Capítulo 8. ¿Quién es ella?
Benjamín.
Me quedé mirando el mapa durante un rato, estaba en shock, no podía entender cómo era posible que el contador de vida de esa chica disminuyera tanto y tan rápido. Revisé mi lista de nuevo y confirmé que su nombre no estaba ahí. Pero, si no estaba en la lista de personas que morirían pronto, ¿qué estaba pasando?
Pensé que posiblemente se encontrara en peligro en ese momento, o que estuviese haciendo algo que redujera su vida. Así que decidí acercarme a ella, suponía que estaba en contra de las reglas impedir una muerte que estaba destinada a ser, pero usé a mi favor el hecho de que su nombre no estaba en la lista, y decidí que debía averiguar qué pasaba con ella.
Cuando volteé hacia el estacionamiento del hospital, noté que ahí yacía el cuerpo sin vida de la víctima de Cassiel, y él no había rastro de él. Me imaginé que estaba entregando el orbe de energía a alguna persona en el hospital, y me alegré de pensar que lo había logrado. Era una de las pocas cosas buenas en nuestra labor que ahora notaba tan similar.
Me acerqué a la chica, estaba escondida entre arbustos del estacionamiento del hospital y pude notar que estaba sola. Ya que no podía verme, caminé hacia ella y la observé de cerca, necesitaba saber qué estaba haciendo. No había mucha luz ahí, así que me costaba ver qué estaba haciendo, sin embargo, lo primero que noté fue que tenía una cámara en sus manos, y que estaba fotografiando al chico que yacía tirado en la acera, mientras algunas enfermeras salían del hospital corriendo a atenderlo, notando rápidamente que era demasiado tarde.
Me preguntaba por qué su contador se disminuía mientras estaba tomando fotos. ¿Quizás era porque estaba expuesta a la muerte? Pensé, pero inmediatamente descarté aquella idea. Para mí, aquello no tenía sentido. Yo había estado todo el día recorriendo la isla y visitando a personas que abandonarán este plano pronto, y eso no parecía afectar a sus seres cercanos.
Saqué el mapa de nuevo, en busca de algo que me diera alguna respuesta en vez de tantas incógnitas. La falta de luz no era un problema para el mapa de los ángeles de la muerte, porque los nombres resplandecían en él, haciendo posible llevar a cabo los encargos donde fuera que estuviesen esas personas. La chica a mi lado seguía absorta en la escena que se desarrollaba a unos cuantos metros de nosotros, yo me sentía totalmente ajeno a la situación, estaba extremadamente confundido.
Se me había ocurrido ver cómo iba su contador de vida y fue ahí donde noté algo más, la cuenta regresiva sobre su nombre había bajado su velocidad increíblemente. Me quedé observando el mapa durante un rato, sin poder creerlo. Y descubrí que aunque su contador no había dejado de moverse, ahora solo disminuía cada tantos minutos. Aquello me llenaba de aún más preguntas, ¿mi presencia ahí la estaba salvando de una muerte segura?
Aquella interrogante me preocupaba, tenía encargos que cumplir, no podía seguirla a todas partes. Pero no quería dejarla morir, si había algo que odiara más que a Charmeine, era ver como personas inocentes perdían la vida sin razón.
Mientras intentaba descubrir qué podía hacer, la vi moverse en la oscuridad, como buscando algo, y luego sacó su celular de su bolso. Al parecer, estaba manteniendo una conversación por mensajes y había recibido uno en ese momento. Aunque no podía ver qué era lo que hablaba con la otra persona a través de su celular, me mantuve a su lado. La luz que emitía la pantalla hacía que fuese más fácil ver su rostro, que había estado oculto en la oscuridad hasta ahora.
Durante toda mi vida había visto a miles de personas, y había crecido rodeado de ángeles. Sin embargo, hasta ahora nunca había habido alguien que me robara un suspiro al admirar su belleza. Aquella chica, Teresa Reyes, tenía un rostro precioso, que parecía haber sido esculpido por los más grandes artistas del universo.
Vi como en su rostro se formaba una sonrisa que dejaba a la vista un par de hoyuelos en sus mejillas, como respuesta a un mensaje que había recibido y sentí un vuelco en el corazón al imaginarme un mundo sin aquella sonrisa.
—Basta —me reprimí a mí mismo ante aquellos pensamientos.
Estaba cruzando una línea que era extremadamente peligrosa, no sabía por qué aquella chica despertaba en mí esos sentimientos, pero debía alejarlos. No era mi deber protegerla, para eso estaban los ángeles de la guarda. Además, era consciente de que la clase de sentimientos que me embargaban eran impropios de un ángel hacia un humano.
Mientras me debatía contra mí mismo, observé que Teresa guardaba su celular, volviendo a la oscuridad que la envolvía minutos atrás y pude adivinar a través de sus movimientos que también había guardado su cámara. Me sentí nervioso al pensar que posiblemente se iría, me aferré al mapa, por la incertidumbre de ver si el contador volvía a moverse a tal velocidad.
Ella comenzó a caminar rápidamente, alejándose cada vez más del hospital y yo comprobé mi teoría, su contador dejaba de moverse cuando estaba a mi lado. Y ahora, a medida que se alejaba, este empezaba a disminuir peligrosamente rápido de nuevo.
Quise seguirla y estuve a punto de seguir ese impulso, no quería que nada malo le pasara. Pero, en ese momento, escuché que una voz conocida me llamaba por mi nombre.
—¿Benji?
Era Cassiel.
—Hola, ¿cómo te ha ido patrullando? —le pregunté mientras me alejaba del arbusto.
Le había hecho una pregunta, en un intento de distraerlo de la extraña situación en la que me había encontrado. Pero no pareció funcionar, porque de todas maneras me interrogó sobre eso, evitando totalmente mi pregunta.
—¿Qué hacías ahí?
Sabía que no podía guardarle secretos, además, necesitaba su ayuda para descubrir lo que estaba pasando, decidí que le contaría todo cuando estuviésemos solos. Aun así, sin responderle, tomé el mapa y observé que Teresa se encontraba muy lejos, ya, aunque seguía en movimiento, caminaba muy rápido.
—Te lo contaré luego, ¿ya terminaste?
Él levantó ambos hombros, en señal de duda.
—No sé, tú dime, tú eres el limpiador.
—Vámonos, esto es importante —le pedí, él me miraba confundido—. Ya cubrí tu lista de hoy, no te preocupes por mi turno, ya veremos qué hacer con eso.
Ambos volamos a casa, sin intercambiar ni una palabra. Cassiel y yo siempre hemos sido muy unidos y él es capaz de entender cuando una situación amerita hablarla en privado. Y quizás era esa la razón por la que sentía que estaba un poco nervioso de descubrir qué era lo que tenía que decirle. Yo esperaba que pensara que se debía a mi primer día como un ángel de la muerte, y también me sentía nervioso al imaginar qué me diría él.
Al llegar a casa, cerramos la puerta tras nosotros y nos dirigimos a su habitación, nos aseguramos de cerrar ambas ventanas, en total sincronía, situaciones como esta me hacían creer firmemente que Cassiel era mi compañero perfecto. Me dejé caer en uno de los sillones puff que estaban en el centro de la habitación y me puse una mano en la frente.
Intentaba decidir por dónde debía empezar.
—¿Tan mal estuvo? —me preguntó él. Mientras se sentaba en el sillón en frente de mí.
Escuché que se estiraba y abría el pequeño refrigerador que tenía en su habitación. Luego sentí algo frío sobre mis piernas, abrí mis ojos y descubrí que era un pequeño jugo de naranja de cajita. Sonreí ante aquel gesto, y lo tomé.
Esos pequeños detalles de Cassiel hacían que mi vida fuese mucho más tolerable, y sentía que estaba listo para contarle qué había pasado. Tomé un largo sorbo de jugo y me preparé para hablar.
—Hoy pasó algo demasiado extraño —fue lo primero que se me ocurrió decir.
Él me miraba con curiosidad desde su sillón, me imaginé que pensaría que estaba a punto de mencionarle algo típico en la vida de un ángel de la muerte y supuse que se estaba preparando para decirme lo novato que era.
—Durante todo el día estuve repartiendo las plumas, no tuve ningún problema. Y cuando terminé con las personas de la lista, decidí buscarte. Fue ahí cuando te vi en frente del hospital, ¿sentiste algo raro en ese momento? —le pregunté.
—No lo creo, quizás no noté nada, estaba nervioso por el ritual de limpieza. Tenía miedo de que esa persona no sobreviviera, pero era extraño, porque al mismo tiempo esperaba que no lo hiciera por lo que había hecho. Aunque yo sabía que lo había hecho mientras la maldad lo controlaba, es tan extraño. A veces no sé ni de qué lado estoy —se desahogó.
—Sí, sé exactamente a qué te refieres. Por eso estaba tan molesto con Charmeine, no veo el momento en que podamos acabar con este ciclo de maldad, y solo espero que ese indicio que tuve sea el primero de muchos para revelar lo que esconde este misterio —le dije.
Tomé su silencio como una señal de complicidad, él solo me miraba mientras reflexionaba sobre lo que le acababa de decir, seguramente intentando recordar si había vivido algún indicio similar. Yo tomé esa oportunidad para hablarle sobre lo que pasó con Teresa.
—¿Alguna vez has visto como el contador de vida de una persona baja muy rápido, incluso si no está en tu lista?
—Sí, hay más ángeles de la muerte. Así que si esa persona no está en mi lista, quizás está en la de alguien más.
Aquello hizo que mi corazón se detuviera por un segundo, no había tenido en cuenta aquello y me sentí desolado pensando que el final de Teresa estaba cerca. La imagen de su rostro iluminado por la luz de su celular volvió a mi mente y no pude evitar recrear esa sonrisa en mi rostro. Sin embargo, solo duró unos segundos, ya que desapareció inmediatamente cuando recordé su contador de vida disminuyendo.
Instintivamente, busqué el mapa, aún no se lo había devuelto a Cassiel y lo traía en mi bolsillo. Al abrirlo, mis ojos buscaron su nombre rápidamente, se había detenido en un punto del mapa y aunque el contador de vida disminuía, ya no lo hacía con tanta velocidad como antes. Me imaginé que se encontraba dormida en aquel momento.
Cassiel me sacó de mis pensamientos cuando se acercó a mí y me quitó el mapa de las manos.
—¡Benji! ¿Por qué miras el mapa de esa forma?
Su semblante había cambiado, se veía muy serio, y podía notar que estaba preocupado. Yo sabía que él se imaginaba qué estaba pasando, yo intenté explicarle de la forma más razonable que podía.
—Hoy pasó algo muy raro, esa chica estaba observando al chico que limpiaste junto al hospital. Ella estaba tomando fotos, debe ser una periodista o algo así, el punto es que sentía el ambiente muy pesado y tomé el mapa. Fue ahí donde vi que su contador de vida se movía como loco, pensé que se estaba haciendo daño, así que me acerqué, y ahí noté que cuando estaba con ella, el contador no bajaba. Por eso lo estaba revisando ahora.
Todo aquello era verdad, así que esperaba que me creyera y me ayudara a encontrar una manera de ayudarla.
—Tiene sentido —aceptó, yo me sentí aliviado—. Solo olvidaste mencionar que te enamoraste de ella.
—Oye, oye, no digas eso. Sabes que es imposible.
—Sé que es imposible que un ángel y un humano estén juntos. Pero conozco muy bien tus expresiones y créeme, no veía esas muecas de enamorado e ilusionado desde hace rato.
Sabía que era imposible guardarle secretos, aunque no le contara las cosas, Cassiel parecía leer mi mente para descubrirlas. Decidí que confiaría en él, como todas esas veces en las que me había apoyado antes, como en la travesura de intercambiar roles.
—Sé que no es lo correcto, y que piensas que tengo otras intensiones con ella, pero tengo una corazonada. Y necesito salvarla, siento que haciéndolo podremos descubrir de donde viene todo esto.
Él parecía escéptico, yo imaginaba que él no pensaba que hubiese una manera de salvarla si su nombre estaba escrito en la lista de alguien más. Sin embargo, seguí hablando.
—Hay una brecha de maldad abierta en este mundo, y pienso luchar con todas mis fuerzas para acabar con ella. Si puedo encontrar una manera de salvar a Teresa, quizás pueda salvarlos a todos.
Estaba decidido a empezar por algún lado, y para mi suerte, empezaría por la hermosa y desafortunada Teresa Reyes.
☁️☁️☁️
¡Awww! Me encanta cómo intenta justificar su instinto de protegerla.
También amo la relación entre Cassiel y Benji.
¿Qué cosas les encantan de la historia?
Nos leemos pronto,
Ele.
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