Capítulo 32. Expuesto.
Cassiel
Bajamos las escaleras, y solo podía pensar en que nunca me había sentido tan nervioso de encontrarme con mis padres. Cuando éramos unos niños, Benjamín y yo sí que solíamos meternos en problemas, hacíamos travesuras, como cualquier otro par de niños que se amaran tanto como para cometer ese tipo de locuras juntos. Pero ahora, esas travesuras no se comparaban con las cosas que habíamos hecho, y los castigos de ese entones no tenían nada que ver con lo que nos esperaba ahora, al ver que nos encontrábamos frente al orden angelical, del cual formaban parte nuestros padres.
Mi madre estaba sentada en la mesa de la cocina, con sus manos enlazadas justo frente a ella, denotaban seguridad. Al llegar, nuestro padre se sentó a su lado. Benjamín y yo nos quedamos de pie en el arco de la cocina, inmóviles. Sin duda, yo no era el único incómodo. E intentaba no moverme tanto, con miedo a que Rubí nos hubiese seguido y pudiera tropezar con ella o pisarla. Era irónico pensar que unos minutos atrás le pedía que se fuera, y ahora, esperaba que se hubiese quedado en la habitación.
—Siéntense —nos pidió mi madre.
Benjamín y yo hicimos caso. Aunque seguíamos en total silencio, a la expectativa sobre lo que tenían para decirnos. Mi madre observó a mi padre y ambos asintieron, listos para hablar. Pero fue ella quien empezó.
—Necesitamos su ayuda —fue lo que dijo.
Eso era, definitivamente, todo lo contrario de lo que esperábamos que nos dijera. Pude ver de reojo a Benjamín suspirar, y sus hombros se relajaron. Yo también me sentía más tranquilo, pero no bajaría la guardia.
—¿En qué? —pregunté.
—No hemos estado aquí durante un tiempo, y según los reportes, ustedes dos han estado muy activos en sus labores. Así que necesitamos que formen parte de la junta de hoy, que compartan su punto de vista sobre lo que ha cambiado. Para nadie es un secreto que algo enorme se aproxima, y no sabemos qué es. Pero está provocando que los niveles de maldad de la isla se descontrolen e incrementen cada vez más.
—Está bien, cuenta con eso, ambos sabemos que está ocurriendo algo muy oscuro. Y a este paso, necesitaremos mucho apoyo —respondí ante su propuesta.
Benjamín no decía nada, solo observaba sus manos sobre la mesa. Lo entendía, seguramente temía que lo descubrieran, pero realmente no había hecho nada que pudiera condenarlo. Los sentimientos no son un pecado.
Mis padres notaron aquello, y fue mi padre quien le habló directamente.
—Chico, ¿pasa algo?
Él negó con la cabeza.
—No, solo estoy preocupado.
—Entiendo, nosotros también lo estamos. Fuimos llamados como parte de un plan de emergencia, pero estamos demasiado desinformados. Por eso necesitamos una fuente confiable de información. Normalmente no nos hubiesen permitido involucrar a nuestra familia en un asunto como este, pero algo nos dice que no tenemos demasiado tiempo —dijo mi padre.
—Parece que ustedes tienen mucha información —comentó mi madre—. ¿Por dónde empezamos?
Benjamín y yo intercambiamos miradas, luego él juntó sus manos en la mesa y bajó la mirada. Yo sabía esto iba a costarle, y ya había planeado ser yo quien hablara, sin embargo, antes de que pudiera pronunciar alguna palabra. Él tomó aire y empezó a hablar.
—Sé que esto no será de su agrado.
Aquella introducción hizo que mis mejillas ardieran ante la sorpresa, y sentí un peso en mi pecho. ¿De verdad planeaba decirles la verdad? ¿estaba dispuesto a entregarse con tal de salvar a Teresa?
—Puedes confiar en nosotros —le aseguró mi madre.
—Una noche, Cass y yo habíamos acordado intercambiar nuestros puestos. Yo sería un ángel de la muerte por ese día, y él haría mis encargos como limpiador. Luego de terminar sus deberes, fui a verlo. Cuando lo encontré, estaba por realizar el ritual con una persona, justo frente a un hospital. En ese momento yo aún tenía mi mapa en sus manos, y quise saber cuánta vida aportaría esa persona. Así que lo saqué, y luego de comprobarlo, me di cuenta de que había un nombre escondido entre los arbustos, justo como si pudiera ver a Cassiel. Y era una humana.
—Existen ciertos humanos que pueden vernos, pero no siempre les creen cuando dicen algo. ¿Crees que ella sea la amenaza? ¿Estaba espíandolo?
Yo sabía por dónde iba la historia, y la verdad era que esperaba que Benji pudiese evitar todos los detalles incriminatorios, y que mis padres creyeran que la peor parte era haber intercambiado posiciones, aunque hasta ahora, no le habían puesto atención. Mi padre solo escuchaba en silencio, y mi madre estaba sacando todas las conclusiones posibles, y pensando en planes. Benji se vió preocupado cuando ella concluyó que Teresa era la amenaza, y quiso aclararlo de inmediato.
—No, no. No es eso, Cassiel y yo hemos estado investigando y pensamos que no es una amenaza. En realidad, creemos que ella es la víctima, y que lo que le está pasando a ella está relacionado con toda esta situación.
Benji comenzó a contarle sobre su contador de vida, y también les comentó que habíamos conversado sobre aquel tema la misma noche en que habíamos descubierto un culto, y fue por eso que pudimos unir cada uno de los puntos. Decidí hablar.
—A partir de ahí, cuando pude salvar a Benjamín de aquellas criaturas oscuras. Lo llevé a un tejado, y mientras esperaba que reaccionara, revisé el mapa, y el contador de aquella chica disminuía tan rápido, que si no actuábamos, íbamos a perder la única pista que teníamos. Así que decidí darle un orbe de luz.
Mi hermano notó lo que acababa de hacer, me había metido en eso. Yo sabía que él quería hundirse solo, pero no iba a dejarlo. Estábamos juntos en esto.
—Fue una decisión arriesgada, pero al final, ella sí estaba en peligro, ¿o no? —cuestionó mi madre.
—Sí, y aún lo está.
—¿Y dónde está ahora?
Benjamín y yo suspiramos, esta iba a ser la parte más díficil.
—Un día, Benji estaba haciendo sus encargos y yo estaba en casa, pero tuve un presentimiento —al mencionarlo, sabía que me estaba hundiendo aún más, ellos no sabían sobre mi poder, pero ya a esas alturas, era lo de menos—. Fui a buscarlo en lo que lo sentí, y cuando llegué, lo vi envuelto en llamas, y habían unas criaturas oscuras luchando contra él, entre más las atacaba, más se reproducían. Y para cuando llegué, aquel fuego se expandió, hubo una explosión, y ya él no estaba ahí, lo habían atrapado.
Mis padres se mostraron preocupados al escuchar aquello.
—¿Qué? ¿estás bien?
Mi madre se había levantado para abrazarlo, y examinarlo.
—Seguro notaron que habías descubierto algo. ¿Cómo lograste escapar? ¿Sabes dónde estabas?
—No, no sé dónde estaba. Pero ahora que lo mencionas, sí sé con quien estaba, ahí, conmigo, se encontraba Charmeine. Ella es una traidora, me habló sobre su destino, que está ligado a la última voluntad de mis padres —su voz de debilitó, él aclaró su garganta—. Y me dijo que planeaba acabar con el orden angelical, luego de eso, borró mi memoria y me liberó.
—Y si la borró, ¿cómo lo sabes ahora? Benji, no es que no te crea, es que es una acusación muy fuerte.
—No lo supe de inmediato, ellos me usaron para atraer a la chica a cierto lugar, y hacer un ritual similar al que hicieron conmigo. Ahora, ellos la tienen, no sabemos en dónde. Pero esta mañana cuando volvíamos a casa, vimos una iglesia en llamas. Y sabíamos que era parte de su plan, nos acercamos, y la vimos. Estaba dando indicaciones a personas encapuchadas, y entre ellos, creemos haber visto a Zadkiel.
Mi padre se levantó, con las manos en la mesa. Observó a mi madre, y ella asintió. Luego él habló, yo sabía exactamente qué quería, y no sabía cómo íbamos a evitarlo.
—Espero que lo entiendas, y que no lo tomes personal. De verdad apreciamos mucho toda la información que nos están dando, solo que no podemos llegar a la orden angelical sin un argumento sólido. ¿Me permitirías confirmarlo con tus recuerdos?
Si Benjamín decía que no, podría quedar como un mentiroso, o peor, un traidor o conspirador del orden. No tuvo más que aceptar con la cabeza baja, seguramente pensando en todas las cosas que mi padre podría ver. Mi madre lo soltó y volvió a sentarse, yo estaba sumamente nervioso, me levanté y dejé el asiento junto a Benjamín libre para mi padre.
Él se paró junto a Benjamín, puso sus manos sobre su cabeza. Y los ojos de Benjamín se cerraron junto con los de mi padre, conocía cómo funcionaba el proceso, pero nunca lo había vivido. Era la primera vez que Benjamín pasaba por eso, y me temía que en este momento, él, junto a mi padre, estarían presenciando sus recuerdos uno por uno, sin poder esconder nada.
El proceso duró unos minutos, mi madre y yo no nos mirábamos, no habíamos podido separar la vista de ellos dos. A la espera que de aquello terminara.
Cuando finalmente lo hizo, mi padre soltó su cabeza y Benjamín perdió el equilibrio, mi padre lo sostuvo inmediatamente.
—Me temo que tenías razón, Benji —le dijo mientras lo sostenía aún—. Tenemos infiltrados entre nosotros. Pero ahora, sé exactamente qué podemos hacer, y lo haremos juntos. Prepárense, convocaré una audiencia ahora mismo. Tenemos que actuar lo más rápido posible.
Benjamín y yo asentimos y subimos las escaleras lo más rápido posible. Abrimos la puerta de su habitación con cuidado de que Rubí aún estuviese por ahí, pero al entrar, no estaba. Al menos, no visible.
—No puedo creer que no dijo nada —me dijo Benji.
—No crees que planee mencionarlo en la audiencia, ¿o sí?
—Espero que no.
—Oigan, sigo aquí —era Rubí.
Su voz se escuchaba cercana, hablaba en voz baja, seguramente porque había notado que mis padres estaban en casa. Lo apreciaba.
—Debemos irnos, y tú, quédate aquí. Volveremos pronto, eso espero. Trata de comunicarte con Teresa, pero no demasiado, no podemos levantar sospechas.
Me imaginé que asentía, como siempre lo hacía cuando no podía verla.
—Ten, llévate esto —me dijo.
—¿Qué cosa?
—Extiende tu mano.
Hice caso, y al hacerlo, sentí algo caer sobre mi mano y materializarse antes mis ojos, era un collar con un pequeño cristal blanco.
—Es para mantenernos en contacto, por si lo necesitas.
—Gracias —respondí— Tú ten esto, son más caramelos, por si escuchas que viene alguien. Dejaremos mi habitación cerrada para que puedas estar ahí, pero ten cuidado.
Estar en aquella sala, con tantas personas observando un estrado, y esperando firmemente un veredicto sobre lo que teníamos que hacer, me recordaba demasiado al día en que Benjamín se había vuelto parte de nuestra familia. Era un recuerdo demasiado doloroso para mí, y ahora que había escuchado a mi padre relatarlo desde la perspectiva de Benjamín, había abierto una herida en mi corazón, y estaba seguro de que también en el de él, que se encontraba a mi lado.
Lo notaba nervioso, y no era de menos. Sabía el peligro que corría, y sabía que estar en ese lugar no le hacía sentir del todo bien. Hasta ahora, mi padre había estado relatando los acontecimientos que habíamos contado anteriormente, con lujo de detalles. Y todos en la sala volteaban constantemente a vernos con signos de aprobación, sin embargo, seguía sin sentirme del todo correcto.
Llegó el momento del último relato, y para eso, mi padre nos había contado que usaría sus poderes para proyectar aquellos recuerdos y que todos pudiesen verlos. Y así, que no quedara ni una duda sobre lo que estábamos contando.
Sin embargo, en ese momento, mi padre decidió hacer algo diferente y llamó a Benji al estrado, para que lo ayudara con el proceso. Benjamín se levantó con una seguridad que yo no comprendía, y cuando llegó al estrado, comenzó a hablar como si hubiese preparado su discurso hace mucho tiempo.
—El fin del orden angelical se acerca, y junto a nuestros aliados. No habrá nada que puedan hacer para detenernos. Pronto, la isla estará bajo nuestro control, y ese será solo el primer paso para hacer que el mundo entero caiga.
La sala, que había permanecido en total silencio durante su intervención, acababa de explotar entre gritos e insultos. Mi padre, que se encontraba al lado de Benji, lo miraba estupefacto. Él, al igual que yo, no podía creerlo.
Sin embargo, yo, a diferencia de todos los demás, parecía ser el único que había podido ver aquel brillo rojizo en sus ojos mientras hablaba. Había caído nuevamente, nunca había estado realmente libre, ellos aún lo controlaban, y temía que pudieran saber todo lo que sabíamos gracias a eso.
Por eso, cuando se lo llevaron, a diferencia de mis padres, yo no me opuse. No dije nada, y solo observé cómo se lo llevaban.
—¡Esperen! Podemos aclarar esto —mi padre intentaba que lo escucharan entre tantos gritos.
—Le creemos —le respondió un miembro del concejo—. Pero su hijo fue capturado, y no podemos confiar en él. Será encarcelado mientras podamos aclarar la situación. Usted puede continuar su presentación. Los guardias se encargarán de él.
Mi padre tomó aire y se colocó un artefacto que parecía un visor de realidad virtual sobre los ojos. Cada miembro en la sala tenía la vista fija en aquella escena, se trataba de nosotros esta mañana, en la iglesia. Y luego, entre los escombros, escuchando a Charmeine.
Lo bueno era que habíamos podido desenmascararla, y que no habían descubierto las intenciones de Benjamín hasta ahora. Lo malo, era que ahora él representaba una amenaza para nosotros.
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