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Capítulo 7. El evento.


Teresa.


Me sentía decepcionada de mí misma al pensar que sería tan fácil enviarle los vídeos a mi madre, era como si no me conociera a mí misma y no fuese consciente aún de que hace meses que las cosas no salían a mi favor. Observaba el computador, y me fijaba constantemente en el ícono que indicaba que no había internet, sintiéndome frustrada y muy triste, no sabía en qué momento había dejado que mi vida se volviera una pesadilla en la que todo solía salir mal.

No tenía idea de qué iba a hacer para poder llegar a mi encargo a tiempo, ahora que debía ir al evento de mi madre. Ni siquiera le había avisado que iría, una parte de mí esperaba que algo pasara y me salvara de aquella situación, sin tomar en cuenta que desde hace mucho, las cosas no eran así para mí.

Miré mi celular, se hacía tarde y debía reaccionar, no podía quedarme ahí sin hacer nada. Estaba decidida a tomar las riendas de mi vida y dar pasos decididos, esa era una de las cosas que quería que me caracterizaran a partir de ahora. Me dirigí a mi armario y saqué una falda gris, mis pantimedias y un sueter negro.

Quería vestirme elegante porque sabía que era un evento importante, pero también debía tomar en cuenta que iba cayendo cada vez más la noche y que debería escapar del evento para ir a mi encargo, así que me vestiría lo más oscuro posible, para esconderme entre los arbustos junto al hospital.

Cuando estuve lista para salir, apenas eran las siete y no podía creer que debía pasar tantas horas en el evento. Lo único positivo era que recordaba que mi madre había mencionado que habría mucha comida, así que me animé a salir de la casa. Cerré la puerta y guardé las llaves en mi bolso, que colgaba a un costado de mí.

Antes de que empezara a caminar, mi teléfono empezó a vibrar. Me apresuré a sacarlo del bolso, adivinaba que sería mi madre, se me había olvidado totalmente decirle que no había podido enviarle los vídeos.

Contesté la llamada.

—¿Hola?

—Hola, hija. ¿Cómo estás?

—Bien, mamá. ¿Qué tal el evento?

—Por ahora todo bien, ¿cómo van los vídeos? Aún no he recibido ninguno.

—Sí, quería hablarte de eso. No hay internet en casa. Ya estoy saliendo para allá.

—¿En serio? Qué bueno, acá te espero. Te vas a divertir mucho.

Lo dudaba, hace mucho tiempo no estaba cerca de tanta gente. Y esperaba que no fuesen a tratarme como a una niña por ser su hija, como solían hacer sus amigas. Intenté no mencionarle nada sobre eso, y seguir con la conversación.

—¿A qué hora necesitarás los vídeos?

—En una hora, tienes tiempo suficiente para llegar. Si hubiese sabido que venías no hubiese tomado la moto, ¿vendrás en taxi?

En ese momento, un recuerdo llegó a mí. Vi una mano pálida saliendo de la ventana de un auto amarillo, mientras el cuerpo estaba de cabeza dentro del auto volteado en la carretera. Los recuerdos de aquel accidente aún me perseguían y aunque mi madre hablara sobre mi moto  como si yo pudiese usarla cuando quisiera, hace meses no lo hacía y dudaba que pudiese volver a hacerlo pronto.

Solté un suspiro y le respondí.

—No, iré a pie. Está haciendo buen clima para caminar.

Gracias a Dios que ella solo lo aceptó.

—Está bien, hija. Ten cuidado, nos vemos.

Cuando colgó la llamada, me sentí muy nostálgica. Y empecé a caminar por la acera del vecindario, caminar hacia el hotel me tomaría más o menos media hora. Sin embargo, prefería mil veces eso que subirme a un auto, a veces extrañaba mi moto y la libertad que había representado para mí tenerla, pero estaba segura de que había usado toda mi suerte para sobrevivir al accidente y no quería exponerme a que eso pasara otra vez.

Mientras caminaba por las calles, el ruido de los autos me ponía nerviosa. No podía evitar sobresaltarme siempre que escuchaba que sonaban sus bocinas, recordaba que ese había sido uno de los sonidos que escuché antes de aquel desastre.

No paraba de pensar en el accidente, intenté distraerme, observé los alrededores, habían muchas tiendas y personas caminando por las calles. Hasta ahora, había tenido mucho cuidado y me felicitaba internamente por haber llegado tan lejos, no faltaba mucho para llegar al lugar del evento, ya comenzaba a escuchar el sonido de las olas, el hotel estaba cerca de una playa.

Ver el mar en las noches era muy diferente a verlo de día, aunque ambas formas me encantaban. La luna se encontraba en lo alto del cielo y su reflejo en el agua dejaba una estela de luz increíble. Me detuve por un momento, aquello era algo que debía capturar.

Cuando metí las manos en mi bolso, en busca de mi cámara, sentí un cosquilleo. Hace tanto tiempo no me sentía inspirada a tomar una foto y me estaba sumamente feliz por eso, tomé varias fotos, probando con distintos ángulos. Cuando sentí que estaba contenta con el resultado de las fotos, guardé mi cámara y seguí mi camino.

Al llegar al hotel, todo se veía muy movido, habían luces en la entrada que apuntaban hacia el cielo, moviéndose de un lado a otro. Y pude observar a varias personas vestidas de manera elegante cruzando el umbral de la entrada, esperaba no llamar mucho la atención. Me dirigí a la entrada y vi que había una persona de seguridad verificando nombres en una lista, me pregunté si mi madre había puesto el mío ahí.

—Buenas noches —me saludó el señor de seguridad—. Me permite su identificación, por favor.

—Claro —le dije, y busqué en mi bolso, para luego dársela.

Él revisó la identificación y comprobó mi nombre en la lista, al parecer sí estaba ahí. Luego se hizo a un lado y me concedió el paso.

—Adelante, señorita Reyes.

—Gracias.

Cuando estuve adentro, sentí un cambio de ambiente inmediato. Era sumamente acogedor, habían algunas velas en la recepción y las personas hablaban mientras estaban sentadas, esparcidas entre los sillones. Crucé la habitación y me dirigí hacia la zona de la terraza, tenía una vista hermosa hacia el mar y ahí se encontraba la piscina. No había nadie dentro de ella, pero todos se encontraban a sus alrededores, disfrutando del evento.

Pude ver que mi mamá estaba junto al DJ, seguramente dándole indicaciones. Y me acerqué a ella, cuando vió que se trataba de mí, sus ojos se iluminaron.

—Tessi, estás hermosa —me dijo mientras me daba un abrazo y luego daba un paso atrás, para observarme de nuevo.

Sabía que hace tiempo no me arreglaba, y ella quizás estaba acostumbrada a eso, pero seguramente una parte de ella extrañaba ver a su hija en un estado más normal. Me hacía feliz ver su reacción, hoy había dado un paso muy grande y me sentía orgullosa.

—Gracias, tú también te ves muy bien.

Esbozó una sonrisa, y luego miró a su alrededor. Se notaba plenamente feliz con los resultados de su trabajo.

—Llegaste justo a tiempo —mencionó—. Estamos preparando los últimos detalles para la cena, donde presentaremos los vídeos.

—Qué bueno, ten.

Le pasé la memoria que había dejado en casa, ella la tomó y luego me dijo que explorara un poco el lugar mientras ella organizaba algunas cosas para la ceremonia de la cena. Quedaba poco tiempo, así que no iría tan lejos, decidí solo dirigirme hasta el salón en el que se llevaría a cabo la ceremonia, pero no estaba abierto al público aún. Así que seguí vagando por los pasillos del hotel, habían algunas habitaciones con las puertas abiertas, para que las personas pudiesen entrar a observar.

Estuve observando un par de ellas desde el pasillo mientras pasaba delante de sus puertas, cuando sentí un dolor pulsante en la cabeza. Cerré los ojos y me llevé la mano a la cabeza, dejando de caminar, estuve un rato ahí de pie, hasta que sentí una mano en mi hombro.

—Tessi, ¿estás bien?

Era mi madre, me alegraba de que estuviese ahí porque sentía que no podía mantenerme en pie sola. Negué con la cabeza, sin decir ninguna palabra.

—Vamos, ya va a empezar el evento. Quizás comer te haga mejor, hay un lugar reservado para ti.

Me ayudó a caminar hasta el salón de eventos, y ahí se encontraba mi lugar. En una de las mesas circulares estaba una pequeña etiqueta con mi nombre impreso en ella, indicando que ese era mi asiento.

Me senté y ella se sentó a mi lado, estábamos cerca del escenario que habían preparado para dar los comunicados durante el evento. Mientras estuve ahí sentada podía sentir cómo el dolor iba disminuyendo, aunque quizás también se podía atribuir a la porción de pastel que me entregaron a mí y a los demás invitados del área VIP.

Poco a poco el salón se fue llenando de personas que estaban muy animadas, y no pasó mucho tiempo hasta que el evento comenzó. Uno de los vídeos de mi madre abrió el show, y luego el dueño del hotel tomó la palabra, nos daba la bienvenida. Cada una de las áreas encargadas del hotel habían preparado algunas palabras, y se nos pasó muy rápido el tiempo mientras traían aperitivos. Ya me sentía mucho mejor.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero sí que había comido muchísimo y que no tenía idea de cómo iba a hacer para levantarme de ahí después de todo lo que me habían dado, definitivamente no sabía cómo decir que no, y es que todo se veía tan bien.

—¿Cómo te sientes?

Era mi madre, la ceremonia de la cena ya había acabado, y el evento seguiría hasta tarde. En ese momento, cuando me preguntó cómo estaba, vi la oportunidad de escapar.

—Tengo mucho dolor de cabeza, creo que la música o las luces no me hicieron bien, es mejor que me vaya a casa.

Ella me puso la mano en la frente, revisando si tenía fiebre.

—Estás un poco caliente, es mejor que pida permiso para irme contigo.

—No, no. No hace falta, no quiero que te metas en problemas por mí. Sé que puedo llegar a la casa, y si te hace sentir mejor, tomaré un taxi.

Con eso la convencí, porque sabía que no dejaría que me fuese caminando sola a esa hora con todo lo que estaba pasando últimamente.

—Está bien, ten cuidado y avísame cuando estés en casa.

Yo asentí y le di un abrazo rápido antes de salir de ahí, ella se quedó organizando algunas cosas en el salón de eventos y aproveché que no saldría conmigo a la calle para escabullirme en la oscuridad.

Estaba a solo diez minutos del hospital, y cuando llegué a la entrada, me apresuré a esconderme entre los arbustos, justo como lo tenía planeado. Eran las nueve y media, había llegado más temprano de lo que me habían pedido, pero aproveché el tiempo para investigar los alrededores desde mi escondite.

Había traído un par de binoculares, que me habían servido para observar todo lo que pasaba, aunque no había pasado mucho todavía. Había estado observando hacia las ventanas, el techo, buscando algún indicio que me dejara saber por qué me habían enviado ahí.

Hasta que pasó algo que no sabía cómo explicar, el viento se había vuelto cada vez más fuerte y movía mi cabello tanto que tuve que amarrarlo para que no me delatara en mi escondite, no sabía qué estaba pasando pero me aseguré de tomar muchas fotos. Aunque no pudiese ver nada por el viento.

El aire se había vuelto más caliente y las corrientes de aire no paraban, parecía que se arremolinaban en torno a la entrada del hospital por alguna razón..en ese momento decidí que debía grabar con mi celular lo que estaba pasando.

De repente, la corriente de aire empezó a detenerse, y fue ahí cuando supe que algo extraño acababa de pasar, justo en frente de la entrada del hospital se encontraba un chico de más o menos mi edad, tirado en el piso y aparentemente inerte.

☁️☁️☁️

¡Hola!

Pobre Teresa, primera vez en mucho tiempo que se atreve a salir sola de noche y le sale un muerto. 

¿Qué les pareció el capítulo?


Nos leemos en el próximo,

Ele.

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