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Capítulo 21

SKY

Caminaron hacia el sur bajo el intenso sol durante lo que pareció más de una hora. De vez en cuando divisaban a lo lejos un par de cabañas o se topaban con algún corral de ovejas, pero lo cierto era que esa parte de la frontera parecía casi desolada.

Sky sintió un gran alivio cuando percibió a una distancia no tan lejana el sutil ruido de la marea, lo que significaba que no tendrían que caminar por mucho más tiempo antes de llegar al Muelle del Kraken, un nombre que a Sky le parecía demasiado espeluznante para un simple muelle. Sin embargo, cuando el escuadrón finalmente arribó al lugar, todos entendieron la razón de aquel nombre.

A ambos lados de la larga losa de piedra que constituía la superficie del muelle, cuatro a la derecha y cuatro a la izquierda, se alzaban enormes cuerpos que parecían estar fabricados con granito negro. Estos habían sido tallados para adquirir la forma de largos y gruesos tentáculos que se retorcían en poses diferentes. En la entrada del muelle, había un enorme arco, igual de granito, que tenía la forma de la cabeza de un aterrador kraken. Daba la impresión de que el monstruo marino de piedra se comía el muelle y sus tentáculos surgían de la arena.

—La gente de aquí tiene gustos muy raros —murmuró Aelia.

El resto del grupo asintió en silencio. Aparte del muelle y la extraña escultura, en el lado izquierdo de la playa se encontraba una pequeña choza, pero esta mostraba un aspecto deteriorado y abandonado. Seguramente no habría nadie más en la playa aparte de ellos.

Cruzaron la distancia que los separaba del muelle en fila india. Zale iba a la cabeza y Sky al final. Sintió un horroroso escalofrío cuando pasó por debajo del arco y contempló las piedras de granito con forma de afilados dientes.

—Espero que no hayamos caminado hasta aquí por nada —dijo Naomi, caminando como si las botas le lastimaran los pies.

Zale aceleró el paso para llegar lo antes posible al final del muelle. Una vez que alcanzó el extremo, alzó la mano izquierda y todos contemplaron cómo una silueta con forma de garza brillaba intensamente sobre su piel. Unos cuantos segundos después, la Constelación de la Garza se materializó frente a ellos. Sky se alegró mucho al contemplar la dorada forma de garza de la proa y el símbolo de estrella de cinco puntas sobre la vela del mástil.

Zale se volvió hacia ellos, mostrando una sonrisa cerrada que delataba la satisfacción que sentía por dentro. Sky no pudo evitar también sonreír al ver ese lado cínico de Zale.

—Lamento haber dudado de ti —dijo Naomi en voz baja, sin demostrar que realmente lo sentía.

Poco después, la escala real del barco se extendió por si sola hasta alcanzar la superficie del muelle. En ese momento, Sky no fue el único en pensar que la Constelación de la Garza debía tener mente propia.

—Siento como si me estuviera hablando —confesó Zale, de repente—. No con palabras, pero si puedo percibir una especie de energía que emana de ella.

—¿Por qué no nos lo comentaste antes? —preguntó Barak, frunciendo el ceño.

—Antes no me había dado cuenta. Supongo que, ahora que hemos pasado varios días lejos del barco, es más evidente la conexión que hay entre el barco y yo —se explicó Zale—. De verdad creo que es más que una simple embarcación.

—Eso no lo averiguaremos si permanecemos en el muelle —sentenció Barak, comenzando a subir la escala real.

Los demás lo siguieron, y cuando el último de ellos llegó a la cubierta, la escala real se guardó por si sola. Poco después, Zale caminó hasta el timón, y en el momento en que lo sujetó con ambas manos, todos pudieron escuchar como el mecanismo del ancla comenzaba a accionarse. Minutos más tardes, el barco ya se encontraba en movimiento y se alejaba del muelle.

—¿Cómo estás haciéndolo? —le preguntó Sky a Zale, refiriéndose al hecho de que era capaz de navegar el barco sin ninguna ayuda.

—No lo sé con exactitud, pero creo que el LCG puede seguir mis órdenes sin necesidad de expresarlas en voz alta.

—¿LCG? —dijo Aelia, uniéndose a la conversación.

—Constelación de la Garza —explicó Zale—. Un buen acrónimo, ¿verdad?

—Ahorrará tiempo —concordó Sky.

Resultó que las órdenes que Zale transmitía mentalmente eran suficientes para que el barco funcionara adecuadamente. Las cuerdas de las velas se movían acorde a lo que Zale pensaba que era correcto, y el barco mantenía un rumbo fijo.

—¿Cuál es nuestro próximo destino? —preguntó Zale en voz alta.

Sky sacó de su bolsa de viajero la copia del mapa de Fenrai que la Bibliotecaria de Almas le había regalado. Inmediatamente después de desplegarlo, Sky se percató de que un punto dorado y brillante se había materializo justo encima de un territorio ilardiano.

—Breia —contestó Sky anonadado, ya que estaba completamente seguro de que aquel punto dorado no se encontraba en el mapa antes.

—¿La tierra del arte? —preguntó Aelia, revisando el mapa de Sky.

—¡Finalmente! —exclamó Naomi, demostrando una flameante emoción que Sky juraría había contagiado de repente a casi todo el grupo—. Un lugar que merece la pena visitar.

Barak, quien era el único integrante del grupo que no compartía la misma la emoción que los otros, se dirigió rápidamente hacia la escalera que conducía a los camarotes.

—¿A qué lugar específico de Breia debemos visitar? —preguntó, apoyando una mano sobre el pasamanos de la escalera.

—No lo dice —respondió Sky—. El mapa solo señala el territorio de Breia.

Barak dejó escapar un suspiro de frustración y comenzó a descender hacia los camarotes.

—Lo averiguaremos cuando lleguemos ahí —dijo antes de desaparecer bajo cubierta.

Todos estaban exhaustos después de haber caminado durante toda la mañana, y dado que técnicamente el barco no necesitaba de la tripulación para seguir navegando, Naomi y Aelia siguieron el ejemplo de Barak y se retiraron a sus camarotes para descansar.

Sky también anhelaba un largo sueño que lo revitalizara, pero al ver que Zale no demostraba intenciones de abandonar la cubierta, decidió quedarse despierto un rato más. En las últimas doce horas, Sky había descubierto que disfrutaba pasar tiempo con Zale. Sky había experimentado un pavor abismal cuando Zale le preguntó si era un eclipsis y que clase de dones tenía, pero al ver que su compañero había aceptado su más grande secreto con sorprendente tranquilidad, de repente Sky sintió que podía ser totalmente honesto con Zale. Aunque aún era muy pronto para asumir algo tan importante, Sky no podía evitar sentirse así.

La noche anterior, después de regresar a su habitación en la posada, ambos pasaron varias horas conversando sobre todo tipo de temas. Sky le reveló a Zale que sus poderes de eclipsis habían surgido poco después de cumplir los siete años de edad.

La primera manifestación de sus dones ocurrió cuando Sky jugaba con su hermano mayor, Leonel. Vivían en la ciudad subterránea de Lestra, donde la pequeña casa de la familia de Sky estaba ubicada junto a un pequeño lago artificial. Sky y su hermano jugaban con una pelota en la orilla del lago; en algún momento durante el emocionante juego, algo había despertado en el interior del pequeño Sky. En el momento en que se preparó para arrojarle la pelota a su hermano con todas sus fuerzas, una ráfaga de aire emanó de sus manos. La pelota salió disparada como una bala de cañón, que Leonel pudo esquivar por un pelo, y siguió de largo hasta perderse en el horizonte. En cuanto a Sky, su cuerpecito de siete años no pudo soportar la fuerza con la que la ráfaga de viento había salido tan abruptamente de sus manos, y salió disparado varios metros hacia atrás. Por fortuna y desgracia, Sky aterrizó sano y salvo en el agua, pero en la parte más profunda del lago.

En ese entonces, y aún en la actualidad, Sky no sabía nadar, por lo que permaneció varios angustiantes minutos en el agua, revoloteando como una gallina asustada en un intento por permanecer a flote. Afortunadamente, su hermano mayor entró al lago y acudió a su rescate, después de pasar poco menos de un minuto tratando de asimilar lo que había ocurrido. Leonel solo tenía doces años, no obstante, logró cargar al tembloroso Sky en su espalda y nadar hasta la orilla. Después de lo sucedido, ambos regresaron al interior de su hogar y esperaron a que sus padres volvieran a casa para explicarles lo ocurrido. Aunque a sus padres les costó creerlo, conforme Sky fue creciendo, ocurrieron varios "accidentes" impactantes que les hicieron confirmar que su hijo era diferente a otros niños. Sus padres se esforzaron para hacerle entender a Sky que era más seguro para él no revelarle a nadie sus "dones especiales", algo que Sky cumplió con total perfección hasta que conoció a Zale.

Puede que a sus padres no les hubiera gustado saber que Sky finalmente le había revelado su gran secreto a alguien que no fuera de la familia, pero debía admitir que eso lo había hecho muy feliz. Zale no pudo evitar soltar una larga carcajada cuando escuchó la parte en la que cayó al lago, y aunque había sido un evento traumático para él, Sky no se enojó ni lo tomó a mal; entendía que Zale tenía una forma única de ver el mundo, y si era completamente honesto consigo mismo, a Sky le agradaba hasta cierto punto.

Sky también le habló sobre otras cosas que no tenían que ver con sus dones de eclipsis: sus lugares favoritos en Valias, su habilidad para cantar y tocar el violín, y el nombre de su postre favorito. Por su parte, Zale le contó un poco sobre cómo descubrió su magia de agua, la cual era una historia que merecía ser contada en otro momento; le mostró algunos de los dibujos que había hecho en su cuaderno de viaje, y le contó un par de anécdotas picantes que había vivido con chicas y chicos de Daza.

—¿No vas a ir a descansar? —le preguntó Zale desde el timón, sacando a Sky de sus pensamientos—. Deberías aprovechar mientras nos queda tiempo. No creo que lleguemos a Breia hasta dentro de un par de días. Tal vez cuando salga la luna pueda usar mis poderes para manipular la corriente del agua y llegar más rápido.

—¿Tú no necesitas descansar? —lo cuestionó Sky, sentándose sobre uno de los barriles que estaban cerca del timón—. ¿Necesitas estar despierto para que el LCG siga avanzado?

Zale negó con la cabeza.

—Creo que esta nave no me necesita para llegar hasta Breia, pero me gusta ver el mar de día. En Ilardya siempre navego de noche y casi nunca tengo la oportunidad de ver los brillantes colores del mar.

—A mi me produce un poco de incomodidad ver tanta agua —respondió Sky.

—¿Por aquella vez en la que casi te ahogas en un charco?

Las mejillas de Sky enrojecieron al instante.

—¡No era un charco! —se defendió, indignado—. Era un lago muy profundo.

—Sky, recuerda que también viví en Lestra. Los lagos artificiales que estaban junto a los vecindarios de la ciudad subterránea no eran muy hondos —insistió Zale, mientras sacaba su cuaderno de viaje de su mochila.

—Algunos lo eran —contestó Sky, cruzándose de brazos y fingiendo estar molesto.

—Declarémoslo un empate —sentenció Zale, sentándose a un lado de Sky.

Cuando Zale abrió el cuaderno y lo apoyó en sus largas piernas, Sky se percató de que había un lápiz negro entre las páginas. El muchacho de cabello rizado agarró el lápiz de una forma poco usual para Sky y rápidamente comenzó a realizar rápidos trazos sobre la hoja amarillenta.

—¿Qué dibujas? —preguntó Sky con curiosidad.

—El muelle con forma de kraken que vimos hace rato —respondió Zale, sin apartar los ojos de la página—. Me gusta hacer dibujos de los lugares que he visitado.

—¿Has viajado a muchos luga...?

—¡Nop! —exclamó Zale, interrumpiéndolo—. Es mi turno de peguntar.

Sky reprimió una sonrisa y asintió con la cabeza.

—Pregunta.

—¿Dónde esta tu hermano ahora? —indagó Zale de la manera más natural posible.

Eso tomó por sorpresa a Sky, pero considerando todo lo que se habían contado en el último par de días, no intentó ocultar la verdad.

—Creo que está en algún lugar de Beros o tal vez en Pivoine —contestó un poco apenado—. La verdad es que la iniciativa Tariel nos separó cuando abordábamos los barcos. El barco en el que yo iba estaba lleno, y como él ya tenía dieciséis años, lo enviaron con los chicos grandes a Beros, Zunn y Pivoine, lugares donde podía comenzar a trabajar para poder asentarse cuando los orfanatos ya no pudieran hacerse cargo de él. He recibido algunas cartas de él con los años, pero nunca nos hemos podido ver desde que dejamos Lestra.

Zale dejó de dibujar por un momento y volteó a ver a Sky a los ojos.

—Lamento mucho escuchar eso —dijo Zale, usando un tono serio que Sky rara vez había escuchado—. Es tu turno de preguntar.

Sky siguió con el singular juego que se estaba volviendo algo habitual entre ellos dos y se tomó un momento para pensar en algo que de verdad quisiera saber de Zale, mientras que este volvía a bajar la vista hacia su dibujo, el cual ya estaba adquiriendo la forma de la cabeza de un kraken.

—¿Qué es eso tan preciado que quieres recuperar para tu familia?

No estaba muy seguro de si a Zale le gustaría confesar la verdad de su deseo, pero dado que Sky le había revelado tantas cosas sobre sí mismo, quería averiguar si Zale estaba dispuesto a ser igual de abierto con él.

El muchacho que dibujaba se tomó un tiempo en contestar, y justo cuando Sky empezó a sentirse desilusionado, Zale comenzó a pasar las páginas de su diario en busca de algo. Al cabo de quince segundos encontró lo que buscaba y le mostró a Sky el bonito retrato de una casa y un faro junto a una playa. Se parecía un poco al faro de la Bibliotecaria de Almas, pero la casa del dibujo tenía más vegetación y estaba posicionada en un enorme risco.

—Se llama Playa Colmillo —le explicó Zale—. Le perteneció a la familia Volkob por mucho tiempo. Es uno de los lugares más importantes de Daza debido a que una raza de lobos ilardianos muy especial habita la zona y porque hay unas cuevas que contienen piedras muy valiosas.

—¿Y esa playa le pertenece a tu familia?

—Les pertenecía —lo corrigió Zale—. Durante el reinado de Dain Yuenai, un imbécil llamado Marcus Hall se las ingenió para convencer al rey de que lo apoyara en su plan para quitarle esa playa a mi familia. Un día, Marcus apareció en nuestra casa familiar y presentó papeles falsos que afirmaban que el hermano mayor de mi abuelo, y el legítimo dueño de la playa, tenía negociosos ilegales con algunos comerciantes de territorios alarienses. Claro que todas las acusaciones eran completamente falsas, pero las mentiras de Marcus bastaron para que desalojaran a los Volkob de Playa Colmillo y enviaran a mi tío abuelo a prisión. Después de eso, el rey ordenó que las tierras quedaran bajo custodia de Marcus y mi familia cayó en desgracia. Mi abuelo tuvo que conformarse con vivir en una pequeña choza y trabajar como pescador; mi madre, la hija de mi abuelo Morgan, terminó enamorándose de un alariense, y cuando se descubrió que estaba embarazada, nos les quedó más opción que huir a Lestra. Mi abuelo siempre esperó por su regreso, desafortunadamente, mis padres murieron antes de que la iniciativa Tariel nos permitiera vivir en Daza con mi abuelo.

Sky se quedó completamente conmocionado. Aunque Zale seguía dibujando como si nada hubiera ocurrido, Sky podía notar por el tono de su voz que la historia de su familia lo indignaba mucho.

—Mis padres también murieron —fue lo primero que se le ocurrió decir—. Me siento muy apenado por todo lo que ha vivido tu familia. Escuché que el rey Bastian es mucho mejor que su padre, tal vez él podría ayudar a tu abuelo a recuperar su propiedad.

—No serviría para nada —contestó Zale, dándole los últimos toques a su dibujo—. La muerte del rey Dain no evitó que Marcus Hall siguiera siendo dueño de Playa Colmillo, y tampoco hay pruebas para evidenciar el fraude que cometió. Además, el rey Bastian ha solucionado crisis tras crisis desde que asumió el poder; no tiene tiempo para tratar asuntos como el de mi familia, pero no importa.

—¿Por qué? —preguntó Sky, un poco confundido.

—Porque el deseo que me dará la Bibliotecaria de Almas bastará para recuperar lo que le pertenece a mi familia.

Luego, Zale sopló sobre la hoja para eliminar los restos de trazos de lápiz y le mostró el resultado final de su dibujo. Era una réplica casi exacta del Muelle del Kraken.

🐴🐺🦅

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