Capítulo 26. Clarividencia.
Cassiel.
Como siempre, había llegado tarde.
A pesar de ser un ángel, cargaba con el peso de saber que aquel talento que tantos añoraban, estaba defectuoso en mí. Recordaba que por muchos años mi madre me había acusado de comelón, o incluso se molestaba al ver que quería tomar su lugar en la cocina, pero hacía todo eso con tal de mantener a las personas que me importan a salvo.
Aunque, aquella vez, tampoco lo había logrado.
☁️☁️☁️
La última visión que había tenido de Benjamín, lo incluía a él y a Teresa hablando en el hospital. Sin embargo, dada la gravedad que mostraba la madre de Teresa por teléfono mientras le pedía que fuese al hospital, jamás imaginé que Benjamín haría que Teresa abandonara a su prima.
Poseía una copia del mapa que tenía Benjamín, así que busqué entre todos los nombres del hospital a aquel que había escuchado entre la conversación de Teresa: «Rubí». Era de esperarse la dificultad de encontrar un nombre entre tantas personas en un hospital, aunque cuando la encontré, supe que se trataba de ella. Su nombre era Rubí Madeline Campbell Reyes. Sonreí ante la particularidad de este, siendo un choque cultural por sí mismo.
La sonrisa que se había dibujado en mi rostro desaparece rápidamente al ver los días de vida que le quedaban, eran solo ocho, pero, a diferencia de Teresa, estos no disminuían. No parecía producto de algo siniestro, simplemente su vida se estaba acabando. Sabía que iba en contra de las reglas, pero iba a hacerlo, aunque fuese poco. Además, sabía bien dónde estaba Benjamín, y debía cubrir su puesto mientras no estaba, aunque sea un poquito. Ventajosamente, su trabajo implica acabar con la maldad en alguien, para alargar la esperanza de algún enfermo al azar del hospital. Facilitando muchísimo las cosas.
Me puse manos a la obra. Lo ideal siempre era estar cerca del hospital cuando se realizaba el proceso de limpieza, para garantizar que el orbe no se perdiera, ya que unos duraban más que otros, debido a la esperanza de vida que estaban aportando. Me posé sobre un edificio y esperé. Pasaba mi vista de vez en cuando por el mapa, temiendo ver que los días habían disminuido, pero seguían fijos, ocho días.
Ocho días de vida era tan poco, me preguntaba qué haría ella si pudiese saberlo. O peor aún, si es que no lo sabia ya. Suponía que aquello era lo que no le había contado a Teresa. Y por un momento recordé mi propio rol en el mundo de los ángeles. Saqué mi lista, que recordaba haber cumplido ayer en su totalidad, y le di un rápido repaso a todos los nombres.
Ella no estaba ahí, pero eso solo significaba que otro ángel tenía su nombre en su lista. Aquello me preocupaba, ya que alguien podría notar que de la nada su esperanza de vida había aumentado. Pero intenté calmarme a mí mismo, asegurándome que eso debía pasar todo el tiempo. Ya que Benjamín había salvado a la niña de la sección de oncología a la que yo le entregaba plumas, como parte de mi trabajo, mientras dejaba pequeños dulces escondidos entre sus sábanas.
Escuché un alboroto en el callejón que se suponía que estaba vigilando, como si algo se hubiese caído y quejidos de animales. Había un niño de más o menos diez años, con dos jaulas bajo el brazo, una tenía un gato, y la otra unos cuántos pajaritos de colores muy brillantes. Una de las jaulas se le había caído, llamando mi atención. Me preguntaba qué haría con aquellos animales, y decidí observar más de cerca.
Descendí y me mantuve cerca. El niño había sacado al gato de la jaula y lo acariciaba, seguramente para compensar el golpe de la caída. Yo no creía que aquel niño fuese una amenaza, simplemente estaría ahí por si la verdadera amenaza aparecía. Observaba al niño mimando al gato, y aquella escena me pareció de lo más tierna.
Hasta que un destello en su mirada me hizo mirar dos veces. No, no lo podía creer.
Justo cuando el niño dirigió su mirada a la jaula de pájaros a su lado, aquel destello rojo apareció en sus ojos. Yo no podía creerlo, nunca había visto que la maldad se apoderara de un niño. Y no quería hacerlo, no quería hacer lo que debía hacer. Y aunque sabía que en adultos no dábamos esas oportunidades, no estaba seguro de que alguien se hubiese enfrentado a un niño antes. Tomé la decisión de esperar, aunque ya imaginaba por dónde iría la cosa, no sabía si era la primera vez, esperaba que sí.
El niño se sentó junto a unas cajas que parecía que habían estado ahí por algún tiempo, y de una de ellas sacó lo que parecía una lata sobre un mechero, algo que probablemente usaría una persona sin hogar para hervir agua. Encendió el fuego bajo la lata y le puso una tapa. No quisiera describir lo que pasó después, pero en el momento en que el gato se comió lo que quedaba de aquel pajarito. Y arrojó sus sobras a un lado, el niño tomó aquello y trajo otra caja a su regazo. La cual estaba casi llena, repleta de restos de pequeños animalitos.
Respiré profundo.
Cerré los ojos.
E hice lo que tenía que hacer.
Mientras cargaba aquel orbe de luz, las lágrimas se resbalaban por mis mejillas. Sabía que aquel niño estaba lleno de vida, y no sabía en qué tipo de persona se hubiese podido convertir de no ser por la maldad. Intentaba mantenerme firme pensando en Rubí, y sus ocho días de vida, que esperaba que aumentaran lo suficiente como para no tener que volver a hacer esto.
Le diría a Benjamín que volviera a sus encargos, odiaba ser un ángel de la muerte, pero claro que habían cosas peores.
Localizar a Rubí no fue sencillo, nunca la había visto, no tenía indicios de quién podría ser. El proceso de seguir a varias enfermeras para poder espiar sus apuntes fue muy estresante, tomando en cuenta que llevaba un orbe en las manos que podía desaparecer en cualquier momento, aunque me sorprendió lo mucho que duró, suponía que contenía muchos años, lo cual me alegraba.
Cuando finalmente la encontré, gracias a su nombre en una puerta. Me sentí aliviado, pero al mismo tiempo, me entristecía haberla encontrado en el area de oncología. Traspasé la puerta y noté que se encontraba sola. Estaba acostada boca arriba sobre una camilla, y sus dedos estaban entrelazados sobre su pecho, mientras mantenía los ojos cerrados. Daba la impresión de estar rezando.
Me acerqué a ella y deposité el orbe sobre su cabeza. Su cabello se movió un poco, y pude notar que era natural, lo cual me parecía extraño. Sus mejillas llenas de pecas se llenaron de color nuevamente, la vida estaba volviendo a ella. Saqué el mapa de mi bolsillo, queriendo comprobarlo por mí mismo.
—¿Viniste a buscarme?
Escuchar su voz me paralizó. Al ver que se encontraba sola, dudé en sí se estaba dirigiendo a mí, que era prácticamente imposible. Sin embargo, al mirarla noté que había abierto los ojos y me estaba viendo directamente, yo estaba seguro de que nadie afuera de aquella habitación había podido verme. No entendía qué estaba pasando.
—¿Puedes verme?
Hablé, esperando que no me respondiera.
—Siempre he podido verlos —contestó—. Sé que me queda poco tiempo, pero realmente quiero hacer algo antes de irme.
No podía confesarle que acababa de aumentar su tiempo de vida. Aunque ante aquel comentario de su parte, dudaba sobre si ella ya no lo sabia. Decidí seguirle la corriente.
—¿Y qué es?
—Tengo que salvar a mi prima.
Se sentó sobre la camilla, dejando a la vista lo que sostenía con sus manos. Se trataba de una pequeña bola de cristal.
—Un ángel se la llevó, y no pude hacer nada. La anestesia no me dejaba moverme, no pude hablarle. Ni siquiera he podido contarle por qué estoy aquí y creo que me queda tan poco tiempo que no podré hacer nada. No voy a poder salvarla.
Había comenzado a hablar muy rápido, y a medida que soltaba palabras, las lágrimas comenzaron a salir. Su llanto alertó a una enfermera, que abrió la puerta y comenzó a revisarla.
—¿Qué te duele? —preguntaba, mientras examinaba sus signos vitales.
—Nada, solo la vida. No se preocupe, solo estoy triste.
La enfermera le dedicó un puchero.
—Todo va a estar bien.
Y salió de la habitación.
No sabía por donde retomar la conversación, había soltado demasiada información.
—¿Cómo sabes que algo malo va a pasarle?
—Soy clarividente, siempre he tenido una conexión especial con las cosas que los demás no pueden ver. Es por eso que puedo verte, y pude ver a tu amigo aquel día cuando nos cayó el escenario encima. No dije nada porque no quería alarmar a Teresa, y pensé que tener un ángel cerca le haría bien, y que él podría cuidarla. Pero al parecer lograron corromperlo, él los ayudará a hacerle daño.
Ella hablaba lentamente esta vez, sus lágrimas seguían saliendo a medida que hablaba, pero intentaba controlar su respiración para no llamar la atención de la enfermera de nuevo.
—¿A qué te refieres con que lo corrompieron?
—El ángel no está actuando por su propia voluntad, se la llevó lejos para ayudarlos a cumplir con su propósito. Sé que estás aquí por algo distinto, pero si puedes, llama a uno de los tuyos, diles que vayan a ayudarla, porque si la atrapan, va a desatarse un caos y ellos van a ganar. Si puedes hacer eso, iré contigo, sin despedirme de nadie, como quieras. Pero solo ayúdame con esto.
Me dolía la manera en la que se expresaba sobre el fin de su vida, entregando todo para evitar que se desatara aquel caos del que hablaba. Sabía que los humanos podían imaginar todo tipo de cosas, pero sentía que ella decía todo con una confianza tan grande que no dejaba lugar a dudas. Ya había cumplido mi misión ahí, así que iría por Benjamín.
—¿Sabes a dónde se la llevó?
☁️☁️☁️
Rubí había escrito en un papel la dirección que había visto, la cual me llevó a un parque de diversiones. No entendía cómo un propósito malvado podía llevarse a cabo en un lugar como ese, tan lleno de luz y de gente.
Busqué por todas partes a Benjamín, intentaba pensar en algún indicio que me llevara a él, pero Rubí tenía razón, él no estaba actuando por sus propios medios. Nunca había imaginado a Benjamín en un lugar como ese.
Camuflé mis alas para intentar hablar con algunas personas, y preguntarles si los habían visto, pero nadie recordaba haberlo hecho. Ahora, con aquel hechizo, los humanos podían verme, excepto por mis alas. Así que decidí seguir caminando, entre ellos, mientras buscaba.
Temí que Rubí se hubiese equivocado y me hubiese dado la dirección mal, o que quizás hubiese inventado todo. Pero justo en ese momento, pude ver a Teresa, seguida de Benjamín, saltándose la fila y entrando a una cabina de la rueda de la fortuna. Ya entendía por qué nadie los había visto, se estaban ocultando.
Saqué un malvavisco de mi bolsa y me acerqué a la parte trasera de un puesto de comida, para evitar que alguien me viera desaparecer. Luego de haberme comido el malvavisco, y asegurarme de que nadie podía verme, comencé a caminar hacia la atracción a la que se habían subido.
Entre más me acercaba, más me mareaba, había una energía oscura demasiado intensa que surgía de la rueda de la fortuna. Las personas no lo percibían, pero me preguntaba cómo era que Benjamín estaba tan tranquilo.
«Lograron corromperlo».
Aquellas palabras de Rubí resonaban en mi cabeza. Quizás tuviera razón.
Fui juntando fuerza para acercarme, entre más lo hacía, más débil me sentía. Pero debía sacarla de ahí, corrí y cuando estuve lo suficientemente cerca, volé hacia la cabina. Me estaba costando demasiado derretir los barrotes, mi energía cada vez disminuía más.
Y fue ahí cuando sucedió, todo fue tan rápido como un par de segundos, a pesar de que el tiempo pareció haberse detenido. La vi levitar en la cabina, prenderse en llamas y desaparecer, dejando una nube de polvo azúl tras ella.
Me sentí derrotado, había fallado. Y peor, le había fallado a Rubí, y ahora temía por aquello que me había advertido.
«Si la atrapan, va a desatarse un caos y ellos van a ganar».
No podía permitirlo.
El aire había vuelto a la normalidad, la energía oscura que me debilitaba antes, había desaparecido por completo. Observé a Benjamín, sentado en la cabina, con la mirada perdida en el horizonte.
—¡Oye! —le grité.
Él parpadeó un par de veces, y luego me miró. Parecía sorprendido de verme ahí, como si en todo este rato no hubiese notado mi presencia.
—Ah, hola Cass. ¿Qué haces ahí afuera?
☁️☁️☁️
Holaaa, espero que hayan disfrutado del capítulo 🥰 es la primera vez que Cassiel y Rubí se encuentran, ¿qué opinan?
¿Qué creen que va a pasar con Teresa?
Nos leemos pronto,
Ele.
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