Capítulo 19. Objetos oscuros.
Benjamín.
El baño me había sentado bien, me sentía orgulloso por haber enfrentado algo a lo que había evitado por años. Sentía que era capaz de seguir adelante y de esa manera, usar mis recuerdos como un recurso valioso para lo que se venía. Cuando salí del baño, Cassiel corrió desde su habitación, entrando a la mía sin ningún aviso, y me dió un gran abrazo.
—¿Qué pasa? —curioseé—. Pareciera que no me hubieses visto en años.
—Mamá llamó, lo siento, me puse muy emotivo —me contó.
Cassiel se dispuso a contarme todo lo que había pasado mientras yo tomaba un baño, él estaba sentado en mi cama observando el techo, al parecer tratando de organizar sus ideas a la vez que hablaba. Al mismo tiempo, yo entraba y salía del baño, mientras me vestía.
Él era muy cuidadoso en lo que me contaba, se notaba bien que estaba analizando todo antes de mencionarlo. Estuvo dándole vueltas durante un rato hasta que por fin decidió relatar a detalle la llamada que había tenido con nuestra madre. En el momento en que mencionó a mis padres biológicos, me quedé paralizado, sabía que todo estaba predestinado, y que el hecho de que yo hurgara entre mis recuerdos, tenía una razón de ser.
No sabía cuál era la razón, y aunque me inquietaba imaginar que la maldad de mis padres podría seguir viva en este mundo. Me reconfortaba saber que seguíamos una pista, y que no estábamos andando a ciegas. Aunque seguía sin entender si aquello tenía alguna relación con las cosas que le pasaban a Teresa, no veía un patrón.
—¿Crees que necesites tu mapa de regreso?
—¿Vamos a volver a cambiar de roles tan rápido? Aprovecha que aún no tenemos encargos, puedes quedártelo un poco más —replicó Cassiel.
—Tienes razón, gracias.
Tomé el mapa, que estaba sobre mi mesa de noche, y busqué con la mirada rápidamente su nombre. Primero dirigí mi vista a dónde recordaba que estaba su casa, pero parecía que ella no estaba ahí. Me sentí nervioso, sabía bien que había toque de queda y ella no debería estar fuera.
—Vas a ir a verla, ¿cierto? —preguntó Cassiel, mientras se enderezaba para sentarse en la cama.
—Eso parece, tengo que ir a buscarla, no la encuentro en el mapa.
—¿Qué?
Cassiel sabía lo que significaba no encontrar su nombre ahí, así que me quitó el mapa de las manos y empezó a buscar él mismo. Ambos estábamos muy preocupados, yo lo observaba y volvía a ver hacia el mapa, no había rastro de ella. Sabía que tanto Cassiel como yo, temíamos que se nos hubiese acabado el tiempo.
Estuvimos un par de minutos dándole vueltas al mapa, una y otra vez, ampliando y disminuyendo el área, hasta que por fin dimos con su nombre. Aunque encontrarla no nos calmó en lo absoluto, se encontraba cerca del bulevar, extremadamente lejos de su casa. Tan solo imaginar cómo había llegado ahí en medio de un toque de queda me alarmaba, y además, la esperanza de vida junto a su nombre disminuía abismalmente con cada segundo que pasaba.
—Si no te vas ya, va a acabar con todos los años de vida que logramos darle. Tienes que correr, vete ya —me dijo Cassiel mientras me empujaba hacia afuera de mi habitación.
Yo no sabía qué decirle, solo asentí y corrí hacia la puerta, él venía atrás mío.
—Ten mucho cuidado —me pidió.
—Lo haré —le prometí.
Me fui lo más rápido que pude, emprendí vuelo a través de la noche y confirmé que las calles se encontraban totalmente vacías. Si el toque de queda seguía en pie, ¿por qué Teresa no se encontraba en casa? No entendía qué estaba pasando. Y pensar en que Cassiel me pidiese que tuviese cuidado no ayudaba a calmar mis nervios.
No sabía por qué, pero Teresa me importaba. Intentaba atribuirlo a que era mi primer indicio en descubrir qué era lo que pasaba en la isla. Pero sabía que posiblemente había algo más, en lo que no quería pensar. Y mucho menos ahora, mientras no podía sacar de mi cabeza la imagen de su posición en el mapa, junto a sus días de vida, cayendo como piedras.
Cuando llegué al bulevar, lo primero que noté era lo desolado que estaba, temí que la tuviesen prisionera en algún lugar, ya que no podía verla. Revisé su posición en el mapa, y me confundió aún más ver que su posición se encontraba justo en el faro. Volé hacia allá, y pude verla, a la luz de la luna, absorta en las olas del mar que se deshacían al llegar a la orilla.
Noté que ella se enderezaba en la silla justo en el momento en que mis pies tocaron el suelo de madera. Recordé que ella había sido capaz de verme varias veces anteriormente, y temí que esa vez también pudiese hacerlo. Ella continuó observando el horizonte, y aunque la veía moverse bruscamente, como si le doliera algo, no volteó a verme.
Noté que el ambiente era muy pesado a pesar de estar al aire libre. Y aproveché que Teresa estaba distraída usando su celular para observar el mapa. Su contador de vida aún no dejaba de moverse, pero sí había logrado disminuir la rapidez con la que bajaba. Sentí que debía buscar lo que estaba haciéndole daño rápido, aunque no quería que notara mi presencia, no podría explicarle cómo había llegado ahí, sabiendo que ella se encontraba junto a la única entrada.
Supe que era demasiado tarde para pensar en una coartada cuando escuché su voz.
—Sé que estás ahí —fue lo que dijo.
Me quedé en silencio. No supe qué decir, no reaccioné, esperaba que estuviese hablando a través de su teléfono. Pero no fue así, observé que se levantó de su asiento y volteó la mirada hasta donde yo estaba, mientras se acercaba.
—Así que eres tú de nuevo.
Mi mirada se centró en su pecho, llevaba una especie de cinta como identificación colgada del cuello. No sabía si ella podía notarlo, pero de ella desprendía energía oscura. Pensé en quitársela, esa debía ser la razón por la que su medidor aún estaba bajando.
Ella pareció notar que estaba viendo su identificación, porque lo mencionó.
—Voy a dejarte pasar el hecho de que me estés mirando el pecho, ya que me salvaste la vida hoy.
Sentí que mi cara palideció.
—No, no, no estoy mirando eso. Lo siento, sé que se puede malinterpretar. Estoy viendo tu identificación...
—Ya, tranquilo, solo estaba bromeando. Lo imaginé, por algo me dijeron que no me la quitara, es mi justificación para estar afuera en un toque de queda. Estoy trabajando —explicó ella.
Aún con su explicación, necesitaba encontrar la manera de decirle que debía quitarse eso.
—Quiero agradecerte por lo de hoy, me preguntaba a dónde te habías ido tan rápido. Aunque, siendo sincera, también me pregunto cómo llegaste hasta acá, no tienes una identificación.
—Hablando de eso...
Quería preguntarle quién le había dado esa identificación, y encontrar la manera de quitársela lo más pronto posible. Sin embargo, mientras hablaba ella levantó una mano, como haciéndome señas de que me mantuviera en silencio. Tomó su cámara y utilizó el lente para enfocar algo que estaba ocurriendo junto a la orilla.
—No lo puedo creer, ¿ella de nuevo? —exclamó Teresa mientras observaba a través de su cámara.
Yo me acerqué a la baranda, donde se encontraba apoyada ella. Intenté ver qué era lo que estaba intentando captar con su cámara, y pude ver que más allá, junto a las olas, se encontraba Charmeine.
—Qué raro, ¿por qué no sale en la foto? —se preguntaba ella, mientras revisaba su cámara.
Charmeine se encontraba a la orilla, con los pies ligeramente hundidos en el agua, y la mirada fija en el horizonte, donde la línea entre el cielo y el mar se definía. Me imaginé que Charmeine estaba ahí como parte de algún encargo, sin embargo, no entendía por qué, si no había nadie cerca.
—¿La conoces? —indagó Teresa.
Yo debí haber hecho esa pregunta antes de que ella la hiciera, no sabía cómo responderle sin dejar en evidencia nuestra condición.
—Algo así.
No tuvimos que seguir con el tema, ya que ambos estábamos absortos en la escena. Mientras Charmeine levantaba las manos hacia el cielo nocturno, Teresa seguía intentando capturar su imágen con la cámara, aunque obviamente no podía. Ya la había visto hacer eso antes, cuando la había encontrado en el arbusto, me preguntaba quién la estaba mandando a hacer aquellos encargos.
—Qué raro. No entiendo qué está pasando, mi cámara no está dañada.
La observé tomar la cámara, y dirigirla hacia mí. Quise impedir que lo hiciera, pero supe que parecería más sospechoso, de todas maneras, tomó la foto tan rápido que no pude hacer nada. Me sentí nervioso mientras la vi revisar la foto, intentando descubrir qué era lo que estaba pasando.
—Pareciera que fuesen invisibles para la cámara —mencionó.
No dije nada, no sabía qué podía decir. Mi mirada iba entre Charmeine junto al agua haciendo esa reverencia extraña hacia el mar, y Teresa, que estaba confundida. Ella tomó su cámara y nuevamente tomó una foto, esta vez de su brazo.
No alcanzó a verla, ya que mi reacción de asombro la puso alerta, y dirigió la mirada hacia la playa nuevamente. Charmeine seguía con los pies hundidos en el agua, pero ahora habían más personas en la playa. Alrededor de cinco chicas iban caminando hacia ella, y una cabellera naranja inconfundible hizo a Teresa gritar.
—¡Rubí!
La prima de Teresa iba caminando por la amplia arena, acompañada de aquellas chicas, su mirada parecía estar perdida en el horizonte, como si no tuviese control sobre sí misma. Decidí que debía salir de ahí, sin importar si Teresa lo descubría todo o no. No podía quedarme de brazos cruzados solo para guardar el secreto.
Teresa se acercó más a la baranda, intentando adivinar qué estaba pasando abajo a través del foco de su cámara. Yo aproveché para bajar por el lado contrario del faro, tampoco quería ser tan obvio, y corrí hacia la playa. Las cinco chicas irradiaban una energía extraña, era definitivamente energía oscura, pero no venía de ellas.
Se fueron acomodando en fila a medida que se acercaban al agua, yo intentaba frenarlas, me metía en su camino, intentaba tomarlas del brazo, pero nada funcionaba, y sabía que no podía recurrir a mis poderes. No quería hacerles daño, así que intentar limpiar sus almas no era una opción, además, estaba seguro de que aquella oscuridad no estaba en ellas.
Una chica morena que estaba a la delantera de la fila llegó a la orilla de la playa, y sumergió sus pies en el agua. En ese momento, pude ver cómo la piel que se iba mojando irradiaba una luz muy característica, el agua la estaba limpiando, y pronto no quedaría nada de ella.
Charmeine continuaba en el agua, de espaldas a nosotros, ajena totalmente a la situación. Aunque yo dudaba de que eso fuese del todo cierto, para ese momento, no sabía si ella tenía algo que ver con esto. Dudaba que fuese alguno de sus encargos, ella era un ángel de la armonía, y su deber no era limpiar almas. Sobretodo aquellas que no debían ser limpiadas.
No podía permitir que eso le pasara a todas ellas, necesitaba romper aquella fila. Observé a la primera chica detenidamente, y noté que además de su cuerpo sumergido en el agua, su pulsera también parecía emitir aquella luz. Volteé la mirada hacia las demás chicas en la fila, y pude confirmar que todas ellas tenían la misma pulsera.
Me acerqué a la primera chica en la fila, el agua ya llegaba a sus rodillas, y arranqué aquella pulsera de su mano, ella ni siquiera se inmutó.
Pensé que no había funcionado, pero luego de unos segundos, ella cayó al agua y comenzó a observar alrededor, se encontraba desorientada. Ella claramente no podía verme, y solo podía ver a las demás chicas en fila, caminando hacia ella, que hasta ahora había sido la única en tocar el agua.
Corrí hacia las demás y arranqué las pulseras de sus manos, poco a poco fueron volviendo en sí mismas y preguntándose una a la otra dónde estaban. Vi luces de la policia desde la calle, me imaginé que se acercarían pronto a interrogar a las chicas, me preocupé un poco al saber que estaban fuera durante el toque de queda. Seguro se meterían en algún problema, pero al menos estaba seguro de que las llevarían a casa, y eso necesitaba, ya que por más que quisiera, no tenía manera de intervenir nada más.
Debía volver con Teresa, aunque eso significara ponerme en evidencia, si ella tenía alguna información sobre lo que estaba pasando, no podía pasarlo por alto. En ese momento, recordé que Charmeine había estado ahí. Volteé la mirada hacia el agua de nuevo, dispuesto a interrogarla sobre lo que había pasado, hasta que noté que ella ya no estaba ahí. Pude observarla volando, mientras sus alas se perdían en la oscuridad de la noche.
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Holaa, ¿qué tal les pareció el capítulo?
Gracias por seguir la historia 💗
Nos leemos pronto,
Ele.
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