas con tinta roja oscura y una ilustración del mapa de Fenrai.
-Como ya deben de saber, la gente de Fenrai cree que en diferentes dioses -comenzó a explicar la bibliotecaria, pasando un dedo sobre el papel del libro-. Los alarienses tienen a Helios, el dios de sol, los pegasos y de la reencarnación. Por su parte, los ilardianos creen en diferentes dioses del cielo, la tierra, el océano, etc. Sin embargo, en los últimos años la presencia de una antigua y casi olvidada diosa ha regresado a las tierras de Fenrai, Orekya. Esta diosa fue la responsable de traer la luna y la noche a Fenrai, y los seguidores de su perverso culto por poco provocaron una guerra entre Alariel e Ilardya.
-Todo eso ocurrió pocos años antes de que nosotros naciéramos -interrumpió Zale, asumiendo que los otros jóvenes en la sala compartían su misma edad-. Ya conocemos esa historia, tuvimos que aprenderle de pequeños.
-Pero lo que ustedes y muchos otros ignoran es que los planes de la diosa Orekya de traer su poder a este mundo también llamó la atención de otras poderosas entidades -continuó explicando la bibliotecaria, dando vuelta a la página-. Es una verdad oculta el que los dioses y otros espíritus poderosos siempre han intervenido en este mundo desde su origen, no obstante, esa intervención siempre había sido limitada.
De repente, el libró comenzó a brillar con fuerza y varios rayos de luz emanaron de las páginas. Estas luces volaron velozmente e hicieron piruetas por toda la habitación. La chica de piel morena y cabello negro azabache que había ocupado todo un sillón para sí misma se había maravillado cuando una lucecita roja y chispeante dio vueltas alrededor de ella.
Zale también estaba muy impresionado por ese espectáculo tan pirotécnico, sin embargo, muy pronto las luces comenzarían a apaciguarse y fueron adoptando formas de animales, plantas, personas, entre otras. Lo que debía estar viendo debía ser una ilusión bastante bien elaborada, ya que frente a él se alzaba un espejismo bastante conviviente de un reino en construcción que tenía banderas y estandartes con símbolos de soles por todas partes.
-El primer dios que se atrevió a transformar la primitiva tierra de Fenrai fue Helios, pero no él Helios que conocen, sino la verdadera entidad divina a la que pertenece ese nombre -Dijo la mujer, ganándose varias miradas confusas de algunos de sus invitados-. Helios se percató de que los habitantes antiguos de este mundo tenían muchas dificultades para progresar y evolucionar, por ese motivo decidió escoger a un mortal fuerte y que poseyera gran determinación para que este llevara a Fenrai a una nueva era de luz y prosperidad.
La bibliotecaria y dueña del faro hizo un ademán con la mano y la imagen del reino en construcción cambió a la de un hombre que tenía cabello largo y dorado, y que también usaba una corona con un rubí en la parte frontal y vestía ropas dignas de un rey.
-Helios escogió a un hombre y le otorgó la habilidad de transformar la luz del sol en tres maravillosos poderes: convocar fuego, crear luz y la maestría de sanarse a sí mismo y a sus semejantes -continuó explicando la mujer, recargándose en su silla de plata-. El hombre compartió sus dones con el mundo y al poco tiempo comenzaron a surgir aquellos que estaban "bendecidos por el sol". Este elegido se encargó de construir un reino fuerte y próspero, y como era de esperarse en cualquier humano, la arrogancia y el orgullo lo dominaron. El hombre se adueñó del nombre de la deidad que le otorgó el poder y se convirtió en un dios entre los humanos. Con el tiempo se volvió soberano de todo e hizo que la historia lo recordara como un auténtico dios, aunque más bien era un recipiente del poder de un ser sagrado.
-Eso no puede ser verdad, ¡Helios es un auténtico Dios! -interrumpió la chica de piel oscura, cabello rizado y mirada severa.
La bibliotecaria la miró con pena en el rostro.
-Me temo que lo que te estoy diciendo no es nada más que la verdad, querida -respondió la mujer. Las puntas de su cabello se volvieron de color azul-. Lo mejor para ti será que creas mis palabras, pues yo soy la única en todo Fenrai que posee la información más antigua y no tengo ninguna razón para querer engañarte.
La chica no volvió a hablar, pero Zale notó que tampoco estaba convencida.
-Como dije, Helios fue el primero, pero pronto la diosa Orekya también se interesaría por manifestar su poder en Fenrai -reanudó la bibliotecaria, justo cuando aparecía la imagen de una guerrera con cabello negro y largo-. Ella escogió a su propio recipiente, una poderosa solaris de nombre Avalon. Si el elegido de Helios había traído a los poderes del sol y a los pegasos a Fenrai, Avalon traería la luna, su magia y a los lobos que cuidan las islas de Ilardya.
>>Con Avalon surgirían los habitantes de Ilardya que controlan el agua, mueven objetos con la mente y proyectan ilusiones. Fenrai entró en una era en dónde existía el día y la noche, un balance ideal. Sin embargo, el temor a la nueva magia y a lo desconocido terminaría produciendo muchas guerras y una división entre Ilardya y Alariel. Durante estos siglos de enemistad, surgió un culto ilardiano que buscaba destruir este balance y traer una noche eterna a Fenrai.
-El Avalon Sectae -contestó el chico rubio de ojos oscuros que estaba sentado a la derecha de Zale, quién también conocía esa respuesta.
Cualquier persona que haya crecido en las calles de Ilardya debía saber la historia del Avalon Sectae.
-Correcto -respondió la bibliotecaria, animada-. Hace poco más de veinte años, el Avalon Sectae secuestró a Elyon Valensey, la última elegida de Orekya para contener sus poderes. Elyon sería utilizada para un ritual que sumiría a Fenrai en una noche eterna, pero los planes de la secta fueron frustrados por la misma Elyon, y tiempo después, ella misma los utilizaría para regresar el balance a Fenrai.
La bibliotecaria se inclinó para volver a pasar la página del libro, y la imagen cambió con ella. Ahora lo que todos veían era una escena de batalla. Guerreros luchaban entre sí en un terreno árido y con distintas formaciones rocosas. De vez en cuando se podían apreciar personas de Alariel e Ilardya cabalgando pegasos y lobos enormes. El ejército del bando contrario era mucho menor, pero se podía apreciar que ellos tenían la ventaja de conocer a la perfección el campo de batalla.
Los cinco jóvenes no tardaron en darse cuenta de que lo que veían era la batalla que finalizaría la guerra entre los rebeldes de Lestra contra los reinos del sol y la luna. Conocían perfectamente todos los hechos ocurridos durante esa batalle, y más de uno se puso rígido al pensar que pronto verían como las fuerzas de Lestra serían aplastadas por el batallón del sol y la luna.
-Durante el clímax de la batalla, Elyon usó todo el poder de la diosa Orekya para regresar el balance a nuestro mundo, lo que resultó en el primer eclipse que Fenrai haya presenciado.
La bibliotecaria había comenzado a hablar con un tono místico, casi daba la impresión de que otro ser hablaba por ella.
De repente, el campo de batalla se desvaneció y en su lugar apareció la figura de una joven mujer con cabello plateado. Luego, la joven guerrera extendió sus brazos hacia el cielo y los astros comenzaron a alinearse para formar el eclipse.
-El eclipse no solo conmovió a todos los habitantes de los tres territorios, también llamó la atención de aquellas entidades que durante milenios solo habían logrado compartir superficialmente su poder con este mundo. Después de todo, si Helios y Orekya habían intervenido en Fenrai, no había regla que les impidiera hacer lo mismo.
>>La primera fue Iryan, la diosa del cielo. Se aprovechó del poder del eclipse para compartir sus dones con este mundo, provocando que naciera una nueva generación de humanos mágicos. Fue decreto de Iryan que, de aquellos que tienen sangre solaris y lunaris corriendo por sus venas, surgirían individuos que manifestarían poderes nunca antes vistos. Estas personas serían conocidas como los eclipsis.
-Conocemos esas leyendas -intervino Zale, echándole un vistazo a todos en la habitación, y gracias a las expresiones en sus rostros, confirmó que todos estaban pensando exactamente lo mismo-. Fue por ese motivo que usted nos contactó a nosotros cinco, ¿verdad? Porque sabe que nosotros somos de Lestra y crecimos escuchando historias sobre la nueva magia.
Algunos de los otros jóvenes se tensaron y se removieron en sus asientos incómodos, pero la dueña del faro simplemente esbozó una sonrisa que demostraba que estaba complacida por la participación de Zale.
-Son muy perspicaces -dijo ella-. Me alegra confirmar que mi elección de traerlos aquí fue correcta. Pero creo que aún no has podido adivinar un detalle importante, querido.
-¿Cuál? -preguntó Zale, sintiéndose un poco subestimado.
-Tres de ustedes son auténticos eclipsis, y esa es una de las razones por las que decidí escogerlos -respondió la mujer. Su sonrisa se hizo más ancha y sus ojos adquirieron un peculiar brillo, lo que le otorgaba un escalofriante aspecto de gato sonriente.
-¿Quiénes? -preguntó la chica de piel oscura y cabello rizado,
-Eso no importa por el momento, ya tendrán tiempo de conocerse -contestó la bibliotecaria, volviendo a pasar la página.
La imagen frente a ellos también volvió a cambiar. Lo que veían ahora era a tres figuras de diferentes colores que se asemejaban a personas y que sobrevolaban los diferentes territorios de Fenrai, sin embargo, no se podían distinguir los rasgos de ninguna de las figuras y por momentos ni siquiera parecían humanas.
-En estos últimos veinte años, tres dioses han seguido el ejemplo de Iryan y han tratado de manifestar su presencia en nuestro mundo -habló la bibliotecaria, mientras observaba con adoración las tres figuras cambiantes que volaban a pocos centímetros de ella-. Umos, dios de la tierra, Valtamar, diosa del océano, y Nereal, diosa de la música, fueron quienes me escogieron para ser su portavoz en este mundo terrenal. Ellos transformaron mi cuerpo y me otorgaron los poderes para hacer su voluntad, sin embargo, hay ciertos límites y reglas que debo respetar. Por esa razón me encomendaron formar un equipo que tendría la tarea de crear una puerta que permitiera el acceso de su poder y esencia divina a Fenrai.
-¿Nosotros? -preguntó la chica de piel morena, recostada cómodamente en el sillón que había reclamado para ella sola.
-No -contestó la bibliotecaria, cerrando de golpe el libro rojo-. Hablo de otro equipo que llegó mucho tiempo antes de ustedes.
Después, la mujer abrió el libro negro que tenía una mano sangrante dibujada en la cubierta. Este ejemplar se comportaba de una manera muy similar al libro rojo, sin embargo, Zale se percató de que, en lugar de contar historias relacionadas con la tierra de Fenrai, había retratos e información sobre diferentes personas.
El libro negro tenía tres separadores que parecían estar colocados en páginas muy cercanas. La bibliotecaria seleccionó la página del primer separador, y un segundo después, la imagen de un hombre adulto que vestía prendas alarienses salió del libro y adquirió el tamaño adecuado para que todos pudieran observarlo perfectamente. Zale sentía que estaba viendo a un fantasma muy pequeño y delgado.
-Aled Bayne -declaró la bibliotecaria, observando con recelo la ilusión del hombre.
Zale estudió con detalle el rostro del hombre, quien parecía estar en sus treintas. Tenía la piel ligeramente morena, cabello negro corto, rasgos afilados, patillas largas, y un poco de barba en forma de candado.
La bibliotecaria abrió la sección del segundo separador y otra imagen apareció junto a la del hombre. Esta vez se trataba de una mujer de piel blanca y cabello rojo. Parecía ser de una edad cercana a la del hombre, pero ella vestía ropas ilardianas, lo que ponía en duda que existiera una relación entre ambos.
-Cristyn Edris -dijo la dueña del faro, antes de pasar a la página del último separador-. Y Osric Loughty.
Como era de esperarse, otra figura salió del libro y se alineó con las otras. Sin embargo, la persona que salió de las páginas era un muchacho joven. Zale no creía que aquel chico pudiera ser mucho mayor que él. La forma de su rostro era cuadrada, tenía cabello castaño corto y ojos verdes.
De pronto, Zale captó con el oído el sonido de un pequeño crujido a su derecha. Giró la cabeza hacia esa dirección y descubrió al chico rubio de ojos oscuros mirando fijamente a las tres ilusiones. Su rostro no revelaba ninguna emoción, pero Zale se percató de que el muchacho usaba sus manos para estrujar con fuerza el asiento del sillón.
-Estas tres personas formaban el equipo que debía traer el poder de los dioses a este mundo -explicó la bibliotecaria. Las puntas de su cabello habían adoptado un tono rojo que reflejaba la ira y el rencor que sentía por dentro-. Los escogí a ustedes cinco para que los encuentren y recuperen lo que ellos les arrebataron a los dioses.
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