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Capítulo 17. Sálvame.

Cassiel.

Era una noche tranquila, al menos para mí, ya que sabía que el mundo se estaba cayendo a pedazos afuera, en el mundo humano. Para ellos, era muy fácil caer en conflictos, y para no sobrecargar a los ángeles, cada quien tenía sus funciones y tiempos de servicio predeterminados. Benji y yo teníamos suerte de estar libres en ese momento de tanto caos.

Estaba viendo un capítulo de un anime que había visto varias veces, y para mí era como volver a casa. Me traía muchos recuerdos de dónde estaba yo al verlo la primera vez, y hablaba sobre jóvenes con superpoderes absurdos.

Me encontraba absorto, y no había notado que mi celular estaba vibrando en mi bolsillo. Cuando lo tomé, pude ver que tenía una llamada perdida de mi madre y una entrante en ese instante. Deseé con todas mis fuerzas que no me reclamara por no contestarle a la primera, y acepté la llamada.

—¡Cass! ¿Cómo estás? ¿Cómo está Benji? ¿Están bien? —me bombardeó mi madre con preguntas.

—Hola, mamá. Sí, estamos bien, no nos tocó guardia a ninguno de los dos hoy, estamos en casa.

—¡Gracias a Dios! Que bueno, de verdad me tenían preocupada...

No lo menciones, no lo menciones.

—Cuando no me respondiste la llamada, pensé lo peor. Prométeme que no volverás a hacerlo, por favor.

Yo sabía bien que mi mamá nos amaba a ambos como a sus propios hijos, aunque Benjamín no fuese mi hermano. Y entendía bien su preocupación. Asentí, aún sabiendo que ella no podía verme, e intenté tranquilizarla.

—Perdón por preocuparte, mamá. Estaba viendo televisión y estaba muy alto. De verdad, estamos bien, e intentaré estar más pendiente.

Escuché un suspiro a su lado.

—Gracias —susurró.

—¿Y tú cómo estás, mamá? ¿Cómo está papá?

—Estamos bien, en realidad, por eso te llamaba —comentó.

—¿Por qué?

—Tu padre tuvo un presentimiento, me dijo que debíamos tener cuidado con Benji. No sé si tú puedas imaginarte de qué se trata, pero algo me dice que tiene que ver con sus padres.

—Pero, sus padres...

—Lo sé, yo estuve ahí personalmente y sé el destino que tuvieron, pero sabes bien que la maldad nunca se destruye del todo. Puede ser que aún quede algo de ellos vivo en este mundo, y esté buscándolo.

Estaba desconcertado, no entendía de qué me estaba hablando. Si sus padres habían muerto, ¿cómo era posible que aún una parte de ellos estuviese presente? No tenía sentido, ni siquiera en nuestro mundo. Me quedé en silencio, no tenía ninguna respuesta para lo que mi madre me acababa de decir, y ella pareció adivinarlo, porque continúo hablando.

—Sé que es confuso, pero recuerda, es solo una suposición. De todas maneras, de verdad te pido que estés muy atento. Cuídate y cuídalo mucho.

—Lo haré, mamá.

—Gracias, los quiero. Por favor, si algo pasa, no dudes en llamarnos.

Luego de despedirnos, fui consciente de cómo aquella sensación de calma que me había dado mi programa había desaparecido por completo, dándole paso a un sentimiento de desesperación. Debía descubrir qué estaba pasando.

Subí las escaleras, en busca de Benjamín, no pude encontrarlo en su habitación, así que dirigí mi mirada hacía el pequeño espacio entre la puerta de su baño, y el piso. La luz se colaba, dando a entender que estaba ahí. Me senté en su cama, esperando a que saliera. Y escuché un sonido que pensé que no escucharía nunca.

Era un chapoteo, que provenía de la bañera del baño.

Sabía bien la razón por la que Benji no usaba su bañera, le recordaba a su hermano. Y si él estaba usándola en ese momento, quería decir que estaba buscando respuestas en su pasado. Lo cual, tomando en cuenta lo que mamá acababa de decirme sobre sus padres, no estaba del todo desacertado.

Decidí darle espacio, así que fui a mi habitación, cerré los ojos e intenté recordar cómo había sido aquella noche para mí.

☁️☁️☁️

Era una noche fría, pero papá me había prometido que iríamos por un helado después de mi último día de clases. Así que, en esa noche helada, ambos íbamos paseando por la calle mientras disfrutábamos de nuestros conos favoritos.

Mamá se había quedado en casa, pero le llevábamos uno, y habíamos comprado uno extra para que cuando ella se comiera su cono, yo pudiese comer uno con ella. Y así habría compartido el helado con ambos.

Al llegar a casa, papá abrió la puerta de nuestro pequeño apartamento y nos encontramos con mamá, dando vueltas de un lado a otro, mientras se vestía. Al parecer, por un asunto de último momento.

—¿Qué ocurre? —indagó papá.

Mamá me observó, dudando sobre lo que pudiese decir. Aquello fue un indicio de que lo que había pasado era algo realmente delicado. Yo acababa de cumplir doce años, pero ellos muchas veces me consideraban un niño aún.

—Se detectó actividad maligna proveniente del centro. Ya capturaron a los culpables, pero debo presenciar la condena y también asistir a un juzgado de un menor de edad, que podría o no estar involucrado. Realmente no lo conozco, he escuchado hablar sobre la familia Brandswell, pero no podría decir nada sobre sus hijos.

Aquel apellido resonó en mi cerebro, junto con las palabras «juzgado de un menor de edad». Quizás era demasiada coincidencia, pero no pude evitar pensar en aquel chico, mi débil y torpe compañero de clases.

—¿Benjamín? —susurré, sin intenciones de que me escucharan. Pero mamá abrió sus rasgados ojos por la sorpresa, y paró lo que estaba haciendo para mirarme fijamente.

—¿Lo conoces? —me preguntó.

Yo asentí.

—Es mi compañero de clases, siempre me toca hacer equipo con él en las clases prácticas.

—Perfecto —pronunció.

Yo no estaba muy seguro de lo que estaba pasando, y mi padre estaba aún más perdido que yo. Ambos la vimos tomar su teléfono y comenzar una llamada.

—Sí, escúchame, ya voy en camino. Sé que estoy retrasada pero ten en cuenta que me avisaron a último minuto —hizo una pausa mientras escuchaba lo que le decían—. Entiendo, hablando de eso, sabes bien que no conozco a esa familia, no sé cómo seré capaz de defender a ese niño... —otra pausa, la otra persona parecía querer que ella saliera en camino lo más pronto posible—. Ya te dije que voy en camino, y espero que no les moleste, pero llevo a mi hijo como testigo.

Dicho eso, colgó la llamada, mientras la otra persona parecía oponerse. Ella se acercó a mí nuevamente y me puso una mano en el hombro.

—Sé que dije que iba contigo, pero la última palabra la tienes tú. ¿Crees que puedas ayudarme a defender a ese pequeño?

Me imaginé al pobre Benjamín, tan debilucho y pequeño, siendo sometido por la justicia, por algo que probablemente no había hecho, y se me partió el corazón. No sabía a qué lo estaban acusando, sin embargo, si de algo estaba seguro, era que él no podía ser culpable, e iba a ayudarlo.

—Sí —respondí.

Mamá me tomó de la mano, nos despedimos de papá. Y nos fuimos volando lo más rápido que pudimos al centro, al lugar en el que habían reportado lo sucedido. A medida que nos acercábamos, sentí cómo el aire se iba volviendo cada vez más pesado, fruto de la maldad que se había liberado.

Mi madre no quería contarme sobre lo que había pasado, pero yo me hacía algunas ideas. Durante todo el camino, solo estuvo interrogándome sobre Benjamín, seguramente preparándose para su juzgado. Yo entendía lo delicada que era esa situación, así que decidí ser lo más honesto posible.

Aterrizamos junto a un montón de ángeles que se encontraban rodeando la escena, habían personas atadas de manos y pies, tiradas en el piso, deduje que eran los culpables, y entre ellos, se encontraban los padres de Benjamín. Mamá me indicó que tomara distancia, ya que no debía presenciar lo que iba a ocurrir, la sangre se me heló. Pero no por lo que acababa de decirme, sino por lo último que vi antes de que ella me empujara fuera de aquel lugar.

En el piso, junto a un montón de cenizas, se encontraban los cuerpos de Cloe y Alec, los hermanos de Benjamín. A diferencia de los demás, ellos no estaban atados de manos y pies, y no se movían.

Aquella escena me dió ganas de vomitar, y obedeciendo a mi madre, me escondí en el tejado de un edificio que rodeaba el lugar. Sin embargo, no podía apartar la mirada de Cloe, aquella chica que siempre estaba llena de vida, tan fuerte y carismática. Yacía sin vida al lado de su pequeño hermano...

Mi mirada se desvió en dirección a sus padres, no podía entender qué había pasado, pero si ellos seguían con vida, quería decir que estaban involucrados en lo que había pasado. Y mis sospechas se confirmaron aún más cuando vi que los tomaron a ambos, y los ataron a trozos de madera, sabía bien qué seguía, así que aparté la mirada de ellos. Sin embargo, los gritos, el sonido de la madera quemándose junto a sus cuerpos y el resplandor del fuego fueron algo que llegaron hasta donde yo estaba.

Intentando fijar mi atención en algo más que su exterminio, logré divisar algunas figuras en el piso, que al igual que muchas cosas esa noche, deseé no haber visto. Cloe y Alec no eran los únicos niños que estaban tirados en el piso, habían más de veinte chicos entre mi edad o incluso mucho menores. Se me revolvió aún más el estómago y no pude contener las ganas de vomitar, me acerqué al piso de la azotea en la que estaba y mi estómago se vació.

Sentí una mano en mi hombro.

—¿Estás bien?

Era mi madre. Yo negué con la cabeza.

—Sé que siempre has sido nuestro bebé, y he querido protegerte de este tipo de cosas todo el tiempo. Pero existen, y no puedo seguir ocultándolo. Te pedí que no lo vieras, pero creo que pudo haberte ayudado a decidir si realmente crees que tu compañero tuvo algo que ver con esto.

Aquella era una idea que no entraba en mi cabeza.

—No, estoy seguro que no, él no podría. Él ama a sus hermanos.

Mamá analizó aquello, mientras se mantuvo en silencio, observando el fuego desde donde estábamos, pude ver en el reflejo en sus ojos el momento en que dejó de arder y volteé la mirada hacia allá. Los padres de Benjamín, junto con todos los demás involucrados, habían quedado reducidos a cenizas.

—Vámonos, tenemos que salvar a ese niño.

La cabeza me daba vueltas, no pude procesar nada más a partir de ahí. Sí, iba volando junto a mi madre, en el frío de la noche, mientras los truenos y relámpagos anunciaban que la lluvia vendría pronto. Pero nada de eso me hizo volver a la realidad tanto como el momento en que el guardia de seguridad abrió la puerta para dejarme entrar a la sala de juicio y pude ver a Benjamín.

Iba saliendo de la sala, lo llevaban atado de manos, y estaba temblando, supuse que seguramente se había mojado con la lluvia. Nuestras miradas se cruzaron un momento, y aunque yo no dejé ver en mi cara ninguna expresión, podría jugar que con sus ojos gritaban «sálvame».

Seguí adelante con determinación y cuando fue mi momento de hablar, lo dije todo, absolutamente cada detalle que había logrado observar de él desde el primer día de clases. Cada cualidad, defecto, inseguridad, costumbre. Me aseguré de sonar lo más sincero y seguro posible, que no hubiese lugar a duda de que realmente lo conocía.

Al parecer, mi madre ya había dado su versión, ya que cuando terminé de hablar, el juez me dió las gracias, hizo una seña, y se levantó, alejándose del estrado. Era su momento de meditarlo y tomar una decisión.

Pasaron alrededor de cinco minutos, pero fueron eternos. Para cuando regresó, tenía una expresión firme en su rostro.

—Junto a los magistrados, el secretario judicial, y nuestro representante del ministerio público, hemos tomado la decisión de hallar a Benjamín Brandswell inocente de los cargos.

En ese momento, solté el aire que no sabía que estaba reteniendo. Sin embargo, mis pulmones se quedaron sin aire cuando escuché que el juez continuó hablando.

—No obstante, debemos tomar en cuenta que el señor Brandswell es solo un niño, y dabas las circunstancias, no podemos permitir que esté fuera de la tutoría de mayores responsables.

Pude observar cómo tragó profundo antes de continuar, y temí por lo peor.

—Por lo tanto, teniendo en cuenta que sería inadmisible controlar algún acto de rebelión o venganza por su familia. A pesar de hallarlo inocente, hemos decidido que correrá con el mismo destino que sus padres. Su ejecución se llevará a cabo el día de mañana al anochecer.

Mi cerebro se desconectó, sentía cómo mi cabeza dejaba de reconocer los sonidos y acontecimientos que pasaban a mi alrededor. Todo se movía lentamente, podía escuchar los gritos de mi madre, discutiendo con el juez y sus manos agitándose en el aire. Pero yo me sentía como estando debajo del agua. Quería huir de aquella falsa justicia divina que solo pensaba en proteger su sistema. Cerré los ojos con fuerza y me tapé los oídos, no quería escuchar nada más.

Cuando alguien me tocó el hombro, intentando que me levantara, negué con la cabeza.

—Cassi, vamos.

Volví a negar con la cabeza, no quería irme a ningún lado.

—Vamos, tengo algo que mostrarte.

Sabía que mi madre no tenía la culpa, yo era consciente de que no tenía sentido que fuese víctima de mi rabia. Así que me levanté y la seguí fuera de la sala de juicio. Dejamos de caminar cuando nos encontrábamos en frente de una puerta.

—Ábrela.

Obedecí y entré a la pequeña habitación, en ella se encontraba Benjamín, sentado sobre una silla plástica, había un escritorio en frente de él, en el cual había un documento que no reconocía. Observé a mi madre en busca de respuestas.

—Parece que ya no serás hijo único —reveló ella.

Me acerqué a la mesa y ví que se trataban de papeles de adopción, mi mamá había adoptado a Benjamín, y ahora éramos legalmente hermanos. Sabía que para él, tantos cambios debían ser muy difíciles. Y por eso aprecié muchísimo cuando se levantó de aquella silla y me dió un abrazo, mamá se nos unió, oficializando nuestra nueva unión.

—Gracias por salvarme —dijo, yo no sabía si se lo decía a mí o a mi madre, y lo apreté más fuerte.

☁️☁️☁️☁️☁️☁️

Holaaaaa, perdón por la farsa alarma ayer 😅 no había terminado de escribir el capítulo y sin querer le di en publicar, pero aquí está.

Este capítulo es demasiado emotivo para mí, y me encanta ver cómo Benjamín pasó de no soportar a Cassiel a formar parte de su familia. Eso me hace pensar, ¿si tu vida estuviese en manos de esa persona que odias, crees que daría todo de sí para salvarte?

En mi opinión, son cosas que debemos ganarnos. Hay muchas veces que odiamos a alguien por simple envidia, en este caso, Benjamín odiaba que Cassiel fuese todo lo que él no era. Y sin embargo, Cassiel lo apreciaba.

Ahí los dejo con la reflexión.

Nos leemos pronto,
Ele.
☃️🎄

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